Pequeños Giros de la Vida (Primera Parte-Una boda fúnebre)

La hermosa novia esperaba impaciente a su padre para que la escolte al altar, pasó casi una hora esperando y los invitados comenzaron a inquietarse, el novio, aun de pie en el altar comenzó a pensar el posible rechazo de su suegro, Lady Hinata tenía muchos pretendientes, gallardos caballeros con grandes títulos e historias sorprendentes, era sorprendente que el despistado heredero de los Uzumakis, Naruto, fuese elegido por la mismísima doncella, tal vez su padre se esté negando a la bendición del futuro matrimonio, a lo cual, sabía que su prometida sufriría de un gran desaire.

De pronto, la marcha nupcial resonó por toda la iglesia, todos tomaron sus lugares mientras la novia habría paso, caminando despacio, escoltada por nada más y nada menos que el Duque de Cornualles, Shino Amburame, miembro de la corte real de la reina y, mejor amigo de Hinata, como padrino de bodas decidió romper con la tradición, llevándola hasta el altar.

Una vez frente a la sagrada cruz, el sacerdote comenzó con la palabra; todo fue tranquilidad hasta que llegó aquella pregunta:

-Si alguien se opone a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre-

En ese momento la iglesia enmudeció, pasaron varios segundos hasta que el sacerdote asentó.

-Bien, cont…- fue cortado al momento que una pequeña niña entró gritando a la iglesia.

-Hinata, es padre, está muerto- gritaba desgarradoramente la pequeña hermana de la novia.

El pequeño ramo de azahar que entrelazaba entre sus dedos cayó al suelo, rápidamente ambos novios corrieron a su encuentro.

-Hanabi, ¿Qué sucedió?- dijo Hinata entre lágrimas, abrazando a la pequeña. Todos los invitados se pusieron de pie alarmados.

-Esto es inaudito- gritaron mientras los murmullos resonaron, rápidamente dos caballeros se pusieron de pie y se acercaron al cuadro.

-Nuestro carruaje fue asaltado por unos bandidos, mataron a padre… co-con un disparo… mientras huí como pude, hermana, nuestro padre…- lloraba Hanabi entre los brazos de su hermana.

Un jinete observaba fuera de la iglesia, sacó un arma y disparó, el novio abrazó fuertemente a su prometida, recibiendo aquella bala, cayendo sobre ella.

Los dos caballeros corrieron fuera de la iglesia, intentando perseguir al jinete el cual se marchó a todo galope mientras:

-¡Hermanito!- gritó Hanabi, mirando a Hinata la cual estaba lo suficientemente congelada para reaccionar.

-¿Na-Naruto?...- tomo a su novio asentando su cabeza sobre sus piernas, la sangre manchaba aquel blanco vestido.

-Se feliz, amor mío…- dijo con la respiración entrecortada –Ha-Hanabi, cu-cuida de mi amada…- murmuró mientras miraba por ultima vez a su Hinata, sonriente memorizando cada detalle de su rostro, aquellos ojos perlas que lo enamoraron la primera vez que se encontraron sus ojos azules, los mechones de su cabello, que sobresalían de aquel blanco velo, pero ella lo callo con un leve beso sobre sus labios.

-No mi amor, saldremos ju-juntos de esto, resiste po-por favor vida, no me dejes…- peinaba sus cabellos rubios con suavidad, mientras con su otra mano tocaba sus mejillas.

Lentamente fue cerrando los ojos, conservando aquella dulce sonrisa mientras ella gritaba y lo abrazaba, las damas del salón comenzaron a llorar lamentando la pérdida de tan gallardo caballero.

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Ella estaba muerta, miró como arrebataban a su novio de sus brazos, Shino la tomó firmemente ayudándola a ponerse de pie, el carmesí empapado en su vestido helaba aún mas su cuerpo, lagrimas caían en sus mejillas, pero ella, no podía reaccionar.

La subieron al carruaje junto a su pequeña hermana, la cual, no la soltó hasta llegar al castillo, bajaron, mecánicamente subió a su recámara y se miró al espejo durante un largo tiempo; miro, a la misma chica, llena de ilusiones que salió en la mañana… ¿Qué paso con ella? ¿Dónde está? Ahora solo ve a una miserable novia, a la cual, le arrebataron todos sus sueños, ahora, en el espejo, solo ve a una miserable hija, la cual ha perdido el amor de su padre.

-Por qué la vida se ensaña conmigo de esta manera…- odiaba la imagen reflejada en ese espejo, ¿Para qué seguirla viendo?

Tomó el candelabro de su buró y golpeó con todas sus fuerzas aquella imagen, una y otra vez, hasta que desapareció. Un grito ahogado resonó por toda la habitación, mientras ella caía sumida en su miseria.

-Mi lady…- Ko, su guardián, entró en ese momento, y la abrazó tan pero tan fuerte, que sintió ahogarse en su propia respiración.

-Debe ser fuerte- la dejo de abrazar para mirarla fijamente –Usted es la heredera del conde, debe luchar por nosotros, por su familia, y por su hermana-

En ese momento, las lágrimas cesaron cual hechizo, el nombre de Hanabi era sagrado para su ser.

-L-la carroza fúnebre llegó con su padre… y con su prometido... Lady Karin nos permitió que realizáramos el velorio del Duque en el castillo, el gran Salón fue adecuado para la velación-

Tragó saliva, era algo muy duro de afrontar, estaba hablando de… ¿Un velorio el día de su boda? En el día que supuestamente debía ser el más feliz de su vida… debía ser fuerte, debía serlo por su familia, y por su pequeña hermanita.

Hanabi había quedado huérfana, faltaba poco para que se convirtiera en una señorita pero, en memoria de los dos hombres de su vida, juró cuidar de la pequeña.

Entonces, alzó la mirada y con una mueca, intento de sonrisa dio las gracias y volvió a abrazar a Ko entre llantos.

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¡Por fin! Tengo computita nueva *w* así que prometo actualizarme en los otros dos fanfics que todavía… falta un laaargo camino por recorrer.

Pues bien, este nuevo fanfic, ItaHina, lo tengo ya muy avanzado en mi libreta, pero me demoraré en pasarlo así que... paciencia mis amados lectores. Op, por cierto… quería mencionarles, nos encontramos en época de colonia, donde Inglaterra recién se encontraba dando presencia en el nuevo continente. Mi intención es darle acogida a los interesantes mitos que se dieron en la época.

Amo los comentarios, opiniones y sugerencias… algún pedido… un Review por favor! *-*

Nota: Los personajes de este fanfic no son de mi autoría, pertenecen al anime-manga Naruto Shippuden.
Op, y los títulos reales escritos, no son tampoco de mi autoría, son títulos verdaderos pertenecientes a la verdadera realeza de Inglaterra.