Hola! Este es mi nuevo fic, lo hice porque de pronto apareció en mi mente y lo escribí aquí. No creo que sea muy largo. Máximo cinco o seis capítulos, no más ni menos. Lo publicaré cada viernes hasta el final, sin variar. Tal vez ya lo tengo escrito... tal vez no... Bueh, como sea. Espero que les guste, comenten, cuantas veces quieran, no importa el spam (mientras que no sea spam de puteadas). Osea, pueden decir si les gusta o no, qué debo cambiar, y hasta insultarme si esto es terrible. Pero que no se spamee. Ahora sí, les presento mi fic.


Titanium

por queonda.

—yo no soy dueña de db ni dbz, cada canción es de sus respectivos dueños como está aclarado, y esto está hecho sólo por diversión, sin fines de lucro. Los personajes son de Akira Toriyama y la Toei "animeishon"


Cada capítulo les escribiré una parte de alguna canción que puede que esté relacionada con el capítulo. Eso se los dejo a su criterio. Este es el estribillo de la canción que le da nombre al fic:

David Guetta ft. Sia. But the Beat. 2012 EMI Music France

You shoot me down

but i'm not fall

I am titanium

you shoot me down

but i'm not fall

I am titanium...


Prólogo. Comenzando con el pie izquierdo.


Cambiando los canales buscando algo interesante que ver, encontró más de lo que quería. Odiaba ver las noticias, ya que siempre había mala noticias y, por supuesto, era deprimente; pero esta vez le llamó realmente la atención, al punto de subirle el volumen para poder escuchar mejor. Esta televisión ya estaba inservible, pero, mientras se siguiera viendo imágenes, todavía tenía sus usos.

"Último momento" sentenció el periodista "Los seres extraños que han sido nombrados androides han devastado la zona norte—central de la capital del norte. Una periodista del canal estuvo en el momento. Ella dijo que presenció a unos sujetos extraños de cabello cambiante que, según ella, intentaron detener a los robots. Hemos conseguido unas imágenes en las cuales podrán notar lo sucedido"

Levantó una ceja, curioso. Sabía quiénes habían sido los que intentaron frenar a los asesinos, sus únicos y viejos amigos. Aunque de seguro que ellos pensaban que él estaba muerto—y es que tres años desaparecido no son poco—, él seguía comunicándose, al menos con su maestro, quien era el único que sabía de su aún existencia.

Se acercó a la televisión para presenciar las imágenes que había logrado obtener la periodista.

Una chica de cabellos lisos y largos hablaba frente a la cámara, cuando, detrás de ella y a unos cuantos metros de altura, se desataba una pelea. La cámara hizo zoom, captando por sólo un instante a dos personas, una de cabellos lisos, negros y vestido con una pañoleta naranja en su cuello, y a otra, con el cabello negro y parado desafiando toda ley de gravedad y destellante de lo que se llama Ki, golpeándose hasta el cansancio.

Hacía mucho tiempo que no él no presenciaba una pelea de tal magnitud, desde el día en el que él había caído. También pudo distinguir la intervención de un niño que fue derribado por alguien de sexo indefinido, de cabello largo, rubio y sedoso. Parecido al otro de la pañoleta.

Eso fue lo único que pudo ver, antes de que se le cortara la luz en su casa. Aunque ya no la necesitaba, había visto suficiente.

En realidad él sabía de otras fuentes que esa pelea había sido hace unas semanas, pero al parecer los de la productora editaron la noticia para que sonara redundante y nueva. Pero ese no era el punto ahora. Aunque esa era noticia repetida, le hacía recordar lo que había pasado hace tres años. Odiaba recordar, por eso mismo no miraba los noticiarios.

Podía recordar nítidamente a sus amigos batallar ante esa repentina llegada del enemigo que se creía ya muerto. Recordaba la excelente batalla que desempeñaba su mejor amigo, principalmente. También vio como si hace unos segundos hubiese pasado, la cara de dolor de su amigo, su mano en el corazón, presionando fuertemente, y luego el desmayo.

"No vayas, será en vano" le gritaba un lastimado Yamcha. Eso no había sido un impedimento, y él se había lanzado a batallar sin importar nada.

Su amigo Goku lo valía. Verlo caer víctima de un ataque cardiovascular en medio de la pelea contra Freezer remodelado y toda su familia fue algo que no pudo soportar del todo. Esa persona fuerte, amable y familiar llamada Goku estaba al borde de la muerte en el piso mientras era pateado sin piedad por ese alienígena mecanizado. Soltando toda su ira en un grito se abalanzó sobre Freezer dándole un combo de puñetazos y patadas mortales que lograron alejarlo un poco del sayan, lo cual fue aprovechado por él para llevar a su amigo a un lugar seguro, lejos de la batalla. Se comunicó con su vieja amiga la científica, que pasaría a buscar al enfermo tan rápido como pudiera.

"No escondas al mono subdesarrollado" le dijo una voz cuasi mecanizada tras él "no te servirá de nada, morirán ambos"

Con todo el coraje que tenía, se volteó y le gritó a Freezer cosas que jamás había dicho.

"¡Hijo de puta, malnacido! ¡Volverás al infierno de donde jamás debiste haber regresado!" le dijo.

Y, de un salto propulsado, le dio una patada en la cara, justo cuando los otros guerreros que habían sobrevivido a la familia del alien llegaron para ayudarlo. El primero en caer fue Yajirobe (él había ido para ayudar simplemente), luego Chaoz— Tenshinhan pereció ante el padre de Freezer—. Piccoro y él golpeaban con lo que quedaba de su fuerza al alien, hasta que de un golpe Freezer lo envió a volar. Algo mareado abrió los ojos, y lo último que vio fue un rayo violeta pegándole justo en la cara.

Su maestro le contó el final de la batalla, siendo el único que sabía que él seguía con vida. Al parecer, Gohan, Vegeta y Piccoro habían logrado derrotarlos a todos, y al encontrar su cuerpo pensaron que había muerto, además de que no demostraba los signos vitales de vida o siquiera ki. Lamentablemente, el que murió no fue él.

Goku estuvo luchando por su vida por tres meses, hasta que cayó en coma y, tres días después falleció. Esa fue otra de las razones por lo cual decidió mantenerse de incógnito ante la sociedad y sus amigos.

"Amigo, te espero en casa para la cena. Tengo mucha hambre" fue lo último que le dijo Goku seguido de una sonrisa, antes de desmayarse y jamás volver a abrir los ojos.

Esas palabras le retumbaron en el cerebro los tres años, desde que abría sus ojos a la mañana, hasta que los cerraba en la noche.

Creyó erróneamente que el resto de su vida sería pacífica, ya que nadie volvería a amenazar con destruir a Goku, porque él ya no estaba con ellos. Su maestro le había dicho que Gohan iba a una importante escuela, y que Bulma había tenido un dulce varón con Vegeta, impresionantemente cierto y que al principio dudó de su certeza en cuanto a que era verdad. Pero de otro no podía ser. Había oído horrores sobre las andanzas de Yamcha, además de que Vegeta vivía con su amiga.

En cuánto a él, decidió mantenerse muerto para tener una vida sencilla y sin preocupaciones.

Había entrenado todos los días sin parar, como nunca en su vida, llenándose de marcas imborrables de extremos entrenamientos y fuertes músculos, más que los que portaba Goku se atrevería a decir. Cuando estaba solo, lo cual era casi siempre, era muy serio, casi como Vegeta. No se relacionaba con nadie, a excepción de la recepcionista de la zona de "quejas y otras cuestiones" en el servicio de la luz. Cada quince días tenía que ir a quejarse por los malos servicios que aquejaban su choza. Los problemas habían aumentado desde que esos cyborgs habían llegado a la ciudad.

Hacía seis meses que unos androides desarrollados por un científico de la Red Ribbon, habían despertado para acabar, como muchos otros, con la pobre vida de Goku. Al enterarse de que ya estaba muerto, decidieron divertirse con los ciudadanos de un pueblito cercano. Como les gustó, siguieron con más pueblos, derribando ciudadelas enormes, hasta llegar a la casita de Gohan.

Su ex maestro le había contado la última vez que hablaron, que Milk para proteger a Gohan le dijo que fuese a la Capsule Corporation con Bulma antes de que los androides llegaran. Luego de una pequeña pero no menor discusión, él había aceptado, dejando a su madre defendiendo lo indefendible. Esto, que había sido narrado por Gohan, había pasado hacía un mes, y Milk no quiso abandonar la casa, dejando a su hijo libre de todo, para que pudiese hacer lo que le plazca. Algo que ella jamás le permitió.

Mientras se ponía las botas pensaba que había sido muy injusto todo lo que había pasado. Familias destrozadas, miles de personas fallecidas, y todo por pura y divina diversión. Eso sí que era algo sádico.

Colocándose la gorra de lana para tapar su cabeza salió de la casa para volver a reclamarles la luz a los del mismo servicio.


—Siguiente—dijo una alegre y joven chica, con cabellos marrones enrulados al extremo y anotando con jovialidad algunas cosas.

Él se levantó de la silla y se acercó al mostrados, dónde fue recibido con una sonrisa.

—Buenas tardes señor, mi nombre es Mai y estaré encantada de ayudarle

—Ya sé quién es usted— dijo él fastidiado— he venido aquí en los últimos dos años a quejarme sobre el mal funcionamiento de la luz en mi casa.

—ajá, sí. Bueno déjeme que lo anoto. ¿Nombre, por favor?

—Krilin. — ella anotaba desprolijamente en una hoja de archivos.

El miraba la lluvia que había en la calle por la ventana. Llovía a torrenciales, y le costaría mucho volver a su casa. La gente se escondía bajo el techo que estaba arriba del ventanal, antes de cruzar la calle. Entonces vio lo que jamás creía haber visto. La criatura de dios más perfecta que sus ojos hayan presenciado. Se acercó a la ventana con sus ojos brillando vívidamente de la alegría y miró sin disimular al hermoso espécimen que tenía casi frente a él.

Una mujer de unos veinte y tantos o menos, rubia y de ojos celestes brillantes, alta y seductora natural como pocas. Sus ojos denotaban incomodidad y desconfianza. Tenía el cabello mojado, lo que la hacía ver más angelical. Estaba desabrigada y empapada. Si Krilin hubiese salido de su trance antes, hubiera salido y le hubiese dado a ella su abrigo. Un incesante menciono de su nombre le estorbaba, pero todo eso desapareció cuando ella lo miró.

Su sangre se congeló, al contrario de su corazón que latía a mil por hora. Sus manos comenzaron a sudar frío al igual que su frente, que estaba tapada con una gorra de lana. Ella se movió incómoda por su mirada fija, y levantó una ceja en señal de confusión. Una sonrisa se dibujó en el rostro del hombre. Cuando una mano lo arrastró de la fantasía y lo tiró de culo a la realidad.

— ¡Señor!— le dijo un hombre de tez oscura, con rulos y del triple de alto que él. Lo miró algo atontado, pero simulando atención— la muchacha de las quejas lo llama.

Rápidamente volvió a mirar a la ventana, pero la chica rubia ya no estaba. Decepcionado fue y terminó los enlistados de cosas que fallan con la luz, como todos los meses, y con la misma frase final pronunciada por la recepcionista "La empresa hará su mejor esfuerzo y más rápido de lo que usted pueda darse cuenta todo volverá a funcionar de forma correcta". Al parecer, Krilin aún no se daba cuenta.

Apenas terminó salió a la calle en medio de la lluvia y buscó con lo poco que su vista distinguía a la muchacha. Ya se había ido. Pero, a lo lejos, dos figuras flotantes se acercaban al lugar. Temeroso de que fueran sus amigos que lo hubiesen encontrado y reconocido, salió corriendo sin resbalarse.

Otra vez le había pasado. Odiaba ser tan idiota y enamorarse tan rápido. Así le iba después, se terminaba juntando con una chica que, tras ella, tenía más de veinte hombres que también decían ser sus novios—léase entre líneas "Maron"—

Otra vez, su corazón se había roto. Cómo desearía él tener un corazón resistente, uno de titanio, a prueba de balas.

La lluvia le empapaba hasta el interior de las botas, él caminaba con las manos en los bolsillos del pantalón, con la cabeza baja pero mirando hacia delante, dejando a la ciudad detrás suyo, creando un clima nostálgico. La genta pasaba corriendo por al lado suyo, algunos lo miraban extrañados. Es decir, estaba caminando bajo la tormenta más grande que había habido en ese lugar, eso era rarísimo.

Los recuerdos de un día son los más tristes. Y esta no era la excepción.

Sus viejos días con la pandilla Z, esos días locos de diversión, entrenamientos graciosos y sin sentido, y la búsqueda de las esferas era lo único que hacían. Recordaba el querer siempre ser más fuerte que Goku sólo para presumir y ligar chicas. En lo último no le fue muy bien, pero lo intentó.

Debía admitir que extrañaba a Maron, eso era verdad. O simplemente necesitaba una mujer, o una persona, que le hiciese sentir... ¿especial?

Está bien, aunque la flamante peliazul le había bien puesto unas cornamentas más grandes que las de un alce, como unas treinta veces, ella le había hecho cambiar su forma de mirar a las personas, sobre todo a las féminas. Tal vez en ese mundo caótico ya no había mujeres inteligentes bonitas, como a él le gustaría conocer. Ella, de cierta forma lo habían vuelto resistente antes las vueltas de la vida. Como dice el dicho, lo que no te mata te fortalece, y le daría las gracias si algún día la volvía a ver.

De pronto se escucha una fuerte explosión, y cuando Krilin voltea, una bola de humo se esparce por toda la zona. Con algo de valor, se limpió el agua de lluvia de la cara y se metió a la zona que, al parecer, estaba bajo ataque.