Capitulo 1

El infierno de Plaszow

Era de noche, la lluvia caía como torrentes helados, sobre el techo metálico de las endebles barracas de madera, el viento soplaba con fuerza haciendo un ruido suave a chocar contra el alambre de puas de la cerca electrificada.

Se podían vislumbrar las sombras de los guardias haciendo sus rondines habituales con un cierto nerviosismo. Las luces de los edificios estaban encendidas, como si no quisieran que el manto nocturno los absorbiese del todo.

En el centro de aquel tétrico complejo, se encontraba un viejo edificio que fungía de oficina central. Dentro una joven de albina de ojos carmesí observaba la lluvia que golpeaba la gran ventana de su oficina. Ella, sabía...sabía que el final estaba cerca, en los últimos meses nada había salido como lo planeaban y el cerco se cerraba mas y mas a su alrededor, podía sentir las pisadas rítmicas de los aliados sobre Alemania, acercándose más y más a su amada Berlín, sin poder hacer nada, nada en absoluto, al menos no donde se encontraba ahora. Según su padre y mentor debía dar gracias de estar ahí y no exiliada o muerta. El anciano se había valido de todas sus influencias para alejarla de la batalla real hacia ya dos años. Este esfuerzo se duplico al enterarse de su breve participación en el sitio fallido de Stalingrado,despues de todo el suyo aun era un apellido de peso en el paritdo NAZI, por lo que su padre aprovecho sus influencias para minimizar las posibles represalias que los altos mandos pudiesen tomar contra ella, por desafiar "El verdadero rol de la mujer Alemana" "Y algunos parametros militares". Todo aquel esfuerzo termino en una suspensión de labores de 8 meses y un simple "degrado" a Lagerführerin de la SS en el campo Plaszow en Polonia muy lejos de Berlín.

"Todo lo que tienes, todo lo que te pasa es consecuencia de tus propios actos, agradece averte salvado del verdadero daño"-le decía su padre con semblante impasible

Golpeo su escritorio con frustración al recordar eso, ella era una guerrera una valquiria como decía su hermano, un autentica Hauptsturmführer de las SS, no importaba lo que los papeles o informes de esos oficiales ineptos dijeran.

Agradecida, si como no- se dijo así misma con un aire de reproche- solo cambie un infierno por otro.

Aspiro profundamente buscando dar claridad su mente, tomo le vaso sobre su escritorio y dio un sorbo, el gusto del coñac le hizo rememorar el sabor amargo que la guerra había dejado en su ser, había visto las atrocidades de las que solo el ser humano es capaz, vio a Europa ser llevada a límite de la destrucción, víctimas que podían contarse por millares en ambos lados, entre el rugir de los tanques y el estrepito de las balas.

Irónicamente quizás las atrocidades mas grandes acontecían en sitios como en el que estaba, que desde hace unos meses eran sus dominios absolutos, su campo de muerte, un jardín desolado y sin esperanza donde a las almas infortunadas se le extraía el ultimo gramo de esperanza que aun le quedara para luego ser arrojados a los verdaderos abismos de la muerte. Esas eran los cimientos del imperio de 1000 años que les habían prometido.

Un soldado joven llamo a la puerta sacándola de sus pensamientos.

Disculpe Heir Lagerführerin acaba de llegar esto de Berlín, el frente soviético se ha reorganizado más rápido de lo esperado –dijo el joven con la voz ronca y entrecortada- estarán aquí en unas horas... a este paso…

Entiendo-susurro Julchen mas para ella, que para el oficial- llama a los demás guardias diles, que se preparen tal como les indique.

Si, señora-respondió algo dudoso el joven rubio, saliendo de la oficina a pasos veloces para informar a su compañeros

Julchen sabía que no tenían muchas opciones y el tiempo era escaso.

"Fritz cuando el sueño se convirtió en esta pesadilla"

A la mañana siguiente, los prisioneros quedaron perplejos al ser sacados de sus barracas y llevados al patio principal un espacio de unos 2000 metros cuadrados rodeados por un grueso alambre de púas con una única salida normalmente electrificada y custodiada por perros militares y soldados armados en torres de vigilancia.

Pero ese no era un día "normal" en aquel agujero del infierno, el ejército de hombres y mujeres avanzo al patio aunque algunos más bien parecían sacos de huesos con piel, de mirada vacía y semblantes oscos. Estos seres mostraron un claro asombro y una cierta incertidumbre al verse juntos luego de tantos y tantos meses, muchos se preguntaban si al fin aquellos monstruos terminarían su agonía de una vez. Los rumores de la cercanía del ejército rojo habían llegado a los de los pocos prisioneros que sabían Alemán, los presos lo sabían, pero no querían ser muy optimistas no sin saber con claridad lo que aquellos guardias les tenían preparado.

Así sus temores parecían hacerse realidad cuando vieron a todos los guardias salir a ambos lados del campo con armas al hombro, para luego formarse a dos filas horizontales frente a al oficina central, posicionándose delante de los guardias femeninos que había llegado antes. Todos se quedaron quietos y firmes frente a la puerta de la oficina.

Pero algo pasaba, los normalmente impasibles guardias se agitaban nerviosos, entonces lo entendieron la bandera alemana ya no ondeaba a la entada del campo y una Blanca había tomado su lugar.

Un grupo de voluntarios ondearían la sábana blanca frente al enemigo y confirmarían la rendición absoluta del campo. Todo los guardas en su mayorías jóvenes estaban asuntados y expectantes, podían sentir el retumbar de las botas y los tanques rusos acercándose, la bandera blanca que ondeaba no les daba ningún sentimiento de seguridad, hubieran preferido caer en manos de los británicos, hacerlo en manos de los soviéticos era aun más aterrador… las atrocidades cometidas por ellos a soldados alemanes eran bien conocidas…y su sed de sangre los hacía aun más sanguinarios.

Un silencio sepulcral invadió el aire al ver a la oficial a cargo del plantel salir de su oficina, portando su uniforme color negro de la SS con orgullo, su cabello blanco perfecto como siempre atado en un trenza cruzada que contrastaba perfectamente con la gorra de cuero que esbozaba un cráneo plateado al frente y para finalizar un largo abrigo negro con la banda de las SS en el brazo derecho y en su cuello altiva y serena su cruz de hierro se ondeaba al viento. En el campo su sola paciencia imponía respeto y miedo.

Ella se quedo al centro de las filas y dio la cara a los 80 guardias de los cuales una cuarta parte eran mujeres. Los que la esperaban con impaciencia.

"En unas cuantas horas serán hombres y mujeres libres"-dijo ella con voz fuerte y clara a todos los presentes pero sin perder su porte altivo-

Solo nos queda espera-dijo mas bajando el tono de su vos ahora dirigiéndose a las guardias ahí presentes-si alguno desea abandonar su labores es libre de hacerlo, el ejército rojo pronto estará sobre nosotros y no se si podre responder por la seguridad de todo.

Acompáñenos, Her Lagerführerin-dijo una mujer rubia en la fila- aun estamos a tiempo.

¡NO!-respondió ella con fulminándola con su ojos escarlata –Soy la encargada de este lugar y mi deber es quedarme hasta el final, no huiré como perro con la cola entre las patas, esperare aquí.

Los guardias se miraron los unos a los otros algo desconcertados y luego se giraron a la albina como buscando su aprobación. esta sonrío y luego aisntio.

Son unos tontos-dijo en voz baja, conmovida por la lealtad de esos jóvenes.

La Joven albina trataba de infundirles valor, su sola presencia les subía los ánimos, ella no huiría esos eran sus hombres sus vidas eran su responsabilidad.

Pasaron las horas y ya ninguno de los presentes retomo sus funciones, se quedaron ahí y esperaron mientras el frio viento de enero les golpeaba el rostro.

-aaa...- soplaba intentando calentar esas frías manos a través del guante negro, cerrando un poco su chaqueta para protegerse del frio.

De pronto, se oyó la reja crujir así como el salpicar de las ruedas de caucho en el lodo de la noche anterior. En cuestión de Segundos se apostaron frente a ellos unos 8 tanques y una camionetas de las que bajaron unos 20 o 30 los soldados fuertemente armados, con ropas desgastadas y algo sucias, la mayoría con largas capas grises para protegerse del frio. Ella recordaba esos trajes, los recordaba muy bien.

Los guardias Nazis dieron un respingo y muchos cerraron los ojos esperando lo peor al oír deslizarse los cargadores de las Subfusil PPS-43 y 41. Los soldados soviéticos se agruparon a su alrededor, con todos los rasgos faciales imaginables, sus largos abrigos y sombreros de piel. Ellos rieron sonoramente sabiéndose dueños de la situación y esperando.

De uno de los tanques bajo un hombre joven, alto, demasiado, fácil 2 cabezas más que ella, de tez muy blanca y cabello por igual, no tanto como el de la Prusiana y de misteriosos ojos color violeta. El Ruso en cuestión era un oficial, ella lo sabía con solo ver su indumentaria: una larga chaqueta mas oscura que la de los demás y con insignias negras en los hombros, tambien portaba una gorra con la estrella roja símbolo inequívoco de su rango en el ejército Rojo, mientras en sus cuello se mecía al viento una larga bufanda color crema.

El Ruso bajo del tanque estirando inocentemente sus entumidas piernas y observo las fila de alemanes uniformados apostados a lo largo de una cerca de metal. Camino despreocupadamente hacia ellos analizando una a una las caras desesperanzadas y asustadas de aquellos hombres, hasta que se topo con una altivo y desafiante. Que de manera indirecta llamo su atención.

EL gran hombre chasqueo los dedos y dijo algo en ruso a sus subordinados, estos al instante comenzaron a separar a punta de pistola a los hombres de las mujeres.

Saludos perros Nazis da-dijo en un alemán bastante aceptable con un tono algo infantil que desentonaba totalmente en aquel cuerpo alto y fornido. Y con una sonrisa que estremeció a más de uno-soy el Coronel Braginski y han de saber que a partir de ahora quedan bajo el poder del ejército Rojo-agrego es tú ultimo esbozando un sonrisa algo torcida-Así que empecemos... Quien es el oficial a cargo Da

Yo soy-se aventuro la albina sin un atisbo de duda viéndolo a los ojos- Julchen Beilschmidt Jefa de campo, y confirmo la rendición absoluta de Paslow-agrego entregando sus armas y sobre todo su cuchillo grabado prueba irrefutable de su pertenencia a la SS, los demás soldados solo arrojaron pistolas y garrotes al piso.

Vaya una mujer Nazi-dijo Iván con gesto divertido, a sabiendas que los nazis no gustaban de tener mujeres en la milicia por lo que ver a la albina lo divirtió-eso sí es una sorpresa.

Yo no soy cualquiera -respondió ella por inercia su personalidad soberbia a veces la traicionaba- Soy la mejor.

Eres graciosa-Rio Iván tomando el rostro de la albina ya haciéndolo hacia arriba, tenia curiosidad por verla más cerca, soltó su cara y luego tomo la cuchilla que ella le había entregado anteriormente y la desenvaino admirando su hoja- "Sangre y Honor"… ¿Cuál perderás primero?

El oficial ruso resbalo el filo sobre los botones del pulcro uniforme de la alemana haciéndolos caer uno por uno hasta llegar a la curvatura de sus senos.

Los otros Soldados comenzaron a repetir una frase en un ruso que Julchen definió como bastante vulgar que le helo la sangre.

"Soldados del Ejército Rojo, arrancad por la violencia el orgullo racial de las mujeres alemanas!... ¡Violad, destruid, matad! Es hora de la venganza.

Iván hizo un ademan con la mano y algunos soldados se abalanzaron rápidamente sobre las guardias femeninas apostas al lado de Julchen y comenzaron a desgarrarles las ropas mientras las arrastraban de los cabellos hasta el edificio más próximo para refugiarse ellos de la llovizna fría que comenzaba a caer.

¡Que narices les pasa a tus soldados!-grito ella lanzándose hacia el oficial Ruso que veía inerme la escena.

Descargan un poco de energía y frustración -respondió este sin mucho interés- a pasado un tiempo.

¿Y lo ves normal? Joder como puedes permitir algo así- estepo Julchen con rabia, tomando la solapa de Iván con fuerza para luego asestarle una bofetada olvidando por completo su precaria situación.

Eres delicada y ¿tu permitiste eso da?-respondió señalando la cerca llena de escuálidos esqueletos vivientes-¿Entonces por qué me recriminas nada? …A cada uno le duele lo suyo da-agrego-

Los soldados Soviéticos desenfundaron sus armas y las dirigieron a la atrevida mujer, Ivan los detuvo, ella logro levanto su mirada y vio como el ruso sonreía como un niño chiquito, lleno de satisfacción, como si hiciera algo que le gustaba mucho y eso era lo que más le mortificaba del hombre de ojos violetas.

Aggg.- Gimió de dolor al sentir al ruso retorcer su muñeca y ponerla bajo su espalda- ¿Cuándo rayos…?

Her Comandante-exclamaron los guardas que había sido hincados en el suelo con preocupación listos para auxiliarla, ella solo negó con la cabeza.

Los mataran idiotas-afirmo ella haciéndolos desistir- Yo estaré bien.

-Suéltame.- Intentó deshacerse del agarre otro hombre–Si vas a matarme hazlo de una buena vez- Estaba molesta y asustada, era un coágulo de emociones.

-Niet.(no )- Sonrió-quiero jugar –

Dicho esto el enorme Ruso arrastro a la joven dentro de la vieja villa que ahora les fungía de cuartel. Camino firmemente por el pasillo hasta localizar una gran oficina en el segundo piso el lugar era sencillo pero elegante con un escritorio simple y muebles de oficina de madera con los emblemas del tercer Reich grabados, así como la Bandera Nazi colgando de una pared frente a la ventana.

Iván miro aquel lugar y cerró la puerta, examino mejor el entorno y luego arranco de golpe la bandera roja y blanca con gran facilidad mientras con la otra "despejaba el escritorio"

Esperaba algo más interesantes de tu oficina- dijo el mirándola de forma burlona- es tan plana y aburrida como la de cualquier otro nazi.

Julchen no le respondió, no pensaba intercambiar mas palabras de las necesarias con ese tipo y menos entablar una conversación, ya era bastante humillante el averse rendido sin pelar, pero sabía que no era por ella sino para preservar la vida de sus hombre en su mayoría jóvenes reclutas atraídos por el cómodo salario en esos tiempos de guerra.

-¿Eres alemana?- Habló con monotonía en un intento en alemán, hurgando en los cajones del escritorio como buscando algo y nada a la vez-¿Austriaca tal vez?

-Que te importa- Respondió ella despectivamente con un claro deje de incomodidad, podía escuchar los gritos desesperados de sus subordinadas siendo violadas una y otra vez por los soldados de aquel hombre.

Que ruda, da-sonrió burlonamente, al encontrar lo que buscaba-bueno entonces…ven- ordeno cambiando su tono por uno mucho más grueso y autoritario..

–solo mátame y termina con esta farsa- exigió ella.

Niet, morirás cuando yo quiera, de ti depende que las otras no sufran mas, he ordenado a mi hombres preferiblemente no matar a nadie, pero podría cambiar de opinión.-dijo este complacido al ver ella sorpresa e incredulidad en la cara de la joven..

EL ruso tomo dos vasos que estaban en un cajón y los puso sobre el escritorio para luego llenarlos casi al tope con el Vodka que siempre llevaba en el bolsillo interno de su abrigo.

Brindemos, da-dijo él con una sonrisa inocente, acercándole el otro vaso, ella trato de ignorarlo.-Por la pronta caída de tu amada Berlín "нацистских свиней умереть"

Bastardo- jamás se había sentido tan enojada con todo su alrededor. Quien se creía ese tipo para burlarse así de su país.

Vamos-insistió el divertido, sujetando su muñeca tomándola por sorpresa, Julchen no tuvo tiempo de protestar, pues el liquido embriagante estaba siendo vertido en su boca.

Un…nur-Repuso a duras penas sintiendo el liquido quemar su garganta, trato inútilmente de apartar el vaso, cuyo vodka no solo chorreaba de su boca sino que también caía en su nariz impidiéndole respirar-cough…cough…

-Casi me ahogas-intentando evitar la mirada amatista – verdammte Bär - Gritó con odio.

-jajaja daa...-

Iván dio algunos pasos hacia la chica, acabando su trago de un sorbo, admirando sin perder detalle aquel cuerpo esbelto con aroma a Vodka. La sujeto de los hombros y la obligo a sentarse en el escritorio. El ruso río inocentemente mientras acercaba su nariz a ese pecho que subía y bajaba frenéticamente debajo de él, tratando de calmarse. La albina podía sentir la respiración del ruso que subía lentamente en su cuello.

-Bas...- Murmuró una vez más tratando de quitar la boca de Iván de su cuello. Quien sin darle tiempo de asimilarlo mordió los labios marcándola.

-No, ¡idiota! - Negaba mientras Iván la ignoraba y seguía en lo suyo tomándose su tiempo para analizarla a detalle mientras sonreía inocentemente, su cara, su pelo, sus ojos, así como cuerpo tanto como aquel uniforme militar se lo permitía

Eres delgada da – dijo él en una especie de trance el que lo invadía- tienes piernas de niña

Cállate tonto, mi cuerpo es hermoso–Replico ella, todos los hombres eran iguales siempre tratando de intimidarla para sentirse poderosos- pero de seguro te gustan las putas grandes y gordas de tu tierra ¿no?-agrego esto último con saña, como escape a su frustración.

De repente sintió un gran golpe, que dejo su cara pegada a la madera de su escritorio, respiró hondo. Entendió por completo, sabía lo que sucedía e intento levantarse, le sorprendía el sigilo nato de se hombre, era la segunda vez que se colaba detrás de ella y la tomaba por sorpresa.

Alemana, pareces no entender tu situación da- Dijo Iván de modo burlón jalando su rostro haciéndola mirarlo- Ustedes son nuestro botín.

La albina guardo silencio ante tan tenebrosa declaración, trato de no delatar su nerviosismo, mientras relajaba sus brazos poniéndolos a los costados.

Lo vez da, no están difi…-Iván no termino de articular cuando sitio al impactarse contra su sien derecha así como el liquido carmesí escurrir levemente de cabeza, descolocándolo un poco debido al golpe.

Soy Prusiana-exclamo ella levantándose del escritorio con velozmente

Julchen aprovecho el memento para tratar de huir corriendo hacia la salida, no había terminado de abrir la puerta cuando sintió la mano fuerte y pesada del Ruso clavando el cuchillo que le había quitado previamente a pocos centímetros de su cara, acorralándola con ojos encendidos.

Eso dolió-dijo él con un tono sombrío y mueca mas maniática que Julchen hubiese visto jamás, dándole una fuerte bofetada haciéndola caer al suelo- tendré que castigarte

Ven aquí-Ordeno de nuevo, sentándose en la que antes fuese su silla con postura autoritaria, solamente que su voz cambió a la dulce voz de un niño contento

Si crees que soy tu juguete estas equivocado Ruso-respondió ella tratando de ocultar el miedo que ese súbito cambio de personalidad le había causado- prefiero morir a que me viole una bestia como tu…

Te violara un regimiento completo si no vienes aquí da -respondió Iván con un extraño brillo en sus ojos purpuras y haciendo aun más ancha esa escalofriante sonrisa-ahora ven aqui- agrego retomando su tono infantil y haciendo un ademan.

La albina no tuvo más remedio que obedecer, Julchen pensó que la arrastraría como a sus compañeras, pero no lo hizo. El labio de Iván tembló levemente, y levantó su mano, la golpeó fuertemente en el rostro.. Las manos del ruso oprimieron al garganta de la albina, que manifestaba con gemidos la inútil intención de liberarse.-No me tientes.

Me gustan esos ojos mirándome da-dijo el tomándola de los hombros estrellándola contra el escritorio una vez más, esta vez sujetando firmemente sus manos para evitara otra molesta escapada, noto como ella tragaba saliva sin mover un musculo.

Este acerco su lengua a su labio sangrante saboreándose aquel fluido carmesí-"Así que es como sabe la sangre de la que tanto se jactan"-pensó para sí-nada mal

¿Lo quieres en el escritorio? O ¿Lo quieres en el piso? Como la maldita puta que eres?- dijo él con el mismo tono que le helaba la sangre y con ese aire cruelmente burlón. Pues sabía que lo haría donde le placiese- bien

Ella podía sentir su erección en su abdomen, y recordó el consejo que le diesen contra cualquier situación dolorosa "aprieta los dientes, respira hondo y aguarda a que todo termine". Era tan humillante, jamás pensó que le pasaría algo así.

noch, No quiero que me patees-señalo el quitándole bruscamente las botas militares y ubicándose en medio de ella separando sus piernas con las rodillas.

Ivan arranco de golpe los botones de su saco lanzándolo, para luego ocuparse en desabotonar los que aún conservaba la camisa blanca de la que se podía translucir la ropa interior negra de la albina, esta apretó los ojos inconscientemente unos instantes al sentir como su sostén era rasgado por una pequeña navaja, que ahora jugueteaba entre sus pechos, recorriéndolos de arriba abajo haciendo un pequeño corte en el pecho, mientras el ruso miraba de forma lasciva extendiendo la lengua y degustando de nuevo la sangre alemana, nos sin antes pasearse por los pechos cuyos pezones se erectaban a causa del frio.

La albina inhaló profundamente por la nariz-Asqueroso- exclamo con las manos jalando fuertemente a los lados del uniforme del ruso, estaba asustada, incluso su preciada cruz parecía buscar efugio entre su cabello ante tan escabrosos hombre

El ruso solo sonrió esa actitud desafiante le encantaba, mordiendo su pecho derecho en respuesta y estrechando el otro con mayor fuerza. Luego procedió con el "examen pélvico".

Él utilizo una ligera fuerza empujándole las caderas haciendo que quedara boca abajo quitando de una vez el saco que entorpecía su tacto. Luego el ruso deslizo su mano por aquella pequeña espalda, tanteando su cuello omoplatos y columna dibujando un camino hacia la cadera, apretando sus glúteos por arriba de la falda.

La carrocería es buena da-susurro el ruso en su oído, mientras comenzaba a subirle la falda hasta los glúteos dejando al descubierto su ropa interior-ahora los interiores.

Julchen reunió todas sus fuerzas para apartar de si al enorme ruso, intento darle un codazo pero debido a su mala posición fue fácilmente detenido por el otro.

Quieta da-dijo Iván algo cansado, tomando su larga bufanda y atando de una vez las manos de la albina sobre su cabeza.

El cuerpo de la albina se tenso aun más la oír un sonido metálico detrás de ella, así como el cierre de un pantalón bajándose,

"Rayos, maldición"-pensaba ella con frustración. Nunca en su vida se había dejado de los demás y ahora ese ruso la tenía en su poder, como un gato que juega con un ratón antes de devorarlo. "acaba ya maldito cerdo"

-Por fin – dijo, – Ahora, tomare lo que es mío da – Volvió a sonreír maliciosamente tomando su miembro acercándolo a la vulva la penetro, con fuerza, mucha fuerza,

Julchen trato de ahogar su grito mordiendo como pudo la cruz que yacía cerca de su rostro tratando de no evidenciar su dolor, mientras que él, sin importarle, empieza a moverse, rítmica y profundamente haciendo moverse el escritorio en el que la mujer se apoyaba. Ella solo alcanzaba a apretar las uñas sobre la madera tratando de resistir.

Eres buena da-señalo él con esa sonrisa que ya la enfermaba jalándola del pelo, él le profirió una mirada de odio, que pareció complacerle.

De pronto el toque de la puerta lo saco de su diversión. Ivan chasqueo los dientes con molestia, mientras inconscientemente los músculos de la albina se contrajeron al presentir la irrupción de alguien la oficina, haciendo que su vagina apretase deliciosamente el pene de Ivan, quien gimió levemente parando su vaivén un segundo.

Disculpe Señor-dijo la voz al otro lado de la puerta

Que pasa da-respondió el rubio tratando de modular su voz para que sonara lo mas neutra sin dejar de penetrar a la albina maravillándose con la contraída expresión que hacia ante cada estocada

Señor-prosiguió el soldado en ruso, algo que julchen luchaba por entender- hemos procedido a la liberación de los prisioneros esperamos sus ordenes para proseguir con el cotejo y para disponer de los guardias capturadas.

Estaré ahí pronto, retírate da- ordeno el ruso acelerando el movimiento, levantando un poco el cuerpo de a otra para poder tener acceso a su pechos que libres de la opresión de la mesa temblaban suaves y turgentes en su manos.

Lo siento cariño, pero esta vez será rápido da- le susurro el ruso mientras retiraba los mechones de pelo que cubrían los ojos de la chica que luchaba internamente por obtener las lagrimas de vergüenza y frustración.

Acto seguido, la penetro con más fuerza, si es que esto era posible, sujetándola de la cintura para facilitar una irrupción más profunda y rápida.

nicht, ni...- alcanzo a articular dificultosamente, sintiendo en medio de las dolorosas estocadas algo "extraño" que no alcanzaba a identificar-ah

Ivan enterro sus dedos en el blanco cabello de ella jalándolo hacia él, haciendo que su cuerpo tomase el ángulo precioso para el máximo disfrute, movió su cadera frenéticamente. Esa sensación primitiva de tomar algo de esa manera, en forma cruda y lasciva lo lleva al borde de su clímax. Podía sentir las paredes carnosas que rodean su miembro contraerse en un espasmo, Ivan se sentía hipnotizado por esos ojos color sangre ahora llenos de vergüenza e indignación, que se entrecerraban aratos tratando de no mirarlo. El no podría haberse detenido aunque lo hubiera querido, esos pequeños gemidos de la albina lo cautivaban de una forma extraña, aunque estos estuvieran lejos de ser gemidos de placer. Al fina no importaba.

"Mi derecho de conquistador"-se repetía mientras la continuaba poseyendo

Julchen apretó tanto las uñas en el escritorio que pensó que estas se le romperían, deseaba que así fuese, cualquier cosa hubiera sido mejor que eso. El dolor entre sus piernas era irreal, la fricción de sus pechos desnudos contra la dura madera del escritorio era una agonía, podía sentir la frio hebilla del pantalón del ruso golpear su trasero, estar debajo de ese hombre totalmente acorralada era lo peor, nunca, ni siquiera en el infierno que fue Stalingrado se había sentido así. Ajeno a su pena, el grueso pene ruso se enterraba dentro de ella con tal intensidad que pensó que se su vagina se desgarraría, si no es que ya lo estaba. Ardía y dolía terriblemente, pero aun reunía la fuerza de voluntad que le quedaba para no llorar, no perdería ese último deje de dignidad con una bestia como esa.

Luego de unos minutos de intensa penetración, Ivan anuncio su orgasmo con gran suspiro dejándose caer levemente en la cintura de la chica que trataba de recuperar el aliento ya sin poder contener un par de lágrimas que escurrieron por su mejilla.

Estuvo bastante bien da- dijo Ivan inocentemente acomodando sus ropas y preparándose para salir-la próxima vez no será rápido-agrego mientras acomodaba sus ropas, se enrollaba la bufanda y salía del cuarto no sin antes cerrar la puerta con llave, por si acaso

La próxima vez….-pensó Julchen que yacía inmóvil en la mesa, sus piernas abiertas y ligeramente dobladas, sus brazos cayendo del escritorio ya sin fuerzas, un poco de sangre alrededor de su boca donde él la había golpeado. Su vulva mostraba ya los primeros signos de traumas y magulladuras, mientras de su maltrecha vagina podía sentir algo caliente y viscoso escurrir entre sus muslos. Reunió las fuerzas que le quedaban y acerco su mano al muslo lo que imaginaba, sangre con semen.

Julchen, se quebró finalmente el corazón lo tenía latiendo en la garganta, ahogándole las lágrimas y los sollozos, mientras las palabras del ruso retumbaban en su cabeza causándole horror.

"No seré rápido…la próxima vez"

...

Notas Fanfic:

Lagerführerin: Jefa de campo

SS-Hauptsturmführer: rango equivalente a capitán.

Campo de Plaszow: El campo de concentración de Płaszów o Cracovia – Płaszów era un campo de trabajo y concentración nazi construido en el suburbio del noroeste de la ciudad de Cracovia conocido como Płaszów, situado al sur de la ciudad y hoy parte del distrito de Podgórze, poco después de la invasión alemana de Polonia y la creación del 'Gobierno General'. fue liberado pos lovieticos en 1944

Batalla de Stalingrado fue un enorme, largo y sangriento enfrentamiento entre las fuerzas alemanas y los ejércitos soviéticos por el control de la ciudad de Stalingrado, actual Volgogrado, entre el 23 de agosto de 1942 y febrero de 1943, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.2 3 Con bajas estimadas de tres a cuatro millones de personas.
Subfusil PPSH-41: Utlizada por la infantería soviética, constaba de un cargador de tambor de 71 cartuchos y un prismático de 35 cartuchos. La munición desarrollaba en la boca una velocidad de 488 m/sg., siendo la cadencia de tiro de 900 disparos por minuto.

El PPS-43 (Пистолет Пулемeт Cyдaeba 1943, Pistolet Pulemet Sudaeva 1943) es un subfusil automático soviético diseñado por A. I. Sudaev durante la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra Patria en Rusia) como arma de defensa personal para unidades de reconocimiento, tripulantes de vehículos y personal de servicio. Tiene dos modelos de diseño principales, el PPS-42 y el PPS-43.

La frese:fue usada como partde de la propaganda de Stalin, para incentivar a los sovieticos.

"нацистских свиней умереть":(mueran cerdos Nazis)

verdammte Bär: maldito oso

noch: quieta en ruso

nicht : no en aleman