Disclaimer applied.
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Sakura se afianzó con ambas manos de la nube que se movía densamente sobre el cielo. Sus alas se movieron por inercia, emocionada. Muy pocas veces había tenido la oportunidad de verlo tan cerca, de ser capaz de denotar detalles que algunas personas ni siquiera considerarían importantes. Había tomado el riesgo de bajar un poco más de lo permitido solo para verlo.
Eso era algo que nadie allá arriba debía saber.
—¡Sakura! —el alarmado grito de un bello ángel la sobresaltó. Alzó la mirada y vio a Ino mirarla con preocupación desde una nube más arriba.
—Ino… —se mordió el labio inferior. Seguramente tendría problemas.
El ángel de cabellos rubios miró rápidamente de un lado a otro antes de extender sus alas y aproximarse a Sakura.
—¡Por el amor de Dios, Sakura! ¿Qué haces? —los ojos azules la reprendieron firmemente—. ¡Sabes lo peligroso que es estar aquí!
—Lo−lo sé, Ino —bajó la mirada avergonzada. Ino siempre se preocupaba por ella y aún así seguía metiendo la pata—. Lo siento.
Ino suspiró. De cierta manera comprendía a esa pequeña criatura. Apenas había sido asignada, debía desconocer muchas reglas importantes aún.
—Está bien, Sakura —sonrió; su halo brilló—. Solo…no vuelvas a hacerlo, ¿de acuerdo?
Sakura asintió, admirada ante su conciliadora sonrisa. Ino era realmente muy bonita. Tal vez por eso era la favorita de Él.
Ino extendió sus largas alas de plumas blancas y se inclinó levemente, lista para emprender vuelo.
—¡Espera, Ino!
El ángel rubio la miró, aún en la misma posición—. ¿Qué es lo que sucede?
Sakura se avergonzó repentinamente. Otros ángeles le había dicho antes que no era algo que debiera estar preguntando todo el tiempo, varios ya se habían cansado de explicárselo una y otra vez.
—Yo… ¿podría hacerte una pregunta?
La repentina timidez de su compañera no pasó desapercibida para la rubia.
—Por supuesto. Sabes que para eso estoy aquí, Sakura: para orientarte —miró hacia arriba—. Pero vayámonos, hablaremos allá.
—¡No! —la detuvo de nuevo—. Quedémonos aquí un poco más, por favor —Ino dudó—. Solo hasta que me respondas.
—Bien, ¿cuál es tu pregunta?
Sus mejillas se pintaron de rojo y sus alas se contrajeron levemente en señal de nerviosismo—. ¿Tú… tú sabes lo que es el amor?
Los ojos de Ino se abrieron con sorpresa. Sakura no podía estarle preguntando aquello. Era algo que ella ya debería saber desde hace mucho.
—¡Por supuesto que lo sé! —contestó, casi indignada—. ¿O es que acaso tú no lo sabes?
Sakura deseó no haberle preguntado nada—. No… ¡es decir, no lo sé con certeza! —se apresuró a corregir.
—¿Con certeza? Sakura, no entiendo de lo que hablas.
Sakura soltó un largo suspiro de resignación y se acercó a la rubia, decidida a confiarle —de una vez por todas— su tan preciado secreto. Conocía a Ino desde que le había sido asignado alguien a quien proteger, por lo que podría confiar en ella. Después de todo, ella misma lo había dicho: estaba ahí para orientarla.
Empezó a hablar a su oído con nerviosismo y las mejillas arreboladas. A medida que la información tan celosamente guardada por Sakura era depositada y procesada por Ino, sus ojos y boca iban abriéndose con impresión. Una vez Sakura terminó de hablar y se alejó un poco de ella para observar su reacción, las alas de Ino se extendieron estrepitosa y totalmente.
—¿¡Qué tú qué!? —chilló, anonadada. Varios ángeles sobrevolando nubes más altas la miraron confundidos—. ¿¡Cómo pudiste en−!?
El pequeño ángel se apresuró a cubrir la boca de la rubia con su mano, evitando que ella siguiera riñéndola. Miró hacia todos lados, sonriéndole nerviosamente a todos aquellos que se habían percatado del show que se montaron. La rubia se removía entre los brazos de Sakura, quién la aprisionaba fuertemente evitando que huyera volando de ahí y le contase algo a alguien.
—Escucha, Ino —la miró suplicante mientras ella farfullaba algo—. Voy a soltarte, pero debes prometer que no gritarás.
Ino negó rotundamente con la cabeza, pero Sakura la miró con los ojos aguados y no tuvo más que desistir. Sakura la soltó y ella se alejó de dos zancadas, intentando tranquilizarse. Miró hacia arriba, verificando que nadie pudiese escucharla.
—¿¡Te has vuelto loca!?
—¡Ino! —reclamó—. Prometiste no gritar.
Arrugó la frente, bajando el volumen de su voz—. Es que me cuesta trabajo creerlo, Sakura. ¿Te das cuenta de lo muy grave que es esto?
—Por supuesto que sí —susurró—, pero es algo contra lo que no puedo ir, Ino.
—Sakura… —miró sus ojos verdes, apagados. Justo como jamás debía lucir un ángel—. ¿Cómo ha sucedido?
Sakura lo pensó largo rato antes de contestar.
—No lo sé —se sinceró al fin—. En un momento estaba vigilándolo y al otro algo dentro de mí… se encendió —llevó una mano hasta su pecho—, aquí. Fue calientito. Y después me estremecí, como sí tuviera frío. Pero se sentía muy bien.
—Sakura eso no es… —se mordió el labio—. Eso no es amor.
Ella pareció sorprendida, pero al instante recobró la determinación de un principio.
—Lo es —defendió—. Yo lo sé.
—Acabas de cuestionarme sobre el amor, Sakura. ¿Cómo puedes saber entonces que estás enamorada de él?
—¡Por eso te pregunté! —saltó—. Para definir de una vez por todas que es lo que siento aquí —se abrazó a sí misma—. Yo lo sé, Ino. Estoy enamorada de él.
—No puede ser así —la miró con lástima—. No debe ser así.
—Pero yo… lo siento. Eso y más —sonrió, como quien recuerda algo agradable.
—¿Más? —inquirió.
—Eh, sí —ahora Sakura lucía levemente nerviosa—. Una conducta humana denominada como "celos".
—¿Cómo es que la has sentido? —preguntó preocupada.
—Hace unos días —bajó ligeramente la cabeza, privándola con sus mechones rosas de la vista de sus ojos— me he entrometido con otra persona que no era él.
—¿¡Qué!? —Ino volvió a alarmarse—. ¿Qué fue lo que hiciste?
Sakura apretó los puños con preocupación y halo a Ino hacia ella. Sería problemático sí alguien más las escuchara. Le echó un vistazo a la Tierra, y lo vio ahí, caminando por las atestadas calles de la cuidad con tranquilidad. No pudo suprimir una sonrisa. Ino lo notó, interponiéndose en su visión.
—¡No puedes interferir con nadie que no sea tu protegido, y lo sabes! —jadeó—. ¡Está prohibido!
—¡Lo sé! —gritó Sakura también—. ¡Pero no pude evitarlo! —calló repentinamente, dándose cuenta de que se había exaltado. Y sintiéndose extraña por ello—. Es solo que… ella se acercó tanto a él que yo… ¡no pude contenerme!
Ino no le respondió. Se limitó a mirarla. A ella, a Sakura. Quién recién llegaba.
«Oh, Dios no. No lo permitas».
Tsunade−sama se lo advirtió en un principio, pero había optado por ignorar un poco la preocupación de los altos mandos. Ella lucía normal (sonreía, hablaba y al final del día se arropaba en una nube a su lado), pero sabía que era especial.
«Ayúdala» le pidió Tsunade−sama. La notó dudar, pero no dijo mucho más. «Que se integre como los demás».
De acuerdo. No había hecho muy bien su trabajo.
Se tambaleó al pisar mal. Su tobillo se torció ligeramente y el seguir caminando lo lastimaba.
Gruñó. Él no era de esas personas torpes con poco equilibrio, pero no sabía qué rayos pasaba con él ese día. Tal vez era Naruto, mareándolo con tanto parloteo sobre el incasable tema de su —nula e inexistente— vida amorosa.
—Yo sé lo que te digo —sonrió con aires de sabiduría que no poseía—. Lo que tú necesitas, Teme, es una mujer.
Sasuke lo fulminó con la mirada.
—¡Hablo en serio! —pero aquello no lo hizo callar.
—Idiota —murmuró por lo bajo.
El rubio suspiro con cansancio—. No sé porque te niegas tanto, Sasuke. Muchas mujeres desearían estar a tu lado —su amigo lo miró. Cuando Naruto lo llamaba por su nombre es que iba en serio, y realmente en ese momento (acababan de salir de la empresa y se encontraba exhausto. Solo quería llegar a casa a dormir, pero el Dobe había insistido en ir a comer ramen —en un puesto a solo unas calles de la empresa— y terminó cediendo a sus gritos histéricos a punto de ir en busca de su auto. Pues solo Dios —y él— sabía cómo era Naruto de insistente respecto al ramen) un sermón sobre su falta de vida social y contacto con alguna fémina, era lo menos que deseaba.
Dobló el cuello buscando desaparecer la tensión que sentía en el.
—Tal vez se trate solamente de tu homosexualidad y ferviente amor por mí —Naruto sonrió divertido—. ¿Es así, Teme?
Su respuesta fue un golpe en la cabeza.
—Cállate —suspiró inaudiblemente y antes de poder arrepentirse, ya estaba hablando—. No ha aparecido la ideal.
Naruto jadeó y lo señaló acusadoramente antes de empezar a soltar una sarta de tonterías y nombres de chicas de buena familia, haciendo que el desease morir.
Chasqueó la lengua.
Cuando se vio —de improviso— entre los brazos de Ino, Sakura se sintió momentáneamente reconfortada.
—Voy a ayudarte, Sakura —acarició su corta cabellera rosada—. Confía en mí.
Sakura se separó levemente de ella, con las alas temblándole de la emoción.
—¿En serio lo harás, Ino−chan? —sus ojos brillaron e Ino tuvo la sensación de que ella lucía más pequeña de lo que era.
Asintió y deshizo el abrazo para tomar sus manos entre las suyas—. Iremos a buscar a Tsunade−sama y le contaremos lo sucedido —sonrió—. Sé que no tendrá problemas en cambiar a tu protegido —la jaló levemente por el brazo, extendiendo sus alas—. ¡Vamos!
Pero Sakura no se movió.
—¡No! —explotó, liberándose de su agarre—. ¡No quiero alejarme de él!
Ino la miró entre sorprendida y confundida. Sakura fruncía el ceño, apretaba los puños y al parecer ya no le importaba sí alguien más la escuchaba.
—Sakura, esto es lo mejor —intentó convencerla.
—¿Para quién? —retrocedió cuando ella hizo el amago de tomarle una mano—. ¡Porque para mí no!
—Por supuesto que para ti, Sakura —quiso acercarse, pero ella seguía retrocediendo.
—¡No van a alejarme de él! —dio un paso más hacia atrás, acercándose peligrosamente a la orilla de la nube en la que flotaban. Ino se acercó con la intención de apartarla de ahí, pero súbitamente, Sakura se alejó de ella, olvidando el cielo abierto bajo sus pies.
Sintió el peso de la gravedad llamando a su cuerpo y cayó de espaldas al vacío.
—¡Sakura!
Pudo ver a Ino en la orilla, extendiéndole una mano. Pero fue incapaz de tomarla.
Igual que fue incapaz de abrir sus alas y extender el vuelo. Así que solo cerró los ojos, esperando su caída a la Tierra.
—Todas ellas —gruñó, quizá la quinta vez en ese día— interesadas en mi dinero.
Naruto estuvo a punto de objetar lo contrario, pero sería inútil mentirse a sí mismo. Sasuke tenía una especial mala suerte con las mujeres que entraban a su vida. Paró abruptamente en medio del parque por el que pasaban —a solo unos metros de llegar a Ichiraku's—, pensando en alguna mujer que fuera la excepción a esa regla.
Con un suspiró cansado, se resignó a que no conocía a ninguna (que no fuera su Hinata−chan). Sasuke parecía complacido.
—¡Debe haber una mujer adecuada para ti en la Tierra, Teme! —decidió no desistir—. ¡No la encuentras porque no la buscas!
Y Sasuke, el frío y antisocial Sasuke Uchiha explotó ante su mejor amigo (el único que podía lograr eso en él).
—¡Mierda! —vociferó, extendiendo los brazos lateralmente—. ¡Las buenas mujeres no caen del cielo, Naruto!
Y Naruto, a punto de replicar, escuchó un grito. Una mujer gritando, que pronto llegó a los oídos de Sasuke también. Voltearon alrededor en busca de la fuente del alarido, sin lograr ver nada.
En aquel solitario parque, ante la atónita mirada de ambos hombres, una mujer de cabello rosa cayó del cielo en los brazos de Sasuke.
Al sentir que se aproximaba al piso firme, Sakura se aferró de lo primero que logró pescar, y cerró fuertemente los ojos, a la espera del impacto. Uno que nunca llegó.
No sin cierto temor abrió un párpado para cerciorarse de que no había caído, y con lo que se encontró fue hermoso (no tanto como el mismo paraíso, pero nuevo ante sus ojos). Un paisaje lleno de árboles y flores de diferentes tonalidades. Pequeñas cantidades de agua se amontonaban sobre la tierra —seguramente producto del llanto de algún ángel— reflejando el cielo azul.
Pero todo aquello fue más hermoso cuando viró la cabeza y se encontró a solo centímetros del rostro de un moreno de ojos negros, que —evaluando la situación en la que se encontraba— la sostenía en brazos.
«Él me salvó».
Los ojos de Sasuke casi se salían de sus órbitas observando a esa criatura que se entretenía admirando el parque. Entonces, de repente, sus ojos verdes (como el pasto mojado) chocaron con los suyos, y ella pareció tan sorprendida como sí hubiese sido él quien cayó del cielo.
—¡Sa−Sasuke−kun!
Y para añadirle un poco más de extrañeza a esa situación, ella sabía su nombre.
—¿Quién eres?
Él lucía sorprendido (confundido, quizás asustado). Y Sakura creía que estaba soñando.
Le había confesado su secreto a Ino y seguidamente caía a la Tierra, exactamente en los brazos de Sasuke Uchiha. Hombre del cual, ella, un ángel, estaba perdidamente enamorada.
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Por fin —porfinporfinporfin— empiezo a editar este fic. Ya se lo merecía.
Es solo que ando con los fusibles quemados (acabo de terminar mi semana de exámenes) y mi cerebro todavía no funciona con normalidad. Pero espero y ahora sí pueda seguir corrigiendo esta historia y actualice pronto.
Los amo y adoro por seguir esperando. Nos los decepcionaré, lo prometo. ¡Muchas gracias!
