DISCLAIMER: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto /Shonen jump / Tokyo TV

ACLARACIONES: Universo alterno… ya quienes me conocen saben que trabajo muy bien en este peculiar campo. Nada de ninjas… de hecho… NADA DE HUMANOS!... (si, esta historia es muuuy particular, recordemos lo que intenté hacer con "Ninken"… esto es mas o menos así pero SIN humanos de por medio… sólo lobos y perros, nada mas!)

Dedicatoria especial para KUSUBANA YORU, que en inicio, la conocí por el fic de "Ninken" y pues... lamentablemente esa era mucha trama para mi, digamos que era un hueso demasiado grande para roer xDD. Pero espero compensaros con esta (aunque sea ItaSaku, creeme que tambien tendran su importancia los extras)

En fin… a leer!

WILD BLOSSOM

Capitulo 1

Invierno Perpetuo

Los sutiles rayos de sol asomaban destellantes sobre aquella tierra aun joven, en ésa distante y muy, muy remota época, cuando la naturaleza se erigía imponente, poderosa y salvaje.
La vida despuntaba y prosperaba; especies de aire, tierra y agua se habían encargado de colonizar los dominios del mundo aquel salvaje y bello a lo largo de los años. Cánidos, felinos, aves y demás; los descendientes de aquellos antiguos establecieron su propia jerarquía, sus propios poblados, aldeas, sociedad… y sus propias leyes.

Sin embargo, aquello también acarreó disputas y guerras, y la legendaria Franja de los Reinos terminó dividida en cinco prominentes aldeas; Sunagakure, Kirigakure, Iwagakure, Kumogakure y la peculiarmente conflictiva; Konohagakure.

Rodeada de un vasto bosque de abetos de ceñudo aspecto, la mullida aldea hacía alusión a su nombre, conocida también como Aldea Oculta entre las Hojas.

Sobreviviente de ofuscadas guerras, su acrecentada población se componía de los descendientes de los Antiguos, y los años de convivencia y unión entre poblados, manadas y clanes contribuyeron a una peculiar diversificación de la especie.

Con una escala de sociedad establecida y una civilización minuciosamente construida, el linaje aun se mantenía puramente cánido. Las cuatro patas aun eran esenciales, igual que las zarpas y los colmillos y el pelaje continuaba siendo un manto protector lo suficientemente resistente como para considerar cualquier prenda como mero adorno y no había necesidad de recurrir a aditamentos elaborados como había ocurrido con los chacales de Sunagakure y sus hakamas para cubrirse del inminente sol o los felinos de Kumogakure y su armamento añadido a las zarpas para el combate.

Sin embargo, la paz en Konoha duró poco… al menos hasta la era de Hashirama Senju y la última guerra, a manos del feroz lobo Madara Uchiha. Entonces, el mestizaje con los lobos; clanes que habían constituido la otra mitad de la población, fue prohibido.

Y los lobos descendientes y aliados de Madara, tachados de enemigos de la aldea, fueron expulsados como parias y en contrastante resentimiento, terminaron apoderándose de los dominios que circundaban el bosque, donde la única ley que prevalecía era la de la sobrevivencia.

Algunas otras manadas lobunas pequeñas se quedaron después, a pesar de la discriminante medida tomada por los Senju, relegándolos a los cubiles limítrofes de la aldea.

Y aun así, subsistieron, por años y generaciones posteriores. Simple comodidad tal vez, o el mismo instinto de adaptación y tolerancia. Después de todo, arriesgarse a pasar las inclemencias de una vida feral y salvaje, fuera del abrigo de las acogedoras murallas de la aldea sería un completo suicidio, más desde que el cruel e inmisericorde manto blanco cubrió todo Konohagakure hasta Kumogakure.

Una era fría de muerte y hielo se había apostado en la Franja de los Reinos y varias aldeas habían quedado casi incomunicadas. Los caminos se cerraron bajo un desierto blanquecino y lúgubre.

Uno podría perderse con facilidad; la nieve cubría todo el horizonte y el bosque se había convertido en un laberinto peligroso; cualquiera que se internase sólo en él, podría morir a su suerte en medio de la nada o en medio de las densas ventizcas o terminar siendo encontrado por algún depredador y terminar en sus fauces.

Claro, ahora que las inclementes nieves azotaron el bosque, éste quedó a merced de los descendientes de Madara Uchiha. Lobos, fieros y brutales. Un simple canino aldeano de Konoha no tenía nada que hacer contra un Uchiha, salvo pedir una muerte rápida y digna.

Y el invierno se prolongaba. Y se prolongaba.

Hashirama murió. El liderazgo de la aldea recayó en su hermano Tobirama, y al morir éste, el clan Sarutobi tomó el cargo y el invierno seguía, sólo menguando sutilmente en primavera, cuando la nieve retrocedía unos míseros centímetros y podía avistarse algo de verdor en las hojas de los árboles, para luego volver a desaparecer en las lloviznas de mayo y retornar al interminable blanco invernal.

Pero el ingenio y la astucia era una sutil arma de sobrevivencia. Los caminos seguían bloqueados pero eso no significaba que no pudiesen rodearlos de algún modo.

Entonces se implementó el transporte en tríneo; una peculiar idea surgida del Clan Nara. Aquello implicaba un armatroste de madera; una tabla recta, sobre dos bases curveadas como garras garfiadas, sólo que vueltas hacia arriba para permitir que el armatroste se deslizase como seda sobre la nieve. Y para el impulso, cualquier aldeano con fuerza suficiente en las patas podría moverlo.

¿Funcionaba?

Bueno, el comercio entre aldeas había reiniciado su marcha gracias a ello.

Y resultaba seguro, un simple equipo de tiro podía llevar una carga de provisiones de Konoha hacia Iwa en sólo dos días de viaje, y pasando el Bosque de la Muerte en sólo un dia de trayecto… también un buen equipo podía hacer frente a dos o tres Uchihas que se atravesasen si era necesario.

Aunque, tomando en cuenta las circunstancias, quien rayos podría o tendría el valor de internarse en el bosque, ir y venir de la aldea en aquellos agotadores viajes, con un arnés atado al pecho y tirando media tonelada de equipaje. Sin embargo, en una población tan variada como la de Konoha, siempre había clanes y manadas aptos para semejante tarea.

Provistos de pelaje denso, zarpas acojinadas y resistentes, un gran espíritu de servicio y la prioridad casi suicida de no sucumbir ante las inclemencias del clima o los depredadores, el férreo equipo se abría paso entre las heladas dunas blancas.

Por la pendiente del helado cauce bajaba trabajosamente una hilera de perros. La escarcha cubría un hirsuto pelambre. El aliento se les helaba en el aire en cuanto salía de su boca, era des pedido hacia atrás en vaporosa espuma hasta posarse en sus pies, en donde se cristalizaba.

Se introducían a viva fuerza en un mundo poderosísimo, tan remoto, tan ajeno a ellos y tan sin pulso como las profundidades de la nada. Avanzaban sin hablar, economizando el aliento para man tener las funciones del cuerpo. Por todos lados reinaba el si lencio, casi podían palpar su presencia.

El líder de esta temporada era Minato Namikase; un alto y peculiarmente correoso spitz de abundante pelambrera rubia. Curiosamente, el apodado "Rayo Amarillo" no pertenecía a un clan en específico, como el resto del equipo cuya tradición de tiro se remontaba a generaciones posteriores, como los Nara o Yamanaka. El chico era rápido, ágil y con una determinación sólida y testaruda, cosa que le benefició en los últimos meses para llegar a colocarle en uno de los puntos más altos de la jerarquía de la aldea… además de las insistentes recomendaciones de su mentor Jiraiya.

Sendas misiones de entrega a través de las escarpadas rutas y del Bosque de la Muerte le dieron el temple de un explorador experimentado. Sin embargo, aun no había llegado el momento en que se enfrentase a un depredador de gran tamaño… o un Uchiha.

Se habían internado ya por completo en el bosque. Pasó una hora y luego otra. Menguaba, cada vez más rápidamente, la pálida luz del día, corto y sin sol, cuando en medio del aire en reposo resonó un grito débil y lejano.

Se remontó primero con rápido im pulso hasta llegar a la nota más alta, donde se afirmó vibrante para ir bajando después lentamente hasta dejar de oírse. Aque llo hubiera podido ser el lamento de un alma en pena, de no haber en el triste grito cierta ferocidad, cierto aire de hambre.

Entonces, Minato aminoró el paso sutilmente, volvió la cabeza y cruzó la mirada con el fiel equipo que iba detrás. Shikaku Nara, la "zarpa" derecha y co-capitán de la jauría de viaje, asintió ante el gesto silencioso de Minato.

Se oyó un segundo grito que pareció elevarse en el aire perforando aquel silencio. Venía de allá atrás, de algún sitio en la nevada extensión que acababan de atravesar. Un tercer grito, contes tación a los anteriores, resonó también en la misma dirección, pero más a la izquierda del segundo.

—Nos persiguen, Minato-san —resolló Shikaku.

Su voz sonó ronca y era evidente el esfuerzo que realizó para hablar.

—La carne escasea —contestó desde la última fila, un tosco perrazo mezcla de san Bernardo y samoyedo, de nombre Choza Akimichi—. Desde hace horas no he visto ni un rastro de conejo.

Nadie dijo nada más, aunque siguieron con el oído atento a los gritos de caza que continuaban resonando allá lejos, a su espalda.

—Intentemos llegar hacia el paso de Iwagakure, hay un sendero cerca, podremos acampar allí. —Minato musitó. Una sutil brisa azotaba las hojas de los árboles, pronosticando una ventizca cercana. Aquello también lo percibió el líder y dándo un par de zancadas tiró del arnés—¡Vamos!

El equipo asintió y siguió sin protesta alguna. La unidad comandada por Namikase estaba perfectamente equilibrada en fuerza y habilidad... al menos en un sentido básico, y contaban con la experiencia necesaria como para no cometer las torpezas de novato. La jauría constaba de la triáda Yamanaka-Nara-Akimichi o "Ino-Shika-Cho"; Shikaku al frente, Inoichi Yamanaka en el lateral derecho. Tsume Inuzuka, la única hembra del equipo, aunque de volátil carácter, era una cruza de husky y tosa-inu; y ágil como impulso del lateral izquierdo, a un lado de Inoichi. Y en los flancos de tracción, cosa que requería canes fuertes para tiro, estaba el inmenso Choza Akimichi y el desgarbado malamute de pelambre rosácea Kizashi Haruno.

Como había oscurecido ya por completo, desviaron la ruta hacia un grupo de abetos al borde del cauce, y allí acamparon. La caja de provisiones, colocada junto al fuego, servía de resguardo. La brisa resoplaba en las copas de los árboles, con un siseo constante.

Pero otro ruido se oyó también.

Lejos, a gran distancia, apagado, resonaba el aullido de la hambrienta manada, que comenzaba a seguir la pista de caza.

Cerca… muy cerca.


CONTINUARA


N/A: Pues, mas que nada, como mencione al inicio este fic tiene dedicatoria especial y es porque quiero volver al género seudo-Disney que pensaba hacer en "Ninken", y pues aqui tambien va perfecto. No lo niego, me ha inspirado mucho el autor Jack London (sip, soy mega fan de "Colmillo Blanco" y "Call of the Wild"), digo, si no lo notaron con este fanfic tan peculiar.

Bueno si es un capitulo cortito pero porque es meramente introductorio. Queria alargarlo mas pero preferí dejarlo en suspense... ya vimos una parte de la trama muy importante, los perros... ahora falta ver el la otra cara de la moneda... o sea los lobos... y no cualquier lobo, sino Uchihas.

Si, habrá ItaSaku... pero primero hay que desarrollar un poco a fondo la historia.

Nuevamente gracias a colegas como Kusubana Yoru y mi maridito Kaiosama... que pese a que saco "pan con lo mismo", les doy sus merecidas variantes.

y recuerden... "UN FIC CON REVIEWS, SE ACTUALIZA MÁS PRONTO"

Nos leemos!