Mi primer de hetalia ¡Por fin! Después de algún tiempo incubando esta idea, sin terminar de desarrollarla por mi amor-odio a este anime ¡Esta aquí con nosotros!

Los personajes de la serie no me pertenecen bla bla bla bla bla bla son creación de Hidekaz Himayura *insertar más bla*. PERO, el personaje de Venezuela aka Teodoro, SI me pertenece.

Dado que no existe mucho fandom acerca de mi país, decidí crear otro perfil diferente de lo que he visto por ahí. Sin ofender, el concepto de una nación es extenso, complejo y subjetivo (por tanto TODOS son respetables) y para mi Venezuela abarca más que las reinas de belleza y las riñas con E.E.U.U.

Por último aclaro que la historia es shonen-ai/yaoi, es decir, chicoxchico. Si no te gusta, mejor no leas.

El primer capítulo se llama "Estoy bien". No se porque la página de fanfiction no me deja


- ¡Eres un gringo de mierda!-vociferó rabioso.

- Eh, eh modera tu boquita- contesto E.E.U.U tratando de ser apaciguador pero bastante molesto.

- ¡No voy a moderar nada, sobre todo cuando estoy diciendo la verdad! ¡Eres un gringo de mierda y punto! ¿Quién tiene ese afán de arreglarlo todo para enchumbarla más? ¡¿Quién?! ¡Tú, y solo tú! ¡¿O acaso tengo que recordarte que hiciste en Afganistán o en Irak?! –bramó el venezolano clavándole su mirada color Caribe.

Alfred Jones hizo acopio de todas sus fuerzas para no abalanzarse sobre él ahí mismo. Tenía que recordar que todo era una actuación del moreno. Nada más. Miró a su alrededor: Francia hablaba con Canadá, España miraba por la ventana, Colombia suspiraba harto de la habitual situación, ¿es que su hermano no tenía vergüenza?, al parecer no. Brasil y Argentina se habían enzarzado en una discusión futbolística y el resto ausente estaba.

Por su parte, Reino Unido cubría su mirada con una mano. Debía ayudarlo, pero es que todo lo que decía Venezuela era taaan cierto (además que él también se había implicado en esas operaciones militares).

Y por otra parte, sentía que… ¿Lo estaba disfrutando? Si, tenía que admitirlo, lo estaba haciendo ¿Era un bastardo? Que la verdad sea dicha, que le pregunten a España. Si, si lo era. Se regocijaba insanamente con la visión de su ex colonia pulverizada por el discurso de ese latino. Decidió, para acallar su risa que quería hacerse evidente tomar un sorbo de té.

Al terminar la reunión, todos los países se levantaron cansados y raudos hacia la puerta.

- ¡Primo ese discurso estuvo fantástico!- Lo felicitó Cuba.

- ¿Ah sí?… ¡Si si claro!-artículo reaccionando rápido Venezuela.

Cuba se alejó alegando que debía hacer algunos recados y que lo visitaría pronto. Venezuela lo despidió con su brazo y una sonrisa. Sin embargo, una vez fuera de su campo visual, lo bajo lento y cambio su expresión a una de culpa. Giró su rostro hacia la única persona que aún quedaba en la sala.

USA, que se encontraba ordenando sus papeles levantó la mirada al sentirse observado y pudo ver la mirada de Teodoro clavarse en su pupila. Lo siento otra vez, significaba. Él atinó a bajar la cabeza en forma de aceptación.

El país caribeño era un excelente actor, digno de un Oscar, si fuera por él ya se lo habría dado. En más de una década había perfeccionado sus habilidades actorales hasta el límite. Era el maestro de las mascaras. Su vida era una mentira (pues una cosa era el como nación y otra como individuo). Privado de la libertad. Encadenado a un régimen ¿Recordaría lo que era ser libre? Quién sabe.

Habían sido amigos por mucho tiempo, de hecho lo seguían siendo, siempre con sus buenos y malos momentos. Pero nunca como este. Sin querer, aún con todo el esfuerzo, se habían distanciado, tenido algunos roces y su amistad se había desgastado.

Sin embargo, aún se preocupaba por él y de un tiempo para acá había vislumbrado un lento más inexorable deterioro de la salud de su amigo. El anglosajón nunca había sido perspicaz, eso era una destreza que el venezolano poseía, pero era uno de los que mejor lo conocía (para desdicha del cubano), lo que constituía una carta a su favor.

¿Y ahora qué?

A quién le preguntaba la certeza de su hipótesis. No se atrevía. Teodoro no diría nada, nunca lo admitiría, eso sería una muestra de debilidad ¡Eso jamás! Ese latino tenía un orgullo tan grande como el continente americano. Su fiero espíritu y pasado lo hacían resistir solo a los vaivenes de la vida.

Si se enteraba que había inquirido por él más lo alejaría.

¿Y si el preguntaba a Arthur? No, el inglés era igual o más despistado que él.

¿Los hermanos de Teodoro? No, el chisme llegaría a sus oídos como pólvora encendida.

¿Cuba? Prefería pegarse un tiro primero.

No quedaba opción, iría a visitar su viejo amigo y no se iría hasta que este le contestará, aunque eso implique matarse a tiros.

Pidió permiso a su jefe y partió lo más sigilosamente posible a Caracas.

Arribo a la casa, la cual era casi una mansión. Incongruente, el pueblo malviviendo en unas casas prefabricadas a la espera de una simple lluvia para venirse abajo y causar otra catástrofe.

No obstante, esta había cambiado en el tiempo en el que no había venido. Su dueño la había revestido de más sistemas de seguridad.

La bandera, en lo alto del portón ondeaba suavemente. Aspiró el aire que provenía del Ávila para conferirse valor.

Tocó el intercomunicador.

- ¿Quién?

- It's me, Alfred

- ¡¿Al?!

La puerta se abrió, el gringo entró. Empero, detuvo su paso a la mitad, fijándose en el jardín: las orquídeas*, la flor favorita de Teodoro se encontraban tristes. No era una buena señal.

Se arrodilló delante de ellas, intentando no pisarlas. Tomo una con la mana abierta y la levantó levemente, la observó cabizbajo, era el retrato de su amigo.

- Ey tú.

Jones reparó en que su amigo le susurraba desde su puerta para atraer su atención sin hacer mucho escándalo.

- What are you doing here?

- I come to visit you-respondio con su sonrisa tipica, pasmando más al venezolano.

- Are you nuts?!- lo regañó.

- So, are you going to let me to enter in your house? Se ve muy raro que en frente de tu puerta haya parado un rubio, con ojos azules y pinta de extranjero- contesto en español para enfatizar.

Venezuela suspiró ante la obviedad del comentario y le abrió, dándole la espalda y caminando para adentro de nuevo.

El invitado, lo siguió y sabiendo que no lo veían, reemplazó el rictus amistoso por uno preocupado y enojado.

Con sus pupilas se percató de que el rostro de Palacios estaba demacrado y pálido. Sus pasos eran lentos y vacilantes, tanto que pronto el americano no solo cubrió la distancia que los separaba, sino que lo pasó.

Silenciosamente lo vigilaba y cuando el dueño de la casa se detuvo, Alfred intentó que su rostro no delatara su angustia- ¿Teo estas bien?

- Sí.

- ¿Estás muy flaco? ¿Estás comiendo bien?

- Estoy haciendo dieta.

- Claro si el significado de dieta en español y el de anorexia ahora es el mismo-rió tratando de aligerar la tensión.

- Lo que tú digas-refunfuñó.

Su humor natural también había desparecido. Empezamos mal.

- Siéntate. Haré café- le indicó el moreno.

- Yo puedo hacerlo- dijo parándose de la silla.

- No, eres el invitado. Estoy bien.

- But…

- Estoy bien.

- No, no lo estas, luces muy cansado. Tus ojeras te delatan-no le gustaba que le mintieran. Ya no era un niño, aunque se comportara a veces como uno.

- Tú no tienes un jefe que te llama a las 4 de mañana con cualquier locura-respondió con resignación.

- ¿Pero hoy no es un día libre?

Mi jefe tiene un concepto distinto de "libre"

Se dirigió, sin mediar más palabras a la cocina. Pero a la mitad se detuvo y comenzó a toser con fuerza, desde los pulmones, tanto que inclinó el pecho mientras se sacudía hacia abajo y tomaba aire.

- Teodoro-suplicó.

- I'm fine.

Agarró una taza, busco la jarra llena del liquido marrón, sirvió el brebaje caliente en esta, sacó una cuchara, la metió en la azúcar, la echó en el café, comenzó a remover, paró, puso una mano en su frente, cerró los ojos, todo le daba vueltas, se sentía horrible, débil, su cuerpo le temblaba, tenía frio, su cabeza lo estaba matando. Se paso la mano por sus cabellos para relajarse, apaciguar sus temores y seguir con la tarea.

De repente supo que vendría otro acceso de tos y no pudo detenerlo.

Tosió violentamente, sin parar, abrazó su abdomen, se doblo, le faltaba el oxigeno. Esto no podía continuar, no aguantaría mucho más.

Hasta que, en un momento dado, algo su boca vomitó: sangre. Y se sintió desfallecer.

Alfred, que ya llevaba tiempo esperando, al oír a su amigo así se angustió. No obstante, no se atrevía a romper la orden y hacerlo rabiar más. Pero, al notar que no la tos no se interrumpía, se puso en pie arrastrado por las emociones.

- Teodoro- mencionó asustado. Y al percibir como un cuerpo pesado chocaba con el piso, junto con el ruido que produce la cerámica al romperse, corrió a toda velocidad, localizando al venezolano desmayado, las piezas de la taza desparramadas por la cocina y el café mezclado con la sangre.

Apoyó una rodilla en el piso, levantó en brazos medio cuerpo de su amigo, y lo movió con delicadez a la vez que repetía su nombre desesperadamente.

Venezuela entreabrió los ojos, exhausto, buscando la mirada azul del americano- Al-expresó con un hilo de voz.

- ¡Tú definitivamente no estás bien!


*La orquidea es la flor nacional de Venezuela.

¿Instinto Moe calentando motores? (risas). Los rewievs incentivan a la autora y mejoran a Venezuela.