¡Hola de nuevo! He taardado en volver (examenes, selectividad buh) pero he vuelto. Y vuelvo con mi pareja favorita, Fudo y Fuyuka. Espero que os guste.
Disclaimer: Inazuma Eleven y sus personajes no me pretenecen, yo solamente los uso a mi antojo.
¡Disfrutad!
"Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes."
Bernard Le Bouvier de Fontenelle (1657-1757) Escritor francés.
Fuyuka se encontraba sentada en la cama de matrimonio, en esa cama de matrimonio que si pudiera hablar destrozaría su vida en un solo minuto. Se encontraba en esa habitación, concretamente la número 9 -hasta ahí llegaba la ironía de su vida- que había sido testigo de tantos encuentros furtivos, -¿6? ¿8? ¿11? Ya no quería ni pensar cuantos- de ese hotel apartado de la cuidad por motivos muy obvios. Tan obvios como los motivos por los que estaba ahí sentada. Obvios también los motivos por los que había borrado cada uno de sus mensajes citándola en esa habitación una vez más. Obvios, sí, pero nada éticos, morales, politicamente correctos o como demonios desease llamarlos la sociedad. Sus motivos, y actos, de los últimos 2 meses estaban totalmente desprovistos de cualquier moralidad, ética o aprobación que pudiese existir en el mundo. Excepto en las mentalidades más pro, esas que nunca se dan a conocer en público.
Se encontraba sentada frente a la ventana apenas cubierta por una fina cortina que dejaba pasar la mayoría de la luz, creando así una bonita imagen a contraluz que sería apreciada por él nada mas entrar. Justo antes de lanzarse al acto más inmoral de todos los que había cometido. Nerviosa, mordiéndose los labios, cerrando los ojos y suspirando de vez en cuando, pensaba en ese momento. O mejor dicho, en la forma más sutil pero a la vez cortante de impedir el momento en que él la mirase y empezase con el engaño mas placentero que había cometido. Lo primero por lo que debía empezar era por no mirar sus ojos. Aunque también debía mirarlos, porque así daría contundencia a su decisión. Pero si los miraba corría el riesgo de: uno, caer rendida ante ellos como solía hacer, y dos, pensar en lo malditamente parecidos que eran en color a los de Shiro y como consecuencia pensar en su prometido.
De verdad que ella no quería hacer eso, no quería engañar a Fubuki, pero tampoco quería dejar de engañarlo. Por todos los dioses ¡ni siquiera sabía lo que quería! ¿Era tan malo querer que su vida fuese más animada? ¿Querer huir de la monotonía, más amistosa que amorosa, de su noviazgo? Durante los 4 primeros encuentros se había dicho que no, la mayoria de las parejas contaba con un affair, o varios, a lo largo de la relación. A partir del quinto había convertido esa respuesta en una condicional. No, si no te hubieses prometido. Porque prometerse, como bien decía la palabra, es prometerse, confiar, comprometerse con esa persona importante en tu vida, a la que no deberías engañar. ¿Y por qué demonios se había prometido? Ni idea, pero tampoco sabía, porqué, porqué justo en ese preciso momento Shiro había decidido que quería casarse con ella.
No estaba diciendo que no tendrían que casarse, pero tampoco estaba diciendo que tendrían que casarse. No estaban mal, pero tampoco estaban bien. Se pasaban más tiempo tumbados en el sofá hablando de temas más que trillados que en el dormitorio haciendo, digamos, "cosas de pareja". Qué tiernos, dirían algunos. Y durante un tiempo ella también lo considero tierno. Hasta que llegó él. Fudo Akio.
Con su charla inteligente que la embriagaba, sus ojos tan parecidos a los de Shiro y a la vez tan diferentes, su forma de mirar poniendo toda la pasión y el sentimiento, la forma de moverse, de ser, de hablar. Todo en el parecía específicamente diseñado para que Fuyuka se sintiese atraída. Y con ello, empezar a querer más de lo que tenía con Fubuki. Y ahí fue cuando empezó el principio del fin. Pero eso se iba a terminar, ella lo iba a terminar. Terminaría con todo. Sería un adiós completo a su vida. A todo en su vida.
Se levantó de la cama. No podía estar más tiempo quieta. Justo en ese momento la puerta se abrió y sin necesidad de darse la vuelta supo que era él. Porque no podía ser otra persona. Casi sin darse cuenta una mano se posó en la cintura y notó el calido aliento chocando contra su cuello, peligrosamente cerca. Fuyuka se separó rápidamente dándose la vuelta y viendo por primera vez a la persona que había entrada. No se había confundido, ahí estaba Fudo, mirándola divertido, con una ceja levantada y una sonrisa torcida en los labios.
— ¿Qué pasa, Fuyuka? ¿Hoy toca jugar? — dijo mientras se volvía a acercar a ella.
— No. Fudo, tenemos que hablar. — replicó por su parte Fuyuka mientras intentaba alejarlo.
— Ahora me apetece hacer otra cosa. Lo dejamos para después, ¿te parece?
— Tenemos que hablar ahora— intentó decir pero Fudo la besó. Primer error y primera tentación. En un primer momento se quedo estática, pero enseguida siguió los pasos de Fudo y se unió al beso.
El castaño sonrió en sus adentros, por un momento pensó que Fuyuka no se iba dejar. Y no se equivocaba del todo. Tan solo poco después de parecer ceder, Fuyuka rompió el beso y se apartó rápidamente. Eso no debía pasar.
— ¿Pasa algo?— preguntó Fudo entre sorprendido y molesto.
— Esto no puede volver a pasar. Se terminó. — sentenció seria Fuyuka.
— ¿Cómo?
Fuyuka respiró profundamente preparándose para lo que estaba a punto de decir.
— Esto se ha terminado. Lo dejamos.
— ¡Ja! Dejar ¿el que? No sabía que se dejaba de ser amantes— rió Fudo. Aunque en el fondo tenía miedo.
— Me entiendes perfectamente. No es posible seguir con esto. No debemos seguir. — dijo entrecortadamente— Tú tienes a Haruna, yo tengo a Shiro y no podemos hacerles esto.
— ¿Y precisamente ahora te da por la moralidad? ¿Qué pasa, te sientes culpable?
— No, es decir sí. Pero es que no puedo más, Fudo. Entiéndelo. Ponte en su lugar.
Fudo desvió la mirada. Estaba de acuerdo con ella, a él tampoco le haría gracia si estuviera en la posición contraria. Pero había hecho eso por una buena razón.
— Me gustas— dijo Fudo levantando la mirada y viendo directamente a Fuyuka.
— Eso es evidente. Si no, no te habrías acostado conmigo.
— Me refiero a… joder, Fuyuka, no es un simple me gustas físicamente.
— ¿Entonces que es?— preguntó la chica temiendose algo que ella nunca pensó. Pero que compartía.
— ¿Por qué lo haces tan difícil? Me gustas. Te quiero. Te necesito. ¿Contenta?— contestó alzando la voz— ¿Por qué demonios crees sino que te convencí para todo esto? Necesitaba tenerte, pero sabía que no colaborarías. No sabía que hacer, solo sabía que necesitaba tenerte, a toda costa.
— Por eso decidiste que lo mejor era esperar hasta que alguna noche coincidiera que yo bebiese ¿no? Y después convencerme de que esto no era nada malo— Fuyuka empezó a sollozar. Se sentía engañada ¿Por qué había hecho así las cosas?— ¿Por qué no me preguntaste?
Ella hubiera dicho que sí, solo necesitaba que él se lo dijera. Que el le dijera que la quería y ella hubiera dicho lo mismo, porque era lo que sentía, y uno de los motivos principales por los que había decidido cortar con todo.
— ¿Hubieras dicho que sí?— replicó a su vez Fudo dándole la espalda.
— Sí— contestó con voz firme a pesar de las lágrimas. — Pero ahora ya da igual.
Tenía razón, ya daba igual. Se había propuesto dejarlo todo atrás, olvidarse por mucho tiempo de su antigua vida, de sus amigos, su trabajo y hasta de su padre. Y no iba a cambiar el plan solo porque el siempre valiente Fudo hubiese decidido ser un cobarde en ese tema.
Un silencio tenso se instaló entre ellos, Fuyuka dejado correr lágrimas en silencio, Fudo mirando por la ventana. Eran dos polos opuestos que inevitablemente se atraían desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron. Una perfecta relación de equilibrio que no fue posible por la cobardía.
—Esto podría ser distinto— dijo Fudo rompiendo el silencio
— Si solo lo hubieras dicho desde un principio, Fudo— sollozó Fuyuka. Si solo lo hubiera dicho desde un principio todo habría sido diferente, sí— Me voy, lo siento.
— ¿Vas a ir con él?— Preguntó el castaño con la voz tensa. Temía el segundo en que Fuyuka lo confirmase, no solo por la seguridad de que entonces todo habría terminado y estaría solo, sino también por el dolor que sentiría al entender que ella quería a Fubuki y no a él. Cogió aire, mientras esperaba una respuesta que ya se estaba tardando de más, pero se impidió a si mismo darse la vuelta e ir a por ella. Simplemente apretó los puños, esperando que el "sí" llegase y ella se fuera.
Tras un instante en la habitación solo se oyó un "no" quedo y un suave portazo.
Bueno y eso esto todo por hoy. No sé muy bien cuando volveré a actualizar pero ya os puedo decir que el fic tendra entr capitulos.
Dejadme vuestra opinión en un rewiev. ¡Nos vemos!
