Adspice

Una vez vio a Deneve con Helen, cómo sus cuerpos se fundían en una marea caliente, como olas que se golpeaban, se encontraban con fuerza y se mezclaban hasta perderse. Para Helen era un juego, se reía mientras lo hacía. "Mira cómo nos mira la pequeña Clare, le traumaremos de por vida", decía acariciando el cuello de Deneve y Clare clavaba los ojos en el techo, entre avergonzada y ofendida por parecer tan inocente.
Ahora Deneve está sobre ella y ya no cede a los impulsos de Helen, ni escucha cómo se ríe con los ojos cerrados y una expresión de placer privado. Ahora Helen está muerta y es culpa de Clare, que ha sido débil de nuevo. Y Clare se deja, al mismo tiempo busca, recordando el regusto de la sangre de Jeanne en su boca y las lágrimas saladas que le empapaban el rostro. Maldición, maldición. Sentía que su cuerpo la probaba por entero y decía "repugnante, repugnante, quiero visceras humanas, humanas de verdad, no esto, pero rompámoslo de todos modos, que está en el camino y yo deseo vivir, esto quiere matarme...", por mucho que su lado aún humano gritara, aterrorizado. El nombre de Teresa, con cada latido de su corazón, que sonaba entonces como un tambor y ahora titila hasta ser bien débil, debajo del peso de Deneve, pidiéndole disculpas con los labios apretados Clare, prodigándole sus caricias torpes, que nunca serán tan osadas como las de Helen, pero que deben parecerse en compensación. Un mínimo, como si sirviera de algo.