Al parecer no sé escribir fics cortos, así que probablemente va para largo. Y es un AU, porque tampoco sé hacer otra cosa :_) No sé si interesará a nadie, pero tenía que escribirlo.
Breve contextualización para que sepáis dónde os estáis metiendo:
Mundo contemporáneo en el que existen personas con poderes. Estas personas pueden ser Creantes o Controladores. Los Controladores pueden ser elementales (de agua, fuego, metal, aire o tierra), físicos o mentales.
El gobierno ha prohibido el uso de estos poderes por parte de Creantes y de Controladores mentales por considerarlo peligroso o ir en contra de los derechos humanos. Son considerados Ilegales.
La Fuerza es la organización responsable de mantener el orden.
Creo que eso es todo. Si algo no queda claro o me explico como el culo no dudéis en preguntar ^^
Ludwig se frotó las sienes por quinta vez consecutiva. Como capitán de la Fuerza, uno podría pensar que debería estar acostumbrado a lidiar con malas noticias.
Pero esto sencillamente le superaba.
-¿Capitán? ¿Qué deberíamos hacer? ¿Capitán?
El controlador rubio dirigió una mirada exasperada a su segundo al mando, Vash Zwingli. El joven suizo le observaba interrogante.
-Prepara un pequeño grupo. Listos para pasar a la ofensiva, pero de momento es una misión de reconocimiento. Podría ser una pista falsa.- No caería esa breva.
Vash aumentó su ceño fruncido.
-Señor, nuestras fuentes son fiables. El Creante ha sido localizado.- El título fue escupido como la peor clase de insulto. Como cualquiera en su sano juicio haría, realmente.
Ludwig descansó sus puños cerrados sobre la mesa de metal, centrándose en controlar el material para que crease pequeñas formas abstractas, tratando de tranquilizarse.
-No es solo un Creante, Vash.- Explicó, apretando los dientes y manteniendo su tono en un firme monocorde.- Carriedo es un mercenario. Y su estado mental es un avanzado 4 según el último examen realizado. Es peligroso, es inestable.
-Capitán, con todo el respeto, pero nos hemos enfrentado antes con Ilegales de su calaña. La Fuerza puede encargarse.
Ludwig flexionó los dedos sobre la superficie metálica contemplando cómo esta obedecía su voluntad, plegándose. Suspirando de nuevo, alzó la vista para encarar a su segundo al mando.
-¿Cuántos años llevas en la Fuerza, Vash?
-Cuatro, Capitán.
-Cuatro.- Repitió Ludwig, sin ninguna entonación.- Pero has oído historias sobre la Brigada, ¿correcto?
El serio semblante del suizo pareció romperse durante un segundo, dando lugar a la sorpresa y la aprensión. Reacciones justificadas.
-Rumores, señor.
Ludwig se permitió una diminuta sonrisa.
-Carriedo fue parte de la Brigada.
Vash se quedó callado. El capitán de la Fuerza casi podía escuchar los confusos pensamientos que debían estar pasando por la cabeza del suizo.
Al cabo de un rato su segundo al mando asintió lentamente.
-Iré a preparar un equipo, Capitán. Reconocimiento con posible desenlace en altercado violento.
Por eso era por lo que Vash era su segundo. El hombre sabía cuando permanecer callado y guardarse la curiosidad para él.
-Dos controladores elementales y dos físicos, Vash, un equipo de cuatro debería ser suficiente, no queremos montar un escándalo. Yo mismo lo dirigiré, conozco a Carriedo, tal vez eso sirva de algo.- Por dentro el capitán estaba seguro de que no sería el caso. Nadie razonaba con Carriedo. Tal vez Francis, hacía tiempo. Ludwig no estaba seguro de donde se encontraba su actual relación.- Incluye a Bonnefoy.- Cabía la posibilidad de que le saliese el tiro por la culata, pero tendría que arriesgarse.- Y a Vincent.- Más caras conocidas para Carriedo, tal vez le distraería.
-En ese caso sugeriría a Alfred Jones como controlador físico. El chico tiene potencial y necesita más experiencia en el campo.
Ludwig asintió.
-Y Emma.- Si Carriedo no había cambiado mucho iban a necesitar a la sanadora.
-Capitán.- Saludó Vash, cuadrándose antes de abandonar la habitación.
Ludwig se permitió suspirar otra vez en cuanto se encontró solo. Odiaba lidiar con Carriedo, era una de las pocas personas en el mundo que conseguía acabar con sus nervios de acero.
Y la última vez habían estado tan cerca de capturarle para siempre, que no podía evitar rechinar los dientes al pensarlo.
Inclinándose hacia delante, abrió el archivo sobre Fernández Carriedo en la enorme pantalla holográfica. No tenían muchos datos sobre él tras su "marcha" de la Brigada. Ni su tiempo anterior a esta, si eran sinceros. Tal vez Kirkland supiese algo más, pero el mismo inglés era todo un tema en sí mismo.
Lo que sí sabían era que el Creante padecía fuertes alucinaciones, especialmente auditivas. Al parecer escuchaba voces. Ludwig reprimió un escalofrío, recordando cómo el mercenario hablaba solo constantemente. Según lo recogido antes de la desaparición de la Brigada, lo más común eran dos voces diferenciadas, personalizando distintos espectros de la psique de Carriedo. Pero según el mismo mercenario, a veces había más. Podía llegar a sufrir alucinaciones visuales. Había llegado incluso a darse el caso de absoluta pérdida de memoria durante días. Pérdida de control sobre sus propias acciones. La pérdida de sí mismo.
Estaba más allá de la salvación. Y de la redención, si la lista de muertes causadas por el Creante era correcta. Y Ludwig sabía que no solo lo era, sino que probablemente se quedara corta.
Carriedo debía ser detenido. Por su propio bien y el de todos.
El capitán cerró el archivo y escaneó el listado de Ilegales actuales. Por suerte era reducido. Los Creantes eran más que escasos al fin y al cabo, apenas un 1% de la población con poderes, y los pocos que escapaban al gobierno enloquecían hasta la muerte. Pocos conseguían mantener una hebra de cordura. Ludwig no estaba seguro de si Carriedo contaba como uno de esos pocos.
Los controladores mentales eran tan Ilegales como los Creantes, pero más numerosos en comparación. La mayoría estaban registrados y controlados. La Fuerza tenía puesta la vista en un grupo revolucionario que de momento se mantenía en la sombra, liderado por el archiconocido militante Rómulo Vargas. Si osaban hacer algún movimiento, la Fuerza estaría allí para pararles.
Ludwig hizo ondular el metal de la mesa, reflexionando. Realmente no comprendía cómo los Ilegales podían oponerse a las medidas del gobierno.
Al fin y al cabo era lógico: poderes como los de los controladores mentales y los Creantes, eran demasiado peligrosos para sociedad. Rompían con los derechos fundamentales y debían ser suprimidos y controlados. Nadie quería ser manipulado mentalmente y nadie debería tener la capacidad de poder hacerlo. Así de simple.
Era lógico.
Por su parte los Creantes eran otro tema absolutamente distinto. Eran el descontrol. Demasiado peligrosos. Era como poner un arma nuclear en manos de un niño.
Nunca se había dado un caso en el que un Creante no enloqueciera en cuanto los poderes se manifestaban.Y se hacia más severo con el tiempo, paulatinamente deteriorando su salud mental hasta que se consumían. Al parecer la mente humana no estaba lista para tener el poder de crear energías y reacciones de la nada y no pagar por ello.
Era antinatural. Simplemente algo se rompía y la locura empezaba.
Y por tanto, el gobierno debía asegurarse de que no afectasen al resto de la población. Las personas normales y los controladores de tipo elemental o físico tenían el derecho a sentirse seguras en su propia ciudad, en su propio país.
Era cierto que el gobierno había dado algún paso en falso. La Brigada era un claro ejemplo. Pero ahora intentaba corregir esos errores pasados.
Ludwig creía en el sistema. En el gobierno. Y en la Fuerza.
Alguien debía defender a los que no podían hacerlo solos.
Alguien debía controlar el caos.
Ludwig creía en el orden.
El capitán se echó hacia atrás en su silla, escaneando el mapa virtual de la ciudad. Esperando cualquier señal sobre el paradero de Carriedo. No tenía ninguna duda de que acabaría mostrándose. Al fin y al cabo, el Creante tenía una fuerte vena dramática. Aparecería. Y lo haría entre explosiones.
Ludwig estaba seguro.
