hola! d nuevo yo escribiendo universos alternativos.. es algo apresurado ya q aun no he terminado Eterno Lazo pero simplemente no podia sacarmelo d la cabeza, estaba alli esa idea desde hace tiempo y decidí arriesgarme a publicarla.. para ser franca sé como va a ser la historia pero hay ciertos capitulos q aun no tengo ni idea d como escribirlos pero iré subiendo los cap. a medida q los tenga hecho.. bueno no los retengo mas y los dejo en paz para q puedan leer jaja

Temor a ser su reflejo

Su ondulado cabello, oscuro como sus fulgurantes ojos se sacudía en el vaivén de sus pasos. Detrás de ella un niño de apenas 6 años la perseguía empeñado en alcanzarla. En el pequeño jardín, donde las escasas flores destellaban su escarlata natural y el verde pasto se desprendía a lo largo del terreno, madre e hijo, felices y entretenidos, corrían despreocupados, disfrutando uno de los pocos momentos tranquilizadores que le concedía la vida. Sus infantiles risas danzaban por el viento a la par de las encantadoras carcajadas de su madre.

De repente se detuvo. Como si hubiera escuchado la misma voz de la muerte su piel se erizó adoptando un pálido color. El latido de su corazón se aceleró y automáticamente, como un reflejo implementado a causa de las anteriores experiencias, tomó a su hijo entre sus brazos y sin vacilaciones corrió hacia su cuarto.

No le dio importancia a los dinámicos golpes de la puerta pero su madre no reaccionó del mismo modo. Lo llevó hacia su escondite secreto. Debajo de la cama se encontraba su refugio, ese contraído y hosco rincón se había convertido en su lugar protector. En las primeras ocasiones que su madre acudió a ese resguardo no comprendía porque debía ocultarse allí. Entonces la sospecha se anidó en él, conjeturando diversas causas y parciales conclusiones. Pero el tiempo se encargó de darle las respuestas que tanto buscaba, el culpable y origen de las desgracias. No era ingenuo ni mucho menos ignorante, estaba conciente de la situación.

Cerró silenciosa la puerta del cuarto y con veloz cautela caminó hacia la sala. Se preparó mentalmente para enfrentar a la bestia detrás del muro, el hombre que una vez amó.

Torpe y tras varios intentos finalmente se adentró a su hogar. Distinguió de inmediato la esbelta figura femenina delante de él, una macabra sonrisa se dibujó en su rostro. Mantuvo el equilibrio aunque su visión se tornaba pesadamente difusa y continuos mareos lo obligaban a moverse con calmosa lentitud, acercándose paso a paso. Como le irritaba esa vacía mirada, de cierto modo lo debilitaba.

Luego de años de enfrentamiento había logrado adoptar fácilmente una indiferente actitud, sin expresión alguna en su mirada, sin demostrar los nervios oprimiéndola y el temor sacudiendo su cuerpo. A escasos centímetros, sin resistirse permitió que la tomara del cabello como lo acostumbraba a hacer. Se mantuvo estable, ocultando la repulsión que le provocaba su alcohólico aroma emerger de sus entrañas.

La miró colérico elevando su puño de hierro, pero la molestia se esfumó al advertir el temor aflorar desde el delicado centro de su mujer. Le fascinaba ver lo que conseguía con tal simple y amenazador gesto.

En un minuto de debilidad imploró en silencio piedad. Lo miró suplicante pero rápidamente fortaleció su semblante, sabia que de nada servían las peticiones y no le daría la satisfacción de verla rogar. Como lo esperaba, él se enfureció aun más y en un desesperado intento de tomar las riendas y acallar su valentía derrumbó el puño contra su mejilla. Reprimió los deseos de gritar, llorar, forcejear y luchar. Recordó el motivo por el cual consentía el maltrato, por el cual se acostumbró a recibirlo con frecuencia. Solo eso necesitaba, acordarse del pequeño oculto en su cuarto.

Repitió el mismo golpe más de una vez, perdiendo por completo la noción de los mismos. Impactó brutalmente su puño contra el fino rostro de la mujer sin el más insignificante remordimiento al hacerlo. Por cada golpe arruinaba un centímetro mas de su piel, desmembraba su corazón rompiendo su alma, destruyéndola sin compasión alguna. Su puño terminó impregnado de inocente sangre.

No lo resistió, no soportó su despiadado proceder que cruzó los límites sin dudas. Un último y potente puño terminó inconcientizándola. Fue lo último que sintió.

Con severa rudeza arrojó el inconciente cuerpo femenino a un costado. Con una desalmada victoria ganada se dirigió al cuarto del niño, su hijo, el maldito error. Había descubierto su escondrijo, el vano intento de la mujer por protegerlo de la cruel realidad. Con una enérgica patada rompió el cerrojo de la puerta y por un minuto se inmovilizó.

Se perturbó al escuchar el inesperado ruido, sobresaltado retuvo un grito de susto sellando sus labios con las manos. Cerró los ojos con esmero y deseó convertirse en la misma sombra que lo envolvía.

Avanzó a paso firme hacia la cama y de un tosco movimiento irrumpió su defensa. Con violencia lo sujetó de su ropa.

No pudo reprimir el grito de terror al sentir el duro contacto de su agarre y a pesar de su bravía resistencia él consiguió arrastrarlo hacia fuera. Al nivel de sus ojos apartó su mirada de la de él, no quería ver su reflejo en ese par de pozos oscuros. El miedo lo paralizó e intimidó su cuerpo. No sentía sus extremidades, las piernas en suspensión, sus manos aferradas a los brazos de su progenitor.

Casi podía escuchar el frenético galope de su corazón. La agitada respiración acompañada del febril temblor de su cuerpo lo entumeció. Por un instante, solo por un minuto de su vida sintió compasión pero al siguiente segundo se retractó.

-niño estúpido ¡¿Por qué te ocultas?- le gritó demandador. -¿acaso me tienes miedo?- preguntó suspicaz suavizando el tono de su voz.

La respuesta era afirmativa pero no quería confesarlo, no quería afirmar la veracidad de sus palabras.

Notó que a pesar de su brusca sacudida el niño persistía negándole la visión de sus ojos. Mantenía su vista inclinada hacia la pared. -maldito mocoso ¡mírame!- le ordenó impaciente cargado de ira. Nadie lo iba a ignorar, mucho menos este insignificante infante.

Se negaba a obedecerlo, no lo vería a los ojos. Si lo hacía estaba perdido, descubriría el indiscutible temor que lo vencía. Pero debía afrontarlo, luchar contra ello.

-dije: mírame- su pasivo tono fue más que aterrador. Duramente tomó su pequeña mandíbula y lo obligó a elevar su mirada. Se sorprendió. No esperaba un mentón en alto encumbrado con orgullo, sus infantiles facciones rígidas ni esa inexpresiva línea de sus labios. La fugaz imagen de su propio retracto apareció en su mente, era innegable el gran parecido entre ambos. Indagó en sus cándidas pupilas hasta que localizó lo que buscaba. Miedo.

Se aturdió al ver sus labios torcerse en una morbosa sonrisa. La duda no le concedió una clara respuesta, lo único certero era que una lóbrega e impávida sensación emanaba desde lo recóndito de su espíritu. Oculto crecía a cada minuto y sospechaba que el causante de ello era el mismo quien lo sostenía.

-te hice una pregunta- vociferó el mayor sacándolo del tártaro enigmático. Lo enfrentó con una flemática mirada, aun con el lúcido temor presidiéndolo. Lo odiaba al ver si indeseado reflejo en sus vacíos ojos.

-no- respondió finalmente. La sorpresa fue de ambos. Sus cuerdas vocales se habían inmutado y a pesar de ello consiguió negar la contradicción de los hechos.

Su mirada se alteró por el asombro, el mocoso se había atrevido a responder. -¿Qué?- preguntó incrédulo.

¿Qué había dicho? Estúpido por responder, por enfrentarlo y principalmente por verlo a los ojos. El arrepentimiento comenzaba a emerger.

-así que no me temes- cuestionó retomando su peligrosa expresión, su protervo semblante y el amenazador tono.

No respondió ni se movió. Cerró con fuerza la boca, prensando los dientes hasta sentir dolor. Podía sentir la formación de lágrimas en el comienzo de sus ojos.

-te daré una razón para temerme- afirmó clavando sus ojos con tirria sobre él.

No desvío la mirada, no le daría la espalda a lo inevitable. Observó con inexplicable sosiego el puño cerrado del hombre elevarse y no cerró los ojos al verlo derrumbarse. Soportó con desconocido valor el brutal impacto del mismo y sintió cada uno de sus nudillos alojarse en su pómulo derecho. En un principio la dolencia adormeció levemente la mejilla y quijada en total, pero los siguientes puños le ofrecieron variadas clases de dolor. Un par de gemidos surgieron pero no gritó, no suplicó. Tampoco impidió que lagrimas se desbordaran de sus hinchados ojos desapareciendo al instante. Las gotas de sangre empezaban a teñir su rostro, la ropa, el suelo y por ultimo el puño de su captor.

Reiteradas veces lo golpeó. Retirando el puño para volver a envestirlo con rabia contra cada lado de su rostro. Repitió la misma acción tantas veces como a su mujer, tal vez más.

Vacío. No sentía nada más que el agudo vacío. Ni los despiadados golpes, la sangre brotando de las heridas, el dolor que le causaba cada puño, el rencor sometiéndolo a la resignación y ni la amargura lograría colmar tal vacío. Descomunal, extenso, perpetuo.

Finalmente desistió. Lo miró una vez más, con absoluta y sincera indiferencia. Un gesto de repugnancia y decepción se trazó en su rostro y con integro desprecio dejó caer el débil cuerpo del infante a sus pies. Sin desperdiciar más tiempo se retiró del cuarto. Sin voltear a verlo, sin una mísera pizca de remordimiento al saber que dejaba detrás de él a su propio hijo malherido, se fue.

Odio. Era la más adecuada palabra que denominaba perfectamente el sentimiento que hace unos minutos atrás acechaba cauteloso en su interior. Quemaba con gran intensidad sus células y envenenaba su alma.

Postrado en el suelo, desangrándose con tortuosa lentitud, empeoraba el daño con cada tenue movimiento. Las lágrimas empapaban su rostro borrando lentamente la espesa sangre difundida en él. Gracias al maldito odio insistiendo con su objetivo ese vacío se agrandó profundizando todo negativo sentimiento.

Esta era la realidad, una dolorosa verdad que estaba forzado a vivirla. Sabia que no era la primera y única vez que sufriría, comprendía que era solo el comienzo y resignado lo aceptaba.

Cerró consternado los ojos y reprimió gritos descorazonados. El sueño sobrevino y en la inconciencia se entregó a él.

Ese día la vida le había dado una breve vista de lo que sería su futuro, le delineó en su corazón una valiosa lección que jamás olvidaría…

notas de la autora: bueno tal vez tengan dudas al respecto pero descuiden en cada cap. encontraran detalles q les aclararan d a poco las mismas, aun asi si quieren preguntar x favor no duden en hacerlo q con mucho gusto responderé! ;)

ah! x las dudas aclaro esto: los personajes dl fic son solamente humanos x lo tanto las circunstancias en las q esta situado y los problemas q deberan afrontar seran condicionados a la vida diaria d una persona, es decir nada d poderes y soluciones magicas, esto sera la realidad; obviamente mantendré las personalidades intactas.

desde ya gracias a todos los q se toman la molestia d leer! me encantaria q dejen review, aunq no hay mucho q decir ya q es el primer cap. jaja bueno nos vemos (espero q no sea en demasiado tiempo) besos a todos! karen..