Siempre me ha gustado leer comics, y cuando digo siempre es desde que tengo memoria, sobre todo los de superhéroes, y aunque, siendo sincera, ya era mayor para ellos, me seguían gustando, y la verdad era que no me importaba.
Por eso la primera vez que oí hablar de spiderman me dejé llevar por completo por la emoción, y acepté, sin ni siquiera planteármelo, que era un superhéroe de la realidad. Empecé a comprar diarios para saber más sobre él, y eso me hizo aumentar mi buen criterio, porque estaba claro que la verdad siempre estaba camuflada (o eliminada en el caso del Buggle), pero a mí no consiguieron engañarme.
Más tarde empecé a seguirle siempre que le veía para intentar hablar con él, pero al cabo de un tiempo lo dejé porque me di cuenta de que nunca le iba a alcanzar. Poco después dejé de comprar diarios, no me malinterpretéis, sabía lo suficiente sobre lo buena persona que era y lo que podía aguantar con sus poderes, no había información nueva que sacar.
No pasó nada nuevo hasta que nos tuvimos que trasladar a Queens por el trabajo de mi padre, habíamos acabado el traslado y nos dirigíamos a la escuela para matricularme, pero un policía paró a mi padre diciéndole algo de un gran monstruo negro que estaba luchando contra spiderman, mi padre le hizo caso, pero yo me escabullí y me metí entre los coches, salí a una calle bastante grande, desierta, excepto por un grupo de periodistas en la otra esquina de la manzana y las figuras de los dos luchadores.
De pronto el monstruo arrinconó al héroe contra un coche del lado opuesto al mío, spiderman lo volcó, ahora estaba boca abajo, de cara a mí, pero no me había visto, y en ese momento no llevaba la máscara, segundos más tarde consiguió recuperarla, pero su rostro ya se había grabado en mi mente, era, claramente, de mi edad más o menos. Me fui de allí, antes de que nadie se diera cuenta de que estaba allí.
Tres horas más tarde nos habían dejado pasar y habíamos hecho la matrícula, dentro de dos días empezaría las clases.
Lo que no imaginaba era que él iba a estar allí, sí, el spiderman sin máscara de hacía dos días era ahora mi compañero de clase, él no había notado mi presencia, no le culpé, y decidí que no diría nada, a él ni a nadie, al menos por el momento.
