El lobo y la comadreja, la verdad contra la pared.

ANIMALES

Parte 1

Por: diyeim

Habían pasado unos cinco meses desde lo sucedido con Shishio, y las cosas estaban relativamente tranquilas, Okon y Omasu correteando por el Aioya, Okina persiguiendo jovencitas y Aoshi tomando te, la única persona que parecía haber cambiado era Misao.

- No entiendo.- dijo resuelta.

- Debes de intentarlo comadreja.- aseguro a sus espaldas sin darle mucha importancia al asunto.

- ¡Déjame de llamarme así Saito o sabrás el sabor que tiene el acero!- dijo mostrando su Kunai

- Y crees que no lo conozco, "comadreja", deja de distraerte y apunta que si puedes lanzar un cuchillo, puedes disparar un arma.

Hacia cuatro días que Misao había aceptado por fin entrenar de forma diferente con Saito, al principio nadie se creyó la combinación, ¿ el lobo y la comadreja?, pero Misao superaba por mucho a todos los cadetes que estaban bajo el mando del comandante del shinsengumi, y este ya estaba cansado de la ineptitud de los jóvenes estudiantes, Misao a pesar de ser insoportable, extremadamente estruendosa, sumamente impulsiva y disciplinadamente incorregible, contenía una inteligencia y habilidad admirable, era un papel en blanco en el cual Saito podía escribir todo lo que quisiera, ella quería aprender y en las manos de Saito lo haría.

Misao ya se había hastiado de la actitud de Aoshi, después de un mes de servirle el te, la desesperaba su inmovilidad al meditar, antes le parecía encantador, ahora era monótono, la chica se preguntaba seriamente si ese era el hombre que amaba, era evidente que le atraía, que mil veces había fantaseado estar en sus fuertes brazos besando todo su cicatrizado cuerpo, ¿pero... eso era amor? o solo deseo.

Después de analizarlo mucho e intentar llevar una vida normal en el Aioya se dio cuenta que le era imposible, había estado casi 5 años buscando a su señor Aoshi por todo el Japón, había tenido mil aventuras, había derrotado a muchos bandidos, ella misma había sido una pequeña ladrona, nunca necesito de nadie para conseguir lo que quería, se infiltraba en todas partes y se ganaba fácilmente el corazón de las personas, vivía al aire libre y bajo la luz de las estrellas, por eso a pesar de sentirse feliz teniendo al rededor a las personas que amaba la monotonía del Aioya la estaba matando, se estaba muriendo de aburrimiento y Hajime Saito era una alternativa para dinamizar las cosas.

- Lo vez viejo lobo Misao Makamashi es un prodigio.- dijo orgullosa mientras miraba que había dado en todos los blancos segundos después de coger por primera vez en su vida un arma.

- Bueno por ahora... te daré el crédito, comadreja - dijo el lobo encendiendo un cigarro.- ahora quiero que me muestres que tanto has aprendido - dio una larga bocanada a su cigarro y miro con curiosidad el rostro de la niña - saldrás conmigo esta noche en una misión especial.

- ¡Qué¡ miburo estas loco¡ Apenas hace cuatro días que estoy aquí y ya quieres que arriesgue mi pellejo.- alego la joven

- Si no quieres, está bien,.. vuelve al Aioya y conviértete en una gran camarera y sírvele un te a la estatua de Aoshi, muérete como una vieja en tu guarida, comadreja.- arremetió el hombre

- Sabes que no haré eso verdad Saito.- dijo la chica con mucha rabia.

- Si lo sé.- afirmo el comandante

- Entonces porque me lo dices cada vez que puedes.- replico.

- Precisamente por eso, por que puedo comadreja, tu único destino lejos de mi es el que te pinta el Aioya y la verdad tu y yo sabemos que no hay forma que un alma inquieta como la tuya acepte esa tranquilidad, no sin algo a cambio- el lobo miro a la muchacha que tenia la cabeza gacha y los puños cerrados, esperando un espectáculo que le calentara la fría tarde.

- Es cierto lobo no aceptaría una vida tranquila, no sin algo a cambio, y ambos sabemos que es lo que quiero, pero ya he desechado esa idea de mi mente- "si como no" penso pero era un juego de superioridad, also su cabeza con una mirada serena y desafiante- pero el Aioya no es el único camino que me queda... anciano, soy joven y atrevida no necesito estar aquí para buscar emociones, no necesite nada cuando salí en busca del señor Aoshi siendo una niña, mucho menos ahora que soy una mujer, no, Saito... desengáñate, que, yo no te necesito, no necesito a nadie, soy libre de hacer lo que quiera, pero tu mi anciano lobo,... me necesitas- dijo al mismo tiempo que una sonrisa ladina parecida a la de Saito salía de su rostro, el hombre por primera vez en su vida sintió lo que esa sonrisa producía y entendió el miedo de sus víctimas- sin mi te sientes muerto, inútil sin vida, te estas volviendo viejo y esta era es demasiado tranquila, tus cadetes son unos pelmazos, ya no hay oponente fuerte, nadie que te rete, nadie a quien retar, estas atrapado por el deber y por tu política de que "el mal debe morir", yo no tengo políticas ni ataduras, es verdad que ahora soy líder de los Onniwabanshu pero ellos están tan muertos como tu... y yo les daré vida, por eso te acepte Saito, por eso estoy trabajando contigo, porque me conviene, tu sabes que mi red de información es poderosa, ya no hacemos nada pero sabemos mucho y yo decidiré a quien dar la información, si al gobierno de Japón o al mejor postor. Ahora Saito entiende que no soy una niña, no soy un juguete y tú con tu mirada de lobo no me das miedo.

Las palabras retumbaban en el aire, Saito estaba sorprendido, no era la primera vez que alguien le hablaba en ese tono, Tokio siempre lo hacia y eso le gustaba... en su esposa, pero esta chiquilla le había cacheteado de una forma que no se lo esperaba, siempre penso que la traía aquí para divertirse, por su potencial, no por que la necesitara, por primera vez se sintió viejo mas viejo que nunca, y por primera vez miro a la joven como una mujer, firme y decidida, no como una niña insulsa y alborotada. Tenia ganas de sacar su espada y partirla en dos por su insolencia, porque aunque sabia que era verdad todo lo que le dijo, la verdad siempre duele y siempre es mejor ignorarla.

- Muy bien comadreja, tu ganas, me tienes, te... sientes feliz de mostrarme lo miserable que puede ser una existencia- dijo el lobo intentando tomar un tono burlesco. Misao se sorprendió y de repente se sintió fatal la mirada del lobo definitivamente si le daba miedo.

- No Saito, no me alegra para nada crear dolor, porque en parte no es mas que el mío propio, solo quiero que entiendas que tampoco me gusta que reduzcan mi existencia a la miseria, entiende, que, ... lo que te dije es solo la mitad de la verdad. Tanto para ti como para mí.

- Saito sintió sabiduría en esas palabras, "solo la mitad de la verdad" la chiquilla tenia razón, era cierto lo que dijo pero habían muchas cosas que no había dicho, cosas que constituían la otra parte de la verdad, si es que esta existía, la ira desapareció de sus ojos tan súbitamente como había llegado.

- Tenemos mucho que aprender el uno del otro...Misao - La chica que se había alejado hacia el portón se sobresalto al escuchar su nombre no podía creer que el lobo la llamo Misao.- Te espero a las once y no llegues tarde comadreja porque me iré sin ti.

- Si... ya se me hacia raro, demasiado bueno para ser verdad. - hizo una pausa.- Tranquilo lobo, no te dejare divertirte solo.

Misao se fue rumbo al Aioya, estaba extrañamente tranquila pensaba en lo que le dijo a Saito y en su propia vida, de repente se vio perdida en un callejón, el sol se estaba ocultando por completo dando paso a las sombras, y le pareció ver su figura de hace 5 años corriendo por esa callejuela en busca del señor Aoshi, sin conocimiento de la vida, sin temor a la muerte, ni al hambre, solo con la inspiración divina, la de buscar a alguien, a alguien que amaba, suspiro profundamente borrando ese recuerdo de su mente. La chica se sentó a un lado del camino y miro las estrellas que empezaban a aparecer.

"¿señor Aoshi, usted seria el precio que yo cobraría para vivir la tranquilidad?." Se pregunto esto una y otra vez hasta que decidió que era suficiente. Que era hora de colocar fin a este calvario de casi 6 años, de saber si había esperanzas o si había que tomar decisiones.

Aoshi estaba meditando como siempre, estaba furioso, Misao ya debía de haber llegado, últimamente una furia se apoderaba de su ser cada vez que Misao se iba con Saito, odiaba a ese lobo mas que nunca, "¿por qué demonios se llevo a Misao a entrenar? ¿Porque demonios ella había aceptado?" No lo consentía, "Hajime era un asesino y ella una niña inocente". Si ella se acercaba más al lobo terminaría como los otros, y el no soportaría más dolor, además la confianza que se estaba tomando ese lobo con Misao lo estaba enfureciendo, un anciano como él no tendría que andar detrás de su niña, interrumpió sus pensamientos al sentir el aura de Misao.

- Konishiwa señor Aoshi- dijo Misao con una sonrisa.

- Ya era hora que llegaras... Misao.- pronuncio severo

- ¿Que? pero si aun es temprano la tarde callo demasiado rápido.

- ¿Que tal tu día?, te divertiste con el lobo. – dijo el con un cierto tono de ironía poco propio en él, Misao cambio su alegre mirada por una mas profunda que sobresalto al onni, dándole a entender que estaba harta.

- Si, Aoshi, tan difícil se le hace la idea de que él me pueda divertir, créeme es mucho mejor hablar con el sicopolicia que con la pared. – Aoshi sintió un golpe bajo, Misao nunca le alzaba la voz, nunca lo trataba sin el honorifico y nunca utilizaba apodos con él, que estaba pasando.

- ¿Entonces soy una pared?- por la actitud de Misao supo la respuesta pero quería preguntar, si la niña iba a explotar que lo hiciera de una vez.

- No hablas, no miras, no escuchas y a estas alturas... creo que no sientes por tanto eres una pared. –dijo la chica fríamente pero colocando una entonación en la ultima palabra.- ¿que paso con usted señor Aoshi, donde quedo el hombre que me vio crecer a caso ya no siente nada, absolutamente nada?- pregunto triste, arrepentida por su grosera actitud de unos momentos y preocupada.

- Y que te hace pensar que no siento – Aoshi sabia que esta era una conversación que debían de haber tenido hace mucho, desde que comenzó la platica Misao había cambiado su forma de mirar, sus ojos no tenían ni una pizca de inocencia, era mas una mezcla de odio y pasión lo que se veían en ellos. Aoshi sabia que Misao lo amaba y que al mismo tiempo lo odiaba, ¿donde había quedado el hombre que la crio?, le preguntaba; ese hombre se suicido en el mismo momento que cambio su mirada para con ella, Hannya vio como su alma empezó a corromperse por el deseo, así que cuando los ninjas comenzaron a tener una vida normal le había sugerido partir.

- Bueno,- dijo desilusionada con una entonación profundamente triste y melancólica- es evidente que me muero por usted y tu pareces ignorarme con frialdad, ni me desprecia, ni me hace caso, sabes que me muero y tu...- el ninja coloco su mano sobre los labios de Misao.

- ¡Basta Misao! Basta – suplico verla así le hería profundamente quería tomarla en sus brazos y consolarla, pero si lo hacía perdería el control y la muerte de todos seria en vano- Para ti es duro entenderlo pero mi amor por ti debe de ser como el de un padre, debes quererme como tal, no como tu hermano, no como tu amor debemos comprender eso.

- ¿Cómo que debemos? – dijo la niña al retirar un poco la mano de Aoshi de su rostro, por primera vez en su vida el genio del onniwabanshu perdió el control de sus emociones en qué momento dejo de pensar para decir algo como eso, es más cuando sus ojos lo traicionaron dejando entrever lo que latía furtivamente en su corazón- Usted también debe, eso significa que no le soy indiferente.- Misao no podía contener la alegría que sentía- por eso se encierra aquí a meditar.

- Misao – intento recuperar su frialdad al cerrar sus ojos ocultando sus pensamientos – estas mal interpretando todo- mintió- tu no me entiendes.

- Al contrario señor Aoshi lo entiendo mejor que nadie en el mundo.- la mujer que había en Misao tomo posesión de ella, ahora estaba segura no era su imaginación el sentía algo mas por ella.

- ¿Me entiendes?- pregunto el ninja al mismo tiempo que abría sus ojos, pero pronto comprendió la situación, Misao estaba tan cerca con sus inmensos ojos verdes delante de él –Misao - susurro- aléjate.

- Ahora sé que sientes, y ¿sabes que es lo que sientes Aoshi? – dijo sensualmente moviendo sus labios suavemente para que el los leyera, todo con la plena intención de hacer que él los deseara mientras tomaba su rostro con suavidad - miedo de mi, de mi cuerpo, de mis manos, de mis labios.

- Aléjate – suplico el hombre, ella se alejo un poco de él para dejarle respirar para dejarle soltar el aliento que había contenido en su pecho ante la cercanía de ella, se sentía traviesa ahora sabia que la atracción era mutua, que no era solo el deseo de una niña.

- Me voy Aoshi, con Saito –el hombre sintió una puñalada, se iba así no mas y se lo decía fríamente, después de lo que había sucedido. – y no se cuando volveré- dijo la chica resuelta, al mismo tiempo que colocaba sus manos sobre el cuello de Aoshi para abrasarlo.- no se si volveré.- repitió.

- No, no te puedes ir- dijo Aoshi con algo de miedo y determinación.

- Me tengo que ir- afirmo, al mismo tiempo que abría sus piernas para sentarse sobre él y poderlo abrazar mejor, pudo sentir el temblor de Aoshi ante la cercanía de su cuerpo, así que se aferro con más fuerza al muchacho, para evitar que este la alejara.

Aoshi sintió su abraso y sus piernas, sintió su cuerpo sobre él, sintió su respiración en el cuello, el delirante latido de su corazón y la bella caída de su trenza sobre su espalda y el calor entre sus piernas. El monstruo que había contenido por 7 años estaba despertando, Misao no sabía la clase de animal que tenía en frente, si no fuera por Hannya aquella bestia abría devorado la inocencia de Misao aun antes de que ella fuera consciente de que la tenía.

Flas back

Hannya entraba a la habitación de Aoshi, en un rincón vio al joven de 19 años absorto observando el rostro de una pequeña de 9 años que dormía sobre su regazo, mientras besaba su trenza.

- La llevare a su cuarto señor Aoshi.- dijo el ninja.

- No quiero.- respondió el líder

- Es tarde la pequeña estará mas cómoda en su futon.- replico su alumno.

- Hannya, ya lo sabes verdad, la quiero, la quiero para mí- dijo besando el cabello otra vez- cuanto más crees que pueda contener este deseo, acaso soy un enfermo.

- Necesita salir más señor Aoshi, estar con mujeres de verdad, estar con la niña constantemente solo lo perturba. Misao es muy joven para entender sus deseos. No lo siga posponiendo partamos.- sugirió.

- Si quizás me deba alejar- medito- debo hacerme más fuerte que esta obsesión – y volvió a besar el cabello.- debo de ser el más fuerte.- dijo mirando los labios de la pequeña.

Fin flas back-

Si debía admitir el deseo pederasta que lo había carcomido 7 años atrás y por el cual había abandonado Kyoto pero ella ya no era una niña y no resistió mas la tentación, abrazo fuertemente a Misao contra si, colocándola directamente sobre su miembro, Misao sintió una electrizante sensación que era fuerte y desvanecedora al contacto con su cuerpo, él se aferro mas fuertemente a ella, y después de unos momentos la separo lentamente de su cuello, al mismo tiempo que colocaba sus manos a los costados de la cintura de la chica para aprisionarla un poco mas contra su cuerpo y disfrutar de esa perversa sensación del contacto de sus sexos.

- ¿Por que me haces esto?, - dijo mientras cerraba sus ojos y se mordía el labio, Misao entreabrió la boca ante la expresión de Aoshi, y sintió el miembro duro que se aprisionaba entre sus piernas, entre su ropa, se movió un poco sobre él y le imito cerrando los ojos y mordiéndose el labio. Aoshi sintió el débil movimiento de la chica y la expresión de su rostro, y se excito aun mas, ella abrió los ojos y se acerco a él para susúrrale en el oído.

- Porque lo quieres, porque lo deseo, porque nos lo merecemos.- dijo rozando sus labios con el oído de Aoshi.

- No sabes lo que dices.

- Tal vez, pero se lo que siento- y se volvió a mover cadenciosa y suavemente sobre Aoshi, para luego detenerse y hacer que el la mirara. – es inevitable Aoshi tu me deseas. Siempre lo has echo y me tienes miedo, un miedo sin medida, ahora mismo tiemblas de miedo y de placer ¿verdad? Sientes mi cuerpo cálido sobre el tuyo, el calor de mi piel, la tibieza de mi aliento y anhelas la humedad de mis labios, ¿Verdad? Me deseas convénsete, mas que nada, por eso te encierras aquí y meditas, porque te parece un pecado tu deseo lujurioso, de poseerme, de poseer a la que crees tu hija, dime Aoshi ¿cuántas veces me has imaginado desnuda?, Porque yo te imagino desnudo cada vez que te traigo el té, te imagino lanzándote sobre mi y besándome, acaso no has fantaseado conmigo, dímelo Aoshi.- dijo Misao en una mezcla de autoridad, sensualidad y suplica.

Aoshi sentía su respiración entrecortada, sentía el deseo incontenible de besarla de una buena vez de lanzarse sobre ella como le había dicho, se estaba quemando, "porque le dijo eso de una manera tan sensual", pensó, "donde lo aprendió" quiso besarla y golpearla al mismo tiempo, ella era su debilidad, ella era una tentación que lo carcomía, ella era un pecado viviente y ahora lo tenia atrapado.

- Dímelo Aoshi. - replico.

El joven se sintió débil, pero no derrotado, en un momento lo que había sido una orden sensual se había convertido en una exigencia.

- ¡Quieres que te diga que te deseo más que nada, que he soñado en hacer añicos tu ropa y quererte hasta el amanecer! ¡sí...sí! lo he deseado desde que eras una niña, desde que te volviste consiente de ti misma, desde que me perseguías para enseñarte, siempre me has atraído, siempre te he deseado, pero...- callo de improviso en su frenética confesión- pero si sedo a esta pasión la muerte de todos será en vano, ellos me alejaron de ti porque sabían que era lo correcto, la promesa a tu padre persiste en mi mente si sedo a mi retorcido deseo nada de lo que he vivido tendría sentido perdería lo que me queda de honor- tomo aire profundamente y respiro para decir resuelto pero adolorido – no cederé a este enfermedad cumpliré mi promesa a tu padre y te casare con alguien que te haga feliz.

Misao no podía creer lo que oía entonces era verdad, él la amaba o al menos la deseaba, ella bajo la cabeza moviéndola negativamente con los ojos abiertos y desconcertados, no entendía sus razones, que significaba eso de que la muerte de los muchachos no tendría sentido, porque trataba su amor como algo retorcido como una enfermedad, no era justo el amor era muy bello y ella siempre espero por él. Misao intento decirle lo que pesaba pero el hablo primero.

- Misao por favor aléjate de mí.- dijo en un tono decidido.

- ¿Eso es lo que quieres Aoshi?- dijo Misao con los ojos interrogativos y el corazón abatido.

- Si – contesto el joven después de hacer un gran esfuerzo.

La chica lo miro derrotada, ese era el hombre más terco del mundo, se levanto suavemente y se fue corriendo. Mientras que en el salón dejaba a un hombre que se ahogaba amargadamente en su frustración.

Misao corrió por mucho tiempo y cuando menos lo penso se vio en la comisaria, ya había llorado lo que iba a llorar, entro directamente a la oficina de Saito hasta llegar a el escritorio del inspector, y clavar un kunai en la mesa.

- Vámonos Saito, y espero que halla alguien a quien matar.

NOTAS: Hola esta historia lleva muchos años decidí volverla a leer y he cambiado muchas cosas de manera drástica espero que les guste la reedición a aquellas personas que conocieron la primera versión y a las cuales agradezco profundamente que le hayan dado un espacio en sus vidas a esta historia espero que los cambios sean de su agrado y esta vez la terminare.