Nightmares


Sumario: Allen llega nuevo a la Orden, por fin es un exorcista oficial, allí conoce a sus nuevos compañeros. El Inglés tiene pesadillas? Como se desarrollará sus amistades con los demás exorcistas, en especial Kanda? (No tengo muy claro como irá la historia así que este resumen puede ir variando).

Género: Fanfic de temática yaoi, Yullen.

Comentarios iniciales de la autora:

Me entraron ganas de escribir un Yullen, mi primer Yullen, a las 6 de la mañana, un poco tarde ¿Verdad? El caso es que voy a tratar de darle forma a las ideas que ha ido formando mi imaginación al leerme unos cuantos de los fanfics publicados en esta web creados por vosotrs, mis posibles lectors, así que arigato por leerme y por dejar que yo leyera.

Discláimer: D.Gray-Man le pertenece la/el mangaka Katsura Hoshino, su sexo es un misterio.

Vamos allá con el primer capítulo.


Capítulo 1 – Las nuevas caras.

Había llegado hacía solo un par de días a la Orden. Conoció primero al guardián de la puerta que le confundió con un Akuma debido a eso tuvo un enfrentamiento con un tipo enfurruñado y con mucha mala leche, pero extrañamente, en esos pocos minutos que estuvieron enfrontándose, al Británico le llamó algo la atención de ese adolescente oriental, no sabía si fueron sus ojos o su largo y sedoso pelo azulado. Pararon de pelearse cuando Komui, el supervisor, le cedió el paso al nuevo aliado para que pudiera acceder a la Orden.

Aquella noche el nuevo exorcista tuvo pesadillas relacionadas con martillos y taladradoras afiladas por culpa de la "pequeña" intervención que tuvo que hacerle el supervisor ya que el arma anti-akuma del pequeño se dañó por un corte que le brindó su contrincante en la puerta como regalo de bienvenida.

Allen Walker, era un chico de 15 años de edad, que fue abandonado por sus padres biológicos a muy corta edad, ni el mismo se acuerda, entonces fue cuando lo adoptó un tal Mana Walker, de ahí su apellido, éste ejerció como padre adoptivo del pequeño Allen. Cuando Mana falleció, Allen, consumido por el dolor de la pérdida, atrajo al Conde del Milenio, quién le ofreció el, tan-conocido-ya, trato de "resucitar" a su padre. El pequeño ilusionado aceptó de buen grado para luego llamar al difunto con un agudo grito lleno de esperanza, cosa que dio vida al nuevo akuma de Mana que maldijo el ojo de su hijo adoptivo, forjando así un vínculo con el inframundo, a partir de ese momento Allen fue capaz de ver las pobres almas de los akuma marchitas por el dolor, fue entonces cuando su arma se activó por si sola, liberando el alma de su difunto padre. Después de esta pesadilla, vino la de las deudas junto a su maestro el General Cross Marian, la persona que lo trató de lo peor que el pequeño pudo imaginar, tres años junto a él le hicieron aprender un montón de trucos para su supervivencia en el campo de la estafa mediante juegos de póker. A la edad de 15 años el General decidió enviarlo a la Orden Oscura, para poder ejercer oficialmente como un exorcista.

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El albino, así había quedado tras la maldición, se encontraba en el comedor devorando a una velocidad de vértigo unos 40 platos de gastronomía de alrededor de todo el mundo. El merito también era de Jerry, el cocinero, por ser capaz de preparar semejante cantidad en tan solo 10 minutos. Por sorprendente que fuese Allen nunca se manchaba, ni tampoco la mesa. Era limpio en cuanto se trataba de comida, él estaba alerta para no desperdiciar nada del aquel manjar.

Al poco rato, se sentó junto al gran devorador de comida, una chica de mediana estatura, con una melena color verde oscuro y ojos de un color violeta, la chica tenía una mirada realmente deslumbrante y serena. Traía poca comida en su bandeja. Una ensalada de arroz y dos rollitos de primavera, los cuales daban a conocer la procedencia de la chica, además de tener los ojos rasgados, ella era China.

-Allen Walker ¿Verdad?- sonrió la chica.

-Así es y tu eres la hermana pequeña del supervisor ¿Me equivoco?- contestó devolviéndole la sonrisa.

-Cierto, me llamo Lenalee Lee, bienvenido Walker-san- anunció Lenalee.

-Allen está bien- aclaró el albino, que no quería tantas formalidades.

-Entonces ¿Puedo llamarte Allen-kun?- preguntó acompañante de mesa, comenzó a comerse su ensalada lentamente.

-Si te gusta, si- Allen sonrió de nuevo esta vez de una manera encantadora, aquella era su sonrisa infalible.

Después de unos diez minutos conversando animadamente y comiendo junto a Lenalee se escucharon unos ruidos ensordecedores que parecían ser gritos de desesperación, gente corriendo y finalmente un gran terremoto, en lo que venia a ser la entrada del comedor, que ahora estaba hecha pedazos quedando las paredes derrumbadas debido a unos precisos cortes de katana. Un chico de pelo color fuego se aproximaba corriendo a toda velocidad gritando.

-LENALEEEEEEEE!!, sálvameeee de las garras del diablo en persona- chilló escandalizado el chaval con cara descompuesta y con lágrimas en los ojos. Cuando pudo ver al nuevo, se paró en seco delante de su mesa.

Una katana apareció de la nada en el cuello del más escandaloso de toda la cafetería. El dueño del arma lucía un rostro oscuro y en sombra, entre su flequillo se divisaban dos luces de color rojo que brillaban intensamente.

-No vuelvas a llamarme de esa forma o te aseguro que mañana mismo vamos de funeral toda la Orden, konno usagi- amenazó con voz de ultratumba el recién aparecido.

El albino al reconocerlo, era con quién se había enfrontado en la entrada dos días atrás, se le puso una gota de sudor frío en la nuca. Lenalee parecía más acostumbrada a esas situaciones, pero eso no evitó que se le pusiera otra gotita en la nuca.

-¿Are? Y ese de ahí es nuevo?- preguntó intrigado el amenazado de muerte como si se hubiera olvidado del filo de la katana que amenazaba cortar su cuello.

-Si, acaba de llegar hace solo dos días, solo que ni tu ni yo estábamos- anunció la china. El pelirrojo asintió con la cabeza en señal de acuerdo y entendimiento.

-Yo soy Lavi, sucesor de bookman, un panda-jiji- éste recibió al acto un capón de algo así como un enano de jardín con pelo que tenia una garra de panda a modo de mano.

-¿A quién llamas panda, baka Lavi?- vociferó el enanito.

-De donde demonios saliste tu?, vete a hacer tus registros a otra parte- contestó Lavi sobándose la zona dolorida de la cabeza.

Al pequeño nuevo exorcista se le habían doblado la cantidad de gotas de sudor frío de la nuca. Lenalee por su parte seguía igual, ahora comiendo sus rollitos de primavera.

-M-Mi nombre es Allen Walker, encantado de conocerte Lavi- se atrevió a decir el peliblanco en medio de aquella escena tan cómico-dramática.

Allen miró al de la katana, que estaba allí de pie, un poco apartado pero mirando la escena con los brazos cruzados y con una mirada de indiferencia en su rostro. El albino se dio cuenta de que todavía no sabía su nombre y ciertamente tenía curiosidad por saber cual sería. Tenía un cuerpo perfectamente proporcionado, su traje de exorcista le quedaba las mil maravillas ya que se le ajustaba a la perfección. De estatura, se podía ver que era más alto que el, le debía sobrepasar unos 15 cm. Se le veía, también, más mayor que el, debería tener alrededor de 18 años. Llevaba el pelo de color azul-oscuro recogido en una cola de caballo alta dejando dos mechones que rodaran libremente por sus hombros para llegar a la mitad de su pecho, de esta manera se veía precioso a los ojos del pequeño que contemplaba como le brillaba el cabello y se decía a si mismo que quería tocárselo para comprobar cuan suave era. Entonces le miró a los ojos, los tenía rasgados dando a parecer que era de procedencia oriental, pudo intuir que sería Japonés o algo por el estilo, su mirada era penetrante que te dejaba atrapado en aquellos ojos que parecían dos pozos sin fondo, eran de un color parecido a los de su cabello, azulados, hacían una maravillosa combinación ojos-flequillo al estar de esa manera tan original cortado, le daba un aspecto un tanto gracioso. Inesperadamente sus miradas coincidieron, a Allen le dio un vuelco el corazón, se estuvieron mirando durante 3 segundos hasta que el menor de los dos apartó la mirada ya que se le encendieron sus mejillas notoriamente e intentó por todos los medios disimular su sonrojo y no volvió a mirar al samurai.

El mayor le seguía observando, que le había picado a ese novato cuando sus miradas se cruzaron, lo cierto es que se sorprendió el mismo cuando ocurrió pero aún más cuando el otro se puso rojo. Bueno eso a el que le importaba.

-Che- murmuró, y se giró para largarse.

-Kanda- le llamó la chica, que parecía haber estado en su mundo ausente. En su mundo de la comida y los rollitos de primavera.

El de la katana se giró para ver a Lenalee, después alzó un poco la cabeza en señal de "qué quieres?". La chica que pareció haber entendido el gesto del samurai, cogió aire y lo soltó.

-¿No te presentas?- la china parecía como si estuviese chantajeando al samurai. Éste se crispó. No tenía nada de ganas de presentarse a nadie y menos por su propia voluntad.

-Él es Yu Kanda- saltó el pelirrojo revoltoso pasándole un brazo por el cuello al oriental a modo de "compañeros del alma".

Kanda, no se sabe cuando, había vuelto a pasar su katana por el cuello de Lavi, a quién le caían gotas de sudor por la cara, en señal de notorio apuro.

-Ch-chotto… Kanda no saques así a Mugen, no me das tiempo a prepararme- tartamudeó el chico ahora asustado.

-No necesito que nadie me presente, conejo de pacotilla- carraspeó el de cabellos largos.

El albino que ya se había recuperado del sonrojo, pensó que con un poco de suerte no le habría visto nadie, cuando Lavi empezó a montar la tercera escena consecutiva. Pensó en que Kanda no parecía una persona tímida, solo un tipo reservado y mal humorado. Cuando estaba en modo Kanda's world hasta parecía amigable y buena persona.

-Encantado, Kanda- reaccionó un poco tarde el peliblanco.

-Che- liberó al pelirrojo de su agarre, dio media vuelta para después desaparecer de la cafetería.

-Gomen ne, Allen-kun- empezó Lenalee- pero supongo que ya te irás acostumbrando a estos pequeños espectáculos de circo- se disculpó la chica de melena verdosa.

-No es nada- sonrió le sonrió.

-Ne, ne… Allen-chan, que edad tienes?- un Lavi muy entusiasmado se sentó en frente del nuevo.

-Pues tengo 15- respondió con cortesía.

-Oh! Así que sigo siendo el onii-chan, yo tengo 18 y bueno el terco de Yu también tiene 18, y nuestra Lenalee está en sus 16- anunció el bookman como si estuviera leyendo los datos en un libro mental.

-Cual es tu habitación?- volvió a hablar el revoltoso.

-Está en el 4º piso, es la habitación 412- contestó Allen después de pensar un rato si sería ese el número correcto.

-En serio? Entonces estás en el mismo piso que Yu!!- al escuchar eso al pequeño le dio un pinchazo en el corazón- Yo estoy en el 6º piso,…- pero Allen ya no escuchaba.

-¿Allen-kun?- le sacó del tranze la voz de Lenalee mientras que Lavi lo zarandeaba desde el otro lado de la mesa.

-Ahh…Aaaah gomenasai!! Me… me despisté pensando en mis cosas y… ¿Qué decías?- balbuceó el ojigris.

-Mi habitación, que está en el 6º piso, es la 606- dijo con menos entusiasmo que antes.

-Y la mía en el 2º, es la 209- Lenalee se levantó y cogió su bandeja-Me voy a llevar el café a la sección científica- se despidió con una sonrisa de Allen y Lavi para luego marcharse a dejar la bandeja y desaparecer detrás del umbral de la puerta.

Entonces el bookman júnior que estaba en estado de estar en su mundo de pensamientos puso una cara de amargura seguida de una cara de angustia y finalmente una de desesperación, se levantó de un salto, se despidió del albino y se puso a correr.

-Matta nee, tengo que hacer algo de urgencia en la biblioteca!!- fue lo último que se escucho de la voz del pelirrojo.

Había acabado de comer todos sus platos hacía ya mucho rato pero como estaba despistado con las escenitas ni el mismo se percató de que la gran cantidad de platos yacían apilados por toda la extensión de la mesa. Después de entregarle los platos sucios a Jerry, Allen se dirigió a su habitación.

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El Inglés se encontraba en el 4º piso, de eso estaba seguro, el problema era otro, ¿Por qué diablos no tenían número las puertas de las habitaciones? Al chico se le puso cara de "I'm lost" (del capítulo 4 del anime min. 10:38).

Al final, a falta de un plan mejor, decidió ir llamando a todas las puertas con las que se topase, y en la que no respondieran pues aquella tenía muchas posibilidades de ser su habitación y así poder ir descartando. Satisfecho por la audacia de su plan se dirigió a la primera de las puertas. Llamó y esperó. Tras un "Ya voy" que provenía del interior de la estancia el chico dedujo que aquella no era su habitación. Se maldijo a si mismo por no tener memoria. Cuando un hombre corpulento vestido de buscador se asomó por la apertura de la puerta el albino se disculpó para luego seguir adelante con su busca de la puerta perdida.

No sabía por que pero estaba bien de ánimos y diría que feliz también, por fin era un exorcista oficial. Se fue dando saltitos hacia la otra puerta. Según se iba confundiendo de puerta su felicidad disminuía.

Se postró delante de otra puerta, se detuvo un rato, pensó que tenía que ser aquella su puerta, pues llevaba 10 intentos fallidos consecutivos, definitivamente si no era esa la puerta se pegaba un tiro. Se estaba impacientando porque ya quería llegar a su habitación de una vez por todas y se juró a si mismo que se acordaría del camino para la próxima vez. Golpeó la puerta dando 2 toquecitos. No respondían. Volvió a tocar. Nada. Se le iluminó la cara por completo. Tenía que ser esa, pensó. Sacó la llave de su bolsillo dirigiéndola a la cerradura. De repente la puerta se abrió y allí estaba al otro lado del umbral.

-Ka-Kanda…- se le vino el mundo encima, se tendría que pegar el tiro finalmente.

-Moyashi- el pelinegro lo miró largamente con cara de malas pulgas.

-Gomenasai… me equivoqué- comenzó a disculparse el peque –ya van 11 veces- murmuró para sus adentros. Tenía cara descompuesta y muy cómica.

-¿Eres tan corto que no sabes memorizar tu habitación? Baka moyashi- le echó en cara el otro. A Allen se le clavó una flecha con la palabra "corto" escrita en ella, luego recobró la compostura de repente.

-¿Sabes cuál es mi habitación, Kanda?- aún tenía esperanzas de llegar a su habitación antes de que fuese la hora de la cena.

-Che- se quejó el otro- Es la siguiente, moyashi- señaló vagamente con un movimiento de la cabeza, señalando a la derecha.

-Allen desu!!- reprochó éste.

-Lo que sea, moyashi- le picó el samurái.

-… Al… están... al lado…- dijo el moyashi en voz alta sin darse cuenta para sí mismo, cuando se percató miró repentinamente al japonés. El menor se le salieron los colores mínimamente. El otro le miraba con cara de indiferencia con una pizca de confusión.

-Bu-bueno… me voy… y gomen por despertarte si estabas durmiendo- dijo esto a modo de despedida pero se quedó plantado en el mismo sitio.

-¿Qué haces todavía aquí, moyashi?- irrumpió el oriental que tampoco había hecho ademán de entrar en su habitación de nuevo.

-¡Ahh!- le pilló de sorpresa- Nada… es solo que… estoy contento de haberte conocido- y le dedicó una de sus mejores sonrisas.

-No hables como si te fueras a morir, baka moyashi- respondió Kanda que había girado la cara al ver aquella cálida sonrisa dedicada para el.

-Bueno espero no tener muchas pesadillas…- el Inglés había agachado la cabeza y disminuido su tono de voz.

Kanda se había vuelto para mirarlo con cierta intriga latiente.

-Nada! Nada! Son cosas de mi pasado… nada más- sonrió falsamente para no preocupar al recién conocido.

-Che, lárgate a tu condenada habitación, enano- se despidió el mayor entrando en su habitación cerrando la puerta tras el.

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La noche había caído, y todos después de una cena en "familia" se fueron retirando a sus respectivas habitaciones. El chibi buscó con la mirada al samurái, esperando ir juntos a sus habitaciones con la excusa que quedaban justo al lado. Pero no hubo suerte, supuso que ya se habría retirado un largo rato antes que toda la marabunta de gente se abalanzase a sus dormitorios, y así, evitar la mayor gente posible por el camino. El Británico no tuvo ningún problema para llegar a su cuarto, ya que tras el incidente de aquella tarde decidió ponerle un número a su puerta. Más que un número era una placa en la que estaba dibujada la figura de Timcanpy, de esta manera el joven ya no se tenía que preocupar por perderse por aquellos vastos pasillos de la Orden.

Era la hora de dormir. Allen estaba un poco inquieto pues el solía tener horribles pesadillas todas las noches, o la gran mayoría, todas ellas relacionadas con el Conde y la fría noche en la que transformó a Mana en maquinaria de Akuma. Detestaba por aquellas impertinencias la noche, pero por lo demás le fascinaba contemplar las estrellas abrazando la dama de la noche cuando ésta estaba llena.


Notas finales de la autora:

Aquí da fin el comienzo de mi fanfic, haber que os ha parecido, espero vuestras opiniones y que me aportéis ideas para el próximo capítulo, sino me costará mucho más tiempo en subirlo.

A decir verdad no estoy cien por cien satisfecha de cómo a quedado el capítulo pero algo es algo para empezar ¿Vedad?

This will continue…