Sumary: La hija del mal, una víctima más. Engaños y venganzas se posarlo sobre los hombros de aquellos gemelos, quienes pagaban por los pecados de su padre, el rey Gakupo. La reina Anne no era tan buena como todos creían y Riliane no era tan mala como todos pensaban. Y la sirvienta, Lily, está dispuesta a contarnos la historia.
Aviso: La misma historia de Daughter of Evil, sólo que con un pasado distinto y quizás un final distinto.
—¡Tú, maldito perro lujurioso! ¡Son tus hijos, maldito depravado!
Gritos por aquí y por allá.
—¡E-Eso no es cierto...!
Revelaciones por todas partes.
—¡Tienen las marcas de nacimiento Kamui! Has caído tan bajo, Gakupo...
Ellos no entendían nada. Sólo se limitaban a llorar y a estar junto a su progenitora, Lilith Cattleya, o Lily para los amigos. Aunque la hermosa mujer no estaba lejos de llorar como sus hijos.
—Me has sido infiel, Gakupo—gruñó la reina en tono amenazador sin prestar atención en los niños—. Más te vale arreglarlo antes de que de una orden de castrarte.
—Hazlos pasar por tus hijos, querida.
—Jamás. Y si lo hiciera, sólo sería la niña. Y desaste de la sirvienta.
—Sí, amor...
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"El pecado original de Eva fue dividido en siete pecados por sus hijos, Hansel y Gretel. Nosotros somos las almas desgraciadas, destinados a encontrarlos, para convertirnos en los pecadores mortales. Odienos, se lo permito. Aunque todos moriremos por pecadores."
Los murmullos frecuentes no se hacían esperar en aquella prisión. Los presos cautivos se movían de lado a lado de manera desesperada, y no era para menos, no sabían que sucedía en las calles. La revuelta se escuchaba hasta el último calabozo subterráneo existente, y era bastante obvio cuando los guardias fueron asesinados por campesinos enardecidos.
Los sucios cabellos rubios de una joven se balanceaban de lado a lado por el viento que entraba por una de las aberturas. Sus ojos, apagados y tristes, admiraban los suelos sucios como sí fueran un completo enigma. Estaba preocupada, eso era obvio. La manera en la que su labio inferior temblaba daba a notar la inseguridad que invadía en su pecho.
El dolor llegaba a su pecho como apuñaladas llenas de veneno y dolor. Ella sabía muy bien lo que sucedía. Allí, en aquel reino de la inhumanidad, había una rebelión. Sólo que aquella rebelión iba hacia la persona equivocada, porque ella más que nadie sabía de lo que sus hijos eran capaces, y la pequeña Riliane era más una marioneta que una tirana.
Su confianza jamás cayó en Alberth Dorean, el consejero real y jefe de los guardias. Siempre vio en sus ojos la ambición y las ansias de poder. Lloró silenciosamente, tratando de secar sus múltiples lágrimas con el vestido blanco raído. Ella debía cuidar de sus hijos, y ahora habían caído en manos equivocadas. Por eso eran gemelos destinados a un final trágico. A menos de que ella, la dulce pero valiente Lilith, decidiera lo contrario.
Prólogo ~ Soberbia ~ No todo es lo que parece
Las telas amarillas decoraban elegantemente el salón de aquel castillo. La servidumbre iba de allá para acá con sus platos de comida exuberantes, los pasteles y postes, las flores y demás. Mientras tanto, una princesa admiraba todo con una sonrisa infantil y emocionada, a pesar de sus trece años, casi catorce en pocas horas. Poseía unos cabellos largos rubios, casi siempre atados en un moño, ojos del color del lapislázuli, piel lechosa y facciones delicadas. Ella era conocida como Riliane Lucifen D'Autriche, aunque sus más cercanos amigos le llamaban Lirio, aunque ella no comprendía muy bien el significado.
Esa flor era digna de su admiración. Así que, aprovechando de las floristerías del Reino Verde, Elphegort, ordenó que todo fuera decorado con hermosos lirios. Todo era tan hermoso que parecía una utopía, la cual era dañada por la cara de mala gana de Alberth Dorean, su consejero y guardia real. Un gota bajó por su cuello involuntariamente.
—¿Sucede algo, señor?—preguntó sarcásticamente, mientras que el hombre repasaba unas invitaciones a su derecha. Le dirigió una mirada de desgano y suspiró.
—Repasaba sus invitaciones, princesa. Y no estoy de acuerdo con invitar a la princesa Miki—masculló el hombre con un arrastrar de palabras—. Su reino es bastante pobre y no nos favorecerá en nada.
La princesa se acercó a un decorado de lirios, tomando un par con una ligera sonrisa.
—Oh, héroe. La princesa Miki es una buena persona, amable, atenta, un poco torpe, pero es muy cariñosa. El simple hecho de agradarme la hace una invitada de honor.—sonrió.
Alberth hizo una mueca mientras se cruzaba de brazos, arrugando algunas cartas de doble mano. Rodó los ojos con molestia, ¿Por qué él y la princesa nunca estaban de acuerdo en algo? Era tan idiota.
—No me parece. Debería decirle que la fiesta se canceló o...
—Basta—rugió la princesa, cambiando su sonrisa por un rostro firme y molesto—. Las órdenes las doy yo y la princesa Miki está invitada—dijo eso último, cambiando su mueca por una sonrisa—. Deberías dejar de amargarte, vivir la vida, ser feliz.
Dio una vuelta llena de alegría y, dejando uno de los lirios en el cabello del guardia, se alejó de allí, dejando al hombre con la palabra en la boca mientras se retiraba la flor.
—Maldita idiota.
La joven princesa daba vueltas por doquier, feliz del simple hecho de que ese día era su ansiado cumpleaños, y por fin tenía la edad suficiente para tener un sirviente personal. No quería un sirviente, tan sólo quería a alguien que apaciguara su soledad. Porque como ella decía; era tan solitaria como el sol.
Acomodó sus cabellos algo mareada por el sinfín de vueltas que había dado alrededor de los pasillos, haciendo sonreír a cualquier sirviente que le mirara. Cuando recuperó el aliento se fue a saltos hacia la cocina, donde estaba Mariam Futapie decorando su pastel. Ella misma había pedido que Madame Futapie se encargara del pastel. El que la quisiera como una madre era una razón primordial.
Casi haciendo caer a Nayro, uno de los hijos de Mariam, entró a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja, encontrándose con la figura de Mariam y su largo cabello gris suelto de una manera delicada. A pesar de ser mayor sabía cómo conservar su belleza.
—¡Bueno días, Madame!—saludó la princesa, haciendo una pequeña reverencia. Para su mala suerte su corona se cayó al suelo.
Mariam soltó una risita y siguió decorando el pastel amarillo, y colocando lirios de pasta.
—Buenos días, princesa. ¿Cómo se encuentra?—preguntó educadamente mientras que Ney, su hija, y Chartetto, la joven de cabellos rojos, entraban a la cocina.
—Perfectamente.—chilló la pequeña.
Dando otro salto —los cuales se estaban haciendo frecuentes— se acercó a Ney, quién cargaba unas bandejas de comida, y dio una vuelta con ella.
—¡P-Princesa! Cuidado...—murmuró balanceándose con la comida.
Chartetto, riendo, se sentó en la mesa, apoyando su cabeza en las palmas de sus manos. Tenía una sonrisa algo torpe plantada en el rostro mientras que sacudía sus tirabuzones pelirrojos de lado a lado con emoción.
Riliane, curiosa, se sentó junto a ella, ignorando a Ney Futapie que trataba de no dejar las bandejas caer. Mariam estaba ocupada como prestarles atención.
—¿Por qué estas tan feliz?—preguntó la rubia con una sonrisilla cómplice.
Chartetto se sonrojó violentamente, pegando un salto por el susto.
—¡Eh~! Ah... Pues... Etto... Es que...—titubeó—. ¡Llegará un nuevo sirviente! Y según Guma es bastante guapo y caballeroso y...
No pudo hablar más ya que volvió al mundo de sus ensoñaciones. Riliane rió divertida, y dejando el lirio que le quedaba en sus manos en el tirabuzón de la chica, salió de allí, haciendo caer por fin a Ney.
Sip. Estoy obsesionada con EC, pero es que es... ¡Genial! Ala, amo esta saga. He leído muchos fics sobre la hija del mal, y sólo tres me han convencido. Uno que no sigue todo al pie de la letra, pero es muy bueno. Uno que es AU en el que Riliane y Alexiel se odian pero terminan casándose. Y uno bastante nuevo donde Riliane es la sirvienta y Len el príncipe. Así que decidí crear mi historia propia a ver qué tal me iba.
La historia en sí tendrá mucha diferencias con el manga (menos muertes, sin una Ney y Chartetto traidoras, etc.) Incluyendo que no estoy haciendo mucho uso de los espejos de Lucifenia (aquí Riliane es mala por Alberth y la reina Anne, que como se habrán dado cuenta, no es su madre).
Quería pedirles ayuda en algo: ¿Desean un final feliz donde Allen no muera o uno triste? Digo; sin el final triste pierde la esencia, pero con un final triste todos nos quedamos laic: T.T Matemos a Mar.
Otra cosa; me he tardado mucho en actualizar porque estaba castigada (seeeeh ;-;). Mi madre me pilló viendo el live action de Madness of Miss Venomania, la versión de Luka! y pues... Creyó que veía porno de lesbianas 9.9 Sufro.
