Hola ustedes!
Ha pasado tiempo, mucho tiempo diría yo, tanto que estoy teniendo muchos problemas para escribir este saludo xD… ¿Qué puedo decir después de haberme ausentado por TANTO tiempo? (ni siquiera quiero contarlo), la verdad es que no quiero hablar de ello, digamos que pasé por momentos difíciles. Hace relativamente poco que ya todo volvió a su sitio pero hace ya mucho que me percaté de la falta que me hacía escribir…
Esta historia ya tenía eternidades en mi cabeza, incluso antes de que las cosas se tornaran difíciles y bueno, aquí está, porque lo extrañaba mucho y porque es bueno para mí. Gracias a todas las personas que me dejaron mensajes privados preguntando si todo estaba bien y me disculpo pon no haber contestado… ¡pero ya todo está bien! ^^
Sin más, espero que les guste mi nuevo trabajo y que ahora si TODO (dícese yo aquí) regrese a su sitio.
Pruebas Rojas
En otoño
Era un día perfecto, no hacía demasiado frío ni demasiado calor, probablemente producto de la época del año; octubre, que era conocido como el inicio del otoño… y Rosie Weasley amaba esa estación. Era muy probable también, que ése conocimiento inspirara a Scorpius Malfoy para pedirle finalmente a su novia algo que había dado vueltas en su cabeza desde el día en que se habían dado su primer beso.
"¿Te casarías conmigo?" le había preguntado el rubio después del más exitoso de todos sus momentos de galantería; el mejor de los restaurantes en la ciudad, el mejor vino, su mejor traje y el diamante más brillante de toda la joyería. Horas más tarde Scorpius se había regañado a sí mismo por no haber pensado en algo más original, pero ya que la pelirroja era la persona más difícil de sorprender, le pareció más sensato apegarse a la norma clásica de las novelas de amor. Aquella noche se había colocado en la vida de los dos jóvenes como la mejor de sus vidas, y la facilidad con la que él había pensado que casarse era la mejor idea y con la que ella había considerado que decir "sí" era la respuesta más adecuada, parecía ser el mejor de los augurios.
Scorpius Malfoy se acomodó por décima vez el cuello de la camisa y respiró hondamente al subir el primer peldaño del pórtico que conducía a la casa Weasley.
Un viejo nerviosismo estancado en su estómago le revolvió la memoria… anunciar su noviazgo no había sido precisamente un paseo por el parque, Scorpius lo recordaba más bien como un trayecto de dos horas en el más desgastado y viejo de los trasladores, un traslador que por cierto llevaba a la hostil tierra de "No eres bienvenido", lugar que conocía tremendamente bien.
Habían pasado ya cinco largos años de noviazgo y era de admirar la constancia con la que la familia Weasley lo seguía tratando, Scorpius no se atrevía a culparlos, él mismo no era el más orgulloso del comportamiento de su padre ni del suyo propio ee sus años en Hogwarts, más admirable aún era cómo había aprendido a sonreír ante las hirientes bromas, las miradas inquisidoras, los fríos silencios y los apretones de mano que iban mucho más allá en la escala de "apretón". Scorpius ya no concebía nada que pudiera obligarle a perder la compostura, tantos años de diplomacia habían hecho maravillas con su carácter, lo que hacía que su trabajo en el Ministerio de Magia en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional fuese un juego de niños.
Dos pasos antes de llegar a la puerta y Scorpius se detuvo, cerró los ojos un momento y pensó en cómo se sentiría después de aquella visita; que no era como cualquier otra visita, de hecho la pelirroja insistía en que estas fueran las menos posibles, pero ésta sería la noche en que anunciarían formalmente su compromiso en casa de los Weasley...
El rubio tragó saliva, ni siquiera su padre le había causado tanta aprensión; Scorpius había tenido tiempo de comentarle sus planes de boda una semana antes de que Draco Malfoy tuviera que salir de viaje por asuntos de trabajo y un simple pero confuso "Bien…" parecía una cariñosa bendición comparado a lo que le esperaría a partir del momento en que Rosie usara su anillo de compromiso frente a todos. Scorpius atribuía esa sobrecogedora sensación a que no importaba cuan complicada fuera la relación con su padre, ¡era su padre!, tenía que amarlo le gustara o no y viceversa, venía incluido en los lazos sanguíneos, además, en su cabeza no figuraba la imagen de el mayor de los Malfoy ahorcándolo hasta morir tanto como la de cierto pelirrojo…
Antes de que la idea de huir cruzara por su mente, Scorpius se despidió del último aire de tranquilidad que respiraría en mucho tiempo y tocó la puerta…
No pasó medio segundo cuando su novia le recibió con energía y con la sonrisa más nerviosa que le hubiera dedicado jamás.
-"¡Hey, que bueno que llegaste!" –saludó Rosie, mientras lo abrazaba inusualmente fuerte.
-"¿En serio... no quieres reconsiderar tu elección de palabras?"- preguntó el rubio al tiempo que besaba los labios de su novia.
Rosie sólo sonrió y le condujo suavemente hasta la mesa del comedor.
La familia Weasley siempre se había caracterizado por ser intimidantemente grande, al menos lo era para Scorpius que consideraba comer con su padre en el inmenso comedor de la mansión Malfoy como "casa llena", también era curioso el hecho de que un aura rojiza embargaba el ambiente, esto a causa del tan peculiar color de cabello de la mayoría de los presentes. Incluso Rosie se sintió abrumada por el número de personas en ése salón que hasta hacía pocos segundos le había parecido tan normal y acogedor.
Roxanne Weasley era la más reciente integrante de la familia y no está por demás decir que era un auténtico torbellino a sus apenas tres añitos de edad. George y Angelina habían estado esperando otra peculiar sorpresa después de su pequeño Fred de seis años, y es que el pequeño pelirrojo era un adorable y tranquilo niño que prefería jugar en la solitud de su cuarto a visitar "Sortilegios Weasley" con su padre. "Jura que es mío" le había reprochado George a su esposa un día tras descubrir que su hijo había pasado la tarde resolviendo un rompecabezas, "No, no es tuyo, te engaño con otro pelirrojo pecoso de ojos azules y sonrisa boba, idiota", George había dormido en el sofá aquella vez. Gracias al ensimismamiento de su primo, las pequeñas Molly y Lucy de ocho y seis años respectivamente, pasaban mucho tiempo juntas y de no ser porque Lucy había heredado el cabello castaño de su madre, habrían pasado por gemelas; Percy y Audrey solían tener problemas para separarlas, sus hijas eran tan unidas que incluso habían inventado un idioma secreto que sólo ellas comprendían y con el cual lograban desesperar a su padres, "¿Qué hacemos mamá?" había preguntado Percy después de una discusión con sus hijas por excluirlo a él y a Audrey de su "conversación", "¿Pues cómo que qué vas a hacer?" había respondido Molly "Vas a dejar a mis nietas en paz, y te vas a buscar algo más que hacer, ¡Ustedes eran siete!, ¡No vengas a insultarme, creo que puedes arreglártelas perfectamente con dos!". Muy a pesar de su edad, Molly y Arthur se habían visto obligados a postergar su "vejez" para después, ¿Quién iba a pensar que la Madriguera estaría vacía por tan poco tiempo?, cada vez que un embate de la edad se hacía presente en ellos, un nuevo nieto llegaba al ataque; un bebé que lloraba, una pequeño que quería que le leyeran, una pequeña que quería hacer galletas o una manada de cabecitas rojas que querían correr en el jardín; Arthur culpaba a sus hijos, ¡que si los culpaba!, no habían tenido la decencia de sincronizarse para sentar cabeza y ahora que creía haber terminado con sus nietos más grandes, nuevos traviesos y amorosos problemas llegaban a apretujarse en su corazón. "Sólo falta que nazca uno el día que me muera" se había quejado el día de la carta de Bill, que anunciaba desde Francia que el pequeño Louis, el tercer hijo de la pareja, había llegado al mundo perfectamente bien. "Más les vale darnos un respiro" habían ordenado Molly y Arthur, al notar como Albus y Leanne se miraban con ojos de ensoñación cuando cuidaban de Roxanne. A Harry y a Ginny les gustaba contemplarlos, nada les hacía más feliz, que el hecho de que su hijo menor estuviese enamorado, a diferencia de su hijo mayor, James, que parecía disfrutar de su soltería e independencia en Rumania con su tío Charlie (otro incorregible bribón) más que de la última rana de chocolate del mundo. Y es que Albus Potter se había enamorado de Leanne Longbottom, la hija de Neville y Luna, pues lo que había empezado como un tierno amor de Hogwarts se había convertido en una sólida y madura relación que prometía unir más fuertemente a las dos familias, y no era que lo necesitaran en verdad, mientras que Leanne y Albus esperaban el futuro con ojos de promesa, Hugo y el hijo menor de los Longbottom, Lance, parecían haber nacido en el mismo laboratorio. Ron y Hermione no daban crédito a sus ojos, inseparables desde pequeños Hugo y Lance se habían metido en más problemas que los gemelos Weasley y al mismo tiempo se habían ganado el respeto y la admiración de las instituciones académicas más prestigiosas del Mundo Mágico; era una truculenta contradicción de la vida, las dos mentes más brillantes de su generación estaban en manos de un par de jóvenes inquietos y revoltosos que aún a sus 18 años gustaban de hacer bromas a sus compañeros de Facultad. Aquello sólo podía ser cosa del destino, pues la cereza del pastel eran Lily y Lance, que habían jugado divertidos a no ceder por años y así parecían felices; miradas cómplices, honestos cumplidos, y un coqueteo sincronizado que arrastraban en cada sonrisa. La familia entera suspiraba de alegría, por años habían sido el cuadro perfecto de la familia feliz y la amistad inquebrantable; Rosie, Albus, Hugo, Lily, Leanne y Lance, sonriendo en casi cada foto en la repisa de la chimenea, juntos, inseparables, todo era perfecto…
…hasta el día en que Rosie Weasley había tomado la única decisión que no complacía a todos los demás…
-"Buenas noches" –saludó Scorpius cortésmente ocultando con maestría su nerviosismo.
Se produjo un incomodo silencio…
Scorpius Malfoy se encontró a si mismo siendo observado por 21 pares de curiosos ojos, en su mayoría azules y ofreció su sonrisa más ensayada.
-"¡Buenas noches!" –no importaba cual fuera la situación, Luna Longbottom siempre era la primera en saludarlo.
El ambiente se relajó considerablemente en instantes.
-"Buenas noches querido… por favor siéntate" –le invitó con cortesía Molly, Scorpius no recordaba la última vez que había visto a la abuela de su novia tomar asiento en una reunión, siempre parecía tan atareada y pendiente de los demás que el rubio no podía evitar un cargo de conciencia al poner su propia comodidad sobre los hombros de aquella mujer.
Las platicas y las risas interrumpidas reanudaron su ritmo habitual con lentitud y Rosie aprovechó el momento para situarse junto con su novio en el extremo de la ovalada mesa, justo frente al lugar que ocupaba su padre.
Antes de que Scorpius terminara de acomodarse en su asiento, Molly puso frente sus ojos un enorme plato de comida. Era obvio que los Weasley habían empezado a comer sin él, Scorpius no culpó a Rosie, por el contrario, le pareció enamorarse más del criterio de su novia al no mencionar nada sobre su compromiso sin su apoyo.
-"¿To-to-todo esto es para mí?" –tartamudeó el rubio sonrojándose.
Molly le miró confundida.
-"Está bien abuelita, es sólo que… Scorpius no es una barredora mágica" – Rosie acarició el brazo de su novio y retiró con cariño la mitad de la comida en el plato del rubio.
-"Oh entiendo, lo siento querido… ¡Pero es tu culpa, casi nunca nos acompañas a cenar!, ¿Y yo qué voy a saber?"-dijo Molly entre risas.
-"Pues… esta es una ocasión especial" –murmuró Scorpius ofreciéndole a la mujer una sonrisa sincera.
-"Es cierto abuelita, es obvio que Malfoy viene a verme a mí, ha pasado tiempo…" –Hugo Weasley se metió un enorme trozo de estofado a la boca y sonrió con sorna.
-"Hola Hugo, me alegra verte otra vez" –saludó Scorpius.
-"Ojala pudiera decir lo mismo" –contestó el pelirrojo con honestidad.
Rosie cerró los ojos y suspiró.
-"Hugo… no hoy, ¿sí?"-pidió la pelirroja mirando a su hermano con desaprobación.
Hugo detestaba rabiosamente la manera en que su hermana ponía al rubio por encima de él, ¡de él, SU HERMANO, por Merlín!, y aunque nada parecía perturbar a aquel enorme y fuerte joven, la preferencia de su hermana le encogía el corazón.
-"A decir verdad…" -siguió el rubio- "si vengo a verte a ti Hugo, Rosie y yo sólo te estábamos esperando"
Hugo se enderezó en su asiento y soltó su tenedor.
Y de nuevo el silencio en la habitación…
Rosie se aferró al los bordes de su vestido y se preparó para lo que vendría.
-"¿Esperándome para qué?" –preguntó el pelirrojo.
-"Bueno… "-comenzó Rosie- "obviamente le comenté a Scorpius de tu estadía y la de Lance en Bradford, por lo de la beca que ganaron y… estábamos esperando a que regresaran… también le escribí una carta a James pero, él no podrá venir hasta la próxima semana, él tiene… trabajo que terminar, tampoco Teddy, ha estado muy ocupado en su nuevo trabajo, de hecho…" -la pelirroja sonrió con visible cansancio- "no pude hacer que todos estuvieran presentes esta noche".
-"¿Esperándome para qué Rosie?"-volvió a preguntar Hugo como si la conversación fuera solamente entre él y su hermana.
Hermione cerró los ojos un segundo y miró de reojo a su esposo que no había probado bocado ni dicho palabra desde que el rubio había entrado por la puerta.
-"Sucede que tenemos un anuncio muy importante que hacer" –dijo Rosie subiendo un poco el volumen de su voz.
Los 21 pares de ojos pusieron atención.
-"¿Terminaron cierto?, porque si es así, podemos ir a celebrar al callejón Diagon, yo invito –apuntó Albus con el mismo tono socarró que su primo y Leanne apretó la mano de su novio con suavidad por debajo de la mesa.
-"No Albus, no es eso, pero gracias por tus buenos deseos" –contestó la pelirroja frunciendo el ceño.
Albus también resentía inmensamente la lejanía de su prima, ¿Quién se creía ese Slytherin de pacotilla para mermar la relación que tenía con quien prácticamente era su hermana?
-"No tengas miedo de admitirlo Rosie" –sonrió Lily imitando el tono de su hermano y de su primo- "si las cosas son como Al dice, nos duele tanto como a ti… créeme".
-"NO Lily, las cosas no son así" –farfulló Rosie comenzando a perder la compostura.
Lily bajó la mirada una milésima de segundo, no le iba a dar el gusto a Malfoy de verlas pelear, la relación con Rosie se había deteriorado mucho en los últimos años y la más pequeña de los Potter no concebía que fuera gracias a alguien que el lazo que compartía con la que consideraba su hermana mayor se hubiera debilitado tanto.
Scorpius decidió que ya era demasiada la tensión a la que Rosie había tenido que responder y tomándola de la mano, reunió todo el valor de sus entrañas para decir:
-"Rosie y yo vamos a casarnos… he venido para pedir formalmente su mano... pero ya es un hecho, vamos a casarnos".
El silencio nunca había sido tan ensordecedor…
-"Se lo propuse hace una semana –continuó el rubio- y ella me concedió el honor de aceptar" –concluyó con una sonrisa.
Rosie, sacó con sumo cuidado el deslumbrante anillo de compromiso de su bolsillo y lo colocó en su dedo anular izquierdo.
-"Nos casaremos a finales de este mes, en otoño… " -siguió la pelirroja- "tal vez es muy poco tiempo para prepararlo todo pero Scorpius y yo lo hemos pensado con detenimiento y resulta perfecto; nuestras carreras marchan excelente, nuestra economía es por demás favorable, nuestra edad es la correcta, ambos estamos a punto de concluir grandes proyectos en nuestros respectivos empleos y para ése entonces será un buen momento para tomarnos unos días de descanso, si todo sale como lo planeamos podremos tomarnos varias semanas para nuestra luna de miel, además…" -la pelirroja sonrió con ternura- además… me encanta el otoño".
Ni Rosie ni Scorpius habían presenciado un silencio más sepulcral que aquel, tan pesado que parecía poder cortarse con un cuchillo para mantequilla.
Roxanne abrazó su unicornio de felpa sorprendida por la quietud, las pequeñas Lucy y Molly se miraron intrigadas ante el repentino cambió en el humor de su familia, mientras que el pequeño Fred observaba como sus abuelos habían palidecido de repente, en especial su abuelo Arthur que había dejado caer el libro de fotos que le mostraba. George y Percy se miraron desubicados y experimentaron un extraño mareo mientras que Angelina y Audrey no pudieron más que tomar con fuerza la mano de sus respectivos esposos. Leanne y Lance miraron al trió de primos con preocupación, Lily, Hugo y Albus paseaban su mirada de Rosie a Scorpius estupefactos ante la noticia, Luna y Neville compartían el sentimiento de sus hijos mientras observaban a Harry y a Ginny, que pálidos como la nieve dirigieron una mirada despavorida a una no tan sorprendida o al menos no tan atormentada Hermione, que casi con temor volvió sus ojos hacia su esposo…
Y entonces todos volvieron la mirada hacía él… Ronald Weasley… estaba furioso.
¿Qué tal?, espero no estar muy oxidada.
No estoy segura de poder seguir cumpliendo mi tradición de actualizar cada viernes, pero lo voy a intentar ^^
Gracias por leer y…
Besos Capuchinos! x3
Posdata: Esta vez no todo viene de mi imaginación, en la página del The Sunday Times, la querida J.K. publicó nuevos detalles de la vida de nuestra familia favorita. La pueden buscar como: "The unwritten story of Harry's friends and their children".
Como se percatarán después de leer el artículo, la nueva familia Longbottom y con esto me refiero a Lance y Leanne, sí me pertenecen xD
