Cuando apareces tú.

Cuando las hojas se caen, y el frío comienza a surgir; cuando las lágrimas vuelven, y los recuerdos se entremezclan con el olor a café recién hecho; cuando la luz se va apagando, poco a poco, como si no quisiera hacerlo, justo en ese momento, apareces tú.

El corazón roto, resquebrajado en pequeños pedazos. La razón perdida, los actos inconcientes. La bruma en la mañana, tal como los pájaros en la cabeza. Y ahí, en ese preciso momento de confusión, es cuando apareces tú.

La sangre fresca escurriendo por las manos, los ojos rojos, la ponzoña acumulada en la garganta, en los colmillos afilados, en el cuerpo de la víctima. El sentimiento de tristeza, la lágrima que quiere salir, pero no puede. El sollozo escondido en el fondo del alma. Y en ese plano de desolación es cuando apareces tú.

La campanilla de la puerta sonando, el olor a café inundando el pequeño bar de Philadelphia, la luz del sol colándose por entre las nubes, el frío calándoles las ropas a los transeúntes.

Y ahi, sí, justo ahí, es cuando Jasper la ve aparecer, pequeña, frágil y cantarina, y, desde ese preciso instante toma conciencia de que, a partir de ese momento, todo será diferente en su vida.