Los personajes de Lizzie McGuire no me pertenecen.
Un batido de chocolate amargo.
Saber que él estaba enamorado de ella, sí, ella, le estaba doliendo, aunque eso lo sabía desde hacía muchísimo tiempo, quizás antes que él mismo, sin embargo después de un tiempo, largo, de empezar a visualizarlo de otra forma, ya no casi como amigos que compartían todo, más bien como hombre y mujer que se miraban apenas y luego hablaban le dolía.
Su flequillo cubrió ligeramente sus ojos enrojecidos e hinchados, apretó contra sus dedos un vaso de plástico lleno de batido de chocolate, respiro hondamente mientras se repetía, no seas idiota y reacciona, es él. Él.
Pero de casi nada servía, porque a pesar de ser él le seguía queriendo más que un amigo. Relamió su labio y sintió el sabor de su pintalabios, uno de sabor sandia, sonrió un poco, se levantó dejando su batido y se acercó a él, olfateo el aire como un perro sabueso y después de no sentir nada y tampoco saber si confiar en sus nuevas adquiridos sentidos le tomo de la mano y apretó con fuerza, él le miro confundido pero no dijo nada aun, era el momento, era el momento exacto.
Dilo. Joder, dilo de una vez.
Su lengua parecía prendida a su paladar, y sus dientes parecían no querer separarse de unos de otro para dejar pasar al músculo que le hacia hablar, la lengua.
―¿Miranda? ―preguntó él ahora con preocupación, frunciendo el ceño y moviendo la cabeza, analizándola. Abrió la boca y luego la cerro de forma rápida y dolorosa. ―¿Te encuentras bien?
Su mano tembló, su cuerpo vibró y sintió irremediables ganas de echarse a llorar como una pequeña niña.
―¿Quieres que llame a alguien? ¿Lizzie? ¿Miranda?
Yo en verdad te amo. Se repitió internamente, deshaciendo el enredo de sus manos, dando un pequeño paso atrás y sonreír con nerviosismo.
―¡Sí, sí, estoy bien! Solo… solo, ¡ya sabes! Esos momentos de mente en blanco, nada más.
Él le miro, parecía asombrado por su estúpida excusa, luego esbozo una sonrisa conciliadora, casi tímida y sacudió su cabeza, dejando bailar a la nada sus húmedos y rizados mechones negros.
Miranda miro de reojo su alrededor, tomó de nuevo entre sus manos el batido y luego la dejo, para mirar su cartera con una cara pálida.
―Hey Gordo, ¿Qué dirías si te dijera que estoy enamorada?
Él abrió los ojos con sorpresa.
―¡Wao! Eso diría, también preguntaría quien es, como es.
―Tú y tus malditas y acertadas preguntas. ―bufo Miranda mirando a través de sus pestañas negras.
Sonrió un poco antes de sacudir la cabeza y enredar entre su mano su cartera, miro atrás, la barra donde tomaba su batido y a él, vio cómo se levantó para estar a la par con ella, pero negó con la cabeza, casi con reproche en la mirada.
―Gordo, felicidades.
Un rubor se expandió en el rostro masculino de su amigo. Ella rio.
―G-Gracias. ―tartamudeo apenas.
Miranda encogió los hombros, mostro la mano despidiéndose.
―Bien, creo que tendré que darle las felicitaciones a Lizzie también. ¡Ah! Que molesto, ya no habrá más trío. ―se mofo con apenas voz.
Mordió su labio, se pregunto la razón por la cual no le decía sus sentimientos, ah, es cierto. Él es Gordo. Ella Miranda. Solo amigos. Nada más. No eran Lizzie y Gordo. Solo Miranda y Gordo.
Apretó su bolso, respiro profundo y dio pasos largos, despidiéndose con una sonrisa temblorosa y algo penosa. Cuando desapareció de su vista bajo la mirada y apretó las manos, hasta que sus nudillos se volvieron blancos y lloro silenciosamente.
Después de todo, pensó con desazón, ella no era Lizzie, solo la amiga fiel y buena, Miranda. Solo Miranda.
N/A. A decir verdad este personaje me encanta más que la misma protagonista, Lizzie, no sé la razón, tal vez porque a veces no es tan importante que Lizzie y por eso llamo mi atención, claro está que todo es de mi invención, es decir, este pequeño one―shot, no la serie xD
Espero que os gustara.
