Prologo
"La obscura noche que oculta secretos,
Y a los amantes que juegan a quererse,
Es testigo de sus pecados, sus deseos,
Sus delitos, sus mutuas ganas de olvidarse
Mientras la blanca luna, desde muy lejos
Es cómplice y jurado únicamente de aquellos
A los que una vez amaron sin amar
Y de aquellos que lo olvidaron por odiar"
Escucho un ruido lejano dentro de la habitación, me encuentro cansado y en una cama que claramente no es mía, la almohada huele a un perfume de orquídeas evidentemente caro. Me siento en la cama de un sobresalto llevando una mano a mi cabeza, tratando de recordar algo. Escucho que alguien entra a la habitación y abro lo ojos. Dirijo la vista por toda la habitación tratando de encontrar algún indicio que me indicará donde me encontraba. Ahí, detenida en el marco de la puerta, se encontraba descalza mostrando sus piernas blancas, firmes, realmente torneadas y a medio muslo terminaba una prenda que obviamente no era de ella pero realmente resaltaba su esbelta figura. Seguí subiendo mí mirada empezando a atesorar lo que veía "¡madre mía!" realmente me agradaba aquello. Seguí levantando la mirada admirando aquella belleza, ella traía en las manos una copa de lo que parecía vino tinto. Le apreciaba cada vez con más intensidad. Con lujuria llegue a su pecho. "¡La prenda que traía puesta era mía!" Mi camisa lila que para ser honesto no era de mi agrado pero en ese instante se había convertido en mi favorita, la tenía entre abierta dejando ver aquellas líneas perfectamente delineadas de sus senos, su cuello pálido mostraba algunas marcas rojas, su mentón era perfecto y arriba de él unos labios hinchados en los cuales se podía apreciar el fantasma de una sonrisa, su nariz era como ella, perfectamente formada y pequeña y sus ojos, "¡madre mía sus ojos!" Sus ojos hacían juego con mi camisa eran violetas y me miraban intensamente aunque podía ver en ellos admiración, quizá.
- ya has despertado - dijo acercándose y estirando la copa hacia mí, la sostuve y le di un trago, definitivamente aquel líquido frío, fresco era vino. Ella me miraba superior aun de pie frente a la cama, su rostro impasiblemente indicaba que se encontraba perdida en sus pensamientos.
-Vaya- habló para sí misma, sus ojos penetrantes en los míos - creí que eras un simple idiota que me investigaba - dijo quitándome la copa de la mano y apartándola en el buró que tenía detrás – me equivoque -
- enana - dije toman su mentón perfectamente formado - yo no sé qué me has hecho pero definitivamente tengo ganas de ti- modestamente sonrió y me beso.
La tome de la cintura y la acerque con fuerza a mí, ella solo gimió por el impulso comenzando a acomodarse a horcajadas entre mis piernas, la seguí besando cada vez más con desesperación, ella se dejaba querer y acariciaba lentamente mi torso, incitándome, marcando el ritmo de mis besos pero de la nada me alejó, al ver mi reacción sonrió acercándose a mi oído
- te perdonare que me hayas estado siguiendo con la condición de que me hagas tuya una y otra vez hasta el amanecer –
Sonreí, en aquellas palabras había una promesa del pasado. La tome de la cintura y la acosté en la cama quedando encima de ella, lentamente subí la camisa mientras ella se estremecía debajo de mí. Comencé a penetrarla. Levante una de sus piernas rodeando mi cadera indicándole que hiciera lo mismo con la otra
- más rápido, por favor - me dijo al oído
sonreí -a sus órdenes mi reina-
Comencé a entrar y salir más rápido de ella, a cada embestida sus gemidos se volvían más audibles, ella jalaba de mi cabello en cada asalto mío. Cuando era el inicio de su orgasmo arqueo la espalda lo suficientemente alto para que la tomara de la espalda y la levantara, sentándome en la cama. Con su cabeza hacia atrás, su cuello en mi boca, sus manos incitándome a devorarla nuevamente y sus caderas que subían y bajan me excitaba. Gimió
-oh my...- comenzó a gritar -Ichi...go-
- I...Ichigo - exploto gritando mi nombre libremente al aire, tiempo después me vine en ella, me senté sobre mis pies aun con ella enredada en mi alrededor, su cuerpo olía a su perfume caro, sudor y a mí.
Cuando recupero el ritmo normal de su respiración se acercó a mí oído a susurrarme
- Come on, don´t stop - mordiendo el lóbulo de mi oreja, me provocaba y con esa sed de más, de necesitar nuevamente de ella.
La volví acostar, respirando, esta vez, desde su sexo comencé a subir hasta encontrarme con su boca, aquella boca divina de labios carnosos y una sagrada lengua, volvió a rodear mis caderas con sus piernas, está vez incitándome hacer otro contacto con su sexo, me sorprendió tanto, aunque me gustaba, quería hacerla mía esa noche y otras más.
Pero algo tenían su cuerpo que me era difícil de parar, aun estando cansado o no, su cuerpo y aroma, tanto esa necesidad de mí, me eran más necesarios cada momento. Me aferraría a ella, a su cuerpo, a sus besos, a su aroma, a sus movimientos. Me aferraría a su idea así fuera lo último que estuviera al alcance de mis manos
Así fue como me entregue sin preámbulos a la persona de la que me enamore, de la persona indicada y equivoca a la vez.
