Prólogo:
Unos grises ojos miraban atentamente cada movimiento que realizaba el viejo cazador de gorra, el cual se encontraba sentado en su escritorio hojeando un enorme libro en silencio.
- ¿Algo interesante, Sr. Singer?–pregunto el dueño de la gris mirada, quien se dirigió y, posteriormente, sentó a su lado.
- Así es –respondió sin dejar de mirar el libro - Hay varias cosas que me resultan interesantes, pero hay una en particular que me ha llamado mucho la atención–dijo por ultimo, levantando la vista para encontrarse con el sereno rostro del otro hombre.
- Ok –dijo con una amable sonrisa en los labios- Dígame, ¿cuál es?–preguntó mientras se acomodaba en su lugar.
- Los ángeles –comenzó diciendo- ¿Pueden llorar?–preguntó por fin con gran expectación ante una pronta respuesta, la cual no llego ni tan rápido como él esperaba.
La sonrisa del sujeto se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos para dar paso a una expresión de seriedad que no solía mostrar nunca, la pregunta que le había hecho el viejo cazador le había descolocado, y bastante.
- ¿Usted qué cree? –preguntó de vuelta- ¿Cree qué "nosotros" somos capaces de llorar como lo hacen "ustedes"?–preguntó nuevamente, mirándole fijo a los ojos.
- Pues… –dijo bastante nervioso al notar la intensa mirada del ángel sobre si- No lo sé… por algo te lo he preguntado primero -respondió tratando de atenuar la situación en la que se encontraba, ya que se había vuelto bastante incomoda.
El silencio no se hizo esperar tras las últimas palabras que mencionó el viejo cazador, aunque no duró demasiado, ya que poco después se escuchó un suspiro cansado, señal de que el alado iba a empezar a hablar nuevamente.
- Los ángeles no tendríamos por qué llorar, Bobby –comenzó el de ojos grises poniéndose de pie y dirigiéndose a la ventana- Somos seres creados de la gracia de Dios, lo que significa que no poseemos alma –continuo diciendo- Y al no tener alma, no deberíamos por que poseer emociones como las de ustedes–su imagen se reflejaba nítidamente en el vidrio de la ventana.
- Entonces…–interrumpió el viejo cazador, quien se encontraba bastante intrigado por saber la verdad sobre lo que recién había leído en aquel libro.
- Los únicos ángeles que pueden llorar son aquellos llamados "caídos" –al decir esto ultimo no pudo evitar sonreír con tristeza- Y el motivo de sus lágrimas siempre es el mismo, el mismo motivo por el cual "caen"… -poco a poco fue alejándose de la ventana para quedar nuevamente frente al escritorio de Bobby.
- Y… ¿Cuál es ese motivo? –preguntó el viejo cazador sin dejar de ver los profundos ojos grises del ángel.
- "Amor"…
Nota del autor: El ángel de ojos grises que aparece en el prólogo es un OC mío, suelo usarlo de vez en cuando en mis historias. (Más adelante seguirá apareciendo, ahí explicaré su historia y la relación que tiene con los demás)
Espero que les agrade la idea, ya que tengo pensado hacer un Destiel de esto.
