El titulo representa la historia, pero no tiene nada que ver con ella. No sé si se entiende, la verdad. No sé cuantos capítulos va a tener, pero menos de cinco. Aunque conmigo, nunca se sabe. De todos modos, si lees esto hasta el final, te lo agradezco con el alma.

Summary: —Porque te quiero. —Largó Lily con pena, con sufrimiento, y Hugo pudo sentir como se alegraba pero a la vez se horrorizaba. Como todo era una eterna contradicción, una contradicción mal sana y hermosamente cruel. Porque no siempre elegimos a las personas correctas para amar y para ser amados. Pero eso no quiere decir, que el amor no sea de verdad.

Seamos rebeldes.

Cuando su hermana había venido con ese novio suyo, pues no le había encantado.

Era raro. Ese tipo de personas, con las que él hubiera hecho amistad si no fuera por principio odiarlo a muerte. Y no por las mismas razones que sus padres. No, al no le importaba el apellido de ese chico. Pero estaba en sus venas odiarlo. ¿Por qué? Por celos.

Pero Scorpius Malfoy era capaz de comprarse al mundo si quería, porque tenía esa sonrisa picara y esa actitud divertida que siempre hacia sacar a alguien una risa. Y Rose lo quería. Lo quería y lo quería demasiado. Era por eso que Hugo lo odiaba.

Lily siempre trataba de calmarlo.

—Vamos Hugo, no es para tanto. —Le decía una y otra vez, sin darle la importancia necesaria al asunto.

—Pero tiene quince años. —Señalaba Hugo como quien dice algo obvio. —Y ya parece que se va a casar. El no es para ella.

Lily frunció los labios, como quien no está de acuerdo. Miró a Hugo, que luchaba contra su pelo pelirrojo para que se acomode en su cabeza. Y Lily le sonrió tristemente.

—No siempre queremos a las personas correctas para nosotros.

Hugo la miraba sin entenderlo del todo, pero al final sonrió, negando con la cabeza.

—Eres demasiado lista para tener trece años. —Le dijo con una carcajada, y Lily lo empujó un poco, cariñosamente.

Pero no hablaron más que eso. No tenían esa forma de comunicarse. Simplemente por miradas, suspiros, sonrisas, tocadas de hombros. Lily se desenredaba el pelo con las manos, sentada en el sillón del cuarto de Hugo. Este, acostado al lado de ella en el sillón, solo la miraba mientras lo hacía. Lily le sonreía, haciendo que Hugo enrojeciera un poco. Por que Lily lo hacía sentir de forma especial. Pero no sabía que era.

Y entonces, Lily dejo de acariciar su cabello pelirrojo para acariciar el de Hugo, al que se le erizó la piel. Y Lily seguía acariciándolo, y también sus mejillas. Hugo cerró los ojos, disfrutando del momento, aunque no sabía por qué lo sentía incorrecto. Prohibido.

Se levantó, sintiéndose más raro que nunca, más confundido que en mucho tiempo. Le sonrió a Lily, que lo miraba con ojos tristes.

—Eres una gran… amiga. —Hugo le revolvió un poco el pelo, pero esta vez Lily no se quejó o rió. Y Hugo se alejó, preguntándose por qué le había dicho amiga en vez de prima. Porque había parado la caricia, por se había sentido tan mal consigo mismo. Porque no había querido que nadie viera eso.

Y lo más terrible, sobre todas las cosas, por qué le había gustado.

Hugo cumplía sus dieciséis años. ¡Dieciséis!

Esta completamente orgulloso de haber tenido geniales notas en sus exámenes, de poder cumplir con todos los requisitos para poder ser un Auror como su padre, de tener todo lo que quería y podía… bueno, casi todo.

La abuela Molly le había hecho un pastel gigante de su color favorito: rojo. Y Hugo sabía que iba a estar delicioso, y que por más que no le gustara el pastel se lo comería para no defraudar a la abuela Molly. Le cantaron el feliz cumpleaños, todos sentados en la mesa con una sonrisa boba. Y cuando soplo las velas, todos fueron a abrazarlo y besarlo, y todos sus primos se amontonaron encima de él. Entonces, de repente, en medio de todo ese lio, cuando Lily vino a darle un beso, sin querer la besó en la boca.

Y por un momento todos dejaron de hacer ruido, y se quedaron confundidos o extrañados. Pero Ron empezó a reír, y todos lo hicieron, pero Hugo simplemente no podía. Lily sonreía, un poco avergonzada pero como si hubiera sido un mal accidente. Hugo sonrió, pero no podía dejar de pensar que todo estaba totalmente mal. ¿Por qué?

Porque le había gustado.

Luego de eso, se había pasado el resto de la tarde abriendo regalos con Lily y haciendo el vago. Pero ni si quiera hablaron, porque había una incomodidad en medio de ellos. Y eso a Hugo le espantaba, porque él quería mucho a Lily y no quería que su relación se arruinara por eso.

¿Arruinarse? ¿Por qué? Por mis sentimientos a Lily, decía la conciencia de Hugo. Pero luego eso parecia tan imposible y descabello que hasta era absurdo, pero… pero era verdadero. NO, no lo era. NO LO ERA. No.

—Hoy, cuando me besaste sin querer… —Lily soltó una risa, una risa demasiado nerviosa como para ser de Lily. —Fue todo una locura, ¿Verdad?

Hugo, que ayudaba a Lily desatar un empaque y trataba con obsesión que sus manos no se rocen, se encogió de hombros. Pero Lily continúo.

—Todos se rieron… como si no fuera nada importante. Bueno, es que no lo fue. —Las manos de Lily se rozaban cada vez más con las de Hugo, pero este estaba al borde de explotar. — Por qué, fue cosa de nada…

—Para mí no lo fue. —De pronto Lily había quedado muda, sin habla, con las manos muy quietas rozando las de Hugo. Lo miró a los ojos, negando con la cabeza. Y Hugo pudo ver que estaba llorando.

—No, no lo fue. —Tenia al voz rota, los ojos más tristes que nunca. Su pelo se acumulaba en su cara, impidiendo a Hugo poder verla. Le quitó los mechones de pelo de la cara, suavemente, pasándolos por detrás de su oreja. Le acaricio la mejilla mientras lo hacía.

Y Lily había cerrado los ojos, y Hugo sabía lo que estaba haciendo. Estaba tratando de resistir, de resistir a algo que en realidad no sabían que era pero está ahí. Las manos de Lily temblaban, Hugo podía verlas. Entonces se las agarró fuertemente, y Lily lloró más fuerte.

— ¿Por qué lloras? —Murmuró Hugo, con el corazón encogido. Odiaba ver a Lily llorar.

—Por que te quiero. —Largó Lily con pena, con sufrimiento, y Hugo pudo sentir como se alegraba pero a la vez se horrorizaba. Como todo era una eterna contradicción, una contradicción mal sana y hermosamente cruel.

—Yo también te quiero. —Susurró Hugo, casi al borde de echarse a llorar como Lily. Pero esta abrió los ojos, dejando ver su alma a través de ellos.

—Pero yo no te quiero de esa manera, Hugo. —Lily respiraba cada vez más agitadamente, sin poder contenerse. —Yo te… yo te…

Pero Hugo, que podía ver como Lily no podía terminar la frase mientras sus labios temblaban, solo quería hacer una cosa y hacerla por primera vez bien desde hace mucho tiempo. Y la beso, pero no como el beso incomodo cuando todos festejaban, si no un beso más apasionado y a la vez más triste, con esa sensación de culpa y de amor que los dos sentían. Y Lily se dejó besar, aunque seguía llorando, y Hugo sabía por qué.

Por qué no siempre queremos a las personas más correctas para nosotros.

— ¡LILY! ¡YA NOS VAMOS! —Anunció Harry desde la otra habitación, y los dos agradecieron que no hubiera entrado. Lily miro a Hugo a los ojos unos instantes, para luego besarlo en la frente.

—Adiós, Hugo. —Susurró, y para el dolor del muchacho, supo que ese adiós era más que una simple despedida hasta otro día. Era un adiós hacia su oportunidad de ser felices.