¡Hola a todos! Sé que tengo otra historia parada (no la voy a dejar tirada, es sólo que mi vida se ha complicado un poco) pero quería participar en el IRBB y esta es la historia que en conjunto con Claudia he preparado para el magno evento ichirukista del año :D (valga la cuña)
Hoy (20-03-17) tengo un poquito más de tiempo para conversar (no será largo), en nombre de Claudia y en el mío propio queremos agradecer de antemano a las personas que se están tomando el tiempo en leer esta pequeña historia. La imagen que acompaña esta publicación es una creación original de Claudia Cisneros, quien trabajó conmigo para el BigBangIchiRuki. Aún soy un poquito neófita manejándome en Tumblr pero apenas pueda postearle les colocaré en mi perfil el enlace con la publicación.
Si me inspiro un poco más, salgo de mi depresión post-redesCCNA me pondré a trabajar en la historia del Príncipe y la Cenicienta. Sé que la amaran, ya tengo varias ideas.
Gracias a mis amigos de los grupos en facebook (son muchos para nombrarlos a todos), pero ha sido su ejemplo la inspiración que he tenido para no caer en la flojera.
Espero que les guste.
Disclaimer: Los personajes de Bleach son propiedad de Tite Kubo, quien ha decepcionado a parte de sus seguidores, pero no puedo negar que nos ha regalado algunos personajes inolvidables, tanto así que aunque no salgan en el final del manga nosotros los seguimos recordando.
Prólogo.
Verdad y Realidad
Cuando los espíritus llegan a la Sociedad de Almas no tienen recuerdos de su vida anterior. Este es un mecanismo de defensa natural en cada ser espiritual, y que se activa cuando una mariposa infernal entra en contacto con el alma luego del konso.
Muchas almas abandonan sus cuerpos por eventos extremadamente violentos. Por tanto cuando el Rey Espíritu creó el ciclo de renacimiento, usó este mecanismo para evitar el karma, purificando de alguna manera el aura del espíritu que ingresaría al Rukongai. Ellas no conservarían sus recuerdos.
Claro muchos sistemas presentan fallas. Incluso aquellos que son creados por las deidades tienen un pequeño porcentaje de error; son sucesos aislados que pueden ser desde mantener recuerdos parciales, totales o hasta incluso conservar las habilidades especiales que tuvieron cuando murieron.
En el caso de Asagi Hisana, ella sólo conservó los recuerdos asociados a su identidad. Esto incluía el nombre de la pequeña niña que llevaba en brazos, su hermana menor Rukia. Sabía perfectamente que eran hermanas aún si no tuviera sus recuerdos, ya que la niña y ella eran muy parecidas. Pero hasta allí era que llegaban sus memorias.
La mayoría de las almas que habitaban en el Rukongai no necesitaban comer para subsistir, pero Rukia siempre precisaba de alimentos y, aunque en menor medida, Hisana también comenzaba a tener hambre. Y apenas llevaban una semana en aquel indómito lugar.
La joven cuidó de la niña lo mejor que pudo, en medio de la violencia y la pobreza en la cual vivían en Inuzuri. Sin embargo, al final sus esfuerzos eran insuficientes.
Días atrás había notado, con cierto temor, como algunos hombres la miraban con lujuria y deseo. Procuraba caminar por las calles más habitadas y jamás iba por senderos o callejones solitarios. Se sentía muy vulnerable mientras intentaba cuidar de Rukia. Si la tomaban a la fuerza no quería que su hermana estuviera cerca y terminara lastimada o peor aún.
Con el paso del tiempo Hisana se dio cuenta de otras cosas, entre ellas que estaba enfermando. Era una ironía pensar que podría morir por segunda vez, no obstante aquello era real, su salud iba en detrimento, y por ende ya no podría conservar a la bebita.
Había escuchado hablar de unas ancianas, dueñas de un pequeño huerto, que cobijaban a los niños en los distritos exteriores. Esa era la mejor opción para ambas, pediría asilo, y a cambio trabajaría junto a las personas que vivían allí.
Las escasas fuerzas de Hisana no le permitieron llegar a ese sitio. Caía muchas veces rendida por el cansancio y la debilidad siempre presente en su cuerpo.
Una tarde, descubrió que era perseguida por unos shinigamis renegados. Era una banda de forajidos que mantenían en constante miedo a los habitantes de Inuzuri. Se creían intocables. Hisana ya había rechazado esa misma mañana la "invitación" que el líder envió a través de uno de sus esbirros. Pero a Hideyoshi Kagami nadie lo rechaza y salía indemne.
Hisana fue consciente que debía escapar, pero antes dejó a su pequeña Rukia frente a una casa. Rogando que la persona que la encontrara allí pudiera cuidar a la nenita, sólo dejó una nota con un nombre: Asagi Rukia. Luego se marchó.
-o-o-o-
El joven teniente del Sexto Escuadrón, Kuchiki Byakuya, se encontraba con un pequeño grupo patrullando los distritos exteriores en busca de aquellos delincuentes que eran desertores del Gotei 13.
Tenía un plan para dar con ellos. Había recibido un informe en el que le indicaban los principales refugios de aquellos forajidos, y el hecho que todavía se escondieran en Inuzuri facilitaba al teniente Kuchiki su labor.
Estos prófugos habían dejado una mancha negra en el Gotei 13, sobre todo en el Rukobantai ya que su líder había sido expulsado de ese escuadrón por faltas graves a la moral, y en su salida había arrastrado consigo a un pequeño grupo de shinigamis. El orgullo lo era todo para el joven teniente, y Hideyoshi Kagami había escupido en el suyo, deshonrado también a su abuelo y capitán: Kuchiki Ginrei. El honor y el fiel cumplimiento de las reglas eran su divisa, la paga sería alta. Se había prometido no dormir hasta hacer llegar la justicia.
Por tanto la cacería se encontraba en su apogeo, cuando Kuchiki Byakuya emboscó a los desertores. El escenario que el joven noble descubrió no podía ser más inhumano, Kagami se encontraba torturando a una joven chica.
Encadenada a una columna y con múltiples laceraciones, esa mujer parecía ser una de las últimas adquisiciones del malvado shinigami. La piel clara de la chica estaba cruzada por hematomas, su sangre había formado un charco en el suelo. Se veía tan frágil e indefensa que Byakuya desde su posición tuvo que hacer uso de toda la fuerza de voluntad para no matar a esos vándalos en el acto.
Personalmente la rescató de sus captores, y luego la llevó al Seireitei.
Cuando la chica se recuperó y despertó habían pasado muchas semanas, por lo que al volver al distrito para recuperar a su hermanita no la había podido encontrar.
Finalmente y luego de algún tiempo, aquel oficial de familia noble terminó casado con ella. Pero esa es su historia de amor, una historia para otro día. Hoy sólo quería contar la versión de mi hermano sobre las razones por cuales Hisana me abandonó. Mi nombre es Kuchiki Rukia, y si en este momento la cuento, es porque es importante. La historia de mi vida trata sobre como siempre, de una u otra manera he sido apartada de aquellos a los que quiero.
No la odio. De hecho, desde que conocí la verdad no pude siquiera despreciarla. Ella era muy inexperta, estaba sola, y me exponía a más peligros si me conservaba. Ahora que soy madre comprendo mejor sus decisiones. Ella me regaló, sin saberlo, una familia que cuidó de mí cuando viví en las calles: los niños del Rukongai. Allí fue donde conocí mi primer puerto seguro: Renji.
