Doble encuentro

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto, mi único fin es jugar con sus personajes, sin lucrarme por ello.

Neji caminaba por las calles de Konoha, con aire pensativo y sin levantar la vista del suelo. El chico había pasado mucho tiempo reflexionando sobre los acontecimientos de los últimos meses, no era alguien a quien las cosas le fueran indiferentes. Observó a unos niños que correteaban alrededor de él, lanzándose shuriken fabricados con cartón. Uno de aquellos shuriken le rozó la oreja, y el chico lo atrapó con la punta de los dedos. Observó comos los niños lo miraban, asombrados por su habilidad. Uno de los niños se acercó al joven y sonrió enseñando los dientes.

- ¿Cómo has hecho eso? – le preguntó, emocionado – ¡Lo has atrapado casi sin verlo!

- ¡Si, si, si! – añadió uno rubio – ¡Enséñanos a atrapar los shuriken así!

Neji se miró al grupo de niños, que le observaban expectantes. Sin embargo, Neji le entregó el shuriken a uno de los niños y siguió caminando. Neji recordó que cuando él era niño, no jugaba con sus compañeros. Se pasaba el día en la academia, entrenándose hasta que caía agotado. Había intentado ser el mejor, demostrar que estaba predestinado a triunfar en todos los combates, y así lo había creído durante mucho tiempo.

Sin embargo, ahora no pensaba eso. Ya no creía que las personas estuviesen predestinadas, sino que eran libres para elegir su propio destino. El chico sonrió levemente recordando las palabras que Lee le había repetido tantas veces, que el esfuerzo podía competir con el talento natural. Ahora sabía que eso era cierto, que no bastaba solo con poseer un don natural, sino que cosas como el esfuerzo, la valentía y la superación, podían competir con el talento.

Neji iba a reunirse con sus compañeros y con su maestro para celebrar el cumpleaños de Lee. Neji había comprado pasa su amigo un juego de kunais y shuriken, aunque sabía que el chico escasamente los usaba. Neji no era muy bueno eligiendo regalos para la gente, y menos para alguien tan extravagante como Rock Lee.

Al doblar una esquina, percibió que alguien caminaba en la misma dirección de él. Siguió notando aquella presencia durante un buen rato, y cuando notó que se aproximaba él, dio un quiebro de cadera y lanzó un shuriken a su perseguidor. Sin embargo, el shuriken cayó al suelo y Neji miró a quien tenía delante.

- ¡Hiashi-sama!

- Neji.

El joven observó a su tío un poco confuso, preguntándose por qué le seguía. El hombre se agachó y recogió el shuriken del muchacho. Extendió la mano para entregárselo, al tiempo que esbozaba una leve sonrisa. Neji permaneció serio, aún tenía ciertas reservas a la hora de tratar con los miembros del Souke. Cogió el shuriken y lo guardó, sin apartar la vista de su tío.

- Perdona por seguirte de esta manera, Neji – se disculpó el hombre – Pensé que era la mejor forma de poder hablar conmigo.

- No se preocupe, Hiashi-sama - dijo el chico, a media voz – Perdóneme por haberle intentado herir.

- No importa – el hombre miró a su sobrino – Me gustaría hablar contigo, Neji.

- Lo siento, Hiashi-sama – Neji inclinó levemente la cabeza – He de reunirme con mi equipo. Quizás podríamos hablar otro día.

- Yo también lo prefiero así – sonrió – Había pensado que podías venir a tomar el té a la casa Hyuuga. Hay algo muy importante que quiero hablar contigo, y me gustaría que estuviésemos tranquilos.

- De acuerdo – asintió.

- Ven el sábado, a las cinco, te estaré esperando – concertó el hombre – Esperó que sea de tu agrado lo que quiero hablar contigo.

- Allí estaré, Hiashi-sama – el chico inclinó la cabeza con respeto.

Neji permaneció con la cabeza inclinada, hasta que vio a Hiashi-sama alejarse. Miró de reojo a su tío, preguntándose que era aquello que quería hablar con él. Emprendió el camino hacia donde había quedado con sus compañeros, reflexionando sobre su encuentro con Hiashi-sama. Desde que su tío le había contado la verdad sobre la muerte de su padre, el joven se preguntaba cual iba a ser su relación con el Souke. No había recibido noticias de ellos en ese tiempo, y sin embargo, hoy su tío se le había acercado para hablar con él. ¿Qué podía significar todo aquello?

Al fin llegó al restaurante, donde había quedado. Sus compañeros ya estaban allí y parecían haber pedido la comida debido a su tardanza. Se acercó a la mesa, donde Lee y Gai-sensei comían fideos a gran velocidad.

- Perdón por la tardanza – se disculpó el joven – Tuve un encuentro inesperado.

- ¡Neji! – exclamó Lee, alzando su cuenco – No pasa nada, amigo. Siéntate a comer estos fideos, son exquisitos.

- ¡Aaah Lee! – Gai-sensei se alzó – Serán tan fuerte como yo si eres capaz de comerte diez cuencos de estos fideos.

- ¡¡¡Gai-sensei!!! – Lee gritó, subiéndose a su silla – ¡Diez cuencos de ramen, camarero!

Neji cogió los palillos y comenzó a comer en silencio. Observó como Lee comía fideos alentado por los ánimos de su maestros. Neji se quedó perplejo, como siempre que los veía hacer ese tipo de cosas. Nunca había entendido como ambos podían creer ese tipo de estupideces, o echarse a llorar por alguna tontería. Sin duda, el lógico y frío Hyuuga Neji, no podía entender aquella muestra de sentimientos tan exagerada. Cuando fue a coger un poco de arroz, Tente le acercó el cuenco y lo miró.

- ¿Ocurre algo, Neji? – le preguntó, seriamente – Estás muy callado, más de lo habitual.

- No es nada – se sirvió un poco de arroz – Solo estoy cansado.

- No es eso – adivinó la chica – Dime¿ha pasado algo?

- No insistas, Tenten – le dijo el muchacho tranquilamente – No ha ocurrido nada.

- ¿Y por qué has tardado en venir? – insistió la chica – Has dicho que habías tenido un encuentro inesperado.

- Insito en que no es nada importante – miró a Tenten – Mejor preocúpate por Lee que por mí, parece que tiene problemas.

Tenten enrojeció y se volvió para observar como Gai le daba fuertes palmadas a Lee en la espalda, que se había atragantado con los fideos. Neji esbozó una leve sonrisa, y siguió comiendo tranquilamente.

A la salida del restaurante, Neji se encaminó solo hacia su casa. Por suerte, Tenten no había insistido en preguntarle el motivo de su preocupación. A veces las estupideces de Lee y Gai-sensei servían para distraerla.

Cuando llegó a una oscura calle, se dio cuenta de que dos tipos parecían estar molestando a alguien. Neji se acercó sigilosamente y oyó como dos hombres reían y lanzaban palabras groseras a una muchacha. Neji sacó sus shuriken y los lanzó contra los dos hombres, hiriéndolos en los brazos. Ambos se volvieron lanzando un grito de dolor y Neji los miró con tranquilidad.

- Será mejor que dejéis de molestar – les dijo Neji – Es muy tarde, y no quiero tener que luchar contra vosotros.

- Vaya, vaya, que tenemos aquí – el más alto, que llevaba un pendiente – Un pequeño genin con aires de grandeza. ¿Qué te parece si le damos una lección, Satho?

- Si, así aprenderá a no meterse con sus mayores – sacó una vara de hierro – ¡Vas a enterarte de lo que es bueno, niñato!

Los dos hombres corrieron hacia Neji, que se apartó de su camino. Los dos chocaron estrepitosamente con unos cubos de basura. Se levantaron y el que llevaba la vara, la alzó dispuesto a golpearle. Neji la esquivó con un salto, y le propinó una fuerte patada en el pecho, que lo arrojó al suelo. Después, arremetió contra el otro propinándole una serie de rápidos puñetazos, combinados certeras patadas. Los dos hombres permanecían en el suelo, heridos y mirando al chico asustados.

- Será mejor que os larguéis de aquí – sonrió levemente – Si no, me veré obligado a empezar a luchar de verdad.

Los dos hombres se levantaron apoyándose el uno en el otro y salieron gritando por la oscura calle. Neji se dio la vuelta y vio que le chica a la que estaban molestando, se acercaba a él con cierto temor. Cuando la luz de la luna iluminó su rostro, Neji sintió un extraña sensación en el estomago.

- Hinata-sama – dijo, a media voz – ¿Os encontráis bien?

- Neji-onisan, yo…

- Tened cuidado cuando andéis sola de noche – le aconsejó – Hay muchos indeseables.

- Gracias, Neji-onisan – lo miró con timidez.

- Hinata-sama, una kunoichi no debe dejarse atacar de es manera – le dijo, seriamente – Tiene que reaccionar más rápido.

- Lo siento, Neji-onisan, yo…

- Tenga cuidado al volver a casa – reflexionó un momento – ¿Quiere que la acompañe a casa?

- No… no… hace falta, Neji-onisan – lo miró, ruborizándose – Estaré… más atenta.

- Así lo espero por su bien, Hinata-sama – inclinó la cabeza – Tenga cuidado.

- Gracias, onisan.

Fue solo un momento, pero el roce de la piel de Hinata con la suya le provocó un escalofrío. La chica había rozado levemente su brazo con la mano, provocándole que la carne se le pusiese de gallina. Neji se volvió para observar como su prima se alejaba de allí, con la luna iluminándola. No fue hasta que la perdió de vista cuando Neji se encaminó a su casa.