Prólogo

Seis años… tan sólo habían pasado seis años desde el día en que se vieron por primera vez en una clase de antropología de la universidad. Pero, a pesar de ser tanto tiempo, ellos lo recuerdan como si fuera ayer.

Han sido seis años de amistad, trabajo, compañerismo, felicidad, aunque en ciertas ocasiones también ha habido dolor y tristeza… se podría llenar de adjetivos la vida que han compartido desde aquel día, pero sobre todo hay algo que también comparten y que tenía que llegar tarde o temprano: el amor.

Ambos han aprendido el uno del otro: ella aprendió a que hay que mirar más allá de la razón, a escuchar, a dejarse llevar a veces por el instinto, que el mundo esta hecho de personas y que todos tenemos inseguridades, miedos y que los sentidos y sentimientos te pueden traicionar… pero las personas también aman… y sí, a veces se sufre por amor: alguien no correspondido, la familia o los amigos, y eso te lleva a sufrir y sentir dolor… pero a veces, el amor puede llevarte a sentirte la persona mas feliz del mundo con la gente que quieres… y como él dice "poner el cerebro en punto muerto, y acelerar el corazón"

Por su parte, él aprendió que no hay que fiarse sólo del instinto y hacia dónde puede llevarte, sino que a veces hay que hacer caso al cerebro y no al corazón, y que siempre hay que llegar a descubrir la verdad, aunque te haga daño.

Los dos han pasado por situaciones duras y amargas: secuestros, el fallecimiento de algún ser querido, algún desengaño… pero con el paso del tiempo han aprendido que no están solos, que se tienen el uno al otro en esas situaciones difíciles, así como en los mejores momentos.

Aunque no quieran darse cuenta, o les parezca raro, a lo largo de estos cinco años que han compartido como compañeros han ido disfrutando el uno del otro, de la compañía que tienen y que con pequeñas cosas son felices: una pequeña charla, un desayuno o un paseo en coche hacia la escena de un crimen, es algo que les llena… pero lo que a ellos les preocupa es qué nivel de importancia tiene eso para ellos y hasta que punto aguantarían si algún día eso desapareciera…

Temperance estaba acomodada en el sofá, con el ordenador sobre sus piernas y una copa de vino en la mano. Estaba escribiendo un nuevo capítulo sobre su libro en el que hablaba de Kathy y Andy, los protagonistas en su novela, y la relación que tenían, cuando empezó a pensar en qué significaba Booth para ella… un pensamiento del todo irracional, pensó ella, pero era algo que no podía quitarse de la cabeza….

Por otro lado, Booth estaba en casa con Parker viendo una película de dibujos y con un bol gigante de palomitas frente a ellos. La película acabó al mismo tiempo que el bol se vació.

- Colega, hora de acostarse. Ya es tarde – dijo Booth a su hijo que ya estaba medio dormido.

- Si… buenas noches papá – Parker le dio un beso a su padre y se fue a la cama.

Antes de irse también a la cama, Booth vio el informe del último caso. Normalmente Brennan y él lo hacían juntos, pero últimamente las cosas entre ellos eran distintas. Después de lo del libro de Sweets, las citas con otras personas… algo había cambiado entre ellos, es… distinto.

Era como si no pudieran estar cerca por si sucedía algo inesperado, algo que no podía pasar simplemente porque las cosas debían seguir así… sin embargo, ese sentimiento tan profundo que sentían el uno por el otro, eso tan ridículo que decía Sweets en su dichoso libro, era algo que sentían en el fondo de su corazón y que algún día tendrá que explotar, para bien o para mal, pero saldrá…

Lo que ellos no saben es que hay algo que les traerá más de un quebradero de cabeza.