Los personajes de Bleach pertenecen a Tite Kubo.

Advertencia: AU, puede contener OoC.

Esta historia es diferente a lo que acostumbro escribir, pero me llegó a la cabeza una tarde y aunque quise ignorarla no pude. Quizá algunas cosas le parezcan raras, pero todo es por una razón y ya se irán aclarando poco a poco.


¿POR QUÉ MATASTE A AIZEN SOSUKE?

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"Hay ciertas pistas en la escena de un crimen que por su naturaleza nadie puede recoger o examinar ¿cómo se recoge el amor, la ira, el odio, el miedo…? Son cosas que hay que saber buscar". *

Dr. James T. Reese

Capítulo uno.- El crimen.

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¿Tanto me odias? —le preguntó con aflicción.

Sí. —respondió con el arma entre sus manos temblorosa. Tenía miedo, mucho miedo, pero debía hacerlo, por su bien, por el bien de todos….

Hazlo ya. —Ordenó con voz tajante.

Adiós Aizen…

Vio el cuerpo inerte bañado en sangre, se horrorizó, ¿podría ahora su sufrimiento desaparecer?, ¿podría ahora dormir por las noches sin tener pesadillas?

Se vio las manos manchadas del vital líquido rojo y tomó conciencia de lo que hizo, lágrimas de culpa, de dolor, de arrepentimiento caían por sus mejillas.

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Sentía un frío intenso recorrerle el cuerpo mientras caía lentamente al piso. Las últimas heridas no dolieron tanto como la primera, esa no se la esperaba, fue mortal, pero no para su cuerpo, si no para su alma.

Cayó de espaldas al piso en lo que le pareció una eternidad, pero solamente fueron segundos, y no sintió dolor. Los sonidos que se escuchaban en la habitación se habían apagado, poco a poco se hundía en la oscuridad y la inconciencia, la vida se le escapaba a través del líquido rojo que le brotaba lentamente de las heridas, pero no estaba asustado, al menos no por él.

No le temía a la muerte, la esperaba, la ansiaba desde hace mucho. Sin embargo el recuerdo de esa persona a la que dejaba sola, desprotegida y odiándolo, lo martirizaba.

Su vida pasó frente a sus ojos como una película y no se arrepintió de nada. Todo lo hizo por ese ser especial al que amaba, a su manera pero la amaba, si su muerte servía para que esa persona viviera feliz, moriría mil veces más.

Ya no podía respirar bien, cada vez le costaba más trabajo, se estaba ahogando con su propia sangre.

Enfocó la vista y vio frente a él a esa figura que minutos antes le arrebató la vida, la miró fijamente con angustia y con dolor, quiso decirle un "lo siento", un "no te culpo", pero ya no tenía fuerzas, con su último aliento pudo pronunciar un simple pero importante nombre mientras cerraba sus ojos marrones por última vez.

—Rukia…

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Esa noche fría de otoño el viento mecía las hojas secas de los arboles produciendo una suave melodía. Las personas transitaban por la calle usando delgados abrigos o chamarras de temporada.

La calle de Shibuya tenía un hermoso camino de árboles de lado a lado y faroles antiguos para iluminar las noches. En el centro de la calle estaba el gran edificio del departamento de policía.

Dos patrullas estaban estacionadas en el frente y varios policías entraban y salían del lugar.

Adentro, en el área de escritorios, tres personas conversaban sobre varios temas detrás de sus escritorios.

—Vaya, hoy fue un día agotador. —dijo un hombre de barba descuidada y de cabello marrón rizado, mientras se estiraba en la silla y ponía sus manos detrás de su cabeza. Le dio un rápido vistazo al reloj de pared que marcaba las ocho y cuarto de la noche.

Quince minutos más y serían libres.

—Sí. —se limitó a responder una mujer de cabello largo trenzado, tecleando las ultimas notas de su reporte.

Recordó que había tenido que perseguir al asesino varias cuadras.

—Lo bueno fue que lo capturamos y se hará justicia para la familia. —Acotó otro hombre de cabello blanco largo mientras le daba un sorbo a su taza de café.

—Querrás decir lo capturé. —replicó la mujer de cabello trenzado. —Kyoraku se quedó sin aire a medio camino. —se burló. —y tu ni siquiera comenzaste a correr.

—No seas cruel con nosotros Soi. —pidió el hombre de cabello blanco riendo. —A tu edad podíamos correr por horas.

—Ukitake, Kyoraku, Soi Fong muevan sus traseros que tenemos trabajo. —Ordenó una mujer morena de cabello morado llegando a esa área.

Los tres se pararon y siguieron a la líder del equipo de homicidios, quien había salido de la oficina del Capitán Yamamoto.

—¿Y ahora qué fue Yoruichi? —preguntó Kyoraku un poco decepcionado, pues pensaba que tendrían la noche libre después de resolver con éxito su último caso.

—El capitán Yamamoto nos ha asignado un nuevo asesinato. —señaló la mujer mientras bajaban las escaleras de la estación de policía para ir al coche. —Es urgente que vayamos.

—¿Quién es la victima? —preguntó Soi sentándose al volante, Yoruichi se sentó en el asiento del copiloto y los hombres en los asientos de atrás.

—Sosuke Aizen. —informó Yoruichi. —el actor.

—¿Qué? —preguntó la mujer de cabello negro.

Los chicos y Yoruichi tuvieron que ejercer mucha fuerza para no pegarse contra los asientos y el parabrisas, respectivamente, por el frenado brusco del coche. Y es que si de alguien era admiradora Soi Fong era del guapo y genial actor.

Después de jurar atrapar y castigar al responsable la chica de cabello negro se puso en marcha.

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No tardaron más de quince minutos en llegar a la escena de los hechos, que ya estaba rodeada por varias patrullas y acordonada con el cintillo amarillo para evitar que los curiosos se acercaran. Se podía observar gran ajetreo pues policías y criminalistas entraban y salían del lugar.

La gran mansión estaba ubicada en una zona residencial y exclusiva de la ciudad de Karakura, se distinguía por ser la más lujosa y la que más altas tenía las bardas que la rodeaban. En la parte de enfrente contaba con dos rejas negras de fierro, una era la entrada de los coches y otra más pequeña servía para las personas.

Los detectives se bajaron del coche y se encaminaron al portón.

—Soi Fong. —llamó Yoruichi. —averigua con los vecinos si vieron algo que nos ayude con el caso.

—Pero yo… —intentó objetar la chica de cabello negro pero se detuvo al instante recordando su deber. —iré inmediatamente. —dijo la chica y se dispuso a cumplir su encargo.

Los tres detectives entraron a los terrenos de la mansión. Si no fuera por las condiciones por las que estaban ahí se hubieran quedado más tiempo a disfrutar del jardín, pues todo el frente tenía un hermoso pasto verde, en medio había un camino de piedras, lo suficientemente ancho para que dos personas caminaran por él. En ambos lados había muchas rosas de distintos colores en su respectivas jardineras hechas de piedra, también había una gran fuente con la figura de un caballo y había un par de mesas con sus sillas, y todo el jardín estaba muy bien iluminado por las lámparas que lo rodeaban.

Mientras avanzaban un oficial se les emparejó.

—La víctima era el actor Sosuke Aizen de treinta y ocho años. —comenzó a narrar el oficial después de una seña de Yoruichi. — probablemente víctima de arma de fuego.

—¿Probablemente? —preguntó Ukitake.

—Sí. —respondió el oficial. —a simple vista en el cuerpo se observan otras heridas, como de arma blanca, pero seguimos en espera de lo que dictamine la forense.

—¿Hay sospechosos? —preguntó Yoruichi.

—Hasta el momento sólo tenemos a dos personas en calidad de testigos. —señaló el oficial. — la hija y el guardaespaldas de la víctima. Ellos se encontraban en la casa pero no escucharon disparos, cuando la hija bajó para hablar con su padre lo encontró en el suelo ya sin vida. —informó leyendo sus notas.

Caminaban por la sala observando todo con detalle, por dentro la mansión estaba llena de lujos, desde los muebles finos hasta los más pequeños adornos de la casa, todos tenían un diseño elegante.

—Mira. —dijo Kyoraku señalando un lugar del piso de mosaicos con el diseño de un tablero de ajedrez.

Los tres detectives se agacharon para mirar de cerca, era un pequeño rastro de sangre.

—Proviene de ese cuarto. —señaló Yoruichi hacia una habitación que se encontraba al final del pasillo.

Pequeñas manchas de sangre hacían camino hasta el lugar.

—Ese es el despacho, ahí ocurrió el asesinato. —comentó el oficial.

Ukitake se puso de pie y siguió el rastro en dirección contraria, es decir a la salida.

—Termina aquí. —informó Ukitake parado afuera de la puerta de la casa y viendo hacia el piso de piedra.

Yoruichi y Kyoraku se pusieron de pie.

—Kiyone encárgate de esto. —le pidió Yoruichi a una criminalista que se acercó.

—Sí. —contestó la chica de cabello rubio oscuro y procedió a tomar las fotografías necesarias.

Después los detectives regresaron al interior de la casa y llegaron a donde se encontraba el cuerpo de quien en vida fuera el actor del momento, dueño de varios reconocimientos tanto nacionales como extranjeros, los cuales se exhibían en una vitrina en el estudio donde estaban.

—Tenía una vida prometedora. —Susurró Kyoraku con pena.

Aizen yacía tendido a lo largo sobre la alfombra que, antes blanca, ahora estaba teñida de rojo. Los peritos tomaban las fotografías pertinentes mientras colocaban una pequeña señal amarilla con números junto a lo que ellos consideraban pistas.

Una pistola calibre .22 estaba tirada a algunos metros del finado, un casquillo se encontraba aproximadamente a un metro de él, mientras que otros se encontraban alrededor de la pistola. Se veían algunas huellas de mano ensangrentadas en la alfombra cerca del cuerpo del actor, también se observaban unas huellas parciales de zapato. No parecía haber signos de lucha.

—¿Y los testigos? —preguntó Ukitake al oficial que los acompañaba.

—Están arriba en una habitación, la hija entró en crisis e intentan calmarla. —informó el oficial.

—Kyoraku quédate a revisar la habitación para ver si encuentras algo más. —indicó Yoruichi, el aludido respondió con un movimiento de cabeza.

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Yoruichi y Ukitake subieron las escaleras de mármol y llegaron a la habitación de la hija. Esta era sobria y elegante, las paredes eran de un color crema que combinaban con los muebles en tonalidades marrones.

Adentro se encontraba arrinconada en una esquina una muchacha de cabello negro y piel blanca, estaba con las piernas flexionadas y la cabeza agachada mirando sus manos las cuales les temblaban. En cuclillas frente a ella se encontraba un chico de cabello naranja que vestía un traje negro.

—Ella es la hija del señor Sosuke. —le informó un oficial calvo a los detectives. —Rukia Aizen, de veinte años, cuando fue al despacho de su padre lo encontró en ese estado, tras asustarse volvió a refugiarse en su habitación.

—¿Y él quién es? —preguntó Yoruichi con la mirada fija en el chico que trataba de tranquilizar a Rukia.

—Es el guardaespaldas, Ichigo Kurosaki, trabajaba para él desde hace seis años, tiene veintitrés años y desde que la encontró ha tratado de calmarla pero sin éxito. También fue quien llamó pidiendo ayuda.

Los detectives tenían muchas preguntas, pero esperarían hacerlas en la estación de policía.

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Mientras los detectives y el oficial conversaban, Ichigo y Rukia intercambiaban palabras.

—Tranquila, todo estará bien. —le susurró Ichigo, ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos, dejando ver sus llorosos ojos violetas.

—No, nada estará bien. —respondió angustiada. —la verdad se sabrá. —dijo volviendo a mirar sus manos, esas manos que ahora le causaban repulsión.

Ichigo no quería que se llegara a esta situación, si pudiera regresaría el tiempo y repararía su error, pero él tiempo no se puede retroceder así que sólo le quedaba asumir las consecuencias de sus actos para proteger lo único que le quedaba.

Yoruichi se acercó a los jóvenes.

—Lo siento, pero tendrán que acompañarnos para rendir su declaración. —les informó. —comprendo su dolor pero es esencial para dar con el asesino de su padre. —habló dirigiéndose a Rukia. Al escuchar la frase Rukia la miró a los ojos y comenzó a llorar.

—Yo, yo… no quise…—hablaba con voz temblorosa. —que esto pasara.

— Lo sabemos. por eso es importante que nos acompañe. —comentó Ukitake. Por fortuna Soi Fong no estaba ahí, pues ella no se andaba con miramientos y la hubiera llevado a rastras, de ser necesario, a la comandancia.

Ichigo se paró y la ayudó a levantarse, acompañados del oficial y los detectives bajaron las escaleras.

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—Yoruichi. —la llamó la forense desde la puerta del despacho, era una mujer madura de cabello negro. La morena se acercó a ella, y los demás siguieron caminando hasta el jardín.

—Retsu ¿tienes algo interesante? —le preguntó.

—Sí, todavía tenemos que examinar a detalle el cuerpo, pero puedo asegurarte que también presenta heridas de un arma blanca, un cuchillo para ser exactos, así que por lo pronto desconocemos la causa de la muerte. —le informó. —pero el que lo hirió lo hizo con saña, ya que presenta nueve incisiones y la hora aproximada de muerte fue entre las seis y siete de la tarde.

—Esto se complica más. —dijo Yoruichi seria. —Ordenaré que busquen a conciencia el lugar para encontrar el objeto que posiblemente usaron como arma.

Luego Unohana salió acompañada de su ayudante, llevándose el cuerpo de Sosuke en una camilla. Las evidencias ya estaban siendo procesadas en el laboratorio.

Afuera los policías tuvieron que hacer valla para que ni los periodistas ni la gente curiosa se acercaran tanto a los testigos, Rukia e Ichigo, como al cuerpo del actor. La noticia sobre la muerte de Aizen corrió como pólvora en el medio del espectáculo por lo que no dudaron en aglutinarse frente a la casa del finado con el objetivo de lograr una entrevista o fotografía.

Después de una hora en la que seguían investigando en la escena del crimen y los alrededores, Soi Fong fue a hablar con Yoruichi.

—Mayuri ya procesó la pistola y encontró tres huellas diferentes. —le informó a la chica de cabello morado, quien se sorprendió momentáneamente.

—¿Y coinciden con alguien de la base de datos? —preguntó aunque sin esperanzas, ya que la mayoría de los casos las huellas no pertenecían a las personas fichadas.

—Sí. —informó. —con Ichigo Kurosaki, el guardaespaldas.

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Mientras tanto Kyoraku estaba en el despacho de Aizen observando la silla detrás del escritorio, la cual tenía una mancha en el lado izquierdo aproximadamente a la altura del hombro, también observó que en la mesa había algunos pétalos rojos.

—Curioso. —señaló Kyoraku. —Hay pétalos pero no veo el jarrón con flores por ningún lado. —dijo tallándose la cabeza mientras observaba a su alrededor.

Se acercó a la ventana que daba hacia el jardín lateral, estaba cerrada pero su instinto hizo que la abriera. La hoja del lado izquierdo era la corrediza. Observó que en los filos que quedaban para que la ventana pudiera moverse, habían un par de plumas de pájaro.

Le llamó la atención que eran de vistosos colores, pues no le recordaba a ningún pájaro de la zona.

Se encaminó a la salida para llamar a alguien que recogiera la prueba, pero un pequeño destello en el piso llamó su atención, se colocó un guante y al agacharse y sacar el objeto que había quedado detrás de la pata de un mueble se dio cuenta que era una horquilla azul en forma de una flor de seis pétalos.


Esta historia la publique hace tres años, pero decidí editarla para eliminar un poco los errores de ortografía. Y como ya está terminada espero publicar semanalmente, a menos que se me ocurra cambiar el final y tenga que pensar un poco más sobre la trama.

—Debo aclarar que no me centraré tanto en la recolección de pruebas, sino que me enfocaré más a la historia de los sospechosos, su relación con Aizen y sus posibles razones para matarlo.

—* La frase del inicio la escuché en Mentes Criminales.

Espero que les haya gustado el inicio de la historia.

Saludos.