HOLA!, ¿COMO VAN?. SI SIGUEN OTRO DE MIS FICS, NO ME MATEN! POR EMPEZAR OTRO SIN TERMINAR LOS ANTERIORES, NO SE PREOCUPEN, JURO QUE LOS TERMINARE...EVENTUALMENTE JEJE.
EN TODO CASO, HE ESTADO LEYENDO UNO QUE OTRO DEIxSAKU FICS, ALGUNOS ME GUSTARON BASTANTE, OTROS NO TANTO, PERO ME DIERON LA IDEA PARA ESTÁ HISTORIA.
ALGUNAS ACLARACIONES:
-EL FIC SE BASA EN EL ANIME, PERO NO SIGUE COMPLETAMENTE EL CANON, AUN CUANDO TRATO DE INTEGRARLO UN POCO.
-EL PAIRING VARIARA ENTRE DEIxSAKUxSASU.
-RECIBO CRITICA CONSTRUCTIVA, NO ESPERO TENER CIENTOS DE REVIEWS, PERO SI ME GUSTA ESCUCHAR SU OPINIÓN PARA PODER ORIENTAR LO MEJOR POSIBLE LA HISTORIA.
-Dialogo-.
-Pensamientos-.
Las cosas simplemente no pueden empeorar más. Cuántas veces había pensado lo mismo en su vida, para encontrarse nuevamente con que si, si podían empeorar. Los primeros días en la academia, donde las pocas personas que la notaban y le dirigían la palabra lo hacían para burlarse de ella. O cuando luego de hacer su primera amiga descubrió que ambas estaban enamoradas del mismo muchacho.
No, esas eran chiquilinadas. La primera vez en su vida donde en realidad sintió que las cosas no podían empeorar más, fue cuando durante su primera misión fuera de la Aldea de la Hoja, su equipo fue atacado por el poderoso Zabuza Momochi dejando mal heridos, sino es que casi que muertos, a sus personas más preciadas; sus compañeros del equipo 7. Después de eso, por desgracia, las cosas solo empeoraron antes de mejorar. Los exámenes chunin, el ataque de Orochimaru, el aumento de peleas entre Naruto y Sasuke, la deserción de este último. No Había pasado ni un año y medio de aquello, cuando Sakura ya enfrentaba otra crisis más. La muerte de sus padres.
- Parece ser que fue como lo sospechábamos. Tus padres se vieron atrapados en una pelea entre ninjas renegados cuando venían de regreso a Konoha. El equipo Anbu que lo confirmó se encargó de los renegados sobrevivientes. Se que no lo compensa. En verdad lo siento Sakura-.
Era la segunda vez que Tsunade, su Hokage y mentora, le decía lo mismo a Sakura. No había sido fácil escucharlo la primera vez, cinco días atrás cuando llegaron las primeras noticias, y aún ahora, con la confirmación de los hechos, no parecía ser capaz de procesarlo. Sus padres, las personas que la cuidaron, criaron y siempre la amaron, no volverían jamás.
Tsunade esperaba con calma la reacción de su pupila, era un tema difícil de tratar. Si bien la peli rosa era una fuerte kunoichi, no quitaba el hecho de que no era más que una adolescente de 13 años.
Shizune, la asistente de la Hokage, miraba con preocupación la escena. Tanto ella como Tsunade amaban a la peli rosa, les dolía en el alma verla sufrir así. Por desgracia sabía bien, que por ahora eso no sería todo.
-Sakura-. La llamó luego de unos momentos Tsunade. En respuesta la chica apenas subió la mirada, para encontrarse con la de su maestra. -Como sabrás, cuando se confirma la muerte de un ciudadano de la Aldea de la Hoja, lo primero que se hace es revisar sus archivos. Archivos que contienen toda su información, de modo que nos ayuda a veces a esclarecer la causa de muerte, su impacto para la aldea, además de otras cosas más-.
Sakura asintió levemente, no quería usar su voz, ya que de seguro sonaría más allá que quebrada.
Tsunade dio un largo respiró y prosiguió. -Estos son los archivos de tus padres-. Explicó mientras le mostraba a la chica dos carpetas. -Dentro se encuentra un informe general sobre lo que fueron sus vidas aquí en la Hoja, además… de su testamento-.
Sakura observó con extrañeza las carpetas, sabía quienes habían sido sus padres, no necesitaba un informe que se lo dijera, aún así le causaba curiosidad que diría el testamento, ya que contenía claramente la última voluntad de sus padres.
La ojijade estiró la mano lentamente casi que pidiendo permiso a Tsunade que cuidadosamente le entregó el preciado documento. La joven tomó aire como pudo y sin pensarlo mucho empezó a leer el testamento. Los primeros párrafos eran básicos, estándar, hablaban de los bienes que tenían y como lo suponía, todos irían a ella, su única hija. Aún así mientras sus ojos más avanzaban por la página, estos más crecían.
-¿Pe…pero… que? ¿Cómo? - Casi que susurró Sakura ante el contenido del documento.
Shizune y Tsunade se miraron entre si con preocupación, como lo suponían, lo dispuesto en el testamento había sido tan sorpresivo para Sakura como para ellas.
-Sakura, lo mejor será que hablemos de… eso-. Señaló con cuidado Tsunade.
La chica la miró con inquietud y con la poca voz que tenía dijo. - ¿Y con eso se refiere a…?-.
La rubia posó sus codos sobre su escritorio para luego posar su mentón en sus manos. No sería una conversación corta, ni mucho menos fácil. -Tus nuevos tutores legales, es decir, la familia de tu prometido-.
La sorpresa había sido total para la pobre chica. No solo no sabía que sus padres le habían escogido un tutor para tal caso, sino que ¡menos que sabía que tenía un prometido!. Tsunade sabía que todo lo que pasaba era más que suficiente para acabar con cualquier persona, pero aún así era su deber seguir el protocolo, especialmente el determinado por los padres de Sakura.
Según los documentos, los padres de la chica habían concertado un arreglo matrimonial para su hija desde hace tiempo. Si bien Sakura era una kunoichi, provenía de una familia de comerciantes, por lo cual tenía sentido que la comprometieran con el hijo de uno de los principales socios de su padre.
De lo que más llamaba la atención, dentro de la de por si increíble situación, era que la familia de dicho socio, y por consiguiente de su prometido no residía en Konoha, residía en Iwagakure (La aldea oculta de las Rocas). Al parecer, el señor Haruno pensaba que con todo lo que venía sucediendo en Konoha desde años atrás, no estaría mal que la chica tuviera opciones. Además, por la forma en que describía a la familia de su socio, era obvio que el futuro de la chica estaría asegurado por la relevancia y peso de su nueva familia.
-Bien Sakura, ¿Qué sabes sobre tu prometido y su familia? -. Indagó su maestra. La chica pareció considerarlo por unos minutos, en verdad en ese momento bien podrían preguntarle su propio nombre y no lo sabría. Su confusión era total. -Aquí dice que es miembro de la familia Menbaa, un clan bastante prominente en Iwa, aunque no sabemos el por qué, ya que Iwagakure no es una aldea que comparta ningún tipo de información con las demás-.
¿Iwagakure? ¿Menbaa?. Ambas palabras, aunque extrañas, no eran totalmente desconocidas para la chica, es más parecían remover algo en lo más profundo de ella, más exactamente sus recuerdos.
- - - - - - FLASHBACK - - - 7 AÑOS ATRÁS - - - - -
-Oee! ¡Te dije que no te alejaras! – llamó un pequeño niño rubio de cabello largo, ojos azules y piel blanca.
Si bien la pequeña peli rosa escuchó el intento de regaño dirigido a ella, pareció no determinarlo en absoluto ya que siguió su camino colina arriba entre las enormes rocas. El pequeño rubio la observó con molestia. ¿Qué tan difícil podía ser completar el encargo de sus padres y vigilar a una pequeña de 6 años?, definitivamente, bastante complicado.
No había pasado más de medio día y la niña ya lo había hecho recorrer la mayor parte de los terrenos del clan, ¿Qué no podía sencillamente quedarse quieta en un sitio?, además, que tenía que estar buscando una niñita entre las montañas.
Los pensamientos del chico fueron cortados por un leve golpe en su cabeza.
-¿Amm, Una roca?...no. Tierra- Pensó para si el chico mientras levantaba la mirada para encontrarse con que la pequeña pelirrosa que debía vigilar se había adelantado bastante subiendo la montaña, y ahora estaba nada más y nada menos que colgada con solo una mano de una inestable piedra.
El joven soltó un cansado suspiro, por eso odiaba tener que obedecer a su familia, todas las tareas que le daban eran en verdad problemáticas. Aun así, sin pensarlo más dio un ágil salto alcanzando a la niña.
-ñeeee….ungg-. Sonaba la presión en los labios de la pequeña niña, quien se esforzaba con todo lo que tenía por no soltarse y caer, ya que aunque no estuviera muy arriba, no sería una linda caída.
-Parece que necesitas un poco de ayuda. Hmm- dijo el rubio llegando con gracia y agilidad al frente d la chica. La niña lo observó, más que con molestia con decisión. No se daría por vencida, subiría, escalaría, dominaría esa montaña todo por llegar a su meta.
El rubio la observaba con gracia, no había hablado mucho con la pequeña, pero por lo que veía era bastante testaruda. La pelirrosa luchaba con todas sus fuerzas por no soltar el agarre de la roca y caer, aún así sus pequeños brazos no aguantaron más la tensión y terminaron cediendo.
-AAAAAAAAAAAAA!- Gritó la pequeña con temor mientras se cubría la cara con los brazos esperando el duro choque contra el piso. Sin embargo, este no llegó. La chica descubrió su rostro con lentitud para encontrarse con la cara llena de duda y burla de su cuidador, quien la mantenía sostenida del cuello de la camisa, evitando que cayera.
Los pequeños se observaron por un largo minuto, en silencio, hasta que… - emm… gracias- dijo con una tímida voz la pequeña pelirrosa.
-Jamm… Agradece que mi obligación es cuidarte, sino tu suerte hubiera sido otra-. bufó en respuesta el rubio mirando hacía abajo como mostrándole que tan terrible hubiera sido la caída. La chica pasó saliva pesadamente siguiendo su mirada. -Bien, es hora de volver a casa-. Expuso el pequeño ojiazul acomodando a la chica bajo uno de sus brazos y preparándose para saltar y emprender el camino de regreso.
La idea pareció no caerle bien a su pequeña carga ya que enseguida empezó a luchar por soltarse de su agarre. - ¡No! No quiero volver… aun no puedo!-
-Jash! Suficiente- exclamó con molestia. -Quédate quieta sino quieres que te suelte colina abajo-.
-No me importa, solo… déjame!-
Aunque el muchacho tuviera 10 años, y le llevara 4 de diferencia a la niña, le estaba costando bastante trabajo contenerla. Por lo cual cuando estuvo al limite de su paciencia estalló. -¡SUFICIENTE! ¡QUE DEMONIOS SUCEDE CONTIGO MOCOSA!, ¿QUE NO PUEDES SER UNA NIÑA NORMAL Y JUGAR CON TUS MUÑECAS EN LA CASA?-. La chica pareció congelarse por el momento. El rubio sabía que no debía hablarle así, pero suficiente era suficiente. Miró de reojo a la chica bajo de su brazo, aunque tuviera una cinta roja peinándola, un poco de cabello cubría su cara. -Lo que me faltaba, ahora va a empezar a llorar-. Pensó con fastidio el chico.
Aun así, en contra de toda lógica. -No soy una mocosa y no soy una niña normal… soy una ninja y ¡HE DICHO QUE ME SUELTES! - Gritó la niña pateándolo finalmente con toda la fuerza que tenía en la espalda.
No se sabe que sorprendió más al rubio, la exabrupta declaración de la chica, la fuerte patada o el hecho que gracias a esta había perdido el equilibrio y ahora ambos iban en picada hacía abajo.
-¡AAAAAAAAAAA!- Gritaba la chica, ahora si que no se salvaría del golpe.
-Demonios- siseó para si el chico mientras veía descender frente a el a la chica, si no hacía algo ambos se lastimarían. Analizando la situación el rubio hizo rápidamente varias señas con sus manos, para luego alcanzar con un brazo a la chica y con el otro agarrarse como pudo de la montaña de piedras que al hacer contacto con la mano del chico se estiró y los atrapó. -Estuvo cerca-. Suspiró con alivió el chico al ver los pocos metros que les faltaron para estrellarse contra el piso y la chica a salvo bajo su brazo.
La niña parecía muda de la impresión, pero esto no detuvo la ira contenida del ojiazul. -ESTAS LOCA! O TIENES UN DESEO SUICIDA! Como se te ocurre empujarnos a ambos desde esa altura de la montaña!-
Los ojos de la pequeña se entrecerraron con tristeza, sabía que lo que había hecho había estado mal, muy mal. -Yo… lo siento-.
El semblante molesto del rubio no disminuyó. No creería en el aparente arrepentimiento de la pequeña como había creído antes cuando le agradeció por salvarla. -Como sea, te llevaré a casa, allá serás problema de tus padres-.
La chica pareció tensarse por un momento. -No… por favor, yo… aun no-
El rubio la miró con mayor molestia. -¿Y por qué no?- preguntó fríamente. -¿Qué diablos tiene que estar haciendo una niña de 6 años en la cima de una montaña-.
La chica miró hacia arriba y señaló un punto en lo alto con su pequeño dedo haciendo que su guardián también mirara. -Esa flor, solo crece en este tipo de terrenos en Iwa-. Explicó la pelirrosa aun en el agarre del chico observando la cima de la montaña. El rubio entre cerró sus ojos para poder enfocar mejor lo que señalaba la niña en la distancia. Se trataba de una flor blanca con rojo. La había visto varias veces antes, más nunca le había prestado atención.
-Quieres decir que casi te matas y me matas a mi por una estúpida flor- dijo con incredulidad y molestia el chico rodando los ojos. La pequeña no contestó nada, solo siguió observando a lo lejos la flor.
-Sandeces- soltó por lo bajo de un suspiro el chico sujetando bien a la chica bajo su brazo y dando tres grandes saltos hasta la cima. Tan pronto estuvieron en lo alto el rubio soltó sin cuidado a la pequeña, qué aunque se golpeó levemente con el piso pareció no importarle ya que lo primero que hizo fue ir hacia la preciada planta que tanto deseaba.
El ojiazul cruzó los brazos con molestia mientras veía de medio lado como la niña admiraba y arrancaba con el mayor de los cuidados la flor. El chico solo podía pensar si en verdad alguien en el mundo estaba dispuesto a arriesgarse y casi morir por algo tan estúpido, pero viendo la enorme sonrisa que ahora adornaba la cara de la chica, y todo lo que había sucedido en el día era más que obvio que si.
La niña se levantó con calma y se acercó a su cuidador. -Emm, este… yo… muchas gracias-. Soltó sin más la pequeña con un fugaz brillo en sus ojos que por un momento capturó la atención del rubio. El chico asintió levemente sin perder de vista su mirada, era como si la determinación de la chica ahora que había logrado su objetivo le diera cierto brillo extra a sus ojos.
-Bien, ahora podremos volver tranquilos a casa, claro… a menos de que tengas otro deseo suicida. Hmm-. Dijo el chico rompiendo el momento.
La niña sonrió con algo de vergüenza- Jeje, en verdad lo siento, se que te cause muchos problemas, pero prometo que ahora me portaré bien-.
El rubio rodó los ojos. ¿Que tanto podía creer en la palabra de una niña de 6 años?, y más de una tan impredecible como esa. -Como sea. Ya vámonos-
Los pequeños volvieron a la casa del chico, el rubio tenía que cuidar de la ojijade por un par de horas más ya que los padres de esta estaban en la mitad de una reunión con los suyos. Por lo que le habían informado, la pequeña era hija de uno de los principales socios de su padre, por lo cual no le extrañaba que le hubieran pedido que tuviera tanto cuidado con la chica.
Tal como la chica lo prometió, el resto del día paso sin el mayor de los percances, pues la pequeña se dedicó a cuidar de la flor sin causar mayor problema. A decir verdad, ahora que la niña se había calmado no parecía ser tan mala compañía ya que no lo interrumpía mientras estudiaba, es más de vez en cuando podía percibir la curiosa mirada de la chica sobre los libros que leía.
Entrada la noche volvieron los padres de la pequeña.
-¡Okasaasan, Otosan!- corrió la pequeña a saludar con emoción al ver entrar a sus padres.
El rubio apenas y levantó la mirada levemente, hasta que vio entrar a sus propios progenitores; se levantó y a modo de saludo hizo una pequeña reverencia. Los padres del rubio devolvieron el gesto de la misma manera, claramente ambas familias eran bastante diferentes en su trato hacia sus hijos.
-Sakura- dijo con una gentil sonrisa la madre de la chica acariciándole la cabeza. -Espero que no hayas causado ningún problema-. La pelirrosa sonrió de medio lado con vergüenza recordando todo lo ocurrido.
El padre de la chica conocía bien esa sonrisa, por lo cual sonrió con vergüenza al pequeño rubio que se había encargado de cuidarla toda la tarde y dijo. – Lamento los inconvenientes que mi pequeña te haya podido causar-.
El chico tenía bastante que decir al respecto, pero sabía mejor que comportarse de una manera tan impulsiva frente a sus padres, por lo cual se conformó con decir. -No fue inconveniente alguno-.
-Bien- respondió el padre del rubio con tono autoritario. -ya que toda la siguiente semana, mientras terminamos nuestros negocios, la chica será tu responsabilidad-.
-Eso no es necesario Menbaa-san -. interpuso la madre de Sakura. -Sakura puede…-
-No se como sean las cosas en Konoha, pero aquí en Iwa una niña extranjera de 6 años no puede simplemente andar sola. Mi hijo la cuidará, es su deber para con nuestros socios y como miembro de la familia Membaa-.
La noticia no emocionaba para nada al pequeño. Ser niñero simplemente no era lo suyo, aun así sabía que ante las órdenes de su padre por mucho que replicara como en veces anteriores no había salida. El chico tan solo asintió, aceptando la tarea encomendada.
Sus padres parecieron levemente sorprendidos ante la ausencia de réplicas del muchacho, no era común que aceptara lo que le imponían sin un poco de pelea antes, para terminar haciéndolo a regaña dientes.
-Recuerda, aunque estés cuidando de ella no podrás descuidar tus demás deberes-. Aclaró la madre del chico. -Seguirás entrenando y estudiando en los horarios establecidos-.
El rubio no respondió nada, solo devolvió una turbia mirada a la mujer, estaba cansado de pelear y de seguir órdenes.
-Está claro, Deidara-. Dijo a modo de orden el padre del rubio. A lo cual el chico luego de un largo e incomodo silencio solo respondió.
-Hai-.
- - - - - INTERRUPCIÓN DEL FLASHBACK - - - - - -
–Entonces conoces a la familia Membaa –. Analizó Tsunade luego de escuchar el relato de su aprendiz.
Sakura asintió levemente aun algo perdida en el dolor y sus recuerdos.
–¿Y tu prometido? –. Interpuso Shizune -¿Crees que se trate de ese chico, Deidara?-
–Umm, pues, fue la única persona contemporánea a mi edad que conocí mientras estuve allá, también era el único hijo barón que tenía el socio de mi padre… además…–.
- - - - - CONTINUACIÓN DEL FLASHBACK - - - - - -
Tal como lo sentenció el padre del rubio, durante toda la semana que Sakura y sus padres estuvieron en Iwa, Deidara fue el encargado de cuidar a la pequeña pelirrosa. Lo que significaba que a donde fuera el rubio, debía de ir la pequeña.
–Apresúrate. Si–. Llamó el chico a la pelirrosa.
–Amm. No entiendo por que tu entrenamiento tiene que empezar tan temprano, al fin y al cabo, dura casi todo el día–.
El chico soltó un cansado suspiro mientras caminaba frente a la somnolienta niña. –Jaaa… Y eso que tu solo tienes que verme entrenar. No se como esperas convertirte en una kunoichi sin practicar–.
La niña infló los cachetes con molestia, si bien hasta ahora había empezado la academia sabía que lo lograría, sería una kunoichi a como diera lugar.
Tal como los días anteriores Deidara llegaba al campo de entrenamiento de su clan donde practicaba por horas un poco de Taijutsu, ninjutsu y lo demás que su maestro le instruyera. Sakura lo miraba a lo lejos con algo de interés, aunque el chico solo le llevara 4 años de edad, era más que obvio que le llevaba siglos en práctica y habilidad.
–Espero ser capaz de hacer todo lo que Deidara hace cuando tenga su edad–. Pensó la chica mientras soltaba un largo suspiro. –Tengo que ser una buena, no una excelente kunoichi si quiero conquistar en verdad a Sasuke-kun–.
Terminada la práctica los chicos volvieron a la casona por un rápido refrigerio, antes de su siguiente y según Deidara, más tediosa actividad. Estudiar.
- Bien Deidara, hoy te centrarás en aprender sobre la forma en que fluyen los canales de chakra en el cuerpo. Más te vale no perder el tiempo, ya que la otra semana volveré a tomarte la lección-. Anunció su tutor dándole al menos 10 libros tamaño extra grande antes de marcharse.
El rubio soltó de golpe en el piso los pesados libros con un cansado suspiro. Odiaba sentarse por horas simplemente a leer, el era una persona más de práctica que de teoría. Además, muchas veces ni entendía los libros y pergaminos que le daban por lo cual terminaba aprendiendo cosas que recitaba de memoria sin un entendimiento real.
-Será mejor comenzar-. Dijo por lo bajo para si mismo, tomando el primero de los libros y sentándose a leer.
Transcurrieron al menos 4 horas en el más sepulcral de los silencios. El rubio empezaba a desesperarse. -¡AAAAAA! Nunca voy a aprenderme todo esto a tiempo-. Estalló lanzando el libro contra el suelo con furia.
Aun así. -Shh. Te importaría, estoy tratando de leer-. Lo silenció Sakura. Por un momento el rubio había olvidado totalmente la presencia de la chica, había estado tan callada.
El ojiazul la estudió de reojo con algo de sorpresa. -Esos no son libros para niños. Hm-. Dijo el rubio al ver a Sakura con el más grande de los libros de los que le había dejado su maestro. La chica lo miró con aburrimiento por un segundo antes de cerrarlo y devolverlo.
-De todas formas ya lo lei-.
La sorpresa en la cara del rubio no se hizo esperar. -Jaaa… como si creyera que una niñata de 6 años ya leyó tal libro-.
La chica encogió levemente sus hombros quitándole importancia. -En realidad era el único de esos que me faltaba por leer-.
Deidara rodó los ojos mientras soltaba un bufido. -Si, si, porque solo pasar los ojos por las páginas es leer-.
-Pues mejor que tu método de estudio de observar una página por casi 2 horas- dijo la chica sacando la lengua. -Te reto, pregúntame lo que quieras, estoy segura que seré capaz de responder-.
-Pff…como sea, solo haz silencio necesito concentrarme-.
-Si claro… gallina-
-¿¡Que dijiste!?-
-Dije GA-LLI-NA. O quieres que te lo escriba en una hoja para que lo mires dos horas y lo entiendas-.
Deidara empezaba a perder la paciencia, definitivamente era mejor cuando la chica estaba callada. Aun así, no queriéndole dar el gusto tomó el más gordo de los libros, lo abrió casi que la mitad y luego de leer un poco disparó la primera pregunta, que para desgracia suya Sakura no tardó en responder correctamente; ni esa, ni las 20 siguientes.
-Como demonios puede saber tanto una mocosa de esa edad-. Pensaba irritado el rubio viendo la petulante sonrisa de la niña.
-Te lo dije- dijo con autosuficiencia la chica.
-Si si, como sea, cualquiera puede saber esas cosas con tal de leer un librucho-.
-¿A si?, bien. Entonces ¿que tal si yo te pregunto ahora a ti? Después de todo tu eres el que va a tener el examen-.
Deidara se quedó en blanco en ese momento. -Emm, este… bueno yo no he tenido el tiempo aun de leerlos todos. Si-.
-Está bien, solo te preguntaré sobre lo que has leído-. Dijo la chica tomando el libro que Deidara había estado leyendo las últimas 4 horas y abriéndolo en una de las primeras páginas.
A diferencia de Sakura, el chico no pudo responder sino la mitad de las preguntas.
-¡Eres una tramposa!, eso no estaba allí-.
-Lo estaba implícitamente-. Refutó la chica. -Solo fuiste capaz de responder las preguntas textuales-.
El ojiazul se acercó y sin la menor de las delicadezas le arrancó el libro de las manos a la niña. -Como sea. Tengo que continuar con mis estudios-.
La peli rosa se quedó callada mirándolo por un momento. Las preguntas que le había hecho al ojiazul no eran imposibles de responder, solo necesitaban un poco de comprensión, comprensión que claramente el no tenía.
-Sabes, si quieres puedo ayudarte. Es decir, claramente no vas a alcanzar a terminar con todo esto empleando tu método de estudio-.
Deidara la ignoró por completo, no necesitaba la ayuda de una niñita. La ojijade soltó un pequeño suspiro, por lo poco que había visto del chico en esos días, era una persona que le gustaba hacer las cosas por si solo, como si en verdad nunca necesitara ayuda. Lentamente se acercó y se sentó junto a el.
-Tal vez deberías empezar por este-. Dijo ofreciéndole otro de los libros. -Explica los principios que se desarrollan en el que tu tienes-.
El chico la miró de reojo, en verdad no estaba avanzando nada con el libro que tenía entre manos, ¿sería tan malo aceptar la ayuda de la pequeña niña?. Sus pensamientos se vieron interrumpidos nuevamente por la chica.
- No se como esperas convertirte en un ninja sin adquirir el conocimiento-. El rubio se quedo en silencio, eran prácticamente las palabras que había usado contra ella hace tan solo unas horas. -Reconozco que tu eres muy fuerte, a lo mejor por eso no piensas que sea importante este tipo de cosas. Pero para ser un buen ninja se requiere tanto fuerza como conocimiento-.
-Que sabrás tu de eso-. Soltó sin reparo el chico con molestia.
Una triste sonrisa se formó en la cara de la pequeña-. Lo mismo que tu, pero tal vez de una forma diferente. Yo… quiero ser una gran kunoichi, pero la verdad… es que no soy muy fuerte. Mi padre dice que es porque aun soy muy pequeña. Aun así, he visto como los chicos de mi edad hacen cosas increíbles que yo… no creo que alguna vez sea capaz de hacer-. El recuerdo de las batallas de práctica en que había participado Sasuke volaron por la mente de la pequeña en ese momento-. Por eso me he esforzado tanto en que si no puedo ser la mejor en la práctica, al menos lo seré en la teoría mientras reúno más fuerza-.
Deidara no dijo nada, no sabía mucho de la chica, solo que era molesta y por lo que había demostrado hasta el momento aparentemente muy decidida. El rubio chasqueó la lengua y sin mirarla tomó el libro que le ofrecía. El resto de la tarde pasó en total armonía. Deidara leía a su ritmo mientras Sakura le comentaba uno que otro detalle intentando ayudarlo ya que definitivamente él nunca le pediría directamente su ayuda.
Pasados unos días, el chico no podía negar que se sentía satisfecho, nunca había avanzado tanto es sus estudios teóricos a tal velocidad, aunque le pesaba que fuera gracias a Sakura, quien con cada día que pasaba parecía sentirse más a gusto con él. Y no era la única, el chico empezaba a disfrutar el tiempo con la pequeña, era lo único en su rutina impuesta que no parecía cansarle, es más le ayudaba a disfrutar un poco todo lo demás.
-Lo estás arrojando mal, tienes que cogerlo así y girar un poco la muñeca -. Le explicaba con burla el rubio a la pequeña cuando intentaba practicar el lanzamiento de shuriken.
-¡No es como si no quisiera!, mi muñeca simplemente no gira en ese sentido-. Se quejaba la chica.
-Excusas, excusas- Se burló el chico arrojando un shuriken y atinando en el blanco.
-Creído-. Se quejó la chica haciendo un nuevo intento y fallando. -¡NOOO!. Así nunca voy a poder impresionar a Sasuke-kun!- se lamentó la chica. El rubio apenas y rodó los ojos. No era la primera vez que escuchaba del tal Sasuke-kun por parte de la pelirrosa. Era claro que no solo era el chico que le gustaba, sino básicamente la razón de su todo. La razón por la que se esforzaba tanto para ser una buena kunoichi, la razón por la cual casi los hace morir yendo por una simple flor ya que en sus palabras "le iba a gustar mucho a Sasuke-kun porque tiene los colores de su clan". Definitivamente Sakura era aun una niña.
La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, y así como había llegado Sakura se había marchado con sus padres de vuelta a Konoha.
- - - - - - FIN DEL FLASHBACK - - - - - -
-Es decir que durante el tiempo que estuviste en Iwa hace 7 años, ese chico Deidara fue la persona con quien más tiempo pasaste-.
-Así es- respondió Sakura a la pregunta de Tsunade.
-Tendría sentido que fuera tu prometido, además la fecha de constitución del compromiso cuadra con las fechas en que volvieron a Konoha después de su viaje a Iwa-.
Sakura permanecía en silencio mirando al vacío. Tenia tantas preguntas por hacer, tanto en que pensar y a la vez se encontraba tan agotada como para hacerlo, por lo cual lo único que salió de sus labios fue… -Entonces, ¿que es lo que debo hacer?¿que va a suceder conmigo?-
Tsunade y Shizune se miraron entre si con pesadez, para luego volver la mirada a Sakura.
-Sakura, no hay manera sencilla de poner esto; como tu maestra quiero ayudarte especialmente en este momento a que todo sea lo menos traumático posible. Pero como Hokage, tengo que honrar la ley, lo que significa honrar la solemne voluntad de tus padres-.
-Quiere decir que…-. La fortaleza de Sakura había llegado a su limite, empezaba a desquebrajarse lo cual era más que notorio por el quiebre en su voz y las pequeñas lágrimas que amenazaban con escaparse de sus ojos.
-Sakura, Kizashi y Mebuki establecieron el compromiso creyendo que era lo mejor para ti. Todo lo que hacían lo hacían pensando en lo que sería lo mejor para ti. Yo, aunque me duela, no soy nadie para demeritar sus decisiones y esfuerzo. Por lo cual, no me queda otra opción que notificar a la familia Menbaa sobre lo sucedido y asignarles tu custodia legal-.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Sakura. Nunca se sintió tan sola como en ese momento. Sus padres ya no estaban, ¿Dónde diablos estaban Naruto, Kakashi y Sasuke cuando más los necesitaba?, y ahora su mentora y maestra le daba la espalda.
-Yo…- tartamudeó con dificultad Sakura. -No me quiero ir, no quiero ir a Iwa-.
-Lo sé Sakura, ninguna de nosotras quiere eso. Y te prometo que haré todo en mi poder para que puedas permanecer en Konoha. Después de todo, aunque tu custodia legal pasé a los Menbaa, no significa que necesariamente tengas que mudarte a Iwa-. Sakura miró entre sus lágrimas con algo de duda a Tsunade. La rubia le sonrió amablemente y completó. -Tal vez con la propuesta indicada tu prometido encuentre mucho más provechoso establecerse en Konoha-.
No hubo más que decir, más que discutir. Tsunade envió el comunicado a Iwa, mientras en Konoha Sakura se encargó del funeral de sus padres. Los días y las semanas empezaron a transcurrir luego del desdichado incidente. La pelirrosa no podía dejar de pensar en lo que le esperaba, una nueva aldea a lo mejor, una nueva vida, un hombre. Recordaba al chico de Iwa con cierto cariño, pero realmente nunca se planteó si quiera el volverlo a ver, más después de todo ese tiempo, y menos en esas circunstancias. ¿Y como podría hacerlo? cuando a la única persona que su corazón veía y reconocía de tal forma era a Sasuke, sin importar el tiempo que hubiera pasado desde que él se marchó de la villa.
Había transcurrido un poco más de un mes desde la muerte de los padres de Sakura, y desde que esta se enteró del dichoso compromiso, cuando Tsunade la mandó a llamar. La joven kunoichi estaba acostumbrada a ir a la oficina de su mentora ya fuera por una misión u otro asunto, aun así desde el día en que Tsunade había enviado la comunicación a Iwa se sentía algo ansiosa, ya que de seguro solo sería cuestión de tiempo para tener una respuesta.
-Tsunade-sama- dijo la chica entrando a la oficina y mirando alrededor. Allí se encontraban no solo la Hokage sino que su primer sensei, Kakashi. De seguro se trataba de una misión, por lo cual se relajó.
-Sakura por favor siéntate- le instruyó la mujer al tiempo que Kakashi bajaba su libro para poner atención.
-Extraño-. Fue lo primero que pasó por la mente de la chica al verlo tan atento. Sus cavilaciones fueron interrumpidas por la voz de su maestra.
-Vamos al punto. Como bien saben hace un poco más de un mes mande un comunicado a los Menbaa en Iwagakure en base a los desafortunados acontecimientos que ocurrieron-.
El cuerpo de la chica se paralizó y empezó a sudar frio. -Diablos! ¡No, no! No!, no puede ser-. Pensó con desesperación. A lo mejor ya había llegado la respuesta.
Tsunade sonrió con simpatía ante la reacción de la chica y prosiguió. -Al día de hoy, no ha habido respuesta-. La pelirosa se relajó momentáneamente, eso era en verdad un alivio, pero estaba segura que Tsunade no la llamaría solo para decirle eso, por lo cual se volvió a tensar instantáneamente mientras terminaba de escuchar a su sensei. -Creo que el tiempo de espera ha sido más que suficiente, y como hokage tengo la obligación de velar por mis ciudadanos. Sakura, si bien se que eres una extraordinaria joven, responsable y totalmente autosuficiente, te asignare un tutor legal, no para que te vigile sino para que vele por tus intereses-.
-Amm?- fue lo único que salió de los labios de la chica. ¿A donde diablos iba Tsunade con eso?
-Kakashi- llamó la rubia al jounin. – Haz conocido a Haruno Sakura desde hace varios años, estuviste a cargo como su maestro cuando era tan solo una genin, eres una persona de confianza tanto para mi, como para está aldea por lo cual te considero el más adecuado para encargarte de ella-. Kakashi asintió levemente. -Esto es mucho más que una simple misión. Así que debo preguntar, ¿aceptas la custodia legal de Haruno Sakura?-.
El peligris volteó a mirar a la pelirrosa con calma, aunque no era notorio a causa de su máscara, podía verse en sus ojos la amabilidad de una sonrisa. -Por supuesto, si es que ella me acepta-.
Los ojos de Sakura se abrieron como platos, no podía creer la situación. -Pe…pero yo…-
Tsunade conocía más que bien a su estudiante, así que prefirió aclarar las posibles dudas. -Sakura una vez se establezca tu tutor legal no podrá ser revocado a menos que sobrevenga una circunstancia extrema. Es decir, ni siquiera Iwa o los Menbaa podrán hacerlo y mucho menos sin mi aprobación-.
Sakura cerró su boca y asintió lentamente. -Kakashi sensei, ¿está usted seguro? Es decir, no creo que esto fuera algo que usted escogería, si no fuera por… la situación-.
El jounin pareció considerarlo por un momento antes de levantar la mano, y como de costumbre y acariciar afectuosamente el cabello de la chica. –Sakura, no olvides que eres uno de mis lindos y adorables estudiantes, y hace tiempo que te acepté bajo mi tutela. Aunque la situación sea inesperada, créeme cuando te digo que no la cambiaría por nada-.
La pelirrosa sonrió ante su maestro, sabía que no era un hombre de muchas palabras, por eso esas pocas significaban mucho. -Gracias Kakashi sensei, le prometo que no seré una carga-.
-Nunca lo has sido ni lo serás Sakura. Además, como dijo Tsunade-sama, eres una extraordinaria joven, responsable y autosuficiente, definitivamente la menos problemática de mis estudiantes-.
Tsunade procedió a hacer las formalidades necesarias al ver que ambos estaban de acuerdo. Kakashi se ofreció a mudarse con Sakura, pero la joven kunoichi le recalcó que no quería ser una carga, además sabía cuanto apreciaba su sensei el tener su propio espacio. Como lo expuso Tsunade, su aprendiz era una joven independiente y capaz, así que el otorgar su tutoría era una mera formalidad. La chica se retiró del despacho de la hokage con un peso menos. El que Kakashi fuera su tutor le aseguraba su estadía en Konoha. No tendría que preocuparse más por los Menbaa ni por Iwa.
Kakashi observó con satisfacción desde la ventana del despacho, como la sonrisa de Sakura parecía volver aunque fuera mínimamente. La pelirosa había pasado ya por mucho, había perdido muchas personas en su vida, no merecía perder también su hogar ni aldea.
-Listo- exclamó la Hokage terminando de firmar un documento. -Eres oficialmente el tutor legal de Sakura-.
Kakashi asintió con una sonrisa tras su máscara. Hizo una pequeña reverencia con la intensión de salir, pero las palabras de la Hokage lo hicieron detenerse en el sitio.
-Nunca pensé que llegaría el día en que Hatake Kakashi se ofreciera por cuenta propia a hacerse cargo de otra persona, menos de una chiquilla-.
Sin voltear a ver a la mujer el jounin preguntó – ¿Tanto le molesta que me le haya adelantado a hacerlo?... Hokage-sama-. La mujer sonrió para si ante tal respuesta, era cierto el jounin se le había adelantado y por mucho, ya que se lo había pedido desde que se enteró de la muerte de los Haruno, y solo siguió insistiendo con mayor intensidad cuando se enteró acerca de los Menbaa y de Iwa.
- Te la encargo-
-Lo sé, después de todo Sakura también es su estudiante… Tal vez más que eso-.
La rubia suspiró profundamente, amaba a Sakura como a una hija. Nunca había querido que tuviera que pasar por todo eso, mucho menos quería que se marchará a Iwa. Por lo cual apenas se cumplió el termino pertinente de espera decidió tomar cartas en el asunto para asegurar el bienestar de Sakura.
-Por eso mismo, no tengo que advertirte más-.
Kakashi sonrió. Ni el ni Tsunade habían esperado un minuto más después de que se cumpliera el término en que debía llegar la respuesta de los Menbaa. Era un alivio que nunca hubiera llegado. Sabía que Tsunade hubiera podido hacer mucho más por obtener una respuesta del clan, pero le alegraba que no lo hubiera hecho.
Sakura no estaría sola ni desprotegida, sus dos maestros se encargarían de eso.
- - - - EN IWAGAKURE - - - - - -
Un hombre observaba con detenimiento la carta en sus manos. Llevaba observándola casi que un mes desde que llegó.
-¿Aun sigues con eso?-. Le preguntó su esposa sentándose junto a él. -Si tanto te molesta deberías responderla y ya-.
-¿Y ya?. ¿Y que se supone que responda?, ¿que no seremos capaces de cumplir con nuestra palabra? ¿Qué no se podrá llevar a cabo el compromiso porque nuestro hijo no solo huyó de casa convirtiéndose en un ninja renegado, sino que ahora se rumorea que forma parte de una de las peores organizaciones en la historia?. Esa no puede ser una respuesta-.
- - - - 1 año y medio después- - - -
Habían pasado tres años desde que Sasuke abandonó la aldea en busca de poder, un año y medio desde la muerte de sus padres, de que Kakashi hubiera pasado a ser su tutor legal, y una semana desde que Naruto, su mejor amigo, hubiera vuelto a la aldea después de tres años de entrenar fuera.
Sakura había crecido bastante, ahora era toda una jovencita de 15 años. Había estado entrenando bajo la tutela de Tsunade, convirtiéndose así, no solo en una gran luchadora, sino que en una de las mejores medic-nin de la aldea. Su dedicación y esfuerzo la habían convertido en quien ahora era, aunque para nadie era un secreto que gran parte de ese ímpetu que normalmente la impulsaba a crecer y avanzar era el deseo de encontrar a Sasuke, su compañero de equipo y amor de infancia. La muerte de sus padres no solo la había ayudado a entender un poco mejor al chico, sino que a valorarlo más, en realidad a valorar a cada persona que había en su vida.
La pelirrosa sintió algo de emoción cuando Tsunade les encargó a Kakashi, Naruto y ella su primera misión después de tanto tiempo separados. Definitivamente el equipo 7 no era lo mismo sin Sasuke, pero ya se encargarían de traerlo de vuelta, o al menos eso se decían junto con su rubio compañero. Por el momento la misión consistía en ir a Suna (La aldea escondida entre la arena). Debian asistir el rescate de Gaara, el Kazekage; quien había sido secuestrado por el temible grupo conocido como Akatsuki.
Les tomó algo de tiempo el llegar al sitio donde estaba Gaara, y cuando lo hicieron las cosas no mejoraron tampoco. No solo habían tenido que enfrentarse con el despreciable Itachi Uchiha por el camino, sino que cuando finalmente llegaron al sitio indicado, ya era demasiado tarde, el Kazekage habia muerto.
Definitivamente era un día que ninguno de los presentes podría olvidar. Especialmente Sakura, no solo la reacción de Naruto al ver a su amigo muerto, el enfrentamiento contra Sasori de la arena Roja junto a la abuela Chiyo y la increíble resurrección del Kazegage, sino también por el inesperado reencuentro con la persona que menos pensó volver a ver en la vida. Deidara.
Si bien lo primero que Sakura vio al entrar a la cueva fue el inerte cuerpo del Kazekage, no pasó más de unos segundos para que su mirada se subiera hasta la despreciable persona que se encontraba sentado sobre el.
-Ese, ese sujeto, no, no puede ser-. Pensó para si misma la chica observando al Akatsuki. Aunque hubieran pasado varios años, esas facciones, el cabello rubio, el azul en su ojo visible. Y si eso no era suficiente para despejar la duda, de seguro lo fue la forma de hablar del muchacho, y el modo en que lo llamaba el otro sujeto. -¿Deidara de Akatsuki, es acaso… el mismo Menbaa Deidara?-.El protector de su frente aunque tachado con la marca de la traición seguía siendo de Iwagakure.
La pelirrosa no tuvo mucho tiempo para contemplar más lo insólito de la situación ya que pocos segundos después Naruto había salido tras el muchacho, dándole paso a una pelea mortal contra Sasori. Tenía que estar concentrada.
-Una kunoichi de Konoha, esos enormes ojos verdes, ese ridículo cabello rosa… ¿sería posible? No, no puede ser, bueno en realidad no importa, al fin y al cabo, será cuestión de tiempo para que la acabe Sasori-. Pensaba para si mismo Deidara mientras era seguido de cerca por Kakashi y Naruto. Era mejor concentrarse en el momento, luego tendría tiempo para pensar en necedades.
La pelea contra Naruto y Kakashi no dejó bien parado al rubio, se encontraba mal herido, había perdido sus brazos, en verdad había tenido suerte de salir si quiera con vida. Esa misma noche luego de volver a la base y recuperar sus brazos, la mente de Deidara empezó a divagar.
-Como puede ser que hayan derrotado a Sasori. Es decir, como puede haber sido vencido por una anciana y una niña. Especialmente por esa niña-. Los recuerdos de ese día volvieron a pasar por la mente de Deidara, la entrada de la cueva estallando, los ninjas de la hoja apareciendo, todo iba según de acuerdo al plan, hasta que sus ojos se centraron en cierta chica de cabello rosa. La chica era tan parecida a la pequeña de entonces, no estaba seguro de que era ella, es decir cuantas personas con esos rasgos en verdad existían en el planeta. La pequeña Haruno Sakura, no había pensado en ella en años y ahora que la recordaba parecía ser por la pequeña sonrisa que se formaba inconscientemente en su rostro, que no todo en su vida eran malos recuerdos.
- - - - - FLASHBACK - - - -
Hasta ahora llevaba tres días a cargo de la pequeña pelirrosa. Si alguien le preguntará que pensaba de la pequeña y estuviera dispuesto a responder con sinceridad, la primera palabra que venía a su mente era. -Torpe-. Soltó el rubio con una mano en su cara y negando levemente con la cabeza.
-¡Que no me digas asi!-. Replicó la ojijade con el ceño fruncido y haciendo un adorable puchero.
Bueno tal vez tierna sería otra palabra para describirla viendo los gestos tan exagerados de la chiquilla. Los pequeños se dirigían hacía el centro Iwa, donde Deidara debía hacerse cargo de unos mandados de su madre. La niña miraba alrededor maravillada, era la primera vez desde que había llegado a esa aldea que salían de los terrenos de la familia Menbaa.
-MIRA! ¡UN PARQUE! ¡VAMOS A JUGAR!- Exclamó con emoción la pequeña niña. Deidara quien iba unos pasos frente a ella miró el sitio de reojo y sin dedicarle mayor pensamiento simplemente siguió.
-¡OYE!- llamó la pelirrosa corriendo hasta donde el para detenerlo. El rubio vio como la pequeña se atravesaba en su camino y lo miraba con ojos de corderito, casi que rogándole. Aun así…
-No tenemos tiempo para eso, recuerda que solo vinimos a recoger un encargo-.
-Por eso mismo! Si nos apresuramos eso no tomará más que un par de minutos, podríamos usar el demás tiempo para jugar. ¡Por favor, por favor, por favooor!-.
La niña empezaba a darle un dolor de cabeza con su insistencia y rogadera. El pequeño estaba por negarse, sin embargo, al ver la chispa de emoción en los ojos verdes de la pequeña se detuvo, parecía casi tan emocionada como cuando había conseguido la estúpida flor.
-Hmm. Está bien, pero que sea rápido-
-SIII!. Gracias Dei-kun- exclamó la pequeña antes de salir corriendo al terreno lleno de juegos.
-¿Dei-kun?¿Amm?- Pensó con extrañeza el pequeño, nunca nadie el había dicho así. En todo caso lo mejor sería seguir a la pequeña de cerca antes de que causara cualquier tipo de problemas.
Deidara avanzó con lentitud al área de juegos, esperaba ver a la chiquilla saltando de un lado al otro, entre los deslizadores, los pasamanos y los columpios. Lo que no esperaba era encontrarla con un grupo de chicos de su misma edad.
-¡Claro que me encantaría jugar!- decía la niña con emoción, al parecer el grupo de chicos la habían convidado a unírseles, en cualquiera que fuera el juego estuvieran jugando. -Oye Dei-kun!, ¡vamos a jugar a las escondidas! -. Le llamó la niña al verlo llegar.
En ese momento el ambiente cambió por completo, era como si la llegada del joven rubio hubiera hecho que el sol se apagará un poco y la gravedad aumentara, ya que todos en el patio de juegos de habían quedado congelados. Deidara observaba con sigilo a los presentes, mientras ellos lo hacían casi que con disgustó y temor.
-Emm, verás creo que contigo ya estaríamos completos- Dijo el mayor de los otros muchachos rompiendo el pesado ambiente, pero sin dejar de mirar a Deidara.
Sakura pareció dudarlo por el momento. -Umm.. pero no hay limite de personas en un juego como escondite-.
-Pues asi son las cosas aquí en Iwa-. Respondió otro de los pequeños de manera un tanto grosera. Era bastante obvio que los otros chicos no querían que Deidara jugara.
Al rubio en verdad no le sorprendía la actitud de los demás. Su familia, aunque respetada, era también temida, todo gracias a su dichoso Kekkei Genkai. Era un tanto irónico que también le temieran a el, cuando ni siquiera lo había despertado, en todo caso. -Iré a realizar el mandado, puedes quedarte aquí mientras tanto, solo no se te ocurra alejarte de este terreno-. Dijo el rubio dándose la vuelta para marcharse.
Deidara salió del campo de juego tratando de no darle mayor importancia. Odiaba como lo trataban en la aldea a causa de su familia, y para peor odiaba como lo trataba su misma familia, tantas obligaciones, expectativas para prolongar el estilo de vida que odiaba, en verdad no había sitio o momento de paz para el muchacho.
Soltó un largo suspiro poniendo sus manos en sus bolsillos, lo mejor sería apresurarse, sin embargo, tuvo que detenerse de golpe cuando escucho unos rápidos pasos tras de el.
-¡Ouch!-Se quejó la persona que acababa de chocarlo por la espalda
-Pero si que eres torpe, torpe- se burló el rubio al ver que se trataba de Sakura
La chica había chocado con el muchacho y terminado en el suelo. La pequeña se masajeo la espalda con una mano mientras se levantaba. -Y mira quien lo dice, que clase de persona se detiene en la mitad de la nada y de manera tan exabrupta-.
El chico rodó los ojos y se dio la vuelta para seguir. -Como sea, deberías aprovechar el parque mientras voy y vuelvo ya que no creo que salgamos más de la casa en lo que queda de la semana-.
La niña lo alcanzó y empezó a caminar junto a el. -Ne, está bien. Igual no es como si tuviera muchas ganas-. El rubio la miró desde la esquina de sus ojos, ¿Qué no tenia muchas ganas?, eso no era lo que hubiera parecido hace tan solo unos momentos. Aun así, la niña parecía feliz nuevamente simplemente caminando junto a el.
Caminaron unas cuadras más en silencio, cuando la pequeña preguntó. -Dei-kun, podemos jugar escondidas en tu casa? -.
-No se si tenga el tiempo- respondió secamente el muchacho. -Tengo práctica de…-
-Shuriken. Lo sé. Pero tal vez después de eso-.
El niño la observó por un leve momento, ¿si tantas ganas tenía de jugar, por qué simplemente no lo había hecho con los chicos del parque?, y tal como si le hubiera leído la mente, la chica agregó. -No tiene que ser necesariamente escondidas, basta con que se algo que también disfrute Dei-kun-. El chico lo pensó por unos segundos, ¿algo que el disfrutara? Literalmente era la primera persona que le proponía eso.
-A mi me gusta jugar a las escondidas, congelados, recoger flores. ¿Qué tipo de cosas te gustan a ti?-.
-…-
-…-
-El arte-.
- - - - - FIN DEL FLASHBACK - - - -
La pequeña Sakura, no solo una de las primeras personas que lo había tratado de manera diferente, sin prejuicios ni expectativas, tal vez por eso mismo una de las primeras personas a las que le había contado sobre su amor por el arte; claro que en esa época entonces era un gusto, como se podría decir, más normal y sano. Aun así, era parte de los pocos buenos recuerdos que tenía en Iwa. O lo había sido hasta el día en que la niña y sus padres partieron de regresa a Konoha, y su padre le había informado sobre el compromiso.
- - - - - FLASHBACK - - - -
-¿Comprometido?-. Preguntó el pequeño rubio no pudiendo creer lo que le acababan de informar.
-Así es-. Dijo con certeza su padre. -Tan pronto ambos cumplan la mayoría de edad se llevará acabo la boda-.
El pequeño parecía bastante confundido al respecto. Sus padres siempre habían controlado cada aspecto de su vida, pero nunca pensó que llegarían a eso. – Yo… no… ¿por qué? -. Tartamudeo por lo bajo.
-Deidara, sabes muy bien cual es tu objetivo como miembro de la familia Membaa. Debes no solo mantener en alto su nombre, sino que perpetuarlo. En todo este tiempo no te has molestado por interactuar con nadie más que con esa niña-.
-Pe…pero… ¿Como podría hacerlo?, ¡nunca tengo tiempo sino para hacer lo que me exigen! -. Explotó con ira el muchacho. No solo no tenia el tiempo, sino que también sabe que seria en vano, nadie en Iwa querría relacionarse con un Menbaa.
-Ese es otro punto. Siempre has hecho lo que decimos al mínimo de tus capacidades, sin hacer el mayor esfuerzo. Parece ser que la presencia de la chica, cambio un poco eso; nunca has tenido mejores resultados en el entrenamiento o el estudio que los que obtuviste está semana. Parece ser que de alguna manera ella te motiva-.
El rubio se quedó en silencio observando con obvio a sus progenitores, puede que la presencia de Sakura esa semana hubiera mejorado un poco las cosas, pero no las cambiaba de fondo.
-No, no voy a aceptar esto-.
-¿Aaa no?. Dijo su padre con un poco de burla-. Porque no es como si tuvieras opción, nosotros no te estamos preguntando, solo informando-.
La palabra ira se quedaba corta para lo que sentía el chico. No era la primera vez que estallaba una pelea en el hogar de los Menbaa. No importó cuan en desacuerdo estuviera Deidara, o cuantas razones en contra les diera.
-Suficiente. Las cosas se harán como lo he dicho y no hay lugar a otra opinión. Le hemos dado nuestra palabra a los Haruno, si bien, no son parte de un prominente clan o familia, servirán para nuestros fines. Deidara, honraras el compromiso quieras o no, eso es todo-.
- - - - - FIN DEL FLASHBACK - - - -
Ciertamente había sido una de las peores peleas que había tenido con sus padres, pero no la peor, ni la única. Y pensar que todo eso ahora solo hacía parte de un pasado distante, especialmente desde que había abandonado su hogar. Viéndolo en perspectiva no se arrepentía, al menos no de eso, había abandonado su familia y aldea, pero había obtenido su libertad.
