Bueno, pues este es mi segundo fic y espero les guste. Si lees "El mejor amigo de mi papá", seguiré actualizando la historia, esta solo será otra. Muchas gracias a: isaaa95 por ayudarme a Betear este capítulo.
Bueno... Sin más que decir las dejo con el primer capítulo. :D
TODOS LOS PERSONAJES LE PERTENECEN A LA FANTÁSTICA MEYER. SOLO LA HISTORIA ES MIA :D
Capítulo I: ¿Los príncipes existen?
Bella Pov.
No entiendo por qué todo mundo está tan triste. Quiero decir… ¿Por qué habrían de estarlo? Si todos me dijeron que mi mami es un angelito ahora. Todos me dicen que no esté triste, que voy a estar bien ¡Pero no estoy triste! ¡Mi mami es un angelito ahora y puede volar! Lo único que me preocupa es que dicen que ya no va a volver. Supongo que es un requisito para entrar al cielo.
¡Pero!
Tal vez la pueda ver una vez más, ahora que yo también estoy volando, claro que en un avión porque yo no soy un angelito aún. ¿Me pregunto si el viaje de Estados Unidos a Inglaterra es lo suficientemente largo para poder buscarla? Yo digo que sí.
-Bella ¿Qué tanto ves por la ventana?- Me preguntó Angie.
-Busco a mi mami Angie, ya sé que todos me dijeron que ya no va a regresar, pero pensé que tal vez la podría encontrar aquí en el avión- Le sonreí.
-Ay mi niña… No vas a poder encontrar a tu mamá, porque, porque…-Levanté una ceja esperando su respuesta. ¡Es obvio que si estoy en el cielo la voy a poder encontrar! ¡Daaha!
-¿Por qué…?- Volví a insistir. Juro que a veces no entiendo a los adultos.
-Porque una vez que entras a el cielo ya no te dejan salir, es una regla.- Me sonrió con ternura. ¡Lo sabía! ¡Sabía que ya no te dejaban salir!
-Sí, eso pensé- Me acomodé mejor en mi asiento y puse mi mirada de nuevo en el cielo ¿Quién dice y le dan un pequeño permiso?
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-Bella… Bella, ya despierta pequeña, es hora de que comas algo- ¿¡Por qué Angie nunca me deja dormir en paz!
-No tengo hambre.
-Vamos Bella, te traje tus bocadillos favoritos- Poco a poco abrí uno de mis ojitos y pude ver un emparedado, una cajita de jugo y una bolsita donde supongo que habrían dulces.
-¿El emparedado es de fresa?- Si no, no habría trato.
-Lo siento pequeña pero es de chocolate, cuando lo preparé ya se había terminado la mermelada.
-Entonces no quiero.
-No te puedes quedar sin comer nada Bella, eso te hará daño y yo soy la encargada de cuidarte ¿Qué le voy a decir a tu papá cuando lleguemos?
-Que no había mermelada- Así de simple.
-¡Hay Bella, para ser una niña de 5 años eres demasiado perspicaz para tu edad!- Dijo riéndose. Yo no le veo lo gracioso Además… ¿Perspi… qué?
-Bueno… ¿Y qué te parece si negociamos?- Abrí por completo mis ojitos y me enderecé en mi sillón. Tal vez me pueda interesar.
-Sabía que aceptarías- Volvió a reír – Hagamos un trato. Si tú te comes tus bocadillos, yo te leeré de nuevo ese libro que tanto te gusta.
-¡SIIII!- Salté sobre mi asiento por la emoción de que me lo volvieran a leer. ¡Amo mi libro de princesas! ¡Al final todas viven felices por siempre y encuentran a su príncipe azul! Lo he leído tantas veces que ya me lo esconden.
-Te prometo que es un alivio que vayamos en el avión de tu papá, porque con tus gritos ya nos hubieran bajado.
-Sí, sí, sí, dame eso- Estiré mi manita para tomar de su mano el emparedado y con la otra el juguito. Vi como buscaba algo entre la enorme bolsa que siempre trae en la mano, y después de un rato sacó mi enorme libro azul y adornos dorado. No puede evitar sentarme de un golpe y darle una gran mordida a mi emparedado.
-¿Lista?- Me preguntó. ¡Claro que estoy lista!
-¡SIII Angie, ya léemelo!
-Bueno está bien, pero recuerda que te lo tienes que terminar todo y ten cuidado de no manchar tu vestidito azul, es tu favorito ¡Y ya deja de moverte que te vas a deshacer las dos coletas que tanto me costó hacerte!
-SÍ ya escuché, por favor léemelo- Traté de poner mi mejor cara de perrito para que se apurara.
-Ok. Esta era una vez, en un reino muy, muy lejano en donde vivía una princesa…
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-Y al final ella y su príncipe azul vivieron felices por siempre, Fin.- Aaaa, solté un suspiro ¡Es que todo es tan bonito! ¡Yo quiero un príncipe! Porque existen ¿Verdad?
-Oye Angie ¿Los príncipes existen?- ¡Me tiene que decir que sí!
-¿Por qué peguntas Bella?
-Porque quiero uno- ¿Si no por qué más preguntaría?
-No mi niña, me temo que los príncipes azules como los de tus historias no existen. Cuando estés grande, algún día, encontrarás a un hombre al que ames y te casarás con en él.
-Pero… ¿Entonces los príncipes no existen?
-Hey, hey, no te pongas triste mi niña, ya te dije que algún día encontrarás a un hombre que te ame y podrán estar juntos- Acarició despacito una de mis chonguitas, pero yo ya estaba triste ¿Cómo que los príncipes no existen? ¿Yo para qué quiero un hombre que me ame si no es un príncipe? ¡A mí ni me gustan los niños! Bueno… tal vez, si fuera un niño príncipe.
-Pero yo quiero uno Angie, yo quiero encontrar a mi príncipe.
-A ver mi niña, no llores, ven aquí- Me cargó y me dejo acurrucada en sus piernas.-Mejor duerme otro poco y yo te levantaré cuando lleguemos-. Sacudí mi cabecita para decirle que sí. Aun que todavía no me termina de convencer. Tal vez, solo tal vez, los príncipes si existan.
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-Bella, ya despiértate mi niña, ya llegamos a la casa de tu papi mi vida- Abrí mis ojitos y me di cuenta de que ya no estábamos en el avión de mi papi y ahora estábamos en un coche.
-¡Wow! Angie la casa de mi papi es muy, pero muy grande ¡Casi parece un castillo!- Emocionada me bajé del coche cuando un hombre con sobrero gracioso y guantes nos abrió la puerta. Nunca había venido a la casa de mi papi porque él siempre era el que nos visitaba. Solo había estado aquí cuando era bebe. Antes de que mis papis ya no estuvieran juntos.
-Sí, es mucho más grande- Me agarró de la manita para que no saliera corriendo, viendo la casota de color gris, como las piedritas. No me gusta el color.
-Buenas tardes señorita Isabella, mi nombre es Quil y estoy para servirle. Su papá no las puede atender porque está trabajando, pero más tarde vendrá. Ahora acompáñenme.- Seguimos al señor de sombrero gracioso por unas escaleras de piedra y cuando abrimos la puerta, una señora morenita nos esperaba.
-Buenas tardes señorita Isabella, es un gusto conocerla.- Se agachó y acarició mis coletas.- ¡Vaya que eres bonita! ¡Mira nada más esos ojos chocolates tan expresivos y esa hermosa boquita en forma de corazón!
-Gracias- Mi mami me enseñó que hay que decir gracias cuando se te dice algo bonito.
-¡Y además muy educada!
-Sí, es una niña muy educada e inteligente para su edad- Dijo Angie.
-¡Ay, lo siento niña! ¡Debe de pensar que soy una grosera! Mi nombre es Leah, soy la ama de llaves y supongo que usted es la nana de la pequeña.- Se levantó para saludar a Angie.
-Sí, así es y no se preocupe. Mi nombre es Ángela y es un placer conocerla.
-Bueno, bueno, ya no las entretengo más. Mire, Quil la llevará a su cuarto y yo llevaré a la pequeña al suyo.- Angie se despidió de mí y me dijo que más tarde me vería. La señora Leah me llevó por unas escaleras enormes y al final de un largo pasillo estaba el cuarto que, según ella, era el mío.
-Mire niña Isabella, este es su cuarto, espero le guste. Estaré abajo en la cocina si me necesita. Con permiso.- Y me dejó sola en ese cuarto tan grande y demasiado rosa como para gustarme. ¡Que sea una niña no significa que me guste el rosa! Ya le diré a mi papi que lo quiero azul. Miré en el que ahora era mi cuarto y vi un escritorio grande, lleno colores y plumones, un sillón rosa de donde mirabas al jardín y una cama grandísima en el centro. Sí todo no fuera tan rosa, me gustaría mucho.
¿Y ahora qué?
Ya no está mi mami que era la que siempre jugaba conmigo y no sé dónde está Angie así que mejor me pongo a dibujar. Mi mami decía que era muy buena para hacerlo. Me subí a la silla para poder alcanzar unos crayones y una libreta que estaban en el escritorio y después fui al sillón, ahí podría ver las flores del jardín.
¡Ya me aburrí!
Ya llevo dos jirafas, un león, una oveja YYY ya estoy aburrida. Ya no quiero dibujar. Era más divertido en casa de mamá, ahí tenía a mis amiguitos y aquí estoy sola.
Pero ya que.
Dejé las cosas en el suelo y abrí mi ventana para poder ver las nubes y jugar a las formas como hacía con mamá. Llevaba rato viendo las nubes cuando escuché algo parecido a pasitos de caballo... ¿Caballo? ¡Sí caballos, ya me acordé que Angie me dijo que mi papi tiene caballos! Bajé mi mirada para poder ver y…
¡Santa mermelada!
En el caballo venia un niño que se veía un poco más grande que yo, supongo que tendría unos siete, pero él definitivamente ya usaba su otra manita para decir su edad.
Entonces me di cuenta…
Era el niño más bonito que hubiera visto jamás. Sus ojitos eran del color de los dulces de limón y su cabello de un color chistoso como entre rojo y dorado. Era más alto y grande que yo, no por mucho, pero lo era. Su cara era como la de mis cuentos…
Venía montado en un caballo blanco…
-¡ANGIE!- Grité cuando salí corriendo de mi cuarto. ¡Tenía que encontrarla! ¡Tenía que decirle lo que había encontrado!
-¡Angie!- Dije corriendo por las escaleras.
-¡¿Qué pasa mi niña, estás bien?- Angie ya me esperaba al final de las escaleras.
-¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía!- La abrase muy fuerte. ¡Yo lo sabía!
-¿Qué es lo que sabes Bella?- Me preguntó dejándome en el suelo.
-¡Lo sabía Angie! ¡¿A que no sabes lo que me encontré?
-¿Qué fue lo que encontraste?
-¡UN PRÍNCIPE! ¡Encontré un príncipe!- ¡Ja! ¡¿No que no existían?
-Bella, mi niña no creo que hayas…
-¡No, es enserio! ¡Encontré un príncipe Angie! Mira lo encontré en el jardín de la casa, sus ojos eran de color de los dulces de limón y su cabello era de un color chistoso, parecía que su mami no lo hubiera peinado. ¡Y lo mejor de todo es que venía en un caballo blanco! ¡Un caballo blanco Angie!
-Ese no era ningún príncipe Isabella- ¿Papi? Volteé a ver a la puerta de la casa y ahí estaba mi papi. Se acercó a mí y se agachó para hablarme. Se veía enojado.
-Ese no es ningún príncipe, ese mocoso es un simple empleado de esta casa y se encarga de darle de comer a los caballos y el jardín, y parece que su mamá no lo peinó porque es un mugroso huérfano.
-Pero…
-Pero nada Isabella, ese mocoso no está a tu nivel y tienes estrictamente prohibido hablarle o acercártele. Tienes que aprender a darle su lugar a la servidumbre- Mi papá se levantó y miró feo a Leah que estaba también ahí.
-Ahora sube a tu cuarto y no salgas de ahí hasta que se te avisé que es hora de cenar.
-Pero…
-Ya te dije que nada de peros y ve hacer lo que te dije- Me volteé y corrí a mi cuarto con mis ojitos llenos de lagrimas. ¡¿Por qué mi papá fue tan malo conmigo? ¿¡Por qué no quiere que me acerque a él! ¿Qué es eso de poner a la servidumbre en su lugar? Si mi papá es siempre así de gruñón, ya sé porque mami lo dejó.
Me acerqué de nuevo a mi ventana y ahí seguía, solo que esta vez ya no estaba encima del caballo. Mmm ahora se ve un poco diferente… -Ese no es ningún príncipe, ese mocoso es un simple empleado de esta casa y se encarga de darle de comer a los caballos y el jardín, y parece que su mamá no lo peinó porque es un mugroso huérfano- Recordé lo que me dijo mi papá y me quedé mirándolo mucho rato. Pensé, pensé y pensé y llegué a una conclusión. (Así dice Angie que se dice cuando te das cuenta de algo).
Definitivamente era un príncipe…
Y yo tenía que encontrar una forma de hablarle sin que mi papá se enterara…
¿Y qué tal? ¿Qué les pareció? Por favor déjenme sus comentarios para saber si les gusto la historia o vale la pena continuarla. También díganme si lo dejo en Pov´s de los niños o lo cambio a tercera persona (Claro que en algún momento crecerán pero mientras tanto)
Bueno... pues ojalá les haya gustado.
Nos vemos hasta la próxima. :D
