Cap 1

No podían criticarlo.

No, definitivamente no podían. Tampoco reñirle bajo cualquier excusa posible para justificar un castigo o algo peor; de hecho ese día había cumplido con sus deberes y obligaciones de una forma tan brillantemente perfecta que era más probable que pensaran que alguien le había secuestrado para usurpar su lugar y tratar de asesinar a su tan famoso padre que siempre era punto de foco para cualquier intriga.

Había sacado la basura… había bañado al caballo a pesar de que no le pertenecía…

Definitivamente no había dejado punto al aire que pudiesen recriminarle.

Ni siquiera si encontraban…

Su mirada se paseó por la ahora impecable habitación hasta detenerla sobre su escritorio en el cuál, descansaba una carta escrita en un papel fino y costoso y cuya caligrafía curveada y fina parecía brillar para llamar su atención, aún mas que ese enorme sello rojo de cera ahora partido en dos que dejaba ver el sello no conocido de alguna familia de reputación.

Aunque no alguna que él conociese.

Tomó aire profundamente y cerró los ojos, comenzando a rememorar ese momento en que hubiese encontrado el sobre con la misiva sobre el cubo de agua que utilizaba para dar de beber a los animales, sorprendiéndose al darse cuenta de que venía su nombre en la parte exterior dejando en evidencia que estaba dirigida hacia él.

Como se alegraba de no haber ganado aquella batalla esa mañana contra su hermana Fleur para ver quién sería el que alimentaria al caballo…

"Querido Phillipe"- comenzaba

-"Querido Phillipe, no sabes lo que es sentir cada mañana el corazón saltar en emoción contenida al observarte pasar por el frente de mi jardín, sin poder evitar el pensar lo que estará ocupando tus pensamientos… o si acaso, alguna vez te has detenido a pensar en mi… pero entonces me doy cuenta de que no podría ser tal ya que en comparación con la maravilla de tu existencia, la mía es tan indiferente como la de cualquier brote, destinado a morir tan pronto tenga la oportunidad de abrirse a tu contemplación. Aunque de tener la dicha de ser observado por ti, me cerraría al no tener comparación en cuanto a belleza; te ruego no has de culparme por sucumbir a la tentación de intentar captar el brillo de tu mirada con cada amanecer, conforme trazas tu camino por entre nuestras empedradas calles con las cuáles solo comparto la envidia de poder sostenerte firmemente. Dicha de aquel cuya fortuna sonríe al permitirle cruzarse delante de tu destino!

Gloria de aquellos con los que cruzas espadas en tus entrenamientos diarios, orgulloso y con esperanza de algún día seguir los honrosos pasos de tu padre!

Solo puedo decir que aún en las sombras de quien es desconocido para la luz del sol, me siento orgulloso de ti y de lo que esperanzas a convertirte algún día. Rogaré por que la fortuna te sonría y cumpla con tu merecido ascenso hacia las estrellas a las cuáles perteneces.

Desde mi prisión en cuerpo, estaré observándote y esperando que tal vez, algún día, puedas sonreír también para mí.

Tuyo por siempre

La cruz escarlata"-

No podía imaginarse, por más que leyese aquellas palabras una y otra vez, quien podría ser el sujeto que se había atrevido a poner tanta palabra extraña y cursi sobre un pedazo de papel… que además iba dirigido hacia él! Rogaba en parte que se tratase de algún idiota con mucho tiempo libre que deseaba jugarle una muy mala broma, pero algo por dentro le decía que no se trataba de una situación tan sencilla como aquella.

Afortunadamente los años habían sido piadosos con él, desvaneciendo completamente las marcas en el rostro que le señalaban como un crío y su complexión y aspecto habían pasado a hacerle parecer una versión un poco más baja y atlética que la de su progenitor. Sin embargo…

Quien en su sano juicio le había escrito una carta de amor a él, Phillipe, hijo de Dartacan!?

-Phillipe… estás listo para las practicas ya?

El pobre can estaba tan metido en lo que pensaba que al oír la voz de su padre simplemente saltó a medio camino de colocarse una de sus camisas nuevas, terminando por rasgarla a la mitad totalmente presa de los nervios.

-Date prisa o llegarás tarde, por ser mi hijo no puedes tener preferencias- dijo el ahora capitán de los mosqueperros asomándose a la habitación y encontrándose con su hijo que componía una expresión de resignación por el enorme agujero en su ropa- y mejor que luego arregles eso o tu madre se molestará muchisimo

-Ya… esta bien- dijo el chico soltando un suspiro mientras su padre le dedicaba una amable sonrisa y cerraba de nuevo la puerta… vaya que ese muchacho cada día se parecía mas a él… se preguntaba si…?

El joven cadete terminó de vestirse y corrió escaleras abajo, sin siquiera detenerse a ver a su madre que parecía estar a punto de despedirlo; era fastidioso en extremo, pero quería salir temprano de su casa para así tener el tiempo de averiguar.

Quería saber…

Comenzó a repasar todo su camino desde ahí hasta el cuartel de los mosqueperros muy lentamente y mirando de reojo casa por casa en busca de algún indicio…alguna señal que le permitiera ver quien había sido el sujeto que le había jugado semejante broma tomándolo como un asunto para burla o si acaso, tenía verdaderos motivos para humillarle de esa manera. Sin embargo a los diez minutos se estaba hartando… por mas que veía y veía no podía localizar algún sitio que le pareciera aunque fuera levemente sospechoso… ni hablar, tendría que pedirle a Pom a ver si el podía averiguarle algo… claro, eso hasta que se imaginó la cara que pondría ese ratón cuando se enterase que el hijo de su mejor amigo…

Se le erizó la piel tan solo de pensarlo, era evidente que no era así pero no le simpatizaba la idea de darle un disgusto a su madre… y mucho menos a su padre, sabía que era una persona muy gentil, pero si acaso se llegaba a creer un rumor de aquellos capaz y lo mandarían ejecutar…

Se detuvo frente a una pequeña mansión y se le quedó mirando largo rato… después de todo, la carta la firmaba "la cruz escarlata" y por el material con el que la misiva y el sello estaban hechos era obvio que se trataba de una persona con dinero. Minutos después, se echó a reír con fuerza.

-Ya me dirás, tu admirador secreto es un noble- rió el chico mientras agitaba la cabeza y respirando profundo se dirigió a paso raudo a la academia… porque se había preocupado tanto?… si era una broma, no tenía porque hacerle caso…

Verdad?

Desde la ventana de aquella mansión, unos ojos negros siguieron la silueta del joven hasta que se perdió de vista… realmente disfrutaba de verle y había acertado al creer que, mandando aquella carta seguramente se detendría a investigar… de nuevo, su pensamiento era de lo mejor y no podía reprochárselo, el mismo sabía que era un genio.