The loud house y sus personajes son propiedad de Chris Savino y Nickelodeon. Esta historia es escrita unicamente con fines de entretenimiento.

Volver al pasado

Prologo

La sala audiovisual, a pesar de no ser muy grande, contaba con suficiente espacio para alojar a los empleados del departamento de recursos humanos, quienes aquella misma mañana tendrían la última junta de planeación para el año nuevo que estaba a pocos días de iniciar. Muchos llegaron con semblante despreocupado y se acomodaron en los mullidos asientos, esperando pacientemente el inicio de la junta; otros se dieron a la tarea de conversar entre ellos mismos sobre nuevas alternativas que habían considerado proponer durante la reunión, así como también de los sucesos más recientes en sus vidas personales.

Entre todos ellos, uno sobresalía, no solamente por ser el único empleado con cabello blanco, sino también por ser el único que tuvo la idea o, mejor dicho, el atrevimiento, de traer un comic de colección de Ace Savvy para leer con toda tranquilidad mientras estiraba las piernas desde su asiento.

Las puertas se cerraron. Aquel día, la sala parecía estar impregnada de un fuerte aroma a café y de una luminosidad que le daba la apariencia de haber sido remodelada recientemente.

-Esto va para largo. – pensó el joven empleado mientras se aflojaba la corbata.

Los directivos de la empresa habían planificado una serie de presentaciones sobre nuevas tendencias de reclutamiento, desarrollo de personal, desafíos actuales en el mundo empresarial etc. No eran temas que le interesaran realmente, pero se había visto obligado a asistir para preservar su reputación de empleado eficiente, a pesar de sus excentricidades.

Prácticamente todos conocían su gusto por leer comics en su oficina en horas de trabajo, traer corbatas extravagantes (el modelo de este día en particular era de teclas de piano), tararear canciones de rock al caminar y un largo etc. Algunos incluso habían empezado a llamarlo "Loco Loud"

-Si conocieran al resto de mi familia…

De repente, la sala se oscureció y el proyector mostro la primera diapositiva de la presentación. El joven empleado de blancos cabellos guardo su comic a toda prisa. El jefe del departamento, un hombre maduro, de rostro rojizo y escaso cabello, después de haber dado los buenos días y la bienvenida a todos los presentes, inicio la presentación con su acostumbrado tono de familiaridad.

-Antes dar inicio a esta reunión, creo que es importante reconocer el trabajo de algunos de ustedes. Para empezar, el programa de asistencia al trabajador fue, no solo lo digo yo, sino también el resto de la junta de directivos, todo un éxito. Por ello, reconocemos el esfuerzo del señor Lincoln Loud, por su constante colaboración, ideas creativas y espíritu de trabajo en equipo. Pase al frente, señor Loud.

-Wow…Señor Lincoln Loud…se siente raro que me llamen así.

Todavía sintiéndose sorprendido, Lincoln se levantó de su asiento y camino al frente para darle la mano al director y recibir una placa de reconocimiento con su nombre, mientras que sus colegas aplaudían; algunos con sincero entusiasmo, otros con resignación.

Una vez que volvió a su asiento, el director mencionó a un par de personas más, quienes, al igual que él, pasaron al frente a recibir su justo reconocimiento en medio de los aplausos de los demás trabajadores. Después de esto, la reunión empezó con una presentación sobre principios de calidad humana en el trabajo. Nada que él no supiera.

Mientras el director continuaba con su amena charla, la mayoría de los presentes garrapateaban tan rápido como podían los detalles más relevantes en un bloc de notas. Lincoln, por su parte, escuchaba a medias, mientras se dedicaba a hacer bocetos en su cuaderno de Ace Savvy luchando contra un monstruo de seis brazos proveniente de una galaxia lejana.

Aún faltaba mucho para que la reunión terminara, y ya estaba acariciando en su mente la idea de ir a un lugar tranquilo para trabajar en sus bocetos y escribir nuevas historias. Las ideas fluían en su mente de forma incansable; imaginaba escenarios, nuevos personajes, situaciones, batallas…pero al mismo tiempo se veía obligado a despegar sus ojos del papel para ver por unos instantes la proyección y por lo menos fingir que estaba interesado en todo aquello.

Inevitablemente, recordó cuando era niño y ardía en deseos de crear sus propios comics. El tiempo pasó, y el mundo se había encargado de escupirle en la cara cada vez que trató de seguir sus sueños. Sueños que se negaban a morir, relegados a un simple pasatiempo en su vida de adulto…

Sin duda, hubiese sido interesante poder vivir de eso.


La reunión por fin había terminado. Lincoln, sintiéndose reanimado por el simple hecho de haber salido del edificio, camino hacia su auto, un Ford focus igual de blanco que sus cabellos. Una vez dentro, encendió el motor y subió el volumen de la radio. Empezó a conducir el vehículo por las calles de la ciudad al mismo tiempo que cantaba y tamborileaba sobre el volante.

La satisfacción por haber recibido un reconocimiento por parte de la empresa todavía perduraba en su mente, al igual que sus ideas para un nuevo comic. Ya se encargaría más tarde de plasmar todo eso en papel; por el momento, tenía muchas cosas por planear y por hacer. Poco después que la reunión terminara, había pedido a permiso a su jefe para tomar las dos semanas de vacaciones a las que tenía derecho como empleado sobresaliente. No hubo ningún problema. A partir de ese momento, era libre como un pajarillo en pleno vuelo.

Tenía pensado aprovechar esas dos semanas para ir la reunión familiar que harían sus padres en su vieja casa para la nochebuena. La mayoría de sus hermanas había prometido hacer un hueco en sus… "ocupadas y ajetreadas" agendas para asistir a la cena; fuera por compromiso, obligación sentimental o incluso el no tener otra alternativa, lo importante era que la mayoría de ellas estaría ahí para compartir un momento en familia, como en los viejos tiempos. Lincoln esperaba poder disfrutar a su familia, pero al mismo tiempo, dentro de sí mismo sabía que eso no podía durar; eventualmente, debía tener una seria conversación con cada una de ellas para evitar futuras confrontaciones o… problemas.

Este último pensamiento lo deprimió, e hizo que dejara de tamborilear sobre el volante.

-No, Lincoln. No te dejes vencer por pensamientos negativos.

Necesitaba relajarse primero. Decidió entonces ir al bar Broken Sky, uno de sus lugares preferidos para beber y socializar. El lugar era propiedad de Larry, un viejo amigo suyo desde hacía algunos años. Sería agradable poder sentarse con una bebida y hablar con su amigo, aunque solo fuese por un momento, de sus respectivas vidas. Aún era algo temprano para beber, de acuerdo a las normas comúnmente aceptadas de la sociedad, pero… ¡qué diablos!


No le llevo mucho tiempo llegar al Broken Sky. Estacionó el auto justo en frente del bar, y si, efectivamente, ahí estaba el letrero luminoso con letras azul neón: Broken Sky. Sonrió divertido al recordar como Larry había escogido el nombre: todo había empezado cuando un amigo en común de Lincoln y Larry había traído consigo un paquete lleno de galletas con chispas de chocolate, las cuales compartió con ellos. Desafortunadamente, había olvidado mencionar que las galletas habían sido preparadas con cannabis, mejor conocida como marihuana o hierba. Por fortuna, Lincoln se abstuvo de comer, pues no sentía hambre en ese momento, pero Larry no tuvo tanta suerte. Decir que Larry quedo desorientado seria decir poco: tuvo alucinaciones, momentos de paranoia y risa incontenida. Lincoln se vio en la penosa tarea de cuidar a sus amigos hasta que el efecto de las galletas pasara. No fue agradable. Más tarde, Larry confesaría que una de las alucinaciones que más recordaba de todo ese trance era un cielo que se caía a pedazos, como un vidrio roto por la fuerza de un balón.

-Ese Larry es incorregible…

Aun recordaba que, en ese entonces, cuidar a sus amigos resultó ser tan difícil como cuidar a dos niños hiperactivos cargados de azúcar. Claro, ahora todos, incluido el mismo, podían recordar esa anécdota y reír al respecto, pero, como suele suceder con muchas anécdotas, es mejor contarlas que vivirlas.

Aun sonriendo, Lincoln abrió la puerta y se introdujo en el bar. Apenas había entrado cuando reconoció a Larry, corpulento y moreno, con espeso bigote y barba, tras la barra, conversando con dos de sus empleados.

- ¡Larry! ¡Viejo amigo! ¿Cómo estás? – saludó Lincoln.

Larry, sorprendido de verlo, sonrió de buen humor.

- ¡Lincoln! ¡Viejo! ¡Qué milagro! Hace tiempo que no te veo.

-Ah, ya sabes, el trabajo es cruel y no perdona nunca a ningún mortal.

Larry río ante ese comentario. Luego se dirigió a uno de sus empleados.

-Diego, sírvele un siete y siete a mi amigo y un tarro de cerveza para mí.

-A la orden, jefe.

Lincoln lo vio con el ceño fruncido.

- ¿De veras está bien que te pongas a beber conmigo? Eres el dueño de este negocio ¿No deberías atender a los clientes?

Todavía era temprano, por lo que no había muchos clientes en el bar. Aun así, Lincoln era consciente de la importancia del buen servicio en cualquier negocio.

Larry, sin embargo, se limitó a hacer una mueca y un gesto con la mano, como si acabara de espantar una molesta mosca.

-Nah, no te preocupes por eso. Los muchachos se harán cargo, para eso les pago. Después de todo, no todos los días recibo la visita de mi amigo.

Lincoln sonrió mientras meneaba la cabeza de un lado a otro. En ese momento, el joven, de nombre Diego, trajo las bebidas. Larry, le dio unas cuantas instrucciones y lo despidió.

-Ven hombre, siéntate y cuéntame cómo andas. – y dio unas cuantas palmadas sobre la barra alegremente.

Lincoln no se hizo del rogar. Se sentó en uno de los bancos y tomó su bebida.

-Bueno, no hay mucho que contar sobre mi trabajo. Ya sabes cómo es: juntas, papeleo, levantarse temprano, soportar a secretarias malhumoradas por falta de sexo… pero doy mi mejor esfuerzo y trato de no caer en rutinas. Hoy precisamente me dieron una placa de reconocimiento. Con mi nombre en ella.

- ¡Vaya! – Su amigo no se veía especialmente sorprendido. Dio un sorbo a su cerveza – Bueno, que andes por ahí recibiendo reconocimientos, no me sorprende en realidad. Eres un tipo listo, eso lo sé. Lo que si me sorprende… es que hayas terminado en esa clase de trabajo.

Lincoln suspiró mentalmente. Ya sabía que venía después.

-Digo, si hubiese tenido que apostar hace unos años, hubiese apostado a que te convertirías en programador de videojuegos, dibujante de comics, manga o algo así… – Vio detenidamente a Lincoln en su traje negro, con su corbata de teclas de piano – Jamás hubiese imaginado que serias de esos que van con traje al trabajo.

-Sí, lo sé. No eres la primera persona que me dice eso. Siendo honesto, incluso yo sigo algo sorprendido. – Suspiró – Lo intenté, de veras lo intenté, pero… las puertas simplemente no se abrieron para mí.

No hizo falta decir algo más. Larry simplemente asintió con su cabeza.

- ¿Sabes algo, Larry? Mis compañeros de trabajo dicen que estoy loco.

Ante esta aclaración, el barman levantó ambas cejas mientras sus labios formaban una media sonrisa.

- ¡No! ¿En serio? – obviamente esto fue dicho con sarcasmo.

-Sí, ¿puedes creerlo? Me llaman "el loco Loud".

Larry dio un sorbo a su cerveza.

-Mmm… yo diría que es por la corbata.

-Debo haber sacado esto de mi padre – pensó el joven peliblanco.

– ¿Que puedo decir? Soy un espíritu libre y alegre. Por cierto, el lugar se ve muy bien. Veo que hiciste algunas remodelaciones.

Efectivamente, el bar tenia nuevas mesas que, dicho sea de paso, se veían muy elegantes y costosas. Había dos mesas de billar, tres televisores de pantalla plana para ver partidos de futbol, baseball, básquetbol, peleas de boxeo, etc.

-Sí, me costaron un brazo y una pierna, pero valió la pena. Cada vez veo venir más clientes.

Había orgullo en la voz del barman. El orgullo reconocible de un hombre que se vio obligado a enfrentar grandes dificultades, logro superarlas y ahora disfrutaba de las mieles del éxito.

-Entonces el negocio va bien, eh.

Larry sonrió complacido.

-Mientras haya gente que quiera emborracharse, sobreviviré.

-Entonces sobrevivirás hasta el final de los tiempos.

Ambos hombres sonrieron y dieron un sorbo a sus respectivas bebidas.

- ¿Y cómo está tu novia…? Mmm… ¿Cuál era su nombre? Mar… ¡Ah sí!... Martha.

Por primera vez, el amigo de Lincoln hizo un gesto de desagrado. Luego, soltó un gruñido.

-Terminé con ella. Un buen día, acabábamos de hacer el amor y me dice que se siente "confundida con nuestra relación". ¡Confundida! ¡Ja! ¿Puedes creerlo? Dijo que quería "encontrarse a sí misma" y que necesitaba un tiempo solo para ella. Al día siguiente, tomó un vuelo directo a Miami.

-Auch. Eso debió doler.

Larry soltó un bufido.

-Más que dolor, lo que sentí fue rabia. Sobre todo por su maldita "explicación". – Puso ambas manos al aire, haciendo la señal de las comillas. – Era como si ella pensara que soy tan estúpido como para no darme cuenta de que lo que en verdad quería era terminar.

Volvió a beber de su tarro y después soltó un hondo suspiro de resignación.

-Bueno, estoy mejor sin ella de todas formas. Siempre quería comer en restaurantes, hacer el amor en hoteles, ir de viaje…

-Lamento oír eso, Larry. Me caía bien esa chica. Siempre solía reírse de mis chistes.

Su amigo le dirigió una mirada suspicaz.

-Estoy empezando a creer que tal vez te coqueteaba sin que yo me diera cuenta. No eres tan chistoso, ¿sabes?

Lincoln simplemente se encogió de hombros.

-Si me estuvo coqueteando, nunca me di cuenta.

La verdad es que sí que se había dado cuenta, pero siempre prefirió ignorarla, nunca dando pie a que algo pudiese suceder entre ambos. Las novias de los amigos son las novias de los amigos.

Larry resopló.

- Bueno, eso ya no tiene importancia de todas formas. ¿Y qué hay de ti? ¿Aun sigues con esa rubia pechugona que me presentaste la última vez?

-Oye, oye… un poco de respeto, por favor. Su nombre es Amy. Y, contestando a tu pregunta, si, aún seguimos juntos.

A Larry siempre le divertía ver que Lincoln, a pesar de que su novia no estuviese presente, se cuidaba de usar expresiones vulgares de lo más comunes para la mayoría de los hombres. Sin duda, su amigo en ocasiones podía ser demasiado caballeroso. Seguramente aquello era debido al entorno familiar que tuvo durante su infancia: siempre rodeado de mujeres.

-Condenado suertudo – dijo antes de darle otro sorbo a su bebida – Con ese par de melones, seguro debes de pasar ratos muuuuy agradables…

-Bueno… – Lincoln empezó a sonrojarse. Desde luego, su amigo no iba a perder la oportunidad de fastidiarlo un poco.

-Apuesto a que, con solo verla, te dan ganas de estar muy cerca de su… "corazón". – de nuevo hizo la señal de las comillas.

-Eh…pues…

-Es más, apuesto a que, la primera vez que la viste, pensaste "mami" y quisiste renacer como un bebe para…

-Bueno, bueno, ya te entendí, ya basta con…

-No, espera, tengo otra, tengo otra. Apuesto a que te gusta jugar con ella al 42, ella en cuatro y tu…

- ¡Basta! ¿sería mucho pedir que ya dejaras de hablar de mi novia de esa forma, por favor?

-Está bien, está bien – puso ambas manos al aire en señal de rendición.

Lincoln dio un sorbo a su bebida. Larry hizo lo mismo. Se hizo el silencio por unos momentos.

-Bueno…tengo que reconocer que…si, con sus pechos se pueden hacer…muchas cosas. – Lincoln se sonrojó todavía más al decir esto.

Larry soltó una carcajada.

- ¡Vamos, hombre! ¡No va a pasar nada solo porque admitas que eres un loquillo! – cuando dijo esto, el mismo Lincoln no pudo evitar reírse de igual manera.

Una vez que sus risas se apagaron el barman continuó:

-Por cierto, hablando de mujeres… ¿Cómo están tus hermanas?

Apenas dijo esas palabras, el buen humor que estaba presente en el rostro de Lincoln se desvaneció como si una mano invisible hubiese arrancado todo vestigio de alegría en su cuerpo. Se limitó a lanzar un suspiro y a mirar su vaso detenidamente.

-Viejo…eh… lo siento. No era mi intención traerte malos recuerdos.

-No importa. Olvídalo – era difícil saber si estas palabras iban dirigidas hacia Larry o a sí mismo.

El barman se rascó la cabeza, indeciso.

-Mira, viejo… No tienes que hablar de tus hermanas si no quieres. Puedo entender que tienen muchos problemas. Mira, ya sé que no soy un doctor, un psicólogo… o lo que sea. Tal vez me estoy metiendo donde no me llaman, pero hay algo que me interesaría saber. Hace algunos años que te conozco…

- ¿Aja? – Lincoln parecía desinteresado.

-…Y en todo ese tiempo, siempre has estado pendiente de tus hermanas. Por lo que me has contado, todas tienen un talento excepcional, y, sin embargo, todas han cometido errores…

- ¿Adónde quieres ir con eso, Larry?

-No te ofendas, eres un gran tipo, Lincoln.

-Pero…

-Pero a veces, pareciera que estas muy…aferrado a cargar con los problemas de tu familia. ¿Por qué no dejas que ellas mismas resuelvan sus asuntos? Después de todo, ya son mayores.

Lincoln suspiró, esta vez con cansancio. Aquello era algo que él mismo se había planteado muchas veces.

-Créeme, yo mismo he pensado lo mismo que tú me dices en más de una vez. Pero por más que intento desprenderme de todo, siempre termino preocupándome de nuevo por ellas. Siento que, en parte, su felicidad depende de que yo les ayude a salir adelante.

- ¿Y que pasara el día que ya no te necesiten? ¿Serás feliz al fin?

Aquella era una pregunta muy profunda.

-La verdad es que nunca lo había considerado…

Larry lo miró extrañado.

- ¿Quieres decir que nunca consideraste que podías ser feliz sin ayudar a tus hermanas?

-No, peor aún. Nunca he considerado que puede haber un día en que ya no me necesiten.

Una vez más, se hizo el silencio. El joven barman se rascó de nuevo la cabeza.

-Amigo, perdona que te diga esto, pero… estas jodido.

-Lo sé – respondió Lincoln con toda naturalidad.

-Tal vez deberías de considerar el tomar terapia. Ya sé que tú eres el que estudió psicología, pero… quiero decir… a veces también los psicólogos necesitan ayuda, ¿no?

-Sí, eso es cierto. Tal vez lo considere – Suspiró de nuevo. Le dio un sorbo a su bebida y luego sonrió con un dejo de melancolía – ¿Sabes? Creo que nunca te he contado esto… tú me recuerdas mucho a un buen amigo que tuve cuando era niño.

- ¿Ah, sí?

-Si. Su nombre era Clyde y fue mi mejor amigo por mucho tiempo. Éramos prácticamente inseparables. Íbamos juntos a la escuela, teníamos las mismas aficiones, los mismos pasatiempos…Recuerdo que nos gustaba mucho hacer planes y operaciones al estilo James Bond. Nos metíamos en tantos líos… a veces discutíamos, pero… siempre supe que podía contar con su ayuda en cualquier momento.

-Suena como un gran tipo. – comentó Larry.

-Sí… sin duda lo era.

- ¿Era? ¿O sea que ya no son amigos?

-No exactamente. Estuvimos juntos hasta la preparatoria. Después de eso, el ingresó a la Universidad a estudiar ingeniería en sistemas computacionales, mientras que yo entré al ejército. Creo que no hace falta que te diga el porqué de mi decisión.

-Sí, claro. – se apresuró a decir el barman.

-En fin. A veces conversábamos por teléfono o por video chat, pero… con el tiempo, nuestras llamadas se hicieron menos frecuentes y cada vez más cortas. Él tenía su vida, sus obligaciones y sus problemas. Yo, por mi parte, estaba sufriendo una metamorfosis en mi vida: buscaba aventuras, emociones fuertes e ideas nuevas. Un día, de repente, durante una video llamada, descubrí que no teníamos nada de qué hablar. Fue algo… demasiado triste para mí. El amigo que una vez conocí, ahora era un desconocido con el que no tenía nada en común, excepto la edad.

-Entonces, se distanciaron…

-Sí, pero eso no fue lo peor…

La mirada de Lincoln se fijó de nuevo en su vaso. Por un breve momento, Larry creyó ver en los ojos de su amigo una sombra de remordimiento.

-Pocos días después de esa video llamada, supe gracias a mis padres que Clyde había fallecido.

- ¡Oh! – Aquello había sido inesperado – Y ¿Cómo…falleció?

-En un accidente vial. Todo por culpa de un camionero que perdió control de su vehículo. – El peliblanco continúo observando su bebida. Ya los hielos estaban casi derretidos. – Apenas tenía veintiún años; le faltaban tantas cosas por hacer…Siempre soñó con casarse con una de mis hermanas. – Ante este último recuerdo, sonrió un poco – De haberla conocido mejor, seguramente se hubiese arrepentido.

Sintiéndose abrumado por esa nueva faceta de su amigo, Larry permaneció en silencio, sin saber que decir.

-Cuando fui al funeral, sus padres me dijeron entre lágrimas que su muerte había sido rápida, tal vez incluso indolora. Un solo golpe y murió aplastado al instante. No sé si me lo dijeron para que no me sintiera mal… no, ahora que lo pienso bien, tal vez lo dijeron para convencerse a sí mismos de que su hijo no sufrió mucho… bueno, cualquiera que haya sido el caso… simplemente, no me gustó.

-De veras lamento lo que le ocurrió a tu amigo, Lincoln.

-No tanto como yo lo lamento, Larry. – Suspiró – En todo caso, mi mejor amigo de la infancia está muerto… pero yo sigo vivo. Tal vez pienses que lo que voy a decir es cursi, pero… desde que Clyde murió, mi propósito es atesorar a mis amigos en todo momento.

Al oír esto, Larry se sintió conmovido. Desde luego, nunca lo reconocería ante Lincoln, pero sí que podía jugarle una que otra broma.

-Eres muy romántico, Lincoln. La próxima dejare que me lleves al cine. ¡Ah! pero no te olvides de comprarme flores.

Lincoln sonrío ante ese comentario. Definitivamente, su amigo era incorregible.

-Por los amigos, Larry. – dijo mientras levantaba su vaso. El joven corpulento lo imitó.

-Por los amigos, Lincoln. Los vivos y también los muertos.

Y ambos bebieron.


Lincoln entró a su departamento. Al ver todo en orden e inmaculado, sintió satisfacción. Desde niño, uno de sus sueños más recurrentes era conseguir un lugar propio para vivir, ser autosuficiente, hacer lo que quisiera y sobretodo, ir al baño cuando tuviese necesidad sin tener que esperar tras una fila. Ahora, orgullosamente podía decir que lo había logrado. Vivía en un departamento amplio, amueblado a su propio gusto, con cocina moderna, dormitorio con cama king size, baño amplio con tina de hidromasaje y un estudio con escritorio, televisión propia, un sistema de estéreo de última generación y, por último, pero no por eso menos importante, un enorme librero con su extensa colección de videojuegos, consolas, películas, comics, y cds.

Si su "yo" de la infancia pudiese verlo ahora, sin duda se sentiría maravillado y orgulloso de haber crecido tanto y haber llegado tan lejos. La única nota desentonante sería su profesión…

-Mejor no pienso en eso…

Se desanudó la corbata y se quitó el saco para luego dejarlos encima de su sillón. La charla con Larry se había prolongado más de lo esperado, pero había valido la pena. Ahora, a pesar de sentirse un tanto melancólico por el recuerdo de su mejor amigo fallecido, se sentía más relajado y seguro de sí mismo para afrontar cualquier cosa que fuese a suceder.

Un retortijón en el estómago le recordó que ya era de comer. Se dirigió a la cocina y abrió la puerta del refrigerador. Aun tenia pollo en el congelador y algunos vegetales. Decidió preparar curry con vegetales cocidos; llevaría algo de tiempo prepararlo, pero haría suficiente como para dos personas.

Dos personas… ese pensamiento le hizo recordar a Amy. Últimamente, sentía que estaba descuidando a su novia. Hacía tiempo que no salían a citas, a comer, a ver una película… diablos, incluso hacia casi un mes que no hacían el amor. Lincoln se sintió culpable por ello. No era porque no tuviesen tiempo, ni nada por el estilo, más bien... las circunstancias tendían a cambiar cuando se daban el tiempo de salir. Lincoln se vio obligado a reconocer que aquello era su culpa. Lo mejor sería llamarle más tarde y preguntarle si tenía tiempo libre para venir a comer.

Empezó por sacar el pollo del congelador para que empezará a descongelarse, luego sacó tomates y cebollas para empezar a cortarlos en pequeños trozos con un cuchillo. Cualquiera que lo hubiese visto sin duda pensaría que era un excelente cocinero, y no estaría muy alejado de la verdad. Al vivir solo, Lincoln había tenido que aprender a cocinar para sí mismo, lo cual resultó ser todo un desafío a la paciencia del peliblanco, desde comprar la comida, los ingredientes y utensilios, hasta tener que memorizar largas y a veces complicadas recetas; pero con el tiempo, sus habilidades fueron desarrollándose, hasta el punto de que todos en su familia, incluido su padre, habían dado el gusto bueno a su comida.

Retiró el pollo de su empaque de plástico y lo colocó en una sarten para empezar a calentarlo a fuego lento. Acababa de hacer esto, cuando su celular sonó. Vio que se trataba de Amy y contestó de inmediato.

- ¡Amy! ¡Hola!

-Hola Lincoln. – La voz de su novia sonaba un poco apagada. Aquello definitivamente no era una buena señal, pero decidió ignorarla por el momento.

-Me sorprendiste. Estaba pensando en llamarte para preguntarte si tenías tiempo para comer juntos. Estoy preparando una de mis muchas especialidades: curry con vegetales al vapor. Ya verás que te encantara.

Amy suspiró desde el otro lado de la línea.

-Lincoln, tenemos que hablar.

-Ah, las famosas tres palabras que todo hombre teme escuchar de labios de una mujer…

Lincoln sintió que su cuerpo se tensaba, como si se preparase para un golpe inminente.

- ¿Pasa algo? – se sintió como un estúpido al hacer esa pregunta. Por supuesto que "algo" pasaba.

-Lincoln…escúchame bien, por favor. Creo que… es mejor que veamos a otras personas.

El peliblanco se detuvo en seco y se olvidó por completo de su tarea de cocinar. Se hizo un silencio prolongado. Mil ideas iban y venían en la mente de ambos.

-Amy… ¿estas terminando conmigo?

-Si.

La respuesta fue inmediata. Sin un solo atisbo de duda. La sorpresa inicial dio paso a la indignación.

- ¿Es en serio, Amy? ¿Así es como quieres terminar esta relación? ¿Por teléfono?

-Por favor, escúchame Lincoln. Sé que esta no es la forma correcta de hacer las cosas. Créeme cuando te digo que hubiese preferido verte cara a cara para poder hablar de esto con mayor tranquilidad, pero… si quieres que te sea honesta, estoy cansada de tratar de salir contigo solo para darme cuenta de que tienes… otras prioridades.

-Amy…

-Es cierto, Lincoln. No trates de negarlo.

-No estoy tratando de negar nada. Sé que he descuidado nuestra relación últimamente, pero…

-Lincoln, por favor, permíteme hablar.

Y el joven peliblanco se quedó en silencio. ¿Qué otra alternativa le quedaba? El final se sentía inevitable.

-Lincoln… cuando te conocí, pensé que eras un hombre extraordinario. Eras… no, eres guapo, simpático, atento, amable, leal… todavía podría seguir enumerando las cosas que hicieron que me enamorara de ti. Cuando empezamos a salir, me sentí tan feliz como no me sentía en mucho tiempo, pero…

-Siempre, siempre hay un "pero" …

-… a medida que iban pasando los días, empecé a conocerte mejor. Al principio, me sorprendí al descubrir que venias de una numerosa familia, más aún al saber que eras el único hijo varón junto a diez hermanas, cada una más distinta de la otra; después, vi cómo te esforzabas por mantener una relación con cada una de ellas, por ayudarlas en todos sus problemas y por aconsejarles lo mejor que podías. Te confieso que, al principio, esto me pareció muy noble y dulce de tu parte…pero después, empecé a sentirme… desplazada… por tu propia familia.

- ¿Desplazada? – preguntó Lincoln, sin podérselo creer todavía. Apenas hacia unas horas, había discutido el mismo tema con Larry, y ahora, su novia estaba terminando con él por la misma causa.

-Sí, Lincoln. Me ha tomado algo de tiempo, pero he llegado a darme cuenta que nunca podré ocupar un rincón en tu corazón que tenga algo de relevancia. No puedo competir con tus hermanas.

-Amy, por favor… sobre mis hermanas…no hay nada más natural que cuidar de las personas más cercanas a uno…

-Lo entiendo. Tuviste una infancia complicada, teniendo que convivir con diez hermanas, con padres que estaban ausentes la mayor parte del tiempo. Muchos niños habrían preferido aislarse en ese caos familiar, otros tal vez estarían malhumorados, pero tu… tu decidiste convertirte en el apoyo y soporte de todas tus hermanas. Y hasta el día de hoy, no puedes evitar preocuparte siempre por ellas.

-No sé cuáles sean las costumbres de tu familia, pero en la mía, nos ayudamos entre todos.

Amy suspiró. El joven peliblanco incluso podía imaginarla cerrando los ojos y negando con la cabeza.

- ¿Aun no te das cuenta, Lincoln? Tienes tanto miedo de ver a tus hermanas sufrir que te desvives por ellas en todo momento, hasta el grado de sacrificar tu propia felicidad – no había reproche o enojo en su voz, simplemente se limitaba a decir un hecho. – Esto no es natural.

-Eso no es…

- ¿Haz olvidado aquella vez que salimos al cine y en medio de la función tus padres te llamaron para avisarte que habían arrestado a tu hermana drogadicta? ¿Recuerdas como saliste de inmediato, dejándome plantada?

-Regresé por ti…

-Si…tres horas más tarde. ¿Y qué me dices de aquella vez en que tu hermana Lana llego de sorpresa a tu departamento, toda sucia y maloliente, justo cuando estábamos a punto de hacer el amor, y te pidió que le dejaras vivir contigo por unos días? Tú me pediste que me fuera, ¿recuerdas? Tuviste que hacer muchas cosas por ella…

-Ella me necesitaba.

-Pudo pedir ayuda a sus padres o cualquiera de sus otras hermanas. ¿Por qué a ti, precisamente? ¿Y qué me dices de la vez que tuviste que cancelar una cita conmigo para ir a recoger a tu hermana menor cuando estaba completamente borracha? ¿o que tal las veces que has tenido que defenderla?

-Lily es muy joven todavía, esta confundida…

- Pudiste haber salido lastimado por culpa de ella.

-Pero eso no ocurrió…

- ¡Eso no importa Lincoln! ¡Yo estaba muerta de preocupación! – alzo la voz hasta casi dañarle el tímpano.

-Amy…de verdad, lo siento… – antes de que pudiese seguir hablando, ella lo interrumpió.

- ¿O que tal las veces que te he llamado para salir y no puedes porque tienes que visitar a tu hermana Lucy al hospital, o tienes que recoger a los hijos de tus hermanas mayores de la escuela y cuidarlos? ¡A veces parece que esos pobres niños piensan que TU eres su padre! – Tomó aire antes de continuar – Todo eso sin mencionar a tus hermanas a las que… no les caigo muy bien. ¿Ya has olvidado la noche que fuimos a ver el show de tu hermana comediante y ella pasó la noche entera contando chistes sobre rubias y mujeres de pechos grandes?

Ante esto, Lincoln solo pudo suspirar al mismo tiempo que se frotaba la frente con gesto cansino.

-Tal vez solo fue una coincidencia… a veces, mi hermana tiene un sentido del humor un tanto extraño…

-Ella sabía que iríamos a verla esa misma noche, no fue ninguna coincidencia. ¿Ah, y que tal tu hermana modelo con complejos de princesa mimada?

- ¿Te refieres a Lola?

-Como sea – Se oía molesta - ¿No recuerdas cuando llegó de sorpresa el día de tu cumpleaños? Nosotros ya habíamos hecho planes para pasar toda la tarde juntos, pero solo hizo falta que ella te llamara para decirte que tenía problemas con su auto para que cancelaras todo de último momento. Al día siguiente acordamos salir de nuevo… ¡y ella se auto invitó a nuestra cita! ¿No recuerdas como nos hizo recorrer todo el centro comercial mientras ella compraba y compraba zapatos, vestidos y sabrá Dios que otras cosas? ¡Tú mismo tuviste que cargar con todas sus compras! ¡Juraría que en un momento me miró y se sonrió maliciosamente!

-Bueno…ella es… - Una vez más, ella lo interrumpió.

-También está tu otra hermana…Lynn, creo que es su nombre. – Lincoln suspiró de nuevo.

- ¿Qué pasa con ella?

-Es muy hostil y ruda conmigo. Siempre que tu estas presente se esfuerza en sonreír, pero apenas te vas, su expresión cambia… he notado que trata de esconderlo, pero… a veces me doy cuenta de que me mira como si quisiera matarme… y hace comentarios que más bien parecen amenazas disfrazadas…

Ante esto, el joven peliblanco no supo que responder.

-Bueno…mi hermana tiende a ser un poco… sobreprotectora… - Su novia o, mejor dicho, exnovia suspiró de nuevo.

-Eso ya no importa, no tienes que darme ninguna explicación o excusa. Siento mucho tener que decirte esto, pero estoy… cansada de tratar con tus hermanas – se notaba que se había esforzado por no usar una palabra más fuerte – He tratado de ser tolerante, pero no puedo más. Pienso que tienes serios problemas y, honestamente, creo que para ti no soy más que una válvula de escape. Las pocas veces que nos podemos ver, es solamente para tener sexo.

El, sin poderlo evitar, pareció rendirse a la justicia de sus palabras. Pero hizo un esfuerzo para decir:

-No pienses así.

-Créeme, con mucho gusto pensaría de otro modo si pudiera. Es por eso que prefiero terminar ahora a tener que soportar más de ese caos en el que tú mismo has decidido vivir.

-Amy…yo… lamento todo lo que…

-Por favor ya no digas nada. No espero que te disculpes; si te he dicho todo esto, es porque lo llevo pensando por mucho tiempo y necesitaba desahogarme. Por favor, ya no me hables ni trates de contactarme, pues ya no somos pareja. – Volvió a suspirar. Esta vez, se sintió como una verdadera despedida – Espero que algún día puedas ser feliz. Adiós.

-Espera…

Y ella colgó. Lincoln no pudo hacer nada más que ver en la pantalla de su teléfono las letras que decían: "llamada finalizada".

-No solo la llamada…

Y se quedó de pie, todavía con el celular en la mano, y mil pensamientos enredándose en su mente. Sin darse cuenta que el pollo hacia mucho que se había quemado.


No le quedó más remedio que comer el pollo en su estado casi carbonizado. Había una cierta ironía poética en todo aquello: una cena deprimente y un corazón roto. Sin duda, un cuadro lamentable en el que muchos hombres desearían jamás encontrarse.

-Pensar que hace apenas una hora sentía que podía afrontar lo que fuera…

Quizás había sido ingenuo al pensar de esa forma, después de todo, solo hizo falta una llamada o, mejor dicho, un rompimiento amoroso para hacerlo sentir derrotado e inservible. Lo peor de todo es que no podía culpar a su exnovia por terminar la relación; se daba cuenta de que él mismo había sido el arquitecto de su propia desgracia al haber descuidado las necesidades emocionales de su pareja, todo por procurar ser el soporte y apoyo de su familia.

Su cena tenía un sabor amargo, igual que su depresión.

Su lado racional le hizo ver que el dolor era inevitable, pero, al mismo tiempo, pasajero. Conforme fueran pasando los días, lo que sentía en esos momentos se volvería cada vez más soportable. Más tarde, tendría que obligarse a sí mismo a decir autoafirmaciones positivas, un método que ya le había funcionado antes; "Merezco ser amado", "mi dolor es provocado por la química de mi cerebro, la cual no puedo controlar", "esto también pasara" entre otras, eran sus frases predilectas.

Por ahora, debía conformarse con su curry quemado y hacer planes para la cena familiar de mañana.

El primer paso sería hablar con sus padres. Tomando de nuevo su celular, marcó el número de la casa Loud de memoria. Después de unos cuantos tonos, le respondió la voz de su madre.

- ¡Hola, mama!

- ¡Lincoln! – como siempre, su madre se alegró de oír su voz – No esperaba que llamaras tan pronto. – de repente, su voz sonó preocupada - ¿Tienes algún problema? Dime por favor que vas a venir a la reunión.

-Descuida, mama, no tengo ningún problema. Ya sabes que incluso aunque lo tuviese, por nada del mundo me perdería una cena preparada por papa. – solo pensar en ello, se le hizo agua la boca – ¿Ya tienen todo listo?

-Todo, cariño. Solo falta que tú y tus hermanas vengan.

-Aquí viene la parte difícil…

-Es precisamente por eso que te hablo, mama. Dime, ¿de casualidad has recibido una llamada de Lisa?

-No – su voz sonó triste e incluso resignada – Temo que este año no se presente de nuevo. Oh, mi pequeña niña… ¿Por qué ya no viene a vernos? ¿Por qué no llama por lo menos?

Para Lincoln, era duro escuchar a su madre hablar de esa forma, como solo una madre puede expresarse después no ver a uno de sus muy queridos hijos por mucho tiempo. Hubiese dado su mano derecha por nunca volver a oír a su madre lamentándose de esa forma.

-Maldita sea, Lisa.

- Ya intentaré hablar con ella. Ya conoces a Lisa, mama. Le gusta mucho tener su privacidad, sobre todo cuando se trata de su trabajo científico. Dondequiera que este, seguramente está haciendo algo que beneficiara a la humanidad.

-Eso espero, cielo.

Lincoln sintió que era mejor cambiar de tema.

- ¿Y cómo esta Luna, mama?

-Ha estado bien. Tu papa la sigue llevando a las consultas de desintoxicación y juntas de autoayuda. La mayor parte del tiempo, se ve… cansada. Ya no parece importarle mucho la música, incluso nos ha pedido que no encendamos la radio o la televisión…

-Aún sigue en la etapa de depresión, le falta perdonarse a sí misma y centrarse en lo positivo de la música – dijo Lincoln con el ceño fruncido – Tendré que hablar con ella mañana.

-Eso no es necesario, cariño. Tu hermana ya está recibiendo ayuda profesional…

-No voy a hablar con ella como un psicólogo, mama. Es mi hermana, así que voy a hablarle como alguien que la ama.

-Oh, Lincoln – murmuró su madre, conmovida.

- ¿Y Lily? ¿Cómo esta ella?

Esta vez, fue el turno de su madre de lanzar un largo suspiro.

-Lily… se la pasa encerrada en su habitación, recostada en el sofá, viendo televisión, o a veces en el patio haciendo…nada…

- ¿Solo eso?

-Sí, hijo, solo eso. Tu papa y yo hemos intentado hablar con ella, pero… no parece escuchar nada de lo que le decimos…

-Si necesitan ayuda, yo podría…

-No, no, no, Lincoln. Tú ya estás haciendo demasiado por tus hermanas, déjanos a tu papa y a mi resolver esto por nuestra cuenta.

-Sabes que no es ningún problema para mí, mama.

-Lo sé, cielo, lo sé. Solo… déjanos ser los padres de tu hermanita, ¿de acuerdo?

-Está bien…

A veces, hacía falta que su madre le recordara que no era su obligación ayudar en la crianza de su hermana menor. Aquella era la responsabilidad exclusiva de sus padres. Lincoln probablemente nunca lo admitiría, pero, muy en el fondo, desconfiaba de las capacidades de sus padres para afrontar dificultades; a pesar de ello, sabía bien que, en ocasiones, tendría que hacerse a un lado para dejar que descubrieran por sus propios medios que decisión tomar.

-A veces es tan difícil…

-Por cierto, trataré de llegar temprano mañana. Creo que aprovecharé el tiempo para hacerle una visita a Lucy. – casi pudo ver a su madre asintiendo del otro lado de la línea.

-Me parece muy bien, cielo. Te estaremos esperando mañana, así que, por favor, maneja con cuidado.

-Así lo haré, mama. Adiós. – Estaba a punto de colgar, cuando su madre volvió a hablar.

- ¡Ah, Lincoln! No olvides que tienes que ser cuidadoso con Lucy. No le hables sobre sus… alucinaciones. Recuerda lo que pasó la última vez.

-Lo recuerdo muy bien.

-Aunque a veces desearía poder olvidarlo…

-Te veré mañana, mama. Mándale mis saludos a papa. Adiós

-Adiós, cielo.

Una vez terminada la llamada, Lincoln dejó su teléfono sobre la mesa y se recargó sobre su silla, llevándose las manos a la cabeza. Sin duda, mañana sería un gran día. Por fin se reuniría con sus hermanas y tal vez…solo talvez, un poco de la magia del pasado volvería a llenar su corazón; por supuesto, tendría que haber serias conversaciones y quizás algún que otro reclamo, pero había aferrarse a la esperanza.

El resto de la tarde, Lincoln dibujó en su estudio los bocetos que por tanto tiempo habían rogado por salir de su mente y ser plasmados en papel, fue al gimnasio, regresó o a su departamento, se duchó, leyó algunos artículos de investigación en el campo de la psicología científica y, finalmente, se fue a la cama. A pesar de su cansancio, le resultó difícil conciliar el sueño, por lo que se obligó a sí mismo a contar ovejas.

Treinta minutos después, el joven peliblanco dormía plácidamente, sin saber que, al día siguiente, su vida no volvería a ser la misma.


Saludos a todos. Estes es mi primer fanfic, el cual espero que les guste. Sientanse libres de hacer sugerencias, comentarios, criticas constructivas, etc. Muchas gracias.