Notas de la autora:

Hoy estoy recompensando el tiempo sin actualizar ni publicar nada al parecer.

Este pequenísimo fanfic es una continuación de "Como el reloj que se detiene".


Edward lo recuerda bajo una luz celeste, sonriendo con brillantez tal cual fuera la estrella más grande de la galaxia. Muy hermoso, mas no perfecto. Agrandando su magnificencia a base de halagos y propuestas como el mismísimo Sol se mantiene vivo haciendo fusionar hidrógeno en helio.

El mismo día en que lo conoció, Edward supo que ese hombre sería lo mejor de su vida. Nada, por más valioso o cotizado que fuese, iba a superar lo que significaría haber tenido el placer de compartir su tiempo con Jacob Black.

Jacob lo dejó en la fecha acordada, y esa manera de pensar sobre su belleza fue lo que orilló a Edward al peor declive en su existencia, a las botellas de alcohol en todas sus presentaciones. Y pueden llamarle imbécil por ser un iluso esperanzado, pues lo es, lo sabe y se lo reprocha a sí mismo.

Sin embargo, pese a lo mucho que duele, Edward aún voltea a verlo en esas raras ocasiones en las que lo encuentra caminando por la calle. Jacob jamás regresa la mirada —quizá porque no se da cuenta, quizá porque no le apetece—, pero siempre va caminando junto a una persona distinta. Hombre o mujer, más joven o mayor, los límites de Jacob los define el dinero que sus clientes están dispuestos a dar.

El solo hecho de que haya aceptado casarse con Edward a cambio de un cheque es bastante ilustrativo.


Notas finales:

Muchas gracias por leer.

No quiero que esperen por algo que aún tardará, pero para aquellos que quieran ver a Jacob sufriendo, eso sucederá en un fanfic que ya estoy escribiendo... está en la recta final, sólo digo.

Nos leemos :)