Habían pasado muchos años para poder reconstruir el mundo mágico, al menos la parte material, la personal y sentimental jamás podría reconstruirse, y menos después de perder a seres queridos.
Harry Potter había sido uno de los principales encargados de conseguirlo, ayudando en todo lo que podía. Después de un tiempo se hizo auror, mientras que su amada Ginny Weasley se hizo jugadora de las Arpías de Holydead, algo que soñaba desde pequeña.
Después de unos años, Ginny dejó el quidditch, para convertirse en reportera de El Profeta de la sección de quidditch y más tarde empezar a formar una familia con Harry. Poco tiempo después, la joven ya estaba embarazada del que sería su primer hijo. La joven pareja ya tenía elegido incluso el nombre: James Sirius.
Una día de diciembre, cuando Harry se encontraba en la oficina de aurores con el papeleo habitual, recibió un patronus con forma de comadreja, sin ninguna duda era de Arthur Weasley, y si era de él era que pasaba algo con Ginny, que estaba en la Madriguera.
-Ginny se ha puesto de parto, ven deprisa-dijo el patronus.
Harry cogió su varita y salió escopeteado del despacho, diciéndole rápidamente a su jefe lo que había sucedido y marchándose, sin esperar un instante.
Se apareció en la puerta de la Madriguera y entró de inmediato. Casi al instante empezó a escuchar los gritos de Ginny. Subió deprisa las escaleras y entró en la habitación donde se encontraba Ginny, acompañada de su madre y Hermione, además de una sanadora para el parto, mientras que Arthur y Charlie esperaban fuera, muy nerviosos.
Harry se acercó a Ginny y le dió la mano, casi al instante se arrepintió, su esposa se la apretaba con tal fuerza que creía que se la iba a partir.
-Sigue así Ginny, lo estás haciendo muy bien-le decía.
Después de dos largas horas, cuando estaba atardeciendo, por fin nació el bebé. La matrona lo cogió entre sus brazos y se lo entregó a Ginny, para instantes después cogerlo y lavarlo. Cuando ya no estaba cubierto de sangre, la matrona se lo entregó a los padres, que no cabían en si de alegría.
-Hola James Sirius-dijo Ginny-, bienvenido a la familia.
Durante un buen rato todos los que había allí estuvieron observando al pequeñín, la familia cada vez crecía más.
Todos pararon cuando escucharon una pequeña explosión. Rápidamente Harry, Charlie y Hermione bajaron, buscando la fuente del sonido. Salieron de la casa y se encontraron a cinco personas, que les apuntaban con las varitas, antes de que pudieran hacer nada, les lanzaron un hechizo y cayeron al suelo insconcientes.
Mientras tanto, Ginny, Molly y Arthur estaban cada vez más nerviosos, ¿de dónde venía esa explosión y por qué no volvían los otros tres?
En ese preciso instante, la puerta de la habitación se abrió y entraron cinco personas, que al igual que antes a los otros tres, también pillaron por sorpresa a ellos. Antes de que levantaran sus varitas, cuatro de esas personas lanzaron unos hechizos que los dejaron desmayados. La quinta persona se acercó a Ginny y le cogió el bebé de entre sus brazos. El grupo salió de la casa, con el pequeño Potter, y se desaparecieron.
No importó que más tarde todos se despertaran y dieran el aviso, como tampoco de que encontraran a algunos miembros del grupo que los había atacado. Lo único que lograron descubrir era que todos los atacantes eran mortífagos que habían sido enviados a Azkaban, a excepción de dos que habían logrado escapar.
Sus esfuerzos no sirvieron para nada, ni siquiera pudieron encontrar una sola pista que les ayudase a encontrar el paradero de James.
