Contemplar el atardecer desde su balcón, se había vuelto ya una rutina. La preparatoria le parecía tan tediosa cada vez más, cómo suele sentir cualquier adolecente de 16 años.
E igual que cualquier adolecente, Evelyn sentía que no encajaba en ningúna parte, ni siquiera en su propia familia. No tenía idea como es que era la hermana menor del chico más popular de la universidad, cosa que le molestaba sobremanera, ya que sus compañeras de clase solo le buscaba para acercarse a él, incluso uno que otro compañero.
Su madre, una ataviada mujer de negocios cuya obsesión al trabajo le impedía darse el lujo de ser menos que perfecta.
En cuanto a su padre, bueno, tenía solo el recuerdo de aquella despedida.
Cerro los ojos por un segundo y eso bastó para que la dolorosa escena se hiciera presente.
Recordaba como su padre con mochila al hombro, salía aprisa del hogar. Veía a su madre con los ojos hinchados de tanto llorar y a un hermano, muy niño, viendo hacia el vacío. Había corrido, con sus escasos 3 años, a detenerle. Pero fue en vano, el taxi ya se había alejado con su padre abordo.
Nunca supo porque se fue.
Y cada vez que quería tomar el tema con su madre, ella se limitaba a decirle que "Fué lo mejor que pudo haber hecho".
Tomó su libro de aritmética y se dispuso a continuar su vida normal. Deberes y obligaciones. Nada fuera de la rutina.
El móvil vibró. En la pantalla se indentificaba un mensaje de su madre.
Tardaré en llegar. Pidan una ?. Los quiero.
-¿Con champiñones o salami?- preguntó su hermano en la puerta de su habitación.
-Es igual,Andrew- contesto con indiferencia Evelyn sin despegar su vista del libro.
-¿Estás bien?-
-¿Qué te hace pensar lo contrario?- preguntó extrañada la chica en tanto calculaba ecuaciones en su computadora.
-Pasas encerrada en esta habitación mucho tiempo, ya no he visto a Cristal y Dámaris por la casa, sin mencionar el hecho que no me has interrogado sobre "cosas de chicos"- enumeró su hermano recargado en la pared.
-Cristal y Dámaris dejaron de hablarme después que mencionaste a tu supuesta novia- respondió.
-Entonces era eso- concluyó el joven en una triste sonrisa.
Evelyn se recargo en la silla y miró con desdén a su hermano.
-La verdad- continúo- no me interesa hacer relaciones por el momento-
-Oye, tienes 16 años, era para que estuvieras escapándote a media noche para ir a una fiesta o pedirme que compre alcohol para tus amigos- sonrió su hermano en tanto se acercaba a ella.
-Siempre escucho que hablan a mis espaldas, a nadie le caigo bien, incluso piensan que soy rara- retomó sus deberes sin mucho á hermano suspiro con pesadez y desbloqueó su celular.-Incluso, en ocasiones creo que tienen razón-
-¿Por qué piensas eso?- le interrogó sin dejar de textear en su celular.
-En ocasiones escucho a la gente hablar sin mover los labios, en otras sufro de dejavus constantes...no sé, a veces pienso que me estoy volviendo loca- contestó en tanto viendo al vacío-...y las migrañas cada vez son más constantes-hizo una mueca de molestia.
Su hermano abrió el cajón de su escritorio, sacando de él un frasco ámbar vacío.
-Lyn...¿Por qué no has dicho que se acabó tu medicina?- su voz sonaba alarmada. Le tomo el rostro con ambas manos y su mirada buscaba algo en el.
Evelyn arqueo una ceja al ver el rostro de su hermano que reflejaba preocupación.
-Estoy bien, son solo las migrañas- se sacudió las manos de su hermano de su cara.
Hubo un silencio un tanto incómodo.
Andrew parecía reflexivo y a la vez preocupado por su hermana menor.
La chica tomó un espejo de mesa y un par de ojos grises le devolvieron la mirada. Su tez aperlada se veía como cualquier otro día, al igual que su pelo castaño alborotado. Jamás entendía porque no lo podía peinar. Pasó su mano entre su cabellera para poder aplacarlo. Nada, seguía igual.
-Pedire la pizza y le diré a mamá sobre tu medicamento- la voz de su hermano alejándose de la habitación le regreso a su realidad.
Desde que tiene memoria, ha consumido ese medicamento por sus migrañas. Migrañas que le provocaban escuchar voces y ver alucinaciones...bueno, es lo que el médico concluyó después de muchos estudios y análisis.
De solo recordar esos aparatos en su cabeza y esas agujas extrayendo su sangre, le causaba escalofríos.
La noche fue callendo.
El parloteo de su hermano al teléfono y el tecleo de su madre en la laptop, interrumpían el silencio en toda la casa.
Necesitaba tomar un poco de aire fresco, ya que la migraña le volvía poco a poco.
Eran pocos los vecinos que daban sus caminatas nocturnas en Alice Village.
Decidió ensayar un poco de baloncesto bajo la luz del garage de la casa. Podía sentir el frescor del otoño colarse por las copas de los árboles, a su paso caían las hojas secas en la acera.
De pronto, el crujir de la hojarasca y el ladrido incesante de los perros, le alertaba de alguien más cerca de ella. Atrapó el balón y escudriñó con su vista en la oscuridad de la calle.
-¿Claymore Evelyn?- preguntó un hombre que había salido, literalmente, de la nada. Ataviado en un traje extraño con saco de tiro largo color guindo. Era de complexión alta y delgada, su cabello parecía haberle abandonado desde hace años. Se acercó lento hacia una chica extrañada por su presencia.
-¿Quien le busca?- le cuestionó con un tanto de recelo.
-Mi nombre es Salomón Hughes, soy del Ministerio de Magia división de asuntos internacionales académicos- le mostró una tarjeta de presentación.
-¿Ministerio de Magia?- le tomo por sorpresa ese comentario -...debe haberse equivocado, yo no estudió magia ni ilusionismo- le regreso la tarjeta en una sonrisa ilarante.
-Bueno, por eso estoy aquí- dió unos pasos mas- usted tiene 5 años de retraso escolar- explicó.
Evelyn negó con la cabeza con una sonrisa burlona.
-Espere, ¿Ministerio de Magia?- recordó-...no es ese lugar que es de un libro...- cerro los ojos intentando traer aquello a su memoria-...¡Harry Potter!- trono sus dedos al recordar dicho lugar.
Lo sabía, puesto que el último año de secundaria, tubo que leer los libros y ver las películas por órdenes de su Profesora de Literatura. Una de esas personas obsesionada por esa historia. De esos mismos que se disfrazaban cada que podía con la temática; conocía varios así. Aún no se explicaba porque logro casarse si era tan freak.
- Una novela demasiado fantástica para mi gusto, a decir verdad- mencionó Evelyn sin inmutarse frente al hombre- ...¿no me diga que la Profesora quiere que forme parte de su "club de brujas y magos literarios"?- se burló Evelyn-...hasta donde es no tener vida social- lanzó el balón sin encestar.
- Vaya, nunca imaginé que Harry Potter escribiera una autobiografía-
- No lo escribió él- se rió Evelyn- fue J.K. Rowling- el hombre solo le veía sin entender - deje el teatro hombre, que no le va.-
Evelyn resopló. El hombre parecía no entender nada de lo que decía.
- Veo que se lo toma muy en serio, todo esto de la invitación- señaló la chica cruzando los brazos -...¡venga! Diga de una vez sus líneas para acabar con esto rápido-
El hombre aclaro su garganta y sacó de sus bolsillos una especie de block de notas de pasta dura.
-La carta escolar, que se suponía debió de haberle entregado hace 5 años, fue revocada en la dirección del Sistema de Inscripción a la Academia de Magia y Hechicería de Operlooks, ¿Lo ve?- explicó el hombre en tanto le mostraba algunos escritos en su diario.
Evelyn estaba convencida que era toda una pantomima de su Profesora chiflada.
- Si pretende la Profesora que vaya...-
- La Directora ya está al tanto de la situación, no se preocupe- sonrió satisfecho el hombre.
- ¿Ahora es directora?- se extraño Evelyn mientras tomaba asiento en el pórtico.
- Sí, desde hace tiempo- el hombre continúo- ...ahora bien, creímos que su anulación era parte de su deceso-
- ¿Creían que estaba muerta?- Evelyn arqueó su ceja de incrédula.
-Por extraño que pareciera, así fue-
- Lo que se inventa la gente- murmuró. Sabía que no le caía bien a mucha gente, pero ¿Que la dieran por muerta? Eso ya es una exageración.
-Sin embargo, rastreamos su nueva ubicación y sus niveles de habilidades que exponía gradualmente-
- Un momento- pedía tiempo fuera Evelyn con sus manos- deja ver si le entiendo: ¿me dice usted que ya anteriormente, hace 5 años, me mandaron una carta donde soy parte de una especie de Academia donde estudian magia, pero que no me llegó después porque me creían muerta?-
-Asi es- respondió satisfecho Hughes.
- ¡Vaya trama de novela!- río Evelyn- ¿Quien le ha mandado? ¿Annette? ¿Teresa?- la pasiencia de Evelyn se acababa poco a poco.
Esto debe ser una broma patética por parte de sus compañeros de clases.
-¿Dónde están las cámaras?- le palpo el saco-...de seguro lo han planeado para subirlo a internet y hacerme pasar mal el rato,¿Cierto?-
-Srta Claymore, esto no es una broma- mencionaba Salomón miéntras que la chica le escudriñaba las solapas del saco.
- Es verdad, esto se acaba aquí- camino Evelyn muy frustrada hacia dentro de su casa- y dígale a quien sea que le pago por venir que, si pretendía asustarme, que la temática de Harry Potter es una mierda- cerró de golpe la puerta y camino hacia la cocina murmurando el cómo dar con el responsable de dicha broma.
-Evelyn, hija ¿Estás bien?- preguntó su madre al verle molesta.
- Un actor de alguna compañía de teatro sorpresa, me dice que viene del "Ministerio de Magia"-
Su madre ladio su rostro de incredulidad.
- El que se menciona en Harry Potter- dijeron al unisono, concluyendo de manera obvia.
- ¿Y qué es lo que quiere?- su madre preparaba una taza de café tranquilamente.
- Ni idea - bebió un sorbo de refresco en tanto observa detenida la puerta principal - viene con el raro argumento que debería ir a una escuela de magia y así... - mordió molesta la rebanada de pizza fria - ha de ser una broma o una manera muy ñoña de pedirme que me una a un club de lectura-
La migraña comenzaba a punzar la sien. Cada vez que se enfandaba, el dolor ascendía paulatinamente.
Su madre se acercó con un frasco ámbar que segundos antes estaba en la alacena.
- Toma tú medicamento- le indico.
Evelyn tomo el frasco y sacó la diminuta pastilla púrpura. Aunque el efecto tardaría una hora en desaparecer los síntomas, con el simple hecho de tragarla se sentía más tranquila.
El timbre de la casa sonó.
Evelyn sentía un extraño presentimiento, sabía de antemano que era el hombre aquel de sacó guindo.
- ¿Es en serio? - inquirió molesta.
Andrew abrió la puerta.
- Necesito hablar con su hermana - escucho la voz de Hughes en la puerta.
Evelyn se acercó ya sin mucha pasiencia.
- Escuche amigo, deje el teatro, no voy a ir a ese club de inadaptados, ¿Lo entiende?- dijo ya una muy enfadada Evelyn.
- Srta. Claymore, no es mi intención que se moleste, es solo que, si no regreso con usted, perderé mi empleo- musitó el hombre a tiempo que le enseñaba su nombre en el remitente de una carta.
- Pues no es mi problema, si gusta llamo a la compañía teatral y les explico - decía en tanto sacaba su móvil.
- ¿Compañía teatral?- le extraño al hombre- No, no me entiende - insistió el hombre con notoria frustración.
-¿Qué pasa aquí?- preguntó desconcertado Andrew a su hermana.
- Es un chiflado que quiere llevarme a un club de Harry Potter- mencionó Evelyn irritada.
- Manera demasiado original de invitar de tus amigos, ¿No crees?-
- No tengo amigos- le contesto seria a su hermano, quien le parecía divertido aquello.
- Si me permitiera explicarle - interrumpió Hughes intentando entrar a la casa.
- ¡No, no voy a permitirle nada! - la voz de Evelyn se elevó 3 niveles.
- ¡Oiga! - Andrew le empujó con la mano molesto - no puede entrar, es propiedad privada-
- Mamá llama a la policía - ordenó Evelyn tensa a su madre.
La migraña dió paso a un sonido similar a la interferencia de una radio vieja, sacudió su cabeza para estabilizarse, anteriormente ya había funcionado.
Entonces, sucedió.
El sonido del ambiente se opacaba, tal cual se escuchase dentro de una piscina. Todo se volvió lento, muy lento.
El hombre sacó de su traje una varita, apunto a su hermano con ella, mientras que esté a su vez solo se reía al ver la punta de la varita en su pecho; su madre se acercaba lentamente con el celular en la oreja, podía ver que articulaba palabras muy pausadamente.
- Está pasando de nuevo - se dijo Evelyn pasando su mano por su cabeza de manera nerviosa.
De pronto, una luz lanzó a su hermano por los aires hasta caer sobre el sofá, atado con una cuerda gruesa. Salomón entró a la casa y volvió a apuntar su varita, ahora hacia la madre de Evelyn, quien le veía aterrorizada. El celular le fue arrebatado de manera magnética hasta la mano de Hughes y en otro movimiento de varita su madre ya se encontraba atada a una silla.
Gritó, pero el eco era sordo y lejano. Cerro los ojos y un golpe de aire helado le obligó a abrirlos.
Su hermano se encontraba aún en la puerta con Hughes y su madre tomaba la llamada con la policía.
Por mero instinto, se acercó a su hermano y lo tlaqueo rápidamente, evitando que el haz de luz le golpeara. La puerta se abrió de golpe.
- ¡Mamá! - gritó Evelyn al momento que Salomón le retiraba de las manos el celular.
Evelyn se puso de pie y se abalanzó contra el hombre, pero este, en un movimiento ágil, la esquivó y apunto con su varita a su hermano quien ya venía sobre él con bat en mano.
Andrew fue lanzado hacia una silla del comedor al igual que su madre, y de la nada una soga les tenía atados de pies y manos. La chica estaba impactada por lo que presenciaba, no obstante, no iba a bajar la guardia, a pesar de no saber cómo reaccionar. Era demasiado fuera de la realidad lo que estaba pasando. Aunque, ya había sentido que nada era normal en su vida desde hace tiempo.
- Impresionante su habilidad de premonición, Señorita Claymore- interrumpió Hughes sus pensamientos.
- ¡Corre Evelyn...!- gritó su hermano antes de ser amordazado por su camiseta.
Pero no podía, sus pies no respondían, era como estar clavada en el suelo.
- Lamento mucho que fueran así las cosas, pero es necesario que venga conmigo - Hughes reflejaba culpa en sus palabras en tanto una Evelyn Claymore observa angustiada la escena que protagoniza.
