Nota de autor:
En serio, ni siquiera se que estoy haciendo. Nunca he publicado nada de lo que escribo, porque no se me da bien, pero he perdido una apuesta y aquí estamos. En fin, pido perdón.
1-Destellos en la lluvia.
Corría. Cielos, hacía horas que corría. La lluvia torrencial le había calado hasta los huesos y ya casi no sentía sus extremidades. Sacudió la cabeza intentando apartar los mechones mojados que se pegaban a su frente cuando un destello verde cruzo el camino delante de él. Freno derrapando, las baldosas mojadas y resbaladizas de la calle le hicieron perder el equilibrio y puso una mano en el suelo para evitar caer e impulsarse rápidamente en dirección contraria.
Giro hacia un callejón justo en el momento en que otro destello verde surcaba el aire detrás de él. Demonios, eso había estado cerca. Sacudió otra vez la cabeza mientras corría, con la esperanza de sacar el exceso de agua que se estaba acumulando en sus pestañas nublándole la visión.
Necesitaba un sitio donde pudiera ocultarse aunque solo fuera unos segundos. Era todo lo que necesitaba para salvar el pellejo.
Zigzagueo unos minutos más por varios callejones estrechos, intentando agrandar la distancia entre él y los incesantes rayos verdosos que lo perseguían, cuando encontró un viejo taller abandonado. No le costó mucho forzar la maltrecha puerta de madera y esconderse dentro. Se tomo unos segundos para respirar profundamente entre las sombras de la polvorienta habitación que lo había recibido y, antes de que los pasos de sus perseguidores empezaran a chapotear por el final de la calle, se desapareció.
En otro momento ni se le hubiera ocurrido desaparecerse en el estado en el que se encontraba, las probabilidades de sufrir una despartición eran increíblemente altas, pero prefería arriesgarse a eso a dejar que lo atraparan.
Recorrió rápidamente con la mirada la plaza en la que acababa de aparecer antes de dirigirse a una de las casas del otro extremo de esta. Aquí no llovía, densos y oscuros nubarrones se cernían sobre su cabeza pero eso más que preocuparle le ayudo a la hora de escabullirse entre las sombras que se extendían por toda la plaza hasta que llego a la casa que tan bien conocía. Miro nervioso a su alrededor y llamo al timbre.
Pronto escucho el sonido de unos pasos acercándose y el quejido de la cerradura al moverse para permitir la apertura de la puerta. Unos brillantes ojos verdes insultantemente ocultos detrás de un par de gafas pasadas de moda le recibieron.
El chico de la puerta se lo quedo mirando varios segundos, desconcertado, mientras estrechaba los ojos como si no estuviera seguro de lo que estaba viendo.
-Draco? - Pregunto con incertidumbre.
-No, Dumbledore. Es que no me delatan la barba y la túnica de brillantinas?
Harry rodo los ojos y abrió la boca dispuesto a devolverle la pulla a Draco cuando se fijo en sus ropas rotas y sucias y las heridas que surcaban la poca piel que se podía apreciar debajo de la oscura capa que lo cubría. Miro detrás del Slytherin y lo hizo entrar rápidamente antes de cerrar la puerta tras ellos.
-Calla capullo, como quieres que te reconozca con ese pelo? Por Merlín, que te ha pasado? Estas hecho un asco, cualquiera diría que acabas de escapar de un ejército de dementores.
-En realidad, aunque en mi opinión comparten modista... - Dijo Draco mientras se quitaba la capa y sacudía la cabeza salpicando a Harry de agua - eran Mortifagos.
-¿Mortífagos? ¿Qué ha pasado? Y... - Harry miraba alternativamente las heridas de Draco y su pelo - ¿Por qué...?
Draco lanzo un suspiro exasperado mientras se dirigía a la cocina de Grimmauld Place, si tenía que esperar que un anfitrión como Harry le invitara a sentarse en algún sitio se haría viejo, o se desangraría antes. Acababa de prestar real atención a las heridas que había estado ignorando y sangraban. Bastante.
-Vas a interrogarme o vas a curarme primero, Potter? - Dijo con una sonrisa burlona mientras se sentaba pesadamente en una de las sillas de la cocina.
Para toda respuesta Harry se acerco a él con un botiquín en mano y le revolvió el pelo, ahora castaño, mientras examinaba las heridas más graves.
-Solo porque no quiero que sigas manchándome el suelo, Malfoy
Draco soltó un bufido desdeñoso mientras apartaba la mano de Harry de su pelo y le lanzaba una mirada asesina, pero se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo en que Harry estuvo tratándole las heridas.
-He traído lo que prometí - Dijo al final mientras lanzaba a la mesa de la cocina una pequeña bolsa de terciopelo negro - Y algunas otras cosas que podrían ser de utilidad, pero se acabo.
Harry lo miro confuso levantando la vista de la herida que estaba atendiendo en ese momento. Draco hizo una mueca cuando Harry apretó el vendaje y dejo colgar su cabeza sobre el respaldo de la silla antes de continuar.
-Me han descubierto, ahora mismo soy casi tan buscado como tú.
Harry se levanto y pego una palmada a una de las heridas de Draco mientras guardaba el botiquín, ganándose una sarta de insultos nada elegantes por parte del chico.
-Eso ya me lo suponía imbécil, no es como si la gente acostumbrara a jugar al "ay que te mato" con los Mortífagos para pasar el rato, no esperaba que volvieras con ellos. - Le miro largamente, como si estuviera sopesando cuan idiota era realmente su amigo - En realidad me alegra de que por fin haya acabado, prefiero tenerte aquí, sabes que nunca me ha gustado que estuvieras metido ahí en medio tu solo.
-La comida era buena.
Harry lanzo una mirada de reproche a Draco, que se limito a exhibir una de sus más deslumbrantes sonrisas de niño travieso.
Hacía años que Draco robaba información para Harry, en realidad le había salvado el cuello en varías ocasiones. En el último año Harry había insistido muchas veces en que Draco debería abandonar a los mortífagos y unirse a la Orden del Fénix, siempre alegando lo peligroso que era y que algún día no se despertaría por la mañana si lo descubrían, pero Draco era arrogantemente estúpido en su opinión, y se negó a desistir hasta que tuviera la soga al cuello, que por el aspecto que presentaba había sido ese mismo día.
-No me mires así, tampoco ha sido para tanto, si no fuera por Nagini ni siquiera me habrían descubierto aun. - Puso mala cara al decir el nombre de Nagini, por lo que Harry supuso que ese "tampoco ha sido para tanto" era un resumen de "esa asquerosa casi me desgarra el cuello".
-Bueno, vas a hacer gala de tu bondad Gryffindor y me vas a levantarme o me dejaras aquí para que duerma con el elfo domestico? - Dijo Draco mientras lanzaba una mirada reprobatoria a las mantas que asomaban desde el agujero donde Kreacher se ponía a dormir a veces.
Harry sonrió mientras se acercaba y le tendía una mano para ayudarlo a levantarse.
-Es tentador pero mi buen corazón me impide hacer pasar por eso a Krecaher. – Esperaba alguna respuesta ofendida de Draco pero este se limito a reír y pasar un brazo por encima de los hombros de Harry, apoyando gran parte de su peso en el, indicándole que no tenía la menor intención de hacer ninguna clase de esfuerzo físico para subir las escaleras hasta las habitaciones. – No pienso cargarte hasta el piso de arriba, Malfoy.
-Pues desaparécenos.
-Hazlo tú.
-Tengo sueño, no conozco bien la casa - mintió - podría terminar en tu habitación sin querer.
-Tengo novia, sabes? – Dijo Harry con picardía, provocando que Draco soltara un bufido y se apartara de él para subir las escaleras por su propio pie, parecía molesto pero se noto el humor en su voz cuando volvió a hablar.
-Y yo mejor gusto, capullo engreído.
-Buenas noches!
Harry se quedo escuchando varios segundos, le pareció oír un leve gruñido de respuesta antes de que se cerrara la puerta de la habitación de la que Draco se había apropiado hacía meses y sonrió para sus adentros. Draco era para Harry como el hermano que nunca tubo y Harry para Draco igual. A ver, que Harry sentía lo mismo hacia Ron, pero era distinto. Ron era su mejor amigo y el junto con los Weasley eran como su familia, pero principalmente era su mejor amigo. Con Draco…bueno, a veces les costaba llevarse bien. Draco era el típico hermano presuntuoso, los dos se pasaban el día intentando molestar al otro pero sin llegar jamás a algo realmente ofensivo y aunque a veces sus personalidades chocaran fuertemente matarían el uno por el otro, era…bueno, era difícil de explicar.
Suspiro. Justo antes de la llegada de Draco había recibido una lechuza con una carta de Hermione y con todo se había olvidado de ella. La carta sin abrir seguía en la mesa de la sala y ahora ya no tenía ganas de responder. Bostezo y se dirigió a su propia habitación, no sin antes lanzar una mirada de desagrado a la cortina que cubría el retrato de la Señora Black.
Mañana sería otro día, ya contestaría la carta de Hermione entonces.
