Este es un fanfic basado en Yuri on Ice, capítulo 4. Si no lo has visto te invito a verla. Los personajes no me pertenecen.

Es para entrar al evento VictuuriWeek, con los promps de hoy: Sorpresa y Confesiones.

Sorpresas y Confesiones

No solía despertarse a media noche, pero la ausencia de Makkachi en su cama le sorprendió. Abrió los ojos y estuvo buscando a lo largo de su cama para encontrarse que estaba realmente solo. Victor solía dormir con su mascota, al menos la mayor parte del tiempo que podía pasar con él entre entrenamientos y competiciones. Resultaba un compañero ideal, apachurrable, así que, debido a la costumbre, su sueño había sido más ligero de lo usual.

Se sentó despeinado, y restregó sus parpados mientras intentaba despertar del todo. Encendió la lamparilla a su lado y registró toda la habitación buscándolo sin resultados. Así decidió levantarse, había encontrado que la puerta estaba semiabierta, y eso debía significar que Makkachin estaba por la casa.

Después de ponerse de pie y calzarse las pantuflas, Victor salió de la habitación en busca de su mascota. Revisó la cocina, la sala, algunas de las habitaciones que sabía desocupadas, y también el patio con temor de que se hubiera ido a afuera. No lo consiguió en ningún lado y solo quedaban las habitaciones ocupadas, pero se percató, al subir de nuevo a su habitación, que la puerta de Yuuri estaba entreabierta.

Victor se asomó, por mera curiosidad, por la rendija de la puerta donde fácilmente podría caber su perro. Lo había encontrado, acostado al lado de Yuuri quien dormía plácidamente. Era impresionante lo fácil que Makkachin se había adaptado a él, como si lo amara desde el primer momento en que lo vio. Recordó que, tras el banquete, al llegar a casa y sacar la ropa, su perro se acostó encantado sobre el traje que había llevado esa noche.

Con cuidado, abrió la puerta. Se internó a sabiendas de que quizás hacía algo incorrecto y sonrió de lado cuando vio a su perro alzar las orejas, verlo y volverse a dormir.

—Esto es trampa, Makkachin… —murmuró para sí mismo, mientras penetraba a la habitación. Se dedicó a ver un poco el inmobiliario, solo queriendo conocer un poco más de su alumno, ya que esa zona había quedado vetada para él.

Se veía bastante común, llena de cosas y mucho más pequeña que la que estaba usando, valía acotar. Con curiosidad caminó hacía los libros, buscando algún referente que pudiera serle conocido. Mayor sorpresa fue encontrarse con un afiche de sí mismo.

Pestañeó. Incluso sacó su movil para encender la pantalla y ver mucho mejor la imagen, pensando que quizás estaba confundiéndolo, pero no era así, era un afiche suyo. Recordaba perfectamente de qué presentación era esa fotografía.

Sintió un delicioso calor viajar desde su pecho a su estómago y su rostro. Una sonrisa se dibujó, así, suave, sin mayor pretensión más que sentirse de algún modo encantado. No debería sorprenderle, Yuuri le pidió que fuera su entrenador, debía admirarlo, así que encontrarse una imagen de él en su cuarto no debería ser sorpresa.

—¿Victor? —Escuchó la voz conocida y el aludido saltó sobre sus propios pies. Volteó para mirar a un Yuuri recién despierto, con Makkachin aún acostado sobre su pecho y con los lentes que acababa de ponerse.

Los ojos de Yuuri lo miraban sorprendido, quizás preguntándose qué hacía allí. La lamparilla estaba encendida y daba luz a su figura.

—¿Qué ocurre?

—Buscaba a Makkachin —señaló, recuperándose del asombro. Yuuri bajó la mirada hacía el caniche que seguía profundamente dormido—, y ya lo encontré.

—Lo siento, cuando pasé por el pasillo lo escuché golpeando la puerta y tú estabas muy dormido. Creo que te agoté esta tarde.

Victor no podía negarlo, los entrenamientos con Yuuri lo dejaban cada vez más agotado por la resistencia que tenía el japonés para repetir saltos como si de un trompo se tratase. Le sonrió en respuesta y volteó para tomar el afiche entre sus manos. Caminó hasta la cama y mirò a Yuuri con una sonrisa sugerente que el menor no supo captar.

―¿Tienes bolígrafo?

―Sí, en la mesa. ¿Para qué? ―Victor no respondió y se dirigió hacía el escritorio rebuscando entre las cosas de Yuuri. Este al verlo tan despierto supo que no volvería a dormir aún y sacó sus piernas de las sábanas, para ponerlas en el suelo. Bostezó largo y se rascó su estómago, intrigado aún con las actitudes de Victor.

Encontró el bolígrafo y se inclinó contra el escritorio escribiendo algo. Luego se acercó a la cama y se sentó a su lado, provocando que su perro se moviera. Yuuri enfocó la mirada hacía su entrenador, todavía perdido. No se le ocurría nada que Victor quisiera escribir en ese momento al menos que fuera un golpe de inspiración.

―Ten. ―Yuuri lo miró intrigado, y luego bajó la mirada hacía sus manos. Vio entonces el afiche, autografiado, con incuso una carita graciosa de él mismo con una boca de corazón.

―¡Victor! ―Saltó de la cama, con el afiche en las manos, casi temblándole mientras leía la dedicatoria. El aludido sonrió amplio y cruzó sus piernas mientras veía a Yuuri emocionado por ta pequeño detalle―. ¡Este es el segundo día más feliz de mi vida!

―¿Es el segundo? ―preguntó curioso y de inmediato agregó―. ¿Y cuál ha sido el día más feliz de tu vida?

Yuuri lo miró y de improvisto el sonrojó escaló niveles en su cara. Victor detalló su expresión, la forma en que sus ojos le miraban y como sus labios entre abiertos temblaban indecisos de contestar.

―Fue… cuando llegaste.