El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como todos los símbolos y elementos relacionados, son propiedad de Warner Bros., 2000. A excepción de personajes, sucesos, lugares que yo misma saqué de mi mente perturbada. Esto es sin fines de lucro.


Aclaraciones: Este fic está basado en la canción "Colorblind" de Counting Crows. La historia se desarrolla desde el mes de Septiembre hasta Abril del libro "Harry Potter and the Deathly Hallows" (precisamente empieza después del castigo que Ginny, Neville y Luna reciben por robar la espada de Godric Gryffindor del despacho de Snape). También, estos hechos se desarrollan en paralelo con el viaje de Harry, Ron y Hermione. Gracias por leer y les dejo el fic.


"Ceguedad de colores"

Capítulo uno: Muerta en vida

Arrastré mis pies como si hubiera caminado por semanas sin descanso. Las plantas de estos me ardían y sentía un desagradable hormigueo caluroso que se extendía desde los talones hasta los tobillos cada vez que daba un paso. No debería por qué quejarme, podría ser peor. Muchísimo peor; pensé tratando de animarme.

No me detuve a ver mi reflejo en el polvoriento y rancio espejo de los estantes de trofeos. Debía verme sucia, desaliñada, con un aspecto desgarbado, penoso, como un trapo raído y ya tan usado que debía ir directo a la basura. Desde mi primer año aquí siempre me detenía a dar una rápida ojeada para ver si iba presentable a clases. Quise sonreír al darme cuenta de mi dejo de vanidad, pero me dolía la cara, no tenía ni fuerzas. Creo que emití un sonido muy débil en vez de curvar mis labios. Ciertamente este año había sido diferente porque no había tenido tiempo de vanagloriar mi imagen en los espejos.

Mi mirada perdida y cabizbaja tuvo que cobrar un poco de fuerzas para contemplar que debía subir las escaleras movedizas. ¿Por qué existían estas malditas escaleras? Apenas podía caminar sin quejarme, no tenía fuerzas y tenía que prepararme para subir no sé cuántos escalones para llegar a mi sala común.

Sin saber de dónde saqué energías, subí sin darme cuenta que las escaleras no se movían. Después pensé que podían dormir.

Me arrepentí cuando Hagrid me había ofrecido ir a la enfermería con Neville y Luna. Ambos tuvieron unas caídas bastante dolorosas en el Bosque Prohibido y tenían que curarse. Podría haberlos acompañado, podría haberme subido a la espalda de Hagrid para que me llevara y dormir en una cama blanca e impersonal de la enfermería; en vez de usar casi todas mis fuerzas en volver a la sala común.

Sin embargo, de nuevo me recriminé mentalmente por quejarme, podría haber sido peor. Snape había sido misericordioso en su castigo. Él sabía que podría habernos llevado con sus mortífagos infiltrados como profesores para darnos nuestro merecido, podría incluso habernos matado; pero nos mandó con Hagrid a ayudarlo. ¿Por qué? Estaba segura que él sabía que Hagrid sería suave y hasta nos daría té, sería como una visita a un amigo; y no un castigo propiamente tal. Algo no calzaba.

Mis pasos lentos y pesados me distrajeron de mi abstracción. Mis ojos querían cerrarse, mis párpados nunca habían estado tan pesados. Había vivido lo que parecían dos meses en un solo día. Era imposible, pero jamás me había sentido tan cansada.

Llegué al pasillo que conducía a la torre de Gryffindor y decliné mis ganas de seguir pensando en la extraña decisión de Snape. Podría hacerlo mañana, pero no hoy. No quería más ese día. Sólo dormir, y no soñar. No quería soñar de nuevo. No tenía ganas de ver las infinitas y devastadoras imágenes que me visitaban cada noche al cerrar los ojos. Quería descansar de una vez por todas y simplemente rogar a Merlín para que estuvieran vivos. Que él estuviera vivo.

A mis pasos pesados y poco agraciados se le unieron otros. Tardé en agudizar mis oídos y más en levantar la cabeza para ver quién estaba a tan altas horas de la noche merodeando por allí.

Me había salvado de haber tenido un castigo a cargo de los mortífagos, pero no me había librado de encontrarme con el peor Slytherin de la escuela…

-Oh, la comadreja menor –dijo con desdén deteniéndose a poco más de un metro.

Estaba demasiado cansada, pero de todas formas pude ver que el rostro de Malfoy adquiría un tono más bronceado debido a la tenue luz de las antorchas y sus ojos grises se hallaban más brillantes de lo habitual. Su pelo platinado, perfectamente ordenado, acompañaba la elegancia y la meticulosa imagen de un muchacho alto y delgado.

En mi mente se formó un insulto para contestarle, y aún así me quedé callada. La garganta la tenía seca y quería irme a dormir. Siempre habría más días para responder a los insultos de un imbécil.

Pasé por su lado dirigiendo mi mirada al final del pasillo, donde doblaba en la esquina y podría llegar a mi torre. Faltaba muy poco.

-Te ves inmunda, más de lo usual –siseó a mis espaldas y escuché un ruido suave, como de tela. Debía haber movido su capa–, pero no se puede esperar nada más de alguien como tú.

Sus palabras no me afectaron en lo más mínimo. Estaba acostumbrada a que me insultara y en especial en los pocos días de clases de este año. Se había burlado desde mi apariencia hasta familia, y sobre todo de Harry. Cada vez que se atrevía a decir algo de él, lo encaraba y le mostraba mi varita amenazadoramente. Con tal de eliminar a un maldito hurón, sería capaz de pasar un tiempo en Azkaban por hacerle un beneficio a la humanidad.

-Tampoco sabía que además de pobretona, eras una ladrona... ¿Acaso tu noviecito quería que le fueras a robar algo especial al director? –preguntó con una voz socarrona y lenta, como si le hablara a una niña.

-Imbécil –dije girándome con tal rapidez, que mis pies me dolieron más aún–. Yo no me atrevería llamar director a ese pelo grasiento que sólo trae a los de tu calaña para torturarnos. A eso se le llama tirano.

Mi sangre antes tibia por el ejercicio hecho minutos antes, ahora hervía en cólera. Mis ojos se llenaron de lágrimas y traté de borrar la última imagen de Harry de mi cabeza. Todos mis sentidos y mi cuerpo parecieron reaccionar por mi rabia, porque no me sentía tan agotada como antes. Tenía que darle su merecido a ese hurón. Nadie, en especial él, podía burlarse de mí, de mis hermanos, de mis padres y de Harry.

Me acerqué con pasos pesados y sin coordinación, pero no me importó. Vi que hacía una mueca de asco al ver mi cara con más detenimiento. Lo atribuí a que debía tenerla llena de tierra, algunos rasguños, sudor y mi pelo revuelto con hojas y ramitas. Me dio más rabia si era posible.

-Pero temo que tú le dices director porque te salvó el pellejo el curso pasado –dije con veneno en mis palabras. Sus pupilas de dilataron y sus cejas se enarcaron-. Sé muy bien que eras el indicado para hacer una gran tarea a tu grupito, pero él tuvo que finalizarla por ti. Creo que es mejor ser una pobretona a una cobarde y traidora como tú.

-No tienes idea de lo que hablas –se defendió con nerviosismo-. ¿Qué va a saber una niña estúpida que le hace caso a ojos cerrados a Potter para robarle al director?... No sabía que trabajabas como su esclava.

Respiré hondo varias veces para calmarme y pensar algo bueno para responderle, pero mis piernas temblaron. Mis fuerzas llegaban al límite, no podía seguir teniendo aquella charla sin sentido.

-Bien, Malfoy. Estoy muy cansada como para seguir soportando tu molesta presencia. Soñaré algo estimulador para mañana estar lista para escuchar tus estupideces –dije zanjando la conversación.

Cuando me giraba sobre mis talones dispuesta a irme, él habló lleno de burla:

-No sabía que un castigo con el guardabosque sería tan agotador –Se rió largamente-. Lo digo para sólo haber tomado el té en su asqueroso cuchitril que llama casa.

Sin exagerar, mil respuestas cargadas de insultos se me vinieron a la mente y no me sorprendió que mi boca sedienta y reseca no pudiera decir alguna. Se me hacía difícil ordenar el orden de los insultos, las palabras, materializarlas en mis resecos labios.

Mis pasos fueron lentos y casi confusos, ya que mi cuerpo reaccionaba casi por inercia para retroceder y responderle al ataque del imbécil de Malfoy, por lo que me costó retomar el ritmo que tenía antes de encontrarme con él. Era lento, sí, pero al menos era pesado y rítmico, que me ayudaría a dejar en el olvido las estupideces que me había dicho.

La verdad no sé si me gritó o si profirió más improperios, pero al dar vuelta la esquina sentí como si mi cuerpo recuperara un poco más de energía. La vista del retrato de la Dama Gorda fue la visión más maravillosa y alentadora que hacía años no tenía. Ella significa mi torre, mi sala común, mi cuarto, mi cama, y por fin dormir. Cerrar los ojos. Tratar de olvidar al menos por unas horas todas las interrogantes que me asaltaban en el día y que, por fortuna, no tenía pesadillas por mis miedos. Sí tenía sueños vagos, sin sentido, pero no en la forma de decir que había delfines voladores o que las plantas hablaran. Eran sueños donde yo caminaba, sola, y veía sombras a mi lado. A veces caminaba por mi casa, otras por Hogwarts y algunas por el Bosque Prohibido. Y las sombras intangibles, casi etéreas, susurraban con voces calmadas; sin que pudiera captar que decían.

Llegué demasiado rápido para mi caminata floja al retrato, así que asumí que había apurado el paso al notar que me faltaba tan poco.

Hablé con voz ronca y seca a la Dama Gorda, y tuve que soportar sus quejas sobre lo tarde que era para que fuera a molestarla a esas horas. No pude evitar lanzarle una mirada desdeñosa al pensar que yo sí tenía razones para estar cansada, que había trabajado por muchas horas en el Bosque Prohibido; mis pies estaban hinchadísimos, mi cara casi negra por la tierra. ¿Acaso ella sabría qué es el verdadero cansancio? No sabía nada.

La calma y el silencio de la sala me resultó extraño, proveniente de otro mundo. Afuera se escuchaban los murmullos de los retratos hablando en sueños o la luz de las antorchas. Allí estaba tan tranquilo. Parecía una ilusión que hacía una hora atrás había caminado entre las arañas de Hagrid y me había topado con el desagradable placer de intercambiar palabras con Malfoy. La sala común era tan acogedora, tan cálida, silenciosa, hogareña; incluso sin la chimenea encendida o sin mis compañeros riendo en los sillones, me sentía muchísimo mejor, como en casa.

Subí las escaleras quejándome del dolor de mis pies.

Al darme cuenta que volvía a pensar en lo cansada que estaba, me reprimí sintiéndome estúpida. Snape había sido muy condescendiente al habernos dado un castigo tan fácil y benévolo como acompañar a Hagrid al Bosque Prohibido. El solo imaginarme cómo hubiera sido pasar sólo quince minutos ante los mortífagos para recibir el castigo dado, me hizo estremecer. Prefería mil veces estar con Hagrid. Había tenido mucha suerte.

Agradecí que mis compañeras no estuvieran despiertas para bombardearme con preguntas sobre lo sucedido. Si Malfoy estaba al tanto, contando que ahora era el Slytherin más despreciado de su casa y rechazado por la mayoría de los estudiantes, eso quería decir que todo Hogwarts sabía del intento de robar la espada de Godric Gryffindor de la oficina de Snape. No tenía idea qué habría dicho si estuvieran despiertas… No podía explicar los motivos. Ellas jamás lo entenderían. Ya me odiaban lo suficiente por mi carencia de ánimo y las repetidas veces que murmuraba su nombre en sueños.

Muchas veces en mis sueños, donde caminaba, comenzaba a buscarlo y gritaba su nombre. Lo buscaba con el pecho oprimido y la garganta latente. Necesitaba verlo, necesitaba tocarlo, llenarme de su exquisito aroma, esconder mi cabeza en su pecho y escuchar los latidos de su corazón, sentir sus labios en mi frente; necesitaba que nuestros labios volvieran a unirse. Siempre cuando ocurría eso, despertaba. Agradecía cada mañana que el sueño no se volviera en pesadilla, pero estaba consciente que murmuraba el nombre de Harry repetidas veces antes de despertar. Y mis compañeras no toleraban muy bien el hecho que siguiera pensando en él hasta en los sueños, cuando él se había ido…

A tientas encontré mi almohada y debajo de ella saqué mi camisón. Lo miré por largos segundos mientras me giraba con dirección a la ventana que dejaba entrar la tenue luz de la luna llena. No supe si estuve así, de pie observando el cielo, largos segundos o se transformaron en muchísimos minutos. Mi mente parecía perderse en una oscuridad y profunda que invitaba a cerrar los ojos.

El único pensamiento racional que pude hacer fue que me acostaría con el uniforme. Estaba sucia, debería darme una ducha, pero no podía hacer ruido a aquellas horas y no tenía fuerzas para volver a caminar. Mi perfecto y limpio camisón de algodón celeste se impregnaría de mi asqueroso olor a sudor y la tierra de mi cuerpo; por lo que era mejor y más tentador dormir como estaba vestida y mañana me cambiaría, bañaría.

Mis ojos se cerraron antes de siquiera apoyar mi cabeza en la mullida almohada. Adoraba que las camas fueran perfectas en Hogwarts. Desde que había llegado en mi primer año, tuve las ganas de dormir por varios días enteros, sin despertar, en mi cama tan cómoda como si durmiera en una nube.

-¿Qué va a saber una niña estúpida que le hace caso a ojos cerrados a Potter para robarle al director?... No sabía que eras su esclava.

La petulante y podría decirse dolida cara de Draco Malfoy me vino a la mente luego de un suspiro que di al sentir que mi cuerpo se relajaba. Su rostro pálido en mi recuerdo era igual al de la vida real. Incluso la mueca, casi sonrisa burlona que me dedicaba mientras sus palabras hacían eco, calando en lo más profundo de mi corazón.

No tenía que ser un genio para saber por qué me afectaban tanto.

Le podría haber contestado tan bien, en vez de… evitar su pregunta y retirarme. Era el pedazo de imbécil más grande de todo el mundo. Odiaba que me molestara tanto, que se creyera el mejor del mundo mágico, aún cuando su cobardía de no poder matar a Dumbledore era conocida y había causado el desprecio por todos los estudiantes. Hipócrita, estúpido, creído, imbécil, insensible, petulante, avallasador, ignorante… Y aún así él me había hecho la peor y más significante pregunta de todos. Nadie, ni mis amigos ni familia, me habían preguntado abiertamente por él.

La noche en la que Harry, Ron y Hermione se habían ido hubo pánico y revuelo en casa. Los mortífagos llegaron y ellos escaparon, no en el sentido cobarde de la palabra, pero sí se fueron sin muchas explicaciones. Quizás aquel ataque era la prueba que necesitaban para apresurar su misión. No habían escrito, no me había escrito. La única carta que recibí de mis padres, contaban sobre todos los temas, menos sobre el que más me importaba. El inicio de este año había sido difícil. Todos me preguntaban con silenciosas miradas sobre el paradero del trío. Ya habían salido en 'El Profeta' ofreciendo lujosas recompensas si daban su paradero. Las preguntas ya verbalizadas de mis compañeros me habían atacado hasta hace poco. De a poco se dieron cuenta que no sabía nada; incluso los mortífagos, que venían en calidad de "profesores", no me intimidaban para dar información… Al igual que me sorprendí de saber que no tenía conocimiento de su paradero, de su estado. ¿Estarían muertos?

¿Estaría muerto?

Me reconfortaba pensando que las desgracias siempre se saben, así que trataba de no darle más vuelta al asunto, pero toda mi angustia se traducía en sueños qu rozaban las pesadillas. No quería sentir miedo, no quería llorar, no quería tener ese gran hoyo en mi pecho que se agrandaba día a día… Y extrañamente se había vuelto más hondo con las palabras de Malfoy.

Él no sabía cuánto me llegarían. Él no sabía de la impotencia que me daba verme sola, en Hogwarts, teniendo clases cuando había una guerra, cuando mortífagos torturaban a familias completas, cuando los niños eran secuestrados fuera de sus casas, y él estaba tan lejos que no tenía ni una pista ni consuelo para animarme. Él no sabía cómo me sentía al ser consciente que no podía ayudar. En nada. Absolutamente nada.

Tampoco sabía si aquel hoyo era producido por la angustia, por la impotencia o la combinación de ambas. Sólo sabía a la perfección que cada día era más profundo y dolía de forma diferente a las heridas comunes. Me hacía sentir escalofríos, me hacía morderme los labios con continuidad, me hacía observar el cielo en vez de atender a las clases, añorar aquellos días en donde Ron me gritaba por tener un novio, en donde Hermione se reía por una de mis bromas… En donde él me escrutaba con sus hermosos ojos verdes antes de besarme la punta de la nariz.

No podía hacer nada desde aquí. Ni siquiera había pasado una semana del inicio de clases y ya me sentía inútil. Estaba abandonada, a la merced de lo que podría ocurrir a manos del régimen de los mortífagos en la escuela. Me pregunté cómo sería mi vida dentro del transcurso del año; si Neville y Luna recibirían más castigos de los mortífagos, si tendríamos oportunidades de hacer algo para oponernos, si la secreta misión de Harry arribaría a un buen fin o si seguiría confinada en las frías paredes de este castillo lleno de traidores, mentirosos, torturadores.

Creo que si no hubiera estado tan cansada, hubiera llorado amargamente por horas. No quería llorar. Así que con un pequeño alivio sentí como mi mente se iba de mi cuerpo para introducirse en mis sueños, volviendo a encontrarme en una solitaria caminata. Esta vez el Bosque Prohibido fue reemplazado por los pasillos de Hogwarts. Las sombras seguían acompañándome en mi camino, y tuve la extraña sensación que una de las sombras que me perseguía era Draco Malfoy.


Notas de la autora: Primero que nada debo agradecer a todas las personas que hayan llegado hasta el final sin preguntarse "¿qué es esto?" para después abandonar el fic. No saben cuánto significa que lean lo que escribo, aunque a veces diga cosas bastante estúpidas.

Esta idea nació simplemente del hecho que el final del séptimo libro me decepcionó tanto (que ni me lo compré en español, ya es mucho el dinero en inglés), que para mi deleite personal, retorcí mi imaginación hasta llegar a esto (o la verdad es que ya quedé harta de la historia del campamento Harry, Ron, Hermione por los bosques en más de la mitad del libro), y como muchas deseaban que siguiera escribiendo de esta pareja… Aunque les aseguro que no será el típico fic "te odio, nos conocemos, te amo, dejo a Harry, dejo a Pansy, besémonos y vivamos un amor loco".

Ya tengo tres capítulos escritos y recién estoy empezando el cuarto. Hace tiempo llevo planeando este fic, haciendo esquemas, resúmenes, leyendo los libros para entender a los personajes… Así que no creo que actualice a la velocidad de la luz, pero trataré de no demorarme. Este fic tiene un gran trabajo de trasfondo y no puedo acelerar el proceso; es por eso que tiene un gran significado para mí.

Eso sería todo. Gracias por leer y les pediría que me enviaran sus reviews (es facilísimo, clickeas el botón "GO" de abajo) dándome sus impresiones de este primer capítulo; sugerencias, críticas constructivas, etc. De verdad no saben cuánto ayuda que digan lo que piensan porque a todos los escritores nos dan el empujoncito para mejorar y seguir.

¡Hasta pronto, cuídense; adiós!