Prólogo: Los recuerdos de Harry Potter.
La oscuridad era total en la habitación, aparte de que todo estaba completamente sucio, no se podía ver nada, excepto a un joven que estaba sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en las rodillas, era como si estuviera reflexionando, o tal vez estuviera pensando... pensando en como vengarse de los que lo encerraron allí, dejándolo de lado, incluso sus amigos los traicionaron... a pesar de que él siempre los había ayudado, pero después de la trampa impuesta por su enemigo, una trampa demasiado mortal, porque provocó que la ciudad de Manchester desapareciera por completo, el chico fue llevado a Azkaban, la prisión de los magos.
Harry Potter había cambiado mucho en el tiempo que llevaba en Azkaban, ahora tenía el pelo largo, y algo de barba tapándole la cara, y sus ojos habían perdido algo de brillo, pero seguían siendo los mismos de antes.
El joven pelinegro levantó la cabeza, mirando fijamente por el pequeño agujero que daba a la parte de afuera de la prisión, sus ojos verdes se clavaron allí, a ver que alguien se acercaba a la prisión en barco, el chico sonrió, dentro de poco conseguiría escapar de aquel lugar, y llevaría a cabo su venganza.
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Harry Potter había estado mirando con horror como Voldemort y sus mortífagos mataban a los muggles de la ciudad de Manchester, y después para rematar, Voldemort había destruido la ciudad, Harry no había podido hacer nada, porque un campo de energía lo había estado reteniendo, aunque el chico tenía mucho poder, no había sido capaz de destruir el campo. Voldemort se acercó a Harry, sonriente, el pelinegro se había dejado caer en el suelo vencido.
―¿Qué te pasa Potter¿te sientes mal?, pero si esos muggles nunca te han ayudado, además ya te había advertido que me vengaría de ti por todo lo que me hiciste, mataste a muchos de mis mortífagos, a algunos los mandaste a Azkaban, y también mataste la mayoría de mis criaturas, aparte de que arruinaste mis planes¿no creerías que lo iba a olvidar así como así?
―Maldito bastardo ―dijo Harry―. Tal vez yo mandara a los mortífagos a Azkaban, pero creo recordar que tú también enviaste a algunos, y además tus más preciados... ¿como crees que se sentirán ahora?
―Ja, ja, ja... Potter, se lo merecían, no cumplieron mis órdenes, más bien me fallaron, no consiguieron lo que tenían que hacer, les di tres oportunidades, en mi opinión demasiadas, y como no consiguieron su cometido, merecían un castigo, la verdad estuve demasiado caritativo, debí haberlos matado.
Harry se quedó callado mirando a Voldemort a los ojos, el chico tenía la cara completamente cubierta de sangre, a causa de las heridas que le habían echo Voldemort y sus vasallos. De pronto el campo de energía desapareció, y Harry cayó al suelo, este se levantó rápidamente dispuesto a atacar, pero Voldemort fue más rápido y lo dejó inconsciente con un hechizo. Este sonrió, y luego él y sus mortífagos se fueron dejando a Harry allí tirado.
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Harry se dejó caer en el suelo, que estaba sucio y algo húmedo, el chico volvió a cerrar los ojos, mientras que se concentraba, este dejó su mente en blanco, y después fue como si viajara por la prisión, pero sin moverse del sitio. El chico dejó de viajar mentalmente cuando llegó a su objetivo, este vio a Ron Weasley, al Ministro de Magia: Rufus Scrimgeour, y a algunos aurores del Ministerio que Harry no reconoció, al parecer estos traían un par de prisioneros, que Harry no pudo reconocer, ya que tenían la cara tapada. El joven vio con rabia a su amigo Ron, todavía no podía creer que él no lo hubiera ayudado, a pesar de que habían sido muy amigos, durante casi siete años, pero Ron lo había traicionado igual que los demás.
El pelinegro volvió a abrir los ojos¿como es que todavía había mortífagos sueltos?, si es que lo eran, porque este podía haberse equivocado. Harry se levantó del suelo al darse cuenta de que alguien estaba abriendo la puerta de su celda. Tres aurores entraron en la celda, Harry sonrió, siempre venían varios aurores cuando querían cogerlo, el joven pudo notar el miedo que sentían estos. Dos de los aurores apuntaban a Harry con la varita, mientras que el tercero se acercó a él y lo agarró, estaba claro que tenían pensado llevarlo a algún lugar en concreto, y Harry se imaginó quienes eran los que querían hablar con él. Dos de los aurores llevaban a Harry agarrado, mientras que el otro los seguía alerta con la varita en alto.
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Harry abrió los ojos, el chico estaba tirado en el suelo embarrado a causa de la lluvia, este se levantó, para mirar desolado como había quedado la ciudad de Manchester, el chico miró hacia los lados, y pudo ver que su varita estaba tirada a unos metros de él. Harry se incorporó, pero justo en ese momento un hechizo impactó en su pecho lanzándolo violentamente hacia atrás, este volvió a quedar espatarrado en el suelo.
―¿Pero que...? ―Harry miró hacia el lugar del que había salido el hechizo, y se sorprendió al ver que el que había atacado era Alastor Moody, que por la cara que traía parecía que lo odiase. Harry se encontraba totalmente confuso¿por qué lo atacaban a él?, si él no era el culpable de lo que había pasado en la ciudad―. Moody¿qué...?
―¡Cállate Potter! ―dijo una voz detrás de él, era el Ministro de Magia, Rufus Scrimgeour, el cual no le caía muy bien a Harry.
―¿Qué es lo que pasa aquí¿por qué me atacáis a mi? ―preguntó Harry empezando a enfadarse.
―¿Qué que es lo que pasa¿y aun te atreves a preguntarlo Potter? ―preguntó otra voz, que Harry reconoció muy bien, a Harry se le cayó el alma a los pies, el que había hablado era Ron, que lo miraba con mucho más odio que cualquiera de los demás. Harry estaba cada vez más confuso¿como era posible que su amigo lo tratara así¿qué es lo que había pasado en el tiempo que había estado inconsciente¿es que el mundo se había vuelto loco?
―No... tengo... ni... idea... de... lo... que... está... pasando... aquí.. ―contestó Harry lentamente separando bien las palabras.
―¡Mira que es lo que le has echo a la ciudad! ―gritó Ron furioso.
―¡¿Qué mierda dices Ron¡yo no he sido! ―gritó Harry comprendiendo al instante lo que pasaba.
―Ya claro, vamos a ver que pasa con tu varita ―contestó Ron cogiendo la varita de Harry del suelo. El pelirrojo le entregó la varita a Moody, que hizo un conjuro para saber cual había sido la última maldición usada, y Harry se sorprendió al ver que era la que había usado Voldemort para destruir la ciudad.
Maldito bastardo, usó mi varita para destruir la ciudad´´, pensó Harry. ¿Y ahora que hago?, todos piensan que esto es culpa mía?´´
―Yo no he sido Ron, fue Voldemort, él usó mi varita para destruir la ciudad, él y los mortífagos fueron quienes hicieron esto, lo juro...
―No te creo Potter, nosotros vimos lo que pasó ―contestó Ron. Harry estaba cada vez más sorprendido, estaba claro que Voldemort había preparado un buen plan contra él. Harry pudo ver a Hermione y Ginny a lo lejos, y al parecer las dos estaban llorando.
―Es imposible que hayas visto nada. ―Harry pensaba que Voldemort les había enseñado algunas imágenes falsas o algo por el estilo―. Voldemort me capturó, y luego él mató a todos los muggles y destruyó la ciudad, lo he visto con mis propios ojos.
―No te creemos Potter, ahora cállate, lo primero que haremos será llevarte a Azkaban, luego habrá un juicio en el que se decidirá tu sentencia ―dijo Scrimgeour.
―No, espera... ―empezó Harry, pero fue demasiado tarde, alguien le golpeó por la espalda dejando al chico en el suelo, inconsciente.
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Los aurores se detuvieron con Harry delante de una puerta, la cual Harry sabía a donde llevaba, dentro solía estar el Ministro cuando quería estar con él, por lo que Harry sonrió, este ya se había imaginado que era lo que quería Scrimgeour. Los aurores le dieron un empellón a Harry para que se metiera en la sala, cosa que no le gustó al chico, este le dirigió una mirada cargada de odio al que le había empujado, Harry pudo sentir el miedo del auror al verlo, esa debió de ser la causa por la que este salió corriendo espantado.
―Vaya Harry, veo que te sigue gustando asustar a mis aurores, como sigas así me voy a quedar sin ellos ―dijo el Ministro en cuanto lo vio entrar. Harry sonrió.
―Verás Rufus, es lo único que puedo hacer aquí para divertirme ―contestó Harry mientras que era sentado por los aurores en una silla con cadenas, a la cual lo ataron―. Veo que sigues teniendo miedo a que intente algo por escapar.
―Pues claro Harry¿no pensarás que no tomaré precauciones?, sé de lo que eres capaz, así que no pienso arriesgarme.
―Está bien Rufus... No sé para que me has traído aquí, sabes perfectamente que no te diré nada.
―Al final acabarás revelándomelo Potter, pero hoy no es ese el motivo de mi visita... te he traído a un viejo amigo ―contestó Scrimgeour. Ron apareció detrás de Scrimgeour, aunque a Harry no le sorprendió mucho, porque ya lo había visto antes―. No te veo muy sorprendido.
―¿Acaso debería estarlo?
―Mmm, algo sí, ya que llevas casi cuatro años sin verlo.
―¿Y qué?, solo es un traidor ―contestó Harry con frialdad―. Un traidor que me dio de lado por algo que yo no hice...
―¡Cállate Potter!, no empieces con la misma historia de siempre ―dijo Scrimgeour.
―No es una historia, es la verdad.
―Harry... ya basta, nosotros vimos como destruías la ciudad ―dijo Ron calmadamente.
―Quiero irme de aquí, quiero ir a mi celda ―dijo Harry.
―Ni hablar Potter, antes tenemos que hablar...
―¡NO¡vosotros dos, llevarme a mi celda! ―ordenó Harry a los aurores, y para sorpresa de Ron y el Ministro, estos obedecieron, y lo habían echo por el miedo que sentían hacia Harry. Los dos le quitaron las cadenas y luego lo sacaron de la habitación llevándolo hacia su celda―. Nos veremos en otra ocasión Rufus... Weasley ―dijo Harry un segundo antes de salir de la sala, dejando a Ron y a Scrimgeour anonadados por el comportamiento del joven.
Harry esbozó una sonrisa malévola mientras que lo llevaban por el pasillo de vuelta a su celda. Tranquilo Harry, aguanta un poco más, y dentro de poco podrás llevar a cabo tu venganza.´´
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Harry miraba a toda la gente que había en la sala, iba a ser juzgado por el Wizengamot, por el crimen de Voldemort, claro que en ese momento todos pensaban que había sido él. Harry se quedó mirando a los Weasley, todos lo miraban con odio, excepto Ginny y la señora Weasley que estaban llorando. Harry también pudo ver a Hermione, Neville Longbottom, Luna Lovegood y a otros compañeros del colegio, pero estos lo miraban con la misma expresión que los Weasley. Por último se quedó mirando a Remus Lupin, pero esta vez si que se sorprendió, este no lo miraba con odio, al contrario, Harry se pudo dar cuenta por su cara que él le creía, por lo que Harry le sonrió para agradecerle su apoyo. De pronto el Ministro de Magia empezó a hablar, por lo que Harry lo miró a él.
―Harry James Potter, has sido acusado de destruir la ciudad de Manchester, con todos sus habitantes, por lo que...
―¡YO NO HE SIDO! ―gritó Harry interrumpiendo al Ministro y asustando a todos los presentes que se le quedaron mirando.
―Oh, claro que has sido tú Potter, nosotros te vimos, y además tu varita no ha mentido ―dijo Scrimgeour.
―¡No, todo fue una trampa de Voldemort, fue él quien destruyó la ciudad!
―¡NO MIENTAS POTTER! ―gritó esta vez el Ministro―. Ya no hay nada que te salve, antes todos confiamos en ti, pero ahora podemos comprobar que eres igual que él... igual que Vol... El-que-no-debe-ser-nombrado, todos creíamos que serías tú el que lo derrotaría, pero ahora ya no, nuestra última esperanza se ha esfumado por tu culpa, y ahora te unes a Voldemort y acabas con la vida de muchas personas.
―¡Que no me he unido a Voldemort! ―gritó Harry desesperado, pero ya estaba harto, el chico sabía que no le creerían, ni siquiera utilizaron el Veritaserum o la Legeremancia para saber si decía la verdad, así que ahora cambiaría de táctica, aunque eso no lo ayudaría, sino que sería peor para él, pero ya todo le aba igual―. Vaya¿así que me querías encomendar la dura misión de ser yo el que acabe contra Voldemort?, bien, siempre ha sido así, nunca nadie me ha ayudado, yo, yo, y yo, el Niño que sobrevivió¿por qué tengo que ser yo El elegido´´, por qué tengo que ser yo el que mate a Voldemort?, pues ahora como tu bien has dicho no seré yo el que lo haga, porque ya no me lo permitiréis, pero sabéis que, me alegra. Ahora Voldemort os matará a todos¿por qué?, porque no estaré yo para protegeros. Sabes, por una parte esto me alegra, ya no tendré que luchar más... Ahora... os... toca... a... vosotros... ―Harry sonrió macabramente, cosa que asustó a casi todos los presentes.
―¡Cállate Potter!, bien, creo que todos estamos de acuerdo en que Harry James Potter Evans merece ir a Azkaban, los que estén a favor que levanten las manos. ―La mayoría de las manos de los miembros del jurado se alzaron, cosa que hizo comprender a Harry que ya estaba perdido―. Bien, los que no estén a favor de que vaya a Azkaban. ―Un par de manos se alzaron, pero como no había mas que antes, la decisión ya estaba tomada―. Bien Potter, ya sabes cual es tu veredicto, te condeno a cadena perpetua en Azkaban...
Harry escuchó algunos murmullos, pero luego ya no escuchó nada más, este cerró los ojos, alejándose completamente del mundo, ni siquiera se dio cuenta de que un par de aurores lo habían cogido para llevarlo al que sería su nuevo hogar, aunque más que hogar, sería su tumba de muerte, Azkaban.
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Los aurores dejaron a Harry solo una vez que lo dejaron en su celda, estos le dejaron a Harry algo de comida, bueno, si se podía llamar comida, porque eran unas especies de papas que estaban asquerosas, pero sino las comías te morirías de hambre, aunque Harry ya estaba acostumbrado a ellas, por lo que ya no le importaba tomarlas. El joven comió sus papas de un tirón, y luego volvió a tumbarse en el húmedo suelo, pero antes de que cerrara los ojos, este notó un fuerte dolor de cabeza, algo que ya le había pasado antes, y que no le gustaba mucho.
Las visiones de una matanza de muggles pasaron por la mente del pelinegro, que intentó resistirse a ellas, pero le era imposible, Harry sabía muy bien porqué le pasaba aquello, Voldemort estaba atacando una ciudad, o más bien un pueblo, porque ahora este atacaba los pueblos más apartados de la civilización, para que nadie los descubriera nunca, y así que todos pensaran que Voldemort ya no era una amenaza, pero Harry si sabía lo que sucedía, claro que nunca se lo dijo a nadie, porque lo tomarían por un loco, más de lo que pensaban ahora. Voldemort hacía eso, para que todos creyeran que había desaparecido, pero Harry estaba seguro que en un momento cualquiera, este reaparecería, y empezaría a matar otra vez, sembrando el pánico en el mundo, pero lo haría cuando todos estuvieran confiados, cuando creyeran al completo, que este había desaparecido.
Harry se quedó jadeando en el suelo, esas visiones le ponían de los nervios, porque aunque él no hiciera ningún esfuerzo, las visiones siempre lograban agotarlo. Harry se puso en pie, pero aun le costaba respirar, este sabía a la perfección que Voldemort le enviaba esas visiones a propósito, eran para que sufriera más, al ver las muertes de los inocentes, hacer que se sintiera impotente, porque él no podía hacer nada por ayudarlos, pero a Harry esas muertes ya no le importaban, o por lo menos intentaba fingirlo.
―Estás cometiendo un error Tom, si crees que no podré detenerte te equivocas, esas visiones solo serán peores para ti. Cuando salga de esta estúpida prisión, lo primero que haré será buscarte, y destrozarte de una vez por todas, y claro está... también cumpliré... mi venganza.
