El sonido de algo estrellándose irrumpió la tranquilidad.

- Nii-san.

- Sasuke… aléjate.

El hermano menor de los Uchiha se coloco tras el mayor.

- ¿Quiénes son ustedes? – Una fría mirada se poso sobre uno de los guardias de la corte real.

- ¿Dónde está Fugaku Uchiha?

- No lo sabemos – Sintió como la mano de su hermano de apenas diez años aferraba la tela de su yukata. No ha venido en tres días, si no lo cree, puede preguntarle a los vecinos.

- Itachi Uchiha ¿Cierto? – El guardia le miro de pies a cabeza, vestía una yukata color gris con el obi blanco. – Si Fugaku Uchiha no aparece en treinta días, Mikoto Uchiha responderá por sus acciones contra el reino del emperador Nagato y su pueblo, Akatsuki.

Sin más, los enviados salieron por la puerta. Itachi cerró la puerta y se giro a ver a su hermano. Le pego a si y le acaricio la cabeza, sintiendo el miedo del menor, busco con la mirada a su madre, creyendo que aparecería tras la puerta después del alboroto, pero no estaba ahí.

-Sasuke – El niño levanto la cabeza. - ¿Dónde esta madre?

- No lo sé… salió desde la mañana - Itachi lanzo un suspiro, eso no hacía más que confirmar sus sospechas. Su madre sabía donde estaba su padre y le estaba ayudando.

- Sasuke, puedes volver a jugar

- Pero… nii-san.

- Tranquilo… - Le miro con una sonrisa llena de tranquilidad. - …todo estará bien, te lo prometo.

El niño asintió con una sonrisa y volvió a su habitación, el, por su cuenta, recogió lo que fue una taza de té ¿Cuándo había empezado esto? Se pregunto mientras caminaba por el jardín, con el propósito de tirar los restos de porcelana.

La familia Uchiha era por demás reconocida, su líder, Madara Uchiha era el concejero del emperador, su padre, Fugaku era uno de los líderes del ejército, su primo, Shisui, era un gran soldado, pero su padre, sabia bien que pensaba dar un golpe de estado, la razón, la desconocía por completo. Desde que descubrieron el complot estaba desaparecido y su madre… bueno, era su esposa y hasta cierto punto, le comprendía, ella le apoyaba en todo, porque sabía bien que se amaban, por alguna razón habían nacido Sasuke y el.

Ahora el verdadero problema era que Sasuke estaba confundido, tenía apenas 10 años y había cosas de la familia que él desconocía, tenía que encontrar la forma en la que se solucionaran las cosas sin afectar a su madre y a su hermano.

Levanto la vista y se quedo observando el cielo azul. Debía ir al palacio del emperador.

OoO

- Que Jashin ilumine sus vidas.

Un grupo de personas se había asentado en un desolado paraje. La gente de los pueblos vecinos les veía como gente pagana que practicaba la brujería. El sonido de los rezos era apenas un murmullo, mientras que un hombre de avanzada edad, al centro de todos, dirigía las oraciones.

- Jashin nos protege, Jashin nos da todo lo que tenemos, Jashin nos permite seguir expandiendo su palabra y enseñanzas, pero, para agradecerle su infinita humildad, nosotros le ofrecemos nuestra sangre, nuestra carne y nuestra esencia misma.

La masa de gente se abrió para dejar pasar a una joven de ojos negros, una vez que estuvo ante el líder abrió sus brazos y cerro lentamente sus ojos, el monje saco una navaja de entre sus ropajes y le acuchillo el pecho. Contrario a cualquier lógica, la mujer lo único que hizo fue sonreír y lanzar un ligero quejido, aun cuando el cuchillo seguía atravesándole, hasta que cayó al piso.

- Jashin, te ofrecemos el cuerpo y sangre de esta oven, danos tu bendición – Beso la navaja, tragando sangre.

Terminando de rezar, la gente se disperso, otros, enterraron el cadáver. El hombre camino, pero fue alcanzado por un joven de ojos violetas.

- Hidan – Se giro para poder verlo mejor.

- Patriarca – El muchacho lanzo un suspiro, había corrido un buen trecho.

- ¿Dónde has estado? Creí que me ayudarías con la ceremonia de hoy.

- Lo lamento, pero decidí rezar solo hoy – El hombre bajo apenas un momento la mirada y observo cómo, con retazos de tela, tenía las muñecas vendadas.

- Hidan, no cabe duda que tú serás el siguiente patriarca.

- Si esa es la voluntad de Jashin, así será.

Caminaron hasta una gran carpa. Hidan era un joven que había sido encontrado por el sacerdote cuando era niño, con un dije del dios Jashin en su cuello, la religión había estado siendo perseguida por muchos años ocasionando que el numero de Jashinistas disminuyera considerablemente.

Hidan miro a su alrededor y entro a una carpa. Tenía que recoger sus cosas, había estado mucho tiempo en ese lugar y debían moverse, les habían dicho que en el reino vecino las cosas eran diferentes y el sacerdote confiaba en que les aceptaran.

Beso el dije con fe y cerró los ojos, el también esperaba que todo se arreglara, llevaban mucho, quizás demasiado tiempo huyendo de otros y eso le había hartado. Miro las improvisabas vendas de su muñeca y del obi del yukata saco algo envuelto en una tela negra. La desenvolvió y saco un cuchillo manchado de sangre, lo guardo en una caja y la puso dentro de una bolsa, junto con lo que era su futón y la poca ropa que tenia.

Carecía de bienes materiales, como el patriarca, la única persona en el mundo a la que admiraba y que le ayudo cuando más lo necesitaba.

Salió antes de que se deshiciera la carpa y empezó a caminar siguiente a la masa de gente que comenzaba a moverse.

OoO

Golpeo la puerta suavemente, no le gustaba utilizar la campana para llamar a la puerta. Lo admitía, ni era esa clase de persona, sobre todo por la situación en la que se encontraba. Delineo con la vista el marco de madera de la puerta hasta que esta se abrió, dejando ver a un muchacho de cabello negro.

- ¿Deidara?

- Si ¿Quién más? – Itachi se hizo a un lado para dejarlo pasar. – Me entere de que los guardias estuvieron aquí.

- Mhn… buscaban a mi padre y a mi madre.

- ¿Qué vas a hacer? Digo, Sasuke aun es un niño no lo puedes dejar.

- Yo... tratare de hablar con el emperador.

- ¡¿El emperador? Estás loco, no te permitirán ni acercarte al palacio.

- Debo intentarlo, por Sasuke.

Deidara frunció el entrecejo, realmente odiaba la forma en la que se sacrificaba por su familia ¿Qué habían hecho por él? ¡Nada! Prácticamente le habían dejado la carga a él solo. Se llevo el fleco a un lado y se sujeto de los hombros para mirarlo a los ojos.

- Se que peleamos siempre… - Sintió como la penetrante mirada le traspasaba. – bien, yo soy el que pelea pero te apoyare en la decisión que tomes.

- Gracias – Le sonrió levemente. Lo admitía, el muchacho era agradable cuando dejaba el maldito argullo Uchiha aun alado.

- Deidara… ¿Está todo bien?

- Aaah…sí, claro que si – Dijo lo más tranquilo posible.

Sabía bien que era prácticamente imposible mentirle a Itachi, pero el ya tenía los problemas suficientes como para contarle los suyos; que si la deuda ya había aumentado demasiado, que si se iba aquedar en la calle. Los Uchiha eran una familia rica y con influencias pero el "odiándolos" como los odiaba jamás pediría semejante favor. Miro a su alrededor buscando algo para cambiar de tema, y fue cuando se dio cuenta de algo.

- ¿Todos se han ido?

- Si, todos han huido de nosotros.

- ¿Todos?

- Tú eres el único que sigue viniendo a esta casa…. Después de que se enteraron de lo que trato de hacer mi padre, la servidumbre se fue, aunque, les compadezco, es normal tener miedo.

- Yo vendré todo el tiempo que pueda… - Hubo un momento incomodo de silencio. - ¿Iras al palacio?

- Si… quizás pueda llegar a un acuerdo.

- ¿Qué clase de acuerdo?

- No sé, perder el título de nobleza… pagar un indulto* ¿Qué se yo?

- Itachi… bueno, si necesitas ayuda, dímelo… creo que ya es hora de que me valla…necesito terminar un trabajo.

- ¿Seguro que no necesitas nada?

- Seguro, además, puedes necesitar el dinero ¿No?

Itachi le acompaño hasta la puerta. Una vez que estuvo en la calle pudo notar la mirada de la gente, eso le desesperaba

Camino un largo trecho hasta llegar a lo que era su casa. El distrito donde vivía era completamente diferente a donde vivía su amigo, incluso a veces se preguntaba como dos personas tan diferentes lograron conocerse.

Su casa no era la más grande, ni la más bonita, pero era su casa. Aunque también era lo único que tenia, y estaba a punto de perderlo, sus padres habían muerto hacía tres años y sus familiares, cegados por la codicia, le habían quitado lo poco que poseía, además, viejas deudas habían aparecido, complicándole más la existencia.

Entro, la casa era vieja, pero muy bonita, la decoración se mantenía en perfectas condiciones y el lugar estaba limpio. Camino hasta una puerta que estaba en el piso y bajo a lo que parecía un pequeño sótano y encendió una vela, el lugar fue alumbrado por una tenue y agradable luz naranja, mostrando lo que ahí se guardaba.

Figuras de barro y porcelana, bellamente decoradas. El provenía de una familia de alfareros que habían dedicado su vida a su amor y pasión por esa labor, algo que al parecer le habían heredado.

Amaba la sensación se tener el barro y la arcilla entre sus dedos, amoldarla tan perfectamente que tomaba una forma exquisita. Después pintarla delicadamente para resaltar cada curva y línea y por último, barnizarla y hacer que brillara como una perla.

Cuando su obra estuvo terminada la acomodo con las otras. Dentro de unos días vendrían por ellas y le darían, o eso esperaba, una buena cantidad. Así podría pagar parte de la deuda y tendría más tiempo para pagarla por completo.

Despertó de su pequeño trance cuando escucho como golpeaban la puerta, subió a paso tranquilo, podía imaginar de quien se trataba. Abrió la puerta tranquilamente y observo a ese hombre que tanto odiaba.

- Orochimaru… ¿Qué te trae por aquí? – Fingió una de sus mejores sonrisas.

- Deidara… - Pronuncio con una viperina voz. - …es hora de que pagues la deuda.

- Aun me quedan 20 días más de plazo para pagar.

- Pues ya no… son ordenes de los de arriba, debes pagar ya.

- Tendré el dinero en unos días – Trato de cerrar la puerta pero un pie se lo impidió.

- Ordenes son ordenes – Abrió la puerta. – Me vas a tener que pagar de otra manera.

- Aléjate.

- No me obligues a traer a los guardias…

- Prefiero ir a prisión que ser una de tus putas.

- ¿Crees que te trataran diferente? Deidara, en la prisión te trataran como un simple… objeto.

- ¿Y en el burdel no?

- Bueno, al menos pagaran por tus servicios…y es gente mucho mas civilizada que un montón de reos muertos de ganas.

- ¡Solo dame unos días más!

- He dicho que no puedo, los tesoreros del reino están pidiendo los impuestos ya.

- Orochimaru.

- Deidara… ben, si lo quieres de la manera fea…

Le jalo violentamente del brazo provocando que su cuerpo se inclinara hacia adelante. Deidara solo lanzo un quejido de molestia, le empujo por la espalda para que callera de rodillas al piso; una vez ahí le apretó con fuerza en un punto cercano a la clavícula. Deidara solo pudo sentir un cosquilleo y se desvaneció por completo.

- Kabuto.

- Si, Orochimaru-sama

- Llévale al carruaje… - Camino hasta la lujosa carreta - … tengo planes para este muchacho.

El joven de lentes solo pudo asentir y levantar el cuerpo del rubio.

OoO

La gente se movía en una misma dirección, no sabían si faltaba mucho o poco, pero lo que si sabían era que no faltaba mucho para que obscureciera y debían detenerse a descansar, la noche era peligrosa y tenían suerte si ya habían cruzado la frontera.

- Hidan – El joven detuvo su caminar y miro al patriarca. – Nos detendremos aquí.

De poco a poco la gente se detuvo y comenzaron a levantar las carpas y a encender fogatas, en donde se reunieron alrededor.

Hidan miro el cielo, había algo que no le gustaba, no era de esos que le hiciera caso a las corazonadas, pero sin duda alguna tenía un muy mal presentimiento.

- ¡Hidan, juega con nosotros! – Un grupo de niños le rodeo. El albino mostro su perlada sonrisa y los niños se le lanzaron encima.

- ¡Oí, oí! – Rio.

- ¡Hidan! Cárgame – El más pequeño de los niños alzo los brazos. Hidan, haciendo uso de su fuerza, le levanto del piso y lo puso sobre sus hombros.

- Sujétate con fuerza o te caerás – Sintió un fuerte tirón de pelo. - ¡Hey! No tan fuerte.

La risa de los niños hizo eco. A unos metros el patriarca miraba con una sonrisa, ¡Era el candidato perfecto! Los niños lo admiraban por su energía, a veces causaba problemas por su rebeldía, pero los mayores admiraban su devoción a Jashin.

Cerro sus ojos y se giro, era tarde y mañana tendría que madrugar para preparar todo para las oraciones, pero antes, debía elegir a un sacrificio. Debía hablar con los dos voluntarios.

Continuara

Mitsuki: Hello, hello…bueno, aquí está el primer capítulo, para quienes quieran, pueden leer lo que para mí es el prologo, se llama "Slave" y se encuentra en mi perfil.

Suki: Bien, hemos aprendido mucho haciendo este primer capítulo, un gracias a mi maestra de historia por explicarme, a la wiki por enseñarme y a yahoo respuesta por darme respuestas :3

Mit: Creo, que es hora de explicar algunas cosas: La edad de Itachi, Hidan y Deidara es de 15, 15 y 16.

Mitsuki: En la última parte…siempre e creído que a Hidan le gusta jugar con niños pequeños…aunque lo más probable es que eso solo ocurra en mi imaginación :/

Suki: Una última cosa… creo, y digo creo, que la mayoría de los fic`s de la sección de Akatsuki son parodias… o parodias con drama (¿?) pero este fic será de drama

Mitsuki: Porque soy una dramática :3

Suki: ¬¬ decía, de drama y creo que suspenso… quizás, misterio… a si, y angustia.

Mit: Aunque la angustia nunca es total… hurt/confort…si, habrá

Mitsuki: Dudas? Dejen el review ^^