El mundo no es tan simple como parecer ser.
Bajo los inexpertos ojos humanos, mezclados entre la población hay demonios y subterráneos, es decir, hadas, vampiros, hombres lobos, brujos…
Están disfrazados, escondidos, pero están ahí. Algunos se esconden del sol, otros huyen de los metales, o simplemente de las reacciones humanas. Pero cuidado, la verdad puede ser peligrosa, y el problema, mucho más complejo de lo que parece.
Pero no todo es malo, claro. La razón por la que los humanos no han terminado por sucumbir a estos demonios, es porque hay alguien más, velando por ellos. Mitad ángeles, mitad demonios, los llamados Nefilims, o cazadores de sombras.
Dotados con un poder superior al de los humanos, y la capacidad de utilizar runas y armas. Todo para ayudar en su eterna lucha contra los demonios.
Los Nefilims son gobernados por un organismo supremo, la Clave. Se encarga de firmar los acuerdos y decisiones. Su sede se encuentra en Idris, la capital de los cazadores de sombras. Estos, a su vez, se organizan en institutos, repartidos por todo el mundo…
Pero esto no es una lección, es una historia, que está por comenzar…
Capitulo 1: Resumen de toda una vida
Clock, Clock, Clock...
El ruido de los pasos de alguien resonó en el edificio. Los sitios viejos hacían ruido, y si la persona llevaba zapatos de tacón, aún más. La muchacha conocía perfectamente los pasos, solo una persona utilizaba ese tipo de zapatos en el instituto. Era Helen Backbrawn, la regente del lugar, junto con su marido Alen.
Ahora mismo, se encontraba en una de las habitaciones del instituto, más concretamente, la suya. Estaba sentada en la cama. Era una mujer, o más bien, casi una mujer, a sus diecisiete años. Su cuerpo esbelto casi no se notaba, tapado por la chaqueta verde que llevaba, y por su camisa negra. Sus piernas estaban más marcadas, en sus pantalones azules. Su pelo rubio caía en una coleta, que hacía resaltar su frente y el resto de sus facciones. Lo más destacable en ella eran sus ojos, de color café.
Era Karen Greenthern, una cazadora de sombras, proveniente del instituto de San Francisco, donde vivía interna. Antes, había pertenecido a una familia, junto con sus padres y su hermano, pero sus padres habían fallecido.
Tanto ella como su hermano, Carter, habían sido acogidos por la familia Backbrawn. Era su obligación, después de todo. Cualquier Nefilim huérfano debía ser acogido por el instituto del lugar, para su entrenamiento. Alen los había acogido con los brazos abiertos, aunque su mujer le ponía los pelos de punta. Era alguien demasiado fría para su gusto..
En esos momentos agradeció el tener cerrada la puerta, para no tener que soportar su mirada calculadora posándose en ella. Poco a poco, escuchó como los taconeos iban desapareciendo, y se relajó. Era una tontería, después de todo vivía con ella, y a veces incluso mostraba una pizca de afecto, en sus mejores días.
Decidida a no dejarse intimidar por su presencia, se levantó de un saltó de la cama. Esta soltó un chirrido como protesta, proveniente de los muelles que se habían contraído en su interior por el movimiento brusco, pero a ella no le importó. Su habitación era muy sencilla, una cama, una estantería, un par de cuadros y una mano de pintura azul cielo. No era gran cosa, y sin embargo, se sentía agusto en ella.
Avanzó lentamente hacia la puerta y giró el manillar. Salió de ella, topándose con los pasillos del instituto.
El instituto, era un lugar complejo. Estaba oculto con un glamour, o hechizo protector, para que cualquier mundano no pudiese verlo. En su interior, era un lugar bastante acogedor. Tenía infinidad de ventanales y cristaleras, donde la luz inundaba el lugar. Las paredes estaban agrietadas, pero eran de un color blanquecino, que la tranquilizaba.
Era enorme, listo para acoger a mucha gente, a pesar de solo cinco personas residían ahí actualmente. Tenía todo lo necesario, una biblioteca para documentarse, una sala de armas, entrenamientos…Todo lo necesario para formar cazadores de sombras, por supuesto.
En el ala oeste, se encontraban las habitaciones donde dormían. También había un salón, donde solían reunirse y descansar, además de la cocina y el baño. Si te olvidabas de todo el ala este y de las armas, era como una gran casa.
Volvió a caminar, esta vez hacia el salón. Esperaba encontrar a alguien ahí. Era una de las desventajas de vivir en un lugar tan grande, podrían estar en cualquier lugar.
Lamentablemente, no consiguió lo que buscaba. No había nadie sentado en el sofá viendo la televisión, o charlando en las sillas. Con un suspiro de resignación, se dirigió a la sala de entrenamiento, esperando tener más suerte...
...Pero no hizo falta. Antes de dirigirse otra vez hacia el pasillo que comunicaba ala oeste y este, escuchó el inconfundible ruido de la puerta al abrirse. Allí apareció un hombre adulto, de alta estatura y complexión musculosa. Tenía un inconfundible pelo rubio, como ella, pero el suyo era mucho más pálido. Alen Backbrawn.
- Hola Karen – parecía tan feliz como siempre, era todo lo contrario a su mujer.
- Hey - sonrió brevemente, siempre era agradable tener una conversación con Alen- ¿Has visto a los demás?
- Si, los chicos están en la sala de armas, te están esperando. Helen está en su habitación…Ya sabes que no le gustan estos momentos – el rostro del hombre se ensombreció levemente.
Y no podía culparle. Karen ya había descubierto que era lo que les atormentaba. Su hijo había muerto un par de semanas antes de que les adoptaran oficialmente, hace ya dos años, en una cacería de demonios. No podía culparles por preocuparse.
Asintiendo, le dio las gracias y se marchó ausentemente, aun pensando en el pobre matrimonio, y en lo que debían de haber sufrido, incluso después de adoptarlos.
Abrió de nuevo las puertas del pasillo, esta vez en dirección al ala este, y cruzó la primera puerta. Allí encontró a quien estaba buscando. Un chico de su misma edad, con sus mismos ojos y rasgos similares, exceptuando el pelo marronaceo que llevaba revuelto, herencia de su padre.
A su lado, preparándose, se encontraba la quinta integrante de la extraña familia que formaban. De ojos y pelo negro corto, se encontraba una diminuta persona, un año menor que los hermanos. Era Melisa, Melisa Dontwall. Igual que ellos, había sido traída aquí, hace un año por sus propios padres.
- Hola... – le saludo esta, tímidamente.
Karen le devolvió el saludo, con una sonrisa, antes de toparse con su hermano de frente.
- Ya era hora de que llegaras – soltó Carter, con un bufido – los demonios no se van a cazar solos.
- Quizá si te molestaras en avisarme, llegaría con vosotros – contestó, siguiendo con el pique, tan habitual en ellos.
- Creía que los hermanos teníamos una conexión especial – bromeó, encogiéndose de hombros – debías haberlo sabido.
- Idiota… - puso los ojos en blanco, mientras empezaba a caminar para prepararse.
La sala de armas era un lugar complejo. Albergaba todas las armas que podían llevar en diversas estanterias. Arcos, cuchillos, dagas…Hechas de materiales que ayudasen, claro. El oro era tóxico para cualquier demonio, al igual que la plata para los hombres lobos. El electrum era una mezcla de ambos, muy útil. Aunque nada podía competir con el cuchillo serafín, bendecido por los propios ángeles, el arma por excelencia en la lucha de demonios.
Cogió su arma favorita, que se encontraba guardada en uno de los cajones. Nada más y nada menos que un hacha, un fino mango de 50 centímetros, que terminaba en una hoja dorada hecha de electrum puro. La colgó en su espalda con una correa, era pesada, pero no tanto como parecía. Se rearmo de dagas, cogió un cuchillo serafín, y su preciada estela.
- ¿Te ayudo con eso? – preguntó Carter, seriamente, al ver sus intenciones con ella.
- Claro cerebrito de las runas, haz tu magia – contestó, quedándose estática para que su hermano se acercase.
Su hermano no le contestó, se limitó a sonreírle y a coger su estela. Pronto, estaría a su lado. Noto la dolorosa quemazón que provenía de esta mientras dibuja en su piel. Una runa fortus en su brazo, otra de visión y de velocidad en la palma de sus manos, dos runas de sigilo en sus cuádriceps, una runa de protección en su antebrazo…
Pronto, una gran parte de su cuerpo ya estaría tatuado. Las runas se acabarían desvaneciendo, pero dejarían una cicatriz, dejando una marca de que estuvieron ahí.Pero no le importaba, eran demasiado útiles para prescindir de ellas. Su hermano era un experto en ellas, por eso normalmente le permitía ayudarle, a pesar de que tanto ella como Melisa sabían hacerlas también.
- Muy bien, ya estáis las dos… - Carter se veía casi hasta orgulloso de su trabajo, hasta que reparó en algo – Karen, tu arma…
- No, de eso me encargo yo – rechazó su oferta, no quería que nadie tocase su hacha.
Con todo el equipo, los tres jóvenes Nefilim se dirigieron hacia la salida, listos ya para la cacería. Los sensores habían dado señal de actividad demoniaca por la zona, por lo que tocaba exterminarlos, antes de que alguien saliese herido. Era un juego peligroso, pero era su juego.
- ¿Ya os vais? – una voz temblorosa sacó de sus pensamientos a Karen, justo cuando iban a salir.
Era Helen. Su pelo pelirrojo recogido en una trenza, y sus tacones la hacían inconfundible, aunque ninguno la había escuchado llegar. Pocas veces la había visto así.
- Si… - fue Carter quien habló, por alguna razón, al ver su rostro vulnerable, Karen no pudo articular palabra.
- Tened cuidado – y nada más decirlo, desapareció otra vez por el pasillo.
"¿Esas palabras serían las últimos que le dijo a su hijo?" – se preguntó para si misma, sombríamente.
Carter pareció notarlo, y le dio un toquecito en el brazo.
- Karen, hay que irse – su voz era más suave de lo que recordaba.
- Lo se… - pudo notar la mirada preocupada de Melisa sobre ella, antes de reincorporarse.
Esa era su vida, y era su trabajo. Cazar demonios menores no era una tarea muy complicada, si tenías el considerable cuidado.
Pero algo más se estaba avecinando. Algo que podría poner en peligro esa falsa seguridad que los tres tenían…
¡Hola¡
Este es mi primer fic, y quería intentar representar el mundo de los cazadores de sombras lo mejor posible, con mis propios personajes. Seguramente iré subiendo capítulos en cuanto tenga tiempo. Acepto cualquier tipo de crítica constructivo, ya sea por la redacción o por algún fallo en el contexto.
Espero que guste ^^
