Espero aprender de las historias que me han contado, y espero que todos ustedes sean capaces de aprender al igual que yo de todas y cada una de estas historias.
Todo esto comienza un año no muy alejado a este en la capital de Japón, Tokio.
Esta historia trata sobre la situación difícil de una chica y lo que izo para escapar de ella.
Me presento a todos como Bella, soy una chica española de diecisiete años.
Mi madre murió cuando tenía diez años y mi padre… no llegué a conocerlo. Mis abuelos me enviaron a Japón porque desde muy pequeña era lo que yo siempre había querido.
Me hablaron de un trabajo, no sabría como deciros, un trabajo normal.
Un hombre me esperaba en el aeropuerto internacional de Tokio.
-¿Tu eres Yohara?-me dijo este hombre.
Iba vestido todo de negro, con unas gafas de sol y escoltado por dos hombres más también vestidos de igual forma que el.
-Si-dije-.
Este hombre me llevó aun coche, una especie de limusina negra.
No sabría describiros el paisaje ya que los cristales eran tintados y el tiempo de Japón es bastante nublado.
Se izo de noche enseguida mientras me llevaban a una especie de club nocturno.
Dentro de ese club, me llevaron a una de sala donde se encontraban unos cinco hombres.
-Señor Black-dijo el hombre que me trajo- Esta es la extranjera, Yohara, la hija de…-.
-Lo sé-dijo aquel hombre dándose la vuelta.
Era extraño, me imaginaba que el jefe de todos estos hombres seria alguien adulto, este chico solo me superaba en unos dos años.
-Traedla a la fiesta VIP dentro de un par de horas, dadle algo de vestir adecuado a mi gusto-dijo el chico sin apenas mirarme- Hiro, encárgate de que todo esté bien-.
De esos cinco hombres, se levantó uno, era alto, para ser asiático, vestido como un autentico mafioso.
-Como ordene señor-dijo inclinándose-.
Este hombre me llevó a otra sala y me tiró un vestido.
-Póntelo y sal, el señor Black tiene que hablar contigo-.
Me lo puse, era demasiado corto. No me gustaba como era ese ambiente, pero necesitaba el dinero si quería sobrevivir en Tokio.
Salí de allí y todos se voltearon a mirarme, excepto el señor Black.
-Siéntate Yohara-me dijo señalando una silla a su lado-.
Me senté.
-Tus abuelos tienen buena relación con mi padre, y nos han pedido que te busquemos un trabajo. Lo tienes, solo tienes que complacer a los señores que van a venir-dijo Jacob, que así se llamaba en realidad-.
Yo asentí.
La puerta se abrió y entraron unos diez hombres y unas doce chicas vestidas similarmente a mí.
Todos se saludaron en japonés, entendía japonés hasta cierto punto.
-¿Quién es esta preciosidad?-dijo uno de ellos, el que parecía ser el jefe de todos los que vinieron-.
-Es una nueva chica, se llama Bella-dijo Jacob presentándome-.
Aquel hombre no era muy mayor, tendría unos veintitrés años aproximadamente.
Todos bebían y las chicas bailaban y se quitaban la ropa.
No era el tipo de trabajo que esperaba, pero mientras yo no hiciese eso me daba absolutamente igual.
Aquel hombre se me abalanzó y yo me retiré rápidamente.
-No tengas miedo niña, no te voy a hacer nada malo-dijo con una sonrisa-.
Se me volvió a acercar y yo me volví a apartar.
-¡Jacob!-dijo enfurecido- ¡¿Este es mi regalo de bienvenida, una chica que se aparta de mi?-.
-Lo lamento señor-dijo Jacob- La castigaré en cuanto se retiren-.
A los pocos minutos se fueron, después de que Jacob le diese a ese hombre un maletín lleno de billetes.
Jacob dio un golpe en la mesa hecho un basilisco.
-¡¿Quién te crees que eres?-me dijo- ¿No te gusta este trabajo? Pues es lo que hay, o lo aceptas o te largas-.
-No estoy dispuesta a que me soben-dije desafiándolo-.
-¿Te atreves a desafiarme?-dijo con una risa falsa- Matsumoto, encárgate de enseñarle modales-dijo a uno de sus hombres-.
Se me acercó, intentó golpearme, pero lo esquivé y le di un puñetazo que le partió la nariz.
-Valla-dijo el señor Black- sabes pegar, cualquiera lo diría-.
Todos se abalanzaron sobre mí y me sujetaron.
-Es un desperdicio acabar contigo, por eso seré yo quien te enseñe modales cuando estas con un hombre-.
-Señor Black -dijo Edward - Yo me encargaré de eso, se lo prometo, pienso que su tiempo es demasiado valioso como para malgastarlo con una niña entupida-.
-Esta bien, además no pensaba matarla, la salva el hecho de que tengo una cita con mis padres en breve. Llévatela fuera de aquí, consíguele un sitio donde dormir, el más barato-dijo
