Era fácil quebrar las tablas de la cerca y después volver a acomodarlas cuando había reunido su botín. Lo hacía casi cada tarde más como una hazaña y una prueba de valor que por realmente desear las manzanas que robaba. Muchas veces terminaba dándoselas a su hermana o a su mascota. A los diez años prefería el sabor del peligro al correr hacia el interior del jardín cubierto de árboles, saltar en puntas para alcanzar los frutos y volver por donde había entrado. A veces iba un poco más al fondo, cuando sabía que los Tweak estaban en su negocio. Entonces rodeaba su casa hasta encontrar los matorrales de fresas y arrancaba las pequeñas flores blancas para guardarlas en las bolsas de su camisa, dejando que el aroma impregnara su ropa. La gente rumoraba mil cosas del matrimonio ya que guardaban un hermetismo sospechoso respecto a su vida, y si bien a Craig le parecían algo raros, también pensaba que eran muy amables. Y su chocolate era el más delicioso que había probado. Ojalá su familia pudiera permitirse comprarlo más de una vez al mes. Y más de una taza que debía compartir con Tricia. Miró a los lados aunque sabía que nadie lo encontraría. La gente no se acercaba a su terreno y ellos estaban atendiendo su negocio. Siguió el camino hacia la parte trasera de la casa, acariciando el pasto crecido y las flores silvestres. Se detuvo en seco al mirar la puerta abierta de par en par. Su primera reacción fue correr a esconderse tras el manzano, nervioso ante la posibilidad de ser descubierto. Se suponía que estaban en el trabajo y no había absolutamente nadie más viviendo ahí.
Lo primero que vio fueron unos dedos blancos como la cal extendiéndose, buscando con el tacto algo que parecían no ver sus ojos. Después un pie saliendo del resguardo de la puerta, otro más. Una figura pequeña, cubierta la cabeza con un trozo de tela rectangular, negra. Una larga falda también negra hacía lucir incluso más blanca su piel. Parecía una niña, lo cual era una completa estupidez ya que sabía que los Tweak jamás habían tenido hijos. Le vio dar dos pasos más, dejando que sus pies quedaran marcados en la tierra. Se llevó las manos al pecho, sujetando la tela que cubría su cabeza. Parecía tener mucha angustia, decidiendo algo importante. Miró al lado contrario y después volteó hacia su dirección. Dio un paso más y se quedó detenida, dudando. Finalmente dio media vuelta y volvió al interior de la casa, cerrando la puerta.
Nadie le creería si lo decía. Pero Craig supo que los Tweak tenían un hada escondida.
