Resumen: Esta historia es, desde luego, la continuación de G8 en Berlin, aunque si recuerdas que Inglaterra está engañando a América con Francia y no consigue arreglar el problema, que Alemania y Austria están notando el problema y están metiendo cucharada en ello, que hicieron un G8 en Berlin para acabar el que no terminó en Moscú en el que intentaron desenmascarar al inglés sin lograrlo realmente y para el horror de todos fue América quien acabó violado por Rusia... no necesitas volver a leerla.
Así que recuerda, después de todo eso, Austria invitó a Francia y a Inglaterra a cenar en su casa después que Prusia encerrara a Canadá en el cuarto con Liechtentenstein y los dejamos en el aeropuerto de camino a Viena. Aquí retomamos la historia.
Dicho esto, besitos a Himaruya ¡y que no pare la fiesta!
G8 2
Francia camina tras Inglaterra hacia el aeropuerto camino a Viena, chocando su hombro con el suyo, sonriendo y acercándosele para darle un beso en la cabeza. El inglés sonríe un poquito al sentirle, desfrunciendo un poco el ceño... y cuando se da cuenta lo frunce más y tira más fuerte, pero no se le borra la sonrisita.
El galo trota un poquito a su lado, riendo bajito y tarareando algo de Edith Piaf, muy sonriente. Inglaterra le mira de reojo y sonríe un poco más. Sonrojado un poquito se detiene, carraspea y pide un taxi.
—Me gusta esto... —sigue sonriendo, sin soltarle la mano. Inglaterra vuelve a mirarle de reojo.
—Berlín es bonito, pero me falta niebla.
—Tú eres el encargado de esos efectos especiales —le abraza de la cintura acercándolo a él.
—No puedo hacer que haya niebla ahora... No puedo hacer que haya niebla en general, sólo la hay... —explica nervioso y el taxi se detiene.
—Me gusta la niebla —le sonríe un poco embobadamente y luego entra al taxi delante de él. Inglaterra traga saliva y entra detrás.
—Hablando de cosas que te gustan...
Francia se sienta y le mira.
—Non, tus cejas no me gustan.
Chasquea la lengua.
—No hablo de eso, git —le quita importancia.
—¿Entonces? —se ríe un poco, sin dejar de mirarle.
—Pues... —ojos cerrados, barbilla levantada—. Ayer no te lo dije pero... tuve a bien en fijarme— abre los ojos de golpe—. Sé tú secreto —sonrisa confiada.
—¿Sabes mi secreto? —frunce el ceño y piensa en qué secreto puede saber, descartando que sea lo de América y Rusia porque no se lo diría así—. ¿Cuál de todos? —sonríe.
—Ah... uno bastante vergonzoso, seguro. Creíste que no me daría cuenta, pero no puedes engañar al Gran Imperio Británico —baja la cabeza mirándole mientras sigue sonriendo de lado.
—Uno... ¿vergonzoso? —levanta una ceja pensando en qué decirle y sonríe—. ¿Y por qué no te estás burlando de mí?
—Estoy haciéndolo ahora —sonríe ampliamente y enseñando un poco los dientes.
—Tienes algo atorado entre los dientes —miente señalándole la boca y sonriendo.
Él baja la mirada dejando de sonreír y pasando la lengua por los dientes. Francia se ríe acercándosele y dándole un beso en los labios.
—Caíste.
Frunce el ceño, sonrojándose un poco. El francés se le recarga en el pecho.
—¿Qué decías? Ah sí... mi secreto vergonzosísimo...
Levanta las gruesas cejas de nuevo.
—Pues sí.
—Cuéntame, ¿cuál es el secreto? —sonríe, levantando la vista y mirándolo de reojo.
—Sabes muy bien cual —le mira volviendo a sonreír—. Si lo admites tú solo, seré benevolente contigo —propone.
—Mmmm. Hablamos de... ¿Sexo? — sonríe maligno—. Discúlpame, Angleterre, ya sé que no te gusta la idea de que tome video de nosotros teniendo sexo salvaje en mi casa, pero no pude evitarlo —se inventa.
—WHAT? —escandalizado... no, no escandalizado, ESCANDALIZADO... y rojo como... bueno, creo que empieza a estar granate. Francia se ríe.
—¿Pero no has dicho que ya lo sabias? Sólo son siete tomos, cher... No están TODAS las veces.
—Sabía un secreto pero no... —sigue escandalizado y entonces cae en la cuenta de que debe ser mentira, deteniéndose—. No me refiera a eso, git, eso ya lo sé y no me importa —suelta con desinterés, pero aun sonrojado. El otro sigue riéndose divertido.
—¿Entonces hablas de la operación que planeo hacerme para cambiar de sexo?
—Ah, ya has decidido por fin ser un hombre del todo —se burla. Francia se ríe.
—Si ya soy tres veces más hombre que tú.
—JA! ¡Eso querrías! —replica sonriendo. Ojos azules en blanco sin dejar de sonreír.
—Entonces ¿de qué secreto hablas? ¿Del trío que planeo que hagamos con Belgique?
Parpadea.
—What?
Francia se vuelve a reír e Inglaterra frunce el ceño pero sonríe un poco.
—No, git ¡Hablo de esto! —exclama y se baja a la pernera de sus pantalones, levantándosela y mostrando los calcetines de rombos de Francia. Él levanta las cejas y cuando los mira se echa a reír con ganas.
—Mon dieu! ¡Los había olvidado! —exclama.
—Aaah! ¡No me harás creer eso! —se ríe picándole el pecho—. ¡Confiesaaa!
Francia se ríe un poco más.
—No sé qué decirte...
—¡Confiesa que en realidad si te gustan los rombooos! —exclama intentando hacerle cosquillas. Se ríe más, un poco de cosquillas un poco de nervios, un poco de la gracia.
—Nooooonononon! No entiendes.
—¡Claro que lo entiendo! Llevas toda la vida riéndote de mis rombos, ¡pero ahora queda claro! ¡Lo que pasa es que tienes celos! JAA! —exclama triunfante, poniendo los brazos en jarras.
—Noooon! Non! ¡Los compre para ti! —sonríe.
Inglaterra se detiene un momento, mirándole, sin creérselo del todo.
—Sí, claro, ¡y por eso los llevas tú puestos! ¡Confiesaloooo! —vuelve a intentar hacerle cosquillas.
—Los llevaba para que tú los vieras —declara un poco avergonzadillo.
—Eh? —le mira sin entender.
—Quería llamar tu atención y que vieras que estaba pensando en ti...
Parpadea y se sonroja. Francia le sonríe. Traga saliva y carraspea.
—Ehm...
—Te quería de regreso y si me costaba usar rombos... —se ríe. El inglés se pasa una mano por el pelo mirando el suelo y carraspea.
—Hum... well...
Francia se pone nervioso.
—Quizás no es tan divertido así... Un poco... Patético —baja el tono, avergonzado. Inglaterra le mira y luego aparta la cara
—Hum... yo...
El galo baja la mirada.
—Estaba... pensando en que... —traga saliva el inglés—. Ni siquiera fue... necesario —le recuerda—. Casi no tuviste que hacer nada —confiesa incomodillo y el otro le sonríe un poco.
—¿A ti te parece que usar calcetines de rombos no es hacer nada? —pregunta acercándosele.
—Lo que digo es que ni siquiera los vi hasta... ejem... well.
—Es una pena... —se le acerca más y le da un beso en la mejilla—. Puedes quedártelos y quiero aclarar...
—No los quiero —responde sonriendo un poquitito.
—Ah non? —levanta las cejas—. A mí me parece que sí.
El inglés vuelve a mirarlos, con un poco de desprecio, mientras sonríe.
— Of course not.
—Porquoi? —levanta las cejas—. Son los menos feos que encontré.
Y por cierto, el taxi se ha detenido hace rato en el aeropuerto, les han entregado sus maletas y ahora están en la puerta de embarque, pero no lo has visto porque ha ido muy rápido. Y les llaman para abordar.
—Es evidente que elegiste la peor combinación de colores expresamente para molestarme —sentencia levantándose
—Pardon? —levanta las cejas mirándole—. ¡Claro que no elegí ninguna mala combinación!
—¿Azul y gris? ¡Por la reina! —ojos en blanco mientras sonríe, poniéndose en la cola de embarque. De hecho, no, dándole el pasaporte al hombre de la puerta.
—Azul y gris es una gran combinación... ¡Mejor que el ocre con verde! Y esas cosas horrendas que haces —le abraza de la cintura.
—No voy a discutir contigo otra vez por esto —sentencia sonrientito, andando—. Es evidente que no reconocerías la elegancia ni aunque te estuviera tendiendo la mano para presentarme— poniéndole las manos sobre sus brazos.
—Creo que tú no tienes idea de lo que es la elegancia, pero aun así me gustas —le besa la mejilla—. Rombos y todo.
Se sonroja llegando al final del finguer.
—¿Ventana o pasillo?
—Pasillo... —sonrisa malévola.
Inglaterra entra primero, sentándose en la ventana y toma la carta del avión.
—Cuando venga la azafata le voy a pedir que deje aquí el carro entero... me estoy muriendo de hambre.
Francia se sienta junto a él y quitándole la carta le besa los labios.
—Eh mmpfh... —llega a protestar antes de cerrar los ojos. El francés se separa sonriendo.
—Yo también tengo hambre.
—No consiste en que me comas a mí —bromea girando la cara y sonrojándose él solo. Francia se ríe, recargándose en él.
—¿Por qué no?
Traga saliva.
—A... además, aun no... Aún es pronto —confiesa nervioso. El galo levanta las cejas.
—¿Pronto? — se ríe como el gato que encontró la crema.
—I mean... —muy nervioso al notarse traicionado a sí mismo. El otro le pone una mano en la pierna.
—A mí me parece un plan ideal...
—¡No! ¡No! —muy histérico y aún más sonrojado al entender qué está pensando Francia, que no es lo que pensaba—. ¡No! esto... ¡no puede ser un hábito! —desconsolado. El francés levanta las cejas, descolocado.
—Quoi? —mirándole a los ojos y notando la expresión. Se tensa.
—Ehm... ¿en qué estás pensando? —pregunta notando que quizás ha malentendido, lo que aún es más ridículo.
—Pues... —levanta las cejas haciendo esa cara... —Lo... Obvio...
—¡No! —aprieta los ojos—. Pero... ¡no! France —suplicante—. Ya fue un desastre salir del baño la última vez.
—Pero si yo no lo estaba pensando, ¡tú lo sugeriste! —protesta.
—No, no... Yo estaba pensando en... —se sonroja— otra cosa.
—¿En Quoi? —levanta las cejas mirándolo.
—Ol... olvídalo —pide mirándole de reojo un segundo y arrepintiéndose.
—Non! ¡¿Cómo me dices que lo olvide?!
—Pues... cambie de idea —miente nerviosísimo. Francia le mira desconsolado.
—Dime...
—Sólo... olvídalo, no es importante —sigue, mirándose las manos. El galo le levanta la cara.
—Es también vergonzoso creer que me estas proponiendo ir a tener sexo en el baño cuando no es así —le pone una mano encima de las suyas. Él le mira de reojo y frunce el ceño.
—A ti no te avergüenza ni te incomoda.
—A mí no me gusta equivocarme en esas cosas —admite.
—Pero es que... —se muerde el labio, mirando a los baños.
—¡Dime que es lo que estabas pensando!
Se sonroja de golpe al acordarse de lo que hablaban, mirándole como si le hubiera pillado in fraganti.
—Angleterreeee! Dime —le besa los labios con suavidad. Éste se sonroja aún más y el avión empieza a moverse.
—Yo...
—Algo pensabas... Algo de que era temprano —le mira. Él traga saliva mirándole a los ojos con el corazón acelerado.
—I... I mean... I... —sigue vacilando histérico.
—Tranquilo... —la mano en el pecho.
E Inglaterra le toma de la nuca y le besa muy profundamente cuando el avión toma velocidad y despega, para hacer la sensación más intensa, sin pensar y el galo se deja besar, claro, respondiéndole y teniendo el cerebro derretido. Francia es feliz, ¿ya se los he dicho? Muy, MUUUUUY feliz.
Cuando está satisfecho, Inglaterra se separa, soltándole, histericolocoperdido, pero muy orgulloso de sí mismo porque eso era lo que quería y lo ha hecho él solito y sin ayuda de nadie, como los chicos grandes.
El francés le mira sonriendo, entendiendo a lo que se refería o asumiendo de qué hablaba, recargándose en su pecho y acurrucando la cara contra su cuello.
—Mmm...
Inglaterra vuelve a sacar el menú, sin apartarse, en plan "esto no acaba de pasar, ejem".
—Cada vez lo haces con más cinismo —se ríe leyendo la carta también. El británico se relame secretamente casi sin darse cuenta porque Francia sabe a té del que se ha bebido antes.
— Eh? —pregunta sin entender. El galo se ríe al verle la cara y él frunce el ceño—. What? ¿De qué te ríes?
—Me gustas —le da un beso rápido en los labios y las azafatas les interrumpen.
— ¿Quieren algo del carro?
—Lo menos asqueroso que tenga... Dos.
—Yo... Eh... Hum... Kiss... —vacila Inglaterra con el cerebro medio apagado aun... se lleva las manos a la boca cuando nota lo que ha dicho y se da la vuelta, haciéndose bolita en el asiento, queriendo desaparecer—. Bollocks!
Francia se ríe.
—Quiere un beso mío, cherie, no suyo. No se ilusione.
Las azafatas se ríen pensando que es una broma.
—El caso es que no hay nada asqueroso, ¿quieren unos bocadillos?
Inglaterra le da un golpe a Francia en el brazo y vuelve a hacerse bolita. Él le cierra un ojo a la mujer.
—Queremos dos bocadillos... Cuatro, sil vous plait y dos copas de vino.
La mujer asiente y les da… ¿cuatro? bocatas de jamón y queso, porque así soy yo y las azafatas alemanas.
—El vino se lo trae mi compañera después —sonríe y se vuelve al otro lado. Francia le pasa a Inglaterra la mano por el pelo.
—¿Quieres un beso? —susurra.
—Bastard! No! —protesta acurrucándose más.
—Relájate, no ha pasado nada...
Refunfuña un poco haciéndose más bolita, hundiendo la cara en sus rodillas.
—Jo... ¡Ven acá! —le pone una mano en la pierna intentando bajársela.
—Nooo —aprieta más fuerte y el galo le hunde la mano en el pelo.
—Pero si no ha pasado nada, mon petit lapin —explica afectuoso.
—Shut up! —responde ahogado sin levantar la cara—. ¡Lo dices porque no lo has dicho tú!
—¡También lo he dicho yo! Les he dicho que querías besarme —se ríe echándosele encima, abrazándole. Él se suelta un poquito.
—Pero tú eres un wanker y un tonto.
—No más tonto que tú... —le sonríe.
—¡Of course que lo eres! —protesta estirándose encima suyo para que le abrace mejor—. No debiste decir eso.
—¿Decir qué? —lo abraza bien, acariciándole el pelo.
—Pues eso —toma uno de los bocatas, abriéndolo y se recarga sobre Francia, de espaldas, apoyando la cabeza en su hombro—. Además es mentira —mordisco al bocadillo.
—Mmmm —lo abraza por los hombros, acercándose al bocata de Inglaterra, dando a entender que quiere un mordisco—. Eso no es lo que me han dicho...
Levanta el bocata para que lo muerda.
—Pues te han engañado —responde nerviosito.
—No, no me han engañado —voz más grave, sonriendo. En cuanto muerde el bocata Francia, Inglaterra le da otro mordisco.
—Pues claro que lo han hecho. Y bastante bien para que no lo notes.
—Pues que crueldad —protesta mirándolo de reojo. Vuelve a acercarle el bocata.
—Tú que eres un ingenuo y te lo crees todo.
—Yo no le llamo a eso ingenuidad... —lo muerde—. Es buena fe en los demás...
—Si cedes todas tus tierras hasta el macizo central a nombre de la corona inglesa, te daré algo bueno —propone medio en burla, dando otro mordisco. Él se ríe, besándole el cuello.
—Puedo darte otras cosas a cambio... Me han quitado el poder de ceder tierras a cambio de sexo... —bromea. Se sonroja y vuelve a subir el bocata.
—¡No estaba hablando de eso, wanker! —protesta nervioso de nuevo. Francia se ríe.
—¿Qué otra cosa buena puedes darme? —mordisco.
—Pues... —se acomoda un poco más... Y vienen las azafatas a traerles el vino, así que se tensa intentando levantarse de encima de Francia.
Éste le abraza con fuerza evitando que se levante, sonriéndole a las azafatas. Inglaterra se queda paralizado y sonrojado mientras ellas dejan los vasos y les sonríen. Se marchan con un asentimiento de cabeza. El francés les cierra un ojo y ellas una risita tonta, entonces.
—¿Ves? No pasa nada. Les gustamos —explica en el oído de Inglaterra. Él frunce el ceño pensando "no, les gustas tú, como a todo el bloody mundo" y aprieta los ojos.
—But... Van a pensar...
—Quoi? ¿Qué estamos juntos?
Aprieta los ojos y se sonroja, tomando el segundo bocata porque el otro se ha acabado.
—A mí no me importa que lo piensen —le sonríe mirándolo de reojo.
—But... —aprieta los ojos pensando en América "culpaculpaculpa". Francia le mira otra vez de reojo, dejando de sonreír y soltándole un poco.
—Sólo son dos desconocidas... —protesta—. ¿Sabes? Ahora que vuelvan se los aclaro.
Se vuelve a echar sobre él, comiendo el bocata porque le gustaba estar compartiéndolo.
—No sabes a quien podrían conocer, pero me da lo mismo, estoy seguro que no lo van a pensar.
Y la molestia y el nudo en la garganta de Francia desaparecen al ver la naturalidad. Le pasa una mano por el pelo otra vez, dándole un beso en la cabeza.
—Porque yo estoy seguro de que te odio y de que no estamos juntos, así que no creo estar haciendo absolutamente nada que lleve a pensarlo —sigue con su sonrisilla y le mira de reojo, acercándole el bocata.
Francia abre la boca y sonríe un poco, dando un mordisco. Inglaterra sonríe y luego baja la vista y el bocata, dándole otro mordisco en plan "Jum!"
—Yo te odio más —sentencia Francia con la boca llena.
—Oh —Inglaterra se ríe un poco falsamente—. Discúlpeme que discrepe al respecto de eso, mister. Estoy seguro que no tiene usted ningún interés en llevar la conversación por este lado en el que evidentemente va a perder una discusión de manera, podría apostar, absolutamente ridícula.
Levanta las finas cejas y traga, riendo.
—Claro que no, mon amour... Tú lo demuestras más, pero eso no indica nada.
—Es un indicador absolutamente obvio —suelta en el mismo tono de sabiondo, tomando su vaso de vino y dándole un sorbo.
—Non... Es un indicador de que tú eres demasiado sentimental y TIENES que mostrarles a todos lo mucho que me "odias" para que tú te lo creas.
Se sonroja.
—¡Eso es mentira! —chilla. Francia se ríe un poco hundiendo su nariz en el cabello de Inglaterra.
—Jump —refunfuña un poco—. ¿Has hablado con Canada? —pregunta de pronto, mordiendo el bocata de nuevo.
—Con... Canada? —levanta las cejas tensándose y luego se acuerda de algo—. Non, pero hable con Prusse y me contó algo... Interesante sobre Canada que quizás deberías saber...
—Digo, para contarle de la cena de hoy y... —se detiene y le mira de reojo, acercándole el bocata—. ¿Algo interesante?
El francés sonríe un poco.
—Prusse... Encerró a Canada en el cuarto de Liechtenstein en la noche.
—¡Oh! —protesta un poco desaprobatoriamente. Francia sonríe.
—Y en la mañana fue a verlos para tomarles fotos y a burlarse...
Frunce el ceño.
—¡Oh! —en riña. El galo le pasa un dedo por entre las cejas.
—Relájate
—Tu amigo es terrible... pobre muchacho —protesta y muerde el bocata.
—No es tan terrible... —sonríe—. ¿Sabes cómo los encontró en la mañana?
—Espero que Canada estuviera durmiendo en el suelo como el caballero que es —responde. Él le sonríe.
—De hecho, non...
Levanta las cejas.
—Estaba... En la cama, con Liechtenstein...
Frunce el ceño, levantándose un poco para mirarle. Francia le sonríe.
—Mais Oui...
Se incorpora del todo en su asiento, negando con la cabeza.
—Por la reina —aprieta los ojos—. En cuanto bajemos de este avión le voy a llamar y le voy a meter tal bronca... ¡¿Pero en qué piensa?! ¡Switzerland va a matarle como se entere!
—Shhh... Ten fe en mi muchacho, ¿quieres? —se le acerca y le besa en los labios. Inglaterra se pellizca el puente de la nariz.
—¡Como voy a tener fe si,... aprendió de ti!
El galo levanta las cejas.
—¿Y eso qué?
—Pues que... —le mira y se sonroja—. Switzerland va a matarle —aprieta los ojos.
—¡No va a matarle! Sólo estaban abrazados, dormidos y vestidos —sonríe. El inglés abre los ojos y vuelve a mirarle.
—¿Vestidos y abrazados?
—Oui
—Oh —sonríe un poquito con ternura. Francia le sonríe de regreso y le acaricia el pelo.
—¿Ves?
—Bueno, en ese caso... —más calmado y sonríe un poquito más—. ¿Crees que la besó? —le mira.
—Más le vale... —protesta entre dientes.
—Bueno, puede que no tenga que reñirle entonces —más calmado, sin notar la protesta.
—Puede que tenga que regañarle yo...
Le mira de reojo.
—No le agobies, déjale ir a su ritmo —le advierte.
— ¿Un beso? Un... ¡Beso! Su ritmo además puede tomarle trescientos años...
—Un beso, sí, un beso, los besos son importantes... y si le toma trescientos años, serán trescientos años de comodidad bien empleados, no tiene ninguna prisa —replica Inglaterra. El otro le mira.
—No puede tomarle trescientos años besar a alguien...
—Why not? —le mira de reojo.
—¡Es mucho! —se separa un poco, mirándole a los ojos. Ojos verdes en blanco.
—A ti quizás te lo parece, quizás a él no.
—Yo creo que ella va a aburrirse antes.
—Entonces ella le besara o él se dará animo a sí mismo —responde.
—¡Más le vale! —jump!—. Prusse estaba burlándose de él, ¿sabes? —explica.
—Prussia es terrible —frunce el ceño—. Primero me lo emborracha y luego hace esto...
—A mí me parece bonito que no haya dormido en el suelo. Tú hubieras sido lo suficientemente tonto para dormir en el suelo —agrega.
—No es ser tonto, es ser un caballero —replica.
—Es tonto si ambos se mueren de ganas de dormir juntos. A lo que voy... Yo... Yo hubiera tenido sexo con ella, desde luego y hubiera echado todo a perder con eso —explica. El británico le mira.
—Estoy de acuerdo.
—Él... No durmió en el suelo, siendo un idiota, ni se tiró a la chica... Siendo un idiota —le mira a los ojos—. Hizo justo el punto intermedio, que es besarla y abrazarla cariñosamente —se le recarga en el pecho y suspira. Inglaterra se incomoda un poco, pasándole un brazo por encima cuando se enciende de nuevo la luz de los cinturones porque van a aterrizar. Francia levanta la cara y le mira.
—Es un buen chico — toma su copita de vino y le da los tragos finales, sonriendo.
—No he dicho que no lo sea —sonríe un poquito también.
—No he dicho que digas que no lo es —se ríe, dándole un beso en la mejilla.
El inglés se incomoda un poco más pensando que ahora viene el aterrizaje y va a querer otro beso... aparta la vista. Francia se termina su vino, paladeándolo y se gira a con Inglaterra.
—Vamos ya a aterrizar... ¿Tendré que hacer el esfuerzo yo ahora?
—What? —vacila descolocado.
Le pasa un dedo por los labios, humedeciéndose los suyos. Inglaterra se sonroja mucho con los ojos como platos.
—¿Sabes que el rojo resalta tus ojos? —le mira intensamente.
—Shut up! —protesta apretando los ojos y Francia le besa la comisura de los labios. Abre los ojos, muy tenso... entreabriendo los labios, claro y el francés sonríe.
— ¿Por qué me callas?
—Porque me pones de los nervios —confiesa aun con los ojos cerrados.
—Pues claro, eso es lo que intento... —explica sonriendo.
—Pu... pues... ¡pues no es divertido! —protesta sin mirarle con el ceño fruncido.
—A mí me divierte... —susurra poniéndosele muy, muy cerca.
—¡Yo lo odio! —replica con el corazón desbocado.
—¿Por qué? —beso en la mandíbula.
—Pues... es... —traga saliva, histérico.
—Es... —parpadea lentamente mirándolo a los ojos. Aprieta los ojos verdes y Francia se ríe—. Me encanta...
—Cuando bajemos del avión voy a ir al baño y me voy a cambiar de ropa y luego voy a robarte esa mierda que sacamos del cajón de tu casa ¡y te lo voy a poner a ti para que aprendas lo que es estar nervioso todo el bloody tiempo! —amenaza.
El galo levanta las cejas y se ríe, besándole bien. A Inglaterra se le olvida todo el mundo y más con el salto de la toma de tierra.
Francia no se separa hasta que el avión se ha detenido en la puerta. Inglaterra abre los ojos acordándose de lo que pasa y dónde están y que no están en un cuarto los dos solos y desnudos y todo eso. El francés abre los ojos sonriéndole y limpiándose las comisuras de los labios con la mano.
—Mmmm.
—Eres un capullo —protesta tomando su bolsa de mano, levantándose dispuesto a irse, sin poder evitar sonreír un poco, relamiéndose. Y de nuevo ojos azules en blanco, se levanta también.
—Si cuando te beso soy un capullo, no me imagino lo que soy en otras ocasiones...
—El mayor de los imbéciles —suelta coqueteándole, levantando las cejas y saliendo delante.
—Es hermoso cuando me dices cosas bonitas...
—Me alegra que te guste —le mira de reojo con sonrisita burlona.
—Por fin algo que te alegra —replica—. Eso hay que celebrarlo — le da una palmada en el culo mientras salen del avión.
—Venga, sigue buscando escusas para hacer fiesta que haces pocas —replica mirándole de reojo y llevándose una mano al culo. Ojos azules en blanco.
—Mon dieu, como pude enamorarme de alguien así de amargado.
El británico se sonroja mucho al oír eso y aprieta los ojos, refunfuñando y andando más deprisa. Francia le sigue, sonriendo y buscándole la mano.
—Es obvio que Autriche no ha enviado por nosotros, ¿verdad?
—No... Ni siquiera hemos hablado con él, ¿has hablado tú? —pregunta.
—Ayer en la cena...
—¿Y te dijo algo? —pregunta tirando de él a la cinta de maletas.
—Mmmm, non... Ni siquiera sé si me dijo la hora —saca el teléfono y arruga la nariz, marcando al número de Suiza. Inglaterra se queda esperando las maletas.
Suiza esta... trabajando arduamente en la sala de Austria y al ver quien es ni siquiera se molesta, sólo se levanta y va a la cocina donde esta Austria mirando inquisitivamente a Lili cocinar y yo creo que cocinado él. Sí, para la sorpresa de TODOS.
—Es para ti.
El austriaco pone los ojos en blanco y riñe a Liechtenstein con solo una mirada, respondiendo al teléfono.
—Hallo?
—Oh... Cher! Allò! —le sonríe Francia al teléfono.
—Hallo —repite en un tono neutro—. ¿Algún problema?
Francia levanta las cejas, fastidiado.
—Mon dieu.
—Ja? —pregunta sin prestar atención, comprobando lo que hace Lili.
—Quería confirmar la hora y ver si requerías que te lleváramos algo —explica el francés.
—Ah, podéis venir cuando queráis, Liechtenstein y yo estamos acabando de preparar la cena— explica y se vuelve a Suiza y Lili—. ¿Necesitáis algo más?
Suiza niega con la cabeza con el ceño fruncido.
—Nein, danke, Frankreich —responde Austria al teléfono.
—Bien. Estamos recogiendo las cosas en el aeropuerto, llegaremos en un rato —sonríe.
—Espléndido —asiente con la cabeza—. Auf viedersehen.
Inglaterra para entonces ya ha recogido las maletas.
—Adieu —se despide guardándose el teléfono—. Necesito unas flores —le explica a Inglaterra. Él levanta las cejas.
—¿Por?
—Pues para Autriche. No llevamos nada para él —explica.
—Bien, yo necesito un teléfono... E ir al baño —responde. Francia le sonríe y le da un beso en los labios. Parpadea sonrojándose un poquito—. What?
—Nada —se encoge de hombros.
—Jum! —sonríe un poquito de lado.
—Me parece bien que compres un teléfono... ¿De dónde lo sacamos?
—¿No hay ninguna tienda de teléfonos en todo el aeropuerto? —pregunta.
—Yo que voy a saber que hay en este aeropuerto de este país de dementes —sonríe—. Vamos a buscar las cosas —le toma de la mano e Inglaterra, que es un hombre, por un momento piensa que podría preguntar a alguien y automáticamente desecha la idea.
—Seguro si damos una vuelta encontraremos una.
—Seguramente... —le sonríe—. Hace años que no vengo aquí... ¿Crees que Autriche venda celulares? Nunca los usa...
El inglés tira de las maletas y después de andar un poco lo que encuentran son los baños.
—Bien... Vamos a que te cambies y a... ¿Qué más? —le mira con una sonrisa.
—Ehm —traga saliva—. Nada más, no te voy a explicar cómo se mea, ya aprenderás ahora que te incluyan el apéndice adecuando en tu operación para ser un hombre —se burla de nuevo con eso, arrastrando la maleta adentro. El francés le da un golpe con la mano en la nuca.
—No. Imbecile... Tú querías instalarme algo, non?
Se ríe un poco de nervios.
—Ehm... Eso... Yes —carraspea sonrojado.
—¿Y después? —le abraza por la cintura.
—Es para que aprendas a comportarte y los nervios y... —empieza a excusarse a sí mismo—. De... ¿Después? —vacila. El galo se ríe.
—Tú tienes que ponérmelo, por cierto —los arrastra a ambos hasta el cubículo grande de los discapacitados.
—Wha... What? —se sonroja mirando la puerta de reojo para comprobar que está cerrada—. ¡Tú eres quien sabe cómo funciona!
—¿Y eso qué? —le besa la mejilla.
—Pues que yo no sé cómo va, tienes que hacerlo tú.
—Yo te puedo decir cómo va —y Aceite detesta llevar a Francia a veces. Inglaterra traga saliva, nervioso.
—Se... Será mejor que... Lo... Lo hagas tú.
—Non —le besa la mejilla y se agacha a su maleta, abriéndola y buscando el artefacto.
Inglaterra se sonroja y se pellizca el puente de la nariz pensando en cómo demonios ha acabado metido en esto. Francia se levanta de la maleta con los objetos necesarios en las manos. Se acerca a él y se los pone en las manos.
—Dame un beso antes que nada —susurra.
Se mira las manos y se sonroja más, levanta la vista mirándole a los ojos y se vuelve granate... Escucha lo que dice y creo que está violáceo. El francés le pasa una mano por la mejilla y se le acerca más, llevándose sus manos a su propio cinturón, empezando a abrírselo. Inglaterra baja la vista mirándole, empezando a temblar, parado como un animalito frente a un foco en la carretera en mitad de la noche.
—Bésame —repite, dejando caer sus pantalones hasta el piso. El inglés traga saliva sin dejar de mirarle, ni parpadear, vacilando. Francia le sonríe, poniéndole una mano en la mejilla—. Si no me besas voy a estar tenso, ¿sabes?
—Si te beso yo voy a estar taquicárdico —responde de forma mucho más sincera de lo que querría. El galo levanta las cejas.
—Pues vas a tener que superarlo, porque si vas a ponerme eso adentro, quiero al menos un beso —se acerca y le besa esperando que eso sea suficiente. Le corresponde porque lo es.
Inglaterra se separa del beso y... quita las manos de las caderas de Francia, donde las ha puesto sin darse cuenta, después de que se le haya caído todo sin darse cuenta... FLIPA de que no se haya dado cuenta de nada, agachándose a recogerlo. Francia sonríe, viéndolo hacer y esperando a que recoja todo.
Cuando lo ha hecho, levanta la vista aun de rodillas, porque Inglaterra sieeeempre acaba en esta posición... y se sonroja, cayéndose de culo, mirando la Tour Eiffel en los calzoncillos de Francia.
—Oh... Angleterre! —Francia preocupado le extiende una mano.
Inglaterra tiembla un poco, traga saliva volviendo a mirarle a los ojos y le toma de la mano levantándose y en cuanto lo hace, Francia le besa cariñosamente y vuelve a hacer el proceso-sorpresa-relajación-retraso mental... pero esta vez no se le cae nada.
Francia se separa e Inglaterra aparta la vista y carraspea un poco.
—Dijiste UN beso —más que protestar, comenta, porque medio sonríe sin poder evitarlo, aunque no le mira. De hecho, protesta por protestar, porque si no lo hace no es feliz, no porque realmente le haya molestado darle uno o cincuenta besos a Francia.
—¿Te he dicho ya que... —beso rápido en los labios—. Je t'aime?
Le mira aun sonriendo un poquito y sonrojándose un poquito más.
—Eres taaaan cursi —protesta medio descojonado.
—¡Eres un idiota! —protesta medio en broma medio en serio. El británico se ríe.
—Lord Idiot, para ti, ugly frog —replica sonriéndole orgulloso.
—¡Te detesto! —le pega en el hombro y el otro vuelve a reírse.
—No es eso lo que has dicho hace un momentoooo —se burla y de manera casi inconsciente se le acerca, abrazándole de la cintura.
—¡Y no soy cursi! —se queja dejándose abrazar.
—Of course eres cursi, eres MUY cursi —sigue burlándose. El galo levanta las cejas.
—¿Preferirías que fuera de otra manera?
Levanta las gruesas cejas borrándosele la sonrisa de golpe y se sonroja un poco.
—Eh... yo... —mira alrededor buscando ayuda—. Yo no he dicho eso.
Y Francia sonríe muy sinceramente.
— ¿Cómo esperas que diciendo esas cosas... no te diga yo que te quiero? —le acaricia la mejilla.
—Pues yo a ti te detesto, que lo sepas —responde con la barbilla levantada, en tono de falsa ofensa, sonrientito.
—Mentiraaaa.
—¡Nada de mentira! —le suelta.
—Totalmente... Y si no me dices exactamente lo que sientes, NO vas a meterme NADA en NINGÚN lado.
—Lo... lo que... ¿siento? —pregunta incómodo, sabiendo perfectamente a qué se refiere.
—Oui... —sonríe—. Lo que sientes por mí... Estoy seguro de que sabes a lo que me refiero — explica mientras Aceite ve el mundo dar vueltas a su alrededor.
—Yo... yo por... ti —se sonroja más.
—Oui... Tú por mí...
—Yo... te detesto —repite firmemente. El galo levanta as cejas.
— No es cierto.
Inglaterra sonríe.
—Of course!
—Mentira.
—Mentiraaa… eso es lo que tú querriaaas —canturrea.
—Jo... —se queja mirando al suelo. Al inglés se le borra la sonrisa y le mira un poco desconsolado.
—Explícame, Angleterre, ¿cómo es que conociéndote tan bien... —le mira—. aun espero escucharlo una y otra vez? — le acaricia la mejilla desinteresadamente. Inglaterra se le acerca y vuelve a abrazarle, pero esta vez por los hombros y la cabeza.
—Porque eres un imbécil que sólo quiere molestarme haciéndome repetir cosas cursis que me avergüenzan y que ya sabes, bloody hell!
—No quiero molestarte —le abraza de la cintura y le sigue la mano con el artefacto del delito—. Quiero... Oírlo —sonríe—. Aunque ya lo sepa.
—¡Claro que quieres molestarme, idiota! ¡¿Qué otra necesidad hay de que necesites oír que te quiero si llevo todo el día contigo haciéndolo?! —protesta y el francés sonríe complacido.
—Porque si no lo recuerdas, voy a dejar toda mi sexualidad y toda mi intimidad en tus manos.
Levanta las cejas súper pobladas.
—¿Qué tanto hace esto? —mirando el artefacto.
—Pues... —le mira—. Es bastanteee...
Inglaterra le mira.
—Completo.
Vuelve a levantar las cejas.
—Digamos que confió plenamente en ti si planeo que lo uses... —le mira. El inglés traga saliva y a saber qué se está imaginando—. Así que necesito plena seguridad de tu parte —explica.
—No será tanto si me lo estás dejando a mí —vuelve a mirar el juguete. Francia levanta las cejas.
—¿Quieres probarlo antes?
—Eh? —vuelve a mirarle sin entender.
—¿Qué es lo que no entiendes? Estoy poniendo en mis manos TODA mi sexualidad...
—No entiendo que quieres decir con eso, no es como que yo vaya a hacerte la operación de cambio de sexo —se ríe, más de nervioso que de que le haya hecho gracia.
—Que puedes lograr lo que QUIERAS conmigo mientras tengas esto en la mano —explica mostrándole el controlito. La expresión de Inglaterra no cambia, pero algo brilla al fondo de sus ojos, uno de esos brillos que sólo consiguen la euro-copa, o una escalera real.
—Ya veo que entiendes... —susurra. El inglés entrecierra los ojos y levanta las cejas.
—¿Y te fías? — sonriendo malignillo, hay que decirlo.
—Si me estas preguntando eso quiere decir que no sabes lo... —le invade las regiones vitales—... absolutamente perdido que estoy —explica en un susurro, buscándole los labios.
Y por un momento... el momento en que Francia le invade, Inglaterra piensa que de hecho Francia tiene ese poder sobre él más o menos así como... CADA BLOODY SEGUNDO. TODOS, TODOS los puñeteros días, a todas las puñeteras horas, siempre que esté presente... por suerte para todos, eso se le olvida en cuanto llega el beso. Francia le besa pues... Con todo lo que tiene...
Inglaterra hace un sobre esfuerzo para recuperar su conciencia e intentar separarse antes de tiempo, porque esta malignillo hoy. Francia le mira con las cejas levantadas. El inglés hiperventila mirándole con el ceño fruncido y su sonrisa traviesa.
—Voy a decir la cosa más estúpida que he dicho en mi vida —señala Francia.
El británico levanta las cejas calmando un poco su respiración. El galo le mira a los ojos con total intensidad, pasándole una mano por el pelo y él le sostiene la mirada.
—Confío en ti —susurra tomando el elástico de sus calzoncillos.
El inglés se sonroja un poco y piensa que de hecho, no debería tener tanto miedo, porque seguro a él mismo le da vergüenza usarlo demasiado. Francia se baja los calzoncillos sin dejar de mirarle a los ojos. Inglaterra le sostiene la mirada y se sonroja aún más al pensar que se los ha bajado, aun sin ver nada.
—Ehm... —susurra acercándosele más—. Ahora es totalmente tu turno —explica inmóvil frente a él, apretándole la mano con el juguetito.
Inglaterra traga saliva y vacila, sin dejar de mirarle a los ojos, porque piensa que como lo haga se va a morir de una hemorragia nasal.
—Que... co... como... I mean...
—No creo que necesites demasiadas instrucciones. Usa saliva — le mira a los ojos.
Inglaterra se arrodilla... y hace lo que tenga que hacer de una manera ligeramente torpe, con un reguero de sangre saliéndole de la nariz, completamente sonrojado, pero de manera bastante suave, porque al final Inglaterra sí sabe cómo tocar a Francia... ejem. Y Francia echa la cabeza atrás y hace "mmmmmm" y se deja hacer por primera vez en... Siempre. En cuanto cree que ha acabado, el inglés mira el suelo.
—Te... estas... ehm... ¿cómodo?
—Ehh... Estoy… —se mueve un poco—. Mmmm... Ahora mismo... Estoy... —sonríe.
—¡Idiota! —protesta apretando los ojos y sonrojándose más. Francia se ríe.
—Ahora súbeme los pantalones, s'il vous plait.
—Estoy seguro de que puedes hacer eso tú solo —replica incorporándose.
—Argh —se agacha y sube calzoncillos y pantalones a la vez—. Eres un pesado... —se queja—. Ahora por eso…
—OK, y ahora largo, voy a vestirme y a mear y... largo —sentencia.
—Vas a tener que averiguar solo como usarlo.
Levanta las cejas. Francia se queja cerrando su maleta y yendo a la puerta.
—¿Planeas que haga experimentos? —se sorprende. El galo sonríe.
—¿Por qué te sorprende?
—Porque... —cae en la cuenta— you wanker —le empuja un poco para que salga—. ¡Largo!
—¿Por qué, qué? —opone resistencia.
—Porque nada, me sorprendo de nada, come on!
—Sí que te sorprendes —se gira a mirarle los ojos.
—Sí lo hago, pero no es de nada —explica. Él se ríe.
—¿Cómo no va a ser de nada?
—No es nada importante, ¿vale? —explica contagiado un poco de la risa, sonriendo mientras sigue empujándole.
El francés sale del baño con todo y maleta, con el ceño fruncido y se mete al baño de junto. Inglaterra suspira pasando el cerrojo y apoyándose en la puerta. Francia busca algo de ropa que ponerse, algo incómodo con el asunto mientras tararea Padam Padam.
Creo que había varia gente esperando por esto desde hace tiempo así que... et voilà. Ojalá te guste. ¡No olvides agradecer a Holly su beteo y edición!
