Capítulo I

Otra vez el viejo pájaro carpintero, otra vez el mismo sonido estridente de su picoteo sobre la madera, otra vez lejano entre el bosque.

Es verano, cualquiera al escuchar la palabra pensaría en: sol, playa, arena, trajes de baño y bikinis; helado de pistache, soda, ir al cine con los amiguetes y hacer pijamadas con películas de terror; acampar en el patio trasero, salir de picnic, ir a la feria, sudar en el ardiente y perverso reino del sol; pero esto es Oregón, a pesar de ser verano aquí hace fresco; el viento helado baja como un tonel desde las montañas, el moho es pegajoso, los bichos rastreros pululan entre la madera vieja y podrida, el vaho saliendo de las bocas de Dipper y Mabel.

El tío Stan es un viejo tocado, pero bastante locuaz. Desde muy temprano se postró frente a la puerta del ático, sin llamar entró tocando un enorme tambor de origen nativo. *TOMB TOMB TOMB* - ¡hora de levantarse! - Gritó con su rasposa voz. – la tormenta de anoche causó estragos en el tejado, Soos llegará en cualquier momento. - El tío Stan intentó continuar con su camino, pero se detuvo justo antes de dar el segundo paso fuera de la habitación. – ustedes dos le ayudarán.

El sol ni siquiera había salido aun, el cielo plomizo aun persistía en el frio matutino. Mabel imitó la postura de la mano que coge un cigarrillo y aspiró profundo una bocanada de helado aire y exhaló una columna de vapor bastante convincente.

- ¿Qué hay hermano? - Ella volvió a repetir su rutina. - ¡oh, sí! - Y el falso humo del tabaco volvió a emerger como una traviesa nubecilla blanca.

En ese mismo momento Dipper pensó que su hermana llevaba la mejor parte del trabajo; simplemente mirar a Soos desde las alturas y soltar espontáneos gritos entusiasmados para animarlos a continuar con la faena.

- estupendo. - Musitó Dipper de una manera casi imperceptible. Si bien es cierto que las goteras en el techo eran una molestia, también lo era el hecho de que tuviera que ser él mismo quien las reparase y a tan temprana hora de la mañana, y lo peor de todo es que el día de hoy Wendy ni siquiera se daría una vuelta por la cabaña del misterio. Era su día de descanso.

- Oye amigo. - Interrumpió Soos, su voz de tenor modulaba barítonos a causa del frio y la desmañanada. – ¿Por qué esa cara larga? - Pero Soos pocas veces permite que sus preguntas sean respondidas, así que de inmediato continuó. – ¡ey! Te mostraré algo que seguro te sorprenderá...

Casi al instante Dipper cambió la facción de su rostro y lo acercó demasiado a una pequeña caja de cartón que Soos sostenía frente a él y que había sacado de algún lugar de sus bolsillos.

Y definitivamente el contenido de aquel pequeño receptáculo lo sorprendió hasta los límites del asombro.

- Fascinante, Soos. ¿Dónde has conseguido esto?

Dipper inmediatamente escurrió sus dedos sobre aquella aberración; se trataba de una especie de garra amorfa, muy parecida a la de un gran felino pero había algo que definitivamente no convencía a nadie de su legitimidad como una garra animal y era, precisamente, que venía adherida a un dedo más o menos humanoide.

Un vistazo un poco más de cerca permitió a Dipper descubrir un patrón de huellas digitales. Definitivamente se trataba de un dedo humano, o algo similar.

- Lo encontré esta mañana... más o menos en aquella dirección. - Soos señaló hacia el suroeste, al mismo tiempo una pareja de cuervos emergió entre la arboleda lanzando graznidos hambrientos.

- puedes conservarlo, a mí no se me da muy bien eso de desentrañar secretos.

- ¡pup, pup! - Mabel emergió como una margarita desde algún sitio y sopló una bocanada de aliento sobre la cara de Dipper, él consiguió olfatear el aroma del cereal de frutas que Mabel había desayunado, junto con el tibio espesor de aquella nube cariñosa que le rodeaba.

- ¡un nuevo misterio para los mellizos misterio!

Dipper echó una miradilla sobre el suéter de Mabel, ¿de dónde saca tiempo para tejer tantos? Ahora la tela era de un color verde olivo y al frente una estampa bordada de una linterna de mesa achicharrando con sus rayos luminosos a una barra de chocolate, que más bien parecía disfrutar de aquello como si estuviera en la playa. Incluso llevaba un par de gafas para el sol y reflector para broncear su rostro, por un momento Dipper deseó ser aquella barra de chocolate y disfrutar de un verano normal; Gravity Falls era un mejor sitio, se convenció al final.

- ¡Mellizos misterio! - Dijo Dipper y su puño encontró al de Mabel.

- ¡y Soos! - Gritó con entusiasmo el barrigón. Las risas que le siguieron después llegaron hasta los límites del bosque; el sol preparaba su salida y los cálidos rayos rojizos ya bañaban la mitad del cielo, las nubes grises poco a poco se disipaban y el calor del verano se estacionaba con cada minuto.

Y sin muchas expectativas, el medio día llegó imperceptible. La cabaña del misterio seguía abierta al público y, a pesar de ser fin de semana, no había un sólo cliente en kilómetros.

Dipper observó a Mabel sentada frente a la caja registradora, ella tenía cara de tonta y no movía un sólo musculo, parecía que ni siquiera parpadeaba, pero sí que lo hacía... cada 45 segundos exactos. "¿Cómo lo consigue?" Se preguntó Dipper. "Mantener la misma postura y la concentración que ello requiere por tanto tiempo, a veces Mabel me sorprende, pero supongo que si no lo hiciera podría jurar que no es ella".

Mientras Dipper revolvía el viejo polvo de la tienda con una escoba, le pareció ver la figura de Wendy pasar por una de las ventanas del exterior. Él volvió a mirar a Mabel, su postura seguía siendo la misma, luego parpadeó.

- volveré en un momento...

Ella ni siquiera le prestó atención, Dipper salió al exterior; no había absolutamente nadie en el patio. A veces los pajarillos llegan cantado y en otras ocasiones son los mapaches los que causan alboroto, pero hoy estaba todo despejado.

Dipper continuo escudriñando aquel paramo al que llamaba hogar, en la lejanía del suroeste una delgada sombra se resbaló entre los matorrales, Dip consiguió distinguir una sedosa melena de fuego. Definitivamente Wendy había cruzado por su vista.

- es Wendy. - Se dijo nuevamente a si mismo. - ¿Qué estará haciendo aquí? Creí que hoy descansaría...

Y Dipper, sin pensarlo mucho, se fue siguiendo las huellas de aquella jovencita exquisita. Pero no eran sus huellas lo que guiaba a Dipper a través del bosque y los yerbajos, era la esencia acaramelada y agridulce de Wendy. Le fascinaba olisquear aquel perfume, y había notado ya que en ciertos días y a horas específicas aquel aroma se intensificaba. Era como olisquear un enorme grito "¡Ámame!"

En ese momento Dipper vio el bosque casi oscuro, y se encontró a él mismo en una zona inexplorada. El sol se había ocultado; pocos rayos continuaban iluminado aquel tenebroso rincón de Gravity Falls.

- ¿Qué demo...? hace un momento había... calma Dipper, no pierdas la cordura.

Él observó su reloj y efectivamente, marcaba las 7:12 PM.

- imposible, hace un momento aún era el medio día. ¿Qué ha pasado?

Una gota fría de sudor corrió desde su frente hasta alcanzar su barbilla y luego se precipitó hasta el suelo. El miedo había reptado por su espalda y ahora ya no sabía que hacer; la fauna nocturna no hacía más que asustarlo aún más: un viejo y taciturno búho lanzaba su lamento por todo en derredor, las zarigüeyas cavaban sus tumbas y rompían las raíces con un estruendo, el viento mecía las ramas de los árboles y las hacia reventar bajo su podrido peso. Aquel espacio se convirtió en una cripta oscura, fría y olorosa.

Dip consiguió salir de aquel trance y en un santiamén colocó el Diario sobre el suelo, había leído en él algo sobre las pérdidas de memoria y las inducciones; pero su búsqueda fue infructífera, no había nada ahí sobre lagunas mentales o bosques peligrosos... solo criaturas y sitios demenciales.

Recurrir a su sentido común le hiso ganar un poco más de confianza, recobró el sentido de la orientación y pensó en regresar a la cabaña antes de que la obscuridad ganara mucho más terreno.

Y de la nada un lamento cruzó el bosque entero, como un relámpago cruzando la inmensidad de las montañas, rebotando de aquí para allá. Parecía tan lejano como omisible.

Y volvió a repetirse aquel sollozo lastimero, esta vez mucho más cerca. Por un momento Dipper se asustó con la posibilidad de que alguien estuviese siendo violentado en algún lugar no muy lejano del bosque. Pero no volvió a escuchar aquel lamento.

Cuando Dipper finalmente se había decidido a dar el primer paso de regreso a casa, un tercer lloriqueo atravesó su columna como si fuera un latigazo en piel desnuda. Aquello estaba tan cerca, se le hiso difícil respirar y no fue capaz de pensar en absolutamente nada más que esconderse de aquello tan terrible. Se dejó caer justo a un costado de un tronco podrido y se tapó los oídos.

-¡aaaaahh! ¡Uuuuuh!

Aquel último lamento provenía de algún lugar a no más de 10 metros de distancia, era un pesar tan melancólico como triste que poco se podía hacer para evitar escucharlo.

En ese momento sintió el decrepito beso de la muerte recorrer todas las fibras de su cuerpo; su corazón latía desesperadamente lento, cada palpitar causaba un dolor intenso en el interior de su pecho y cada intento de ingresar aire a sus pulmones era impedido por aquel estridente malestar. Con la poca cordura que le quedaba intentó recobrar el control de su cuerpo; sus esfuerzos fueron en vano y lo único que consiguió fue que un hilito caliente le callera por las piernas.

Después aquel lamento se alejó de la misma manera en la que había llegado, yéndose cada vez más lejos hasta que finalmente liberó a Dipper de aquel temor que le tenía paralizado. De inmediato la presión sobre su pecho que no le permitía respirar escapó y su ritmo cardiaco se elevó hasta las nubes en un santiamén.

Antes de que Dipper pudiera pensar en escapar, sus pies ya lo llevaban muy lejos, corriendo en dirección noreste.

- Dipper es un hombre, bueno, no exactamente un hombre, más bien, algo que se le parece... puede cuidarse solo. - Fue lo que dijo el Tío Stan a Mabel, justo después de la merienda de la tarde, eran las 4:20 y desde hacía 4 horas que no sabía nada de su hermano.

- Dipper... ¿A dónde fuiste? - Se preguntó Mabel a si misma. Le había permitido salir de la tienda porque creyó que quizá no se alejaría mucho, además, él no iría a ninguna a ventura sin su hermana; algo raro había sucedido.

Aunque en Gravity Falls "raro" era más bien "normal".

De cualquier manera Mabel no cruzaría los brazos y esperaría por Dipper sin hacer absolutamente nada. Antes de que pudiera pronunciar correctamente Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwyllllantysiliogogogoch (que es un lugar de Gales) ya había marcado al número telefónico de Candy, quien a su vez contactó a Grenda, quien a su vez se encargó de llevar una mochila llena de "provisiones" para la búsqueda.

Faltaba un cuarto para las 5 de la tarde cuando las tres párvulas se decidían a partir.

- ¡hola chicas! ¿Preparan otra pijamada? – cuestionó entusiasta Soos desde el pórtico de la tienda, él cargaba una pesada caja con herramientas.

- ¡preparamos un equipo de búsqueda y rescate! - Respondió con un grito Mabel. Ella ahora llevaba un suéter rojo y el estampado mostraba una caricatura sobre una botella de agua acalorada y en medio del desierto... además de sus mochilas para la excursión.

- ¿y a quien van a rescatar?

- Dipper ha desaparecido desde el mediodía, ¿no lo habrás visto por alguna parte o sí?

-tienes razón, lo vi dirigirse al bosque.- Soos señalo con su índice a donde Dip se había fundido con las sombras siguiendo aquel enervante perfume. – Debe estar demasiado entusiasmado con "la garra".

- Dipper jamás investigaría algo tan siniestro sin Mabel... – interrumpió Candy, de inmediato se ruborizó de su comentario y guardó silencio.

- tienes razón Candy, Dipper no se adentraría al bosque en busca de una aventura sin mí.

Mabel se giró de nuevo en dirección de Soos, le miró con entusiasmo.

- Soos, sino regresamos antes del anochecer llama la guardia nacional, al ejército, las fuerzas aéreas, a la policía o puedes ordenar una pizza hawaiana.

- ¡así lo hare pequeña Pines!

Y el grupo de rescate dio la media vuelta y empezaron a andar el camino en dirección del bosque del suroeste. Grenda levantó la mano y dejó escapar un grito de euforia.

Después de avanzar pocos metros, Mabel se detuvo y se encaramó frente a las otras dos que le seguían.

- debemos encontrar pistas que nos lleven con Dipper. Debe estar perdido en algún lugar del bosque.

- o peor aún. - Pronuncio Grenda. – herido y tumbado en cualquier zanja.

Las tres pequeñas exhalaron un aire de preocupación al mismo tiempo.

- miren allí. - Señalo Candy. – veo huellas, pisadas.

- son de Dipper... - dijo Mabel mientras apretujaba su puño en el aire.

- ¿Cómo lo sabes? - Cuestionó de inmediato Grenda.

- porque las ardillas me lo dijeron... ¡sigámoslas! - Y el equipo salió corriendo en dirección de aquellas misteriosas huellas.

"¿Qué ardillas?" se preguntó casi al mismo tiempo Grenda.

No tuvieron que correr demasiado, Grenda perdió el paso antes de alcanzar los 50 metros y Candy, que había avanzado desde la retaguardia, tropezó casi al inicio de la carrera. Así que Mabel se vio completamente sola, rodeada de bosque y mosquitos.

Candy consiguió darle alcance a Grenda.

- demonios, no puedo más. ¿Por qué tenía que salir corriendo?

- no lo sé, a veces Mabel se entusiasma demasiado.

- descansemos un poco, ¿quieres?

Candy aguzó su oído, no muy lejos de ahí alguien estaba usando un hacha, podía escuchar el cadencioso sonido ahuecado de cada golpe sobre la tierna madera.

- ¿lo escuchas?

- ¿escuchar qué?

- vamos Grenda, debemos salir de aquí.

Ambas continuaron su camino en dirección suroeste, aquel hachazo se escuchaba terriblemente cerca hasta que atravesaron una línea de arbustos y presenciaron a aquel que con tanto esmero preparaba su carga de leña, o más bien a aquellos.

Todos eran pelirrojos; desde la chica mayor, pasando por el padre, el Varonil Dan, que más bien era un gorila rojo, hasta los tres toscos chicos Curduroy. Wendy y su familia de leñadores hacían lo que mejor sabían hacer, blandir sus afiladas hachas sobre la madera.

- chicas, ¿Qué hay? - Les saludó Wendy mientras hacía reventar una pompa de goma de mascar sobre su rostro pálido.

- hola Wendy. - A Candy siempre le había gustado el estilo campirano de Wendy, la camisa de franela a cuadros y las botas sucias de barro, además, de que era una belleza pelirroja y también una chica bastante popular en Gravity Falls.

- ¿Qué hacen en este sitio? ¿No creen que estamos demasiado lejos?

Candy echó una miradilla inquisitiva sobre Grenda, ella asintió con la cabeza.

- Dipper desapareció...

Del otro lado del bosque, Mabel continuaba avanzando con velocidad hasta que encontró un pequeño claro lleno de arbustos y orugas. Mabel se agazapó sobre el suelo y tocó una huella sobre el fango arenoso; "definitivamente es de Dipper" pensó y levantándose del suelo dijo: - chicas, Dipper ha estado aquí...

Pero en aquel lugar no había nadie, la luz del sol empezaba a tornarse amarillenta y seguramente no tendría más de dos horas de luz.

Debía pensar; si regresar a casa y esperar por su hermano o si continuar sola en aquel desolado paramo alejado, tampoco le agradaba mucho la idea de que sus amigas se hubiesen quedado detrás.

- si yo fuera Dipper, ¿qué haría?

Mabel se dejó caer al suelo, se colocó en posición fetal y comenzó a actuar histérica.

- ¡Diablos! ¿Y ahora qué hago?

Luego dejó escapar un suspiro, estiró sus extremidades y se quedó rendida en el suelo.

- es mucho más difícil de lo que parece... sobre todo eso de sudar en exceso. – dio un estirón a su suéter y se asomó dentro de él. – no, ni una gota de sudor.

Una pareja de cuervos escandalosos cruzó el cielo, en ese momento un sonido llegó desde el noreste. Wendy, Grenda y Candy se acercaban con la preocupación en sus rostros.

- Mabel, ¡aquí estás! – gritó Wendy.

- lo siento, no debí haber salido corriendo. Es que me preocupa Dipper...

- todas nos sentimos igual. – Wendy colocó su mano en el hombro izquierdo de Mabel. – Dipper es buen chico, seguramente está bien.

Las sonrisas regresaron a los rostros de las cuatro jovencitas, Mabel notó la enorme hacha que colgaba de la espalda de Wendy; era un enorme pedazo de acero templado con un filo de tungsteno reforzado con uranio endurecido; una pieza que cualquier leñador envidiaría. A Mabel le costaba trabajo imaginar cómo una señorita de aquella complexión tan delgada, como la de Wendy, podía siquiera levantar aquella herramienta por encima de su cabeza y asestar un golpe tan fuerte capaz de arrancar un gajo de leña tan grande como una barra de jabón.

De cualquier manera, Mabel señaló en dirección de las huellas que Dipper había dejado sobre el barro.

- por allí, Dipper pasó por allí...

Wendy se acercó a aquellas pisadas, flexionó su cuerpo y tocó una de ellas con su mano izquierda, se permitió deslizar sus dedos sobre aquella textura. Al instante siguiente el hacha resbaló sobre su espalda y antes de que Wendy pudiera notarla, la gravedad aceleró los 13 kilogramos de peso hacia el suelo asestando un golpe de más de 127 newtons de fuerza sobre su dedo índice.

Wendy se dejó caer sobre el suelo, escupió una serie de juramentos y ofensas que las tres chicas alrededor no sabían si asustarse por el accidente y la copiosa cantidad de sangre que empezaba a empapar todo el sitio o de si deberían preocuparse más por la enorme cantidad de malas palabras que acababan de aprender.

Candy fue la primera en recobrar el sentido y rápidamente sustrajo el botiquín médico que guardaba en su mochila.

- Déjame ver.

- ¡mierda! ¡Has algo rápido!

- no te muevas, ¿quieres? – Candy echó un vistazo a aquella herida, parecía mucho peor de lo pensaba; los dedos de Wendy eran demasiado delgados, pero no las venas que conducían la sangre, eran mucho más gruesas de lo normal y la sangre no paraba de salir. Era como ver una pistola de agua disparar sangre a chorros regulares.

El hacha había reventado la falange proximal por la mitad, lo que causaba un dolor horrible que atormentaba a Wendy y le hacía sentir que había perdido el brazo entero.

- Grenda, necesito ayuda aquí, ahora mismo. – Grenda parecía muy asustada.

- ¿Qué hago?

- Wendy está perdiendo demasiada sangre, necesitamos aplicar un torniquete.

- ¡lo que quiera que tengas que hacer hazlo ahora, ya no aguanto más! ¡Maldita sea! – exhaló con penuria Wendy y casi al instante entró en estado de Shock, lo que Candy aprovechó para mover con libertad la mano de Wendy y examinar por qué la sangre no paraba.

"¿qué es esto? ¿Por qué no para? He estado apretando su muñeca todo este tiempo y la sangre sigue fluyendo con la misma fuerza" Candy se decía a si misma, "debo aplicar el torniquete de una vez".

- Mabel, necesito una venda de dos pulgadas; dóblala por la mitad. Grenda presiona su muñeca así, con fuerza.

De inmediato las otras dos hicieron lo que se les ordenó; Candy buscó un pequeño palo.

- Wendy, ¡Wendy! ¡Sigue con migo, ¿sí?! – pero ella estaba casi al borde del desmayo, sus ojos esgrimían lágrimas y su rostro era mucho más pálido de lo usual.

-la venda está lista. – Mabel ofreció el material y Candy lo cogió de inmediato; rodeó la muñeca de la mano izquierda de Wendy y se aseguró también de apretar bien en el área de la palma, luego atravesó el pequeño madero entre el vendaje y lo torció hasta que finalmente el torrente de sangre dejo de fluir.

Después se miraron unas a otras, todas estaban cubiertas de sangre de arriba abajo, en especial Candy y Wendy; ellas se habían llevado lo peor. De pronto las lágrimas sustituyeron el torrente de sangre y luego los sollozos rompieron el silencio.

- debemos llevar a Wendy al hospital. – interrumpió Candy.

- ¿Qué hay de Dipper? – la preocupación en el rostro de Mabel era inmensa, no podía abandonar a Wendy pero tampoco lo podía hacer con su hermano.

- lamento decirlo.- continuó Candy. – pero ahora mismo Wendy nos necesita.

- ella no es la única, ¿Qué hay de mi hermano?

- tampoco me gusta la idea de abandonar a Dipper, pero debemos priorizar. Wendy necesita ayuda inmediata.

Mabel dejó escapar un largo suspiro, no soportaba la idea de abandonar a su hermano, pero Wendy podía perder su dedo de manera definitiva si no se lo unían lo más antes posible.

- lo siento Dipper...

Grenda ayudó a Wendy a ponerse en pie, luego ella musitó algo.

- el hacha... si la pierdo papá me cortará el brazo entero...

Y eran 13 afilados kilos que Mabel tuvo que llevar a cuestas todo el camino de regreso. La cabaña del misterio era lo más cercano a la civilización y el Tío Stan no podía negarse a llevar a Wendy al hospital.

Para cuando Stan, Soos y Wendy se fueron en el viejo Cadillac, el reloj ya marcaba las 6:35 PM.

- ya pueden irse a casa chicas...

- no hace falta que pongas esa cara, Mabel, nosotras también estamos preocupadas por Dipper... – Grenda intentó animar un poco a Mabel, pero no consiguió mucho.

Grenda recordó la enorme bolsa llena de chucherías y caramelos que había estado cargando todo el rato. En un santiamén los descolgó de su espalda y los postró frente a Mabel.

- Mabel, tú no eres así.

- nosotras también estamos preocupadas por Dipper, pero descuida, él sabe cómo cuidarse. – Candy dio un abrazo a Mabel y luego Grenda se unió.

- ay, chicas. Es que no puedo soportar la idea de que no pueda ayudar a mi hermano.

Grenda cogió una barra de chocolate y ofreció la mitad a Mabel, ella la tomó sin ímpetu.

Las caras largas continuaron hasta que la noche reinó por todos los sitios.

- tengo que regresar a casa. – dijo Candy. – la hora de cenar se acerca y no creo que papá y mamá me dejen quedar esta noche.

- igual para mí. – espetó Grenda. – no pedí permiso para quedarme fuera de casa.

- está bien chicas. – respondió Mabel con un tono apagado en su voz. – les llamaré luego.

Y las dos párvulas se fueron fundiéndose entre las sombras. Mabel se quedó sentada en el pórtico de la casa, en cualquier momento Dipper llegaría y ella lo recibiría. Pero si se tardaba un minuto más ella llamaría a la policía local.

Mabel engulló un grupo de ositos de goma, su rostro seguía siendo apagado. En ese momento ella escuchó un ruido provenir de los arbustos del patio trasero, una sombra emergió de la nada y cuando se acercó a la luz Mabel distinguió la figura de Dipper. Ella corrió hacia él.

- ¡Dipper! ¡Dipper, estaba tan preocupada por ti!

Pero lo que Mabel vio en Dipper no era lo que esperaba; él estaba cubierto de lodo de arriba abajo, tenía arañazos en toda la cara y enormes manchas de sangre en codos y rodillas. En su intento de huir de aquella abominación, él fue dando tumbos y tropiezos con todo lo que se le atravesaba en su camino.

- Mabel... – él la miró y de pronto el brillo de sus ojos regresó. - ¡Mabel! – Dipper saltó sobre ella, y antes de que pudiera alcanzarla soltó una serie de lamentos que enternecieron a Mabel, ella se guardó el regaño que tenía para más tarde.

Lo condujo al interior de la cabaña, estaba completamente sucio así que decidió darle un baño. Dipper seguía en estado de shock y no se valía para si mismo, así que Mabel lo desnudó por completo y lo metió a la tina.

Mabel observó el cuerpo desnudo y flacucho de su hermano, hacía más de 3 años que no se bañaban juntos y aquello le provocó nostalgia. Con mucho cuidado lavó sus heridas y colocó pomadas para calmar sus dolores, le vistió y le arropó en su cama.

- buenas noches, Dipper...

Él la observó, con una mirada tierna le agradeció por sus cuidados y cerró los ojos. Mabel se fue a su cama, al acostarse le llegó a la mente la vista de aquel miembro lampiño de su hermano. "¿en qué rayos estoy pensado? Dipper es tan tierno como un gatito, me gustaría que ese cuerpecito suyo se quedara para siempre así. Pero tenemos que crecer, ¿no es cierto? Algún día le saldrá bello por todos lados, pueda que eso también sea sexy, pero al final de cuentas no me gusta mucho la idea de tener bello..."

Mabel recostó su cuerpo sobre su cama y cerró los ojos.

Dipper no conseguía dormir, aquel penumbroso lamento seguía atormentándolo desde su memoria. Seguía tan asustado como en aquel entonces. Antes de que pudiera pensar otra cosa; una desesperación tremenda inundó todas sus arterias, el sudor en su frente volvió a caer a raudales, de nuevo su corazón comenzó a latir con una demencial lentitud.

"¿estoy muriendo?" se preguntó de inmediato, aquello era lo más cercano a la muerte. El dolor en su pecho volvió a constipar sus pulmones y respirar se le hiso imposible. Colocó su mano derecha sobre la carótida de su cuello, intentando encontrar su pulso; ahí estaba, fluyendo con una cadencia que le hacía perder el razonamiento. "tengo que saber cuántos latidos hay por minuto, debo estar equivocado".

Se puso de pie en un salto y cogió el cronometro de su sobremesa; inicio la cuenta atrás y contaba.

"1... 2... 3... ¡vamos late con más fuerza! 5... 6..." y mientras más segundos veía pasar por la pantalla de LCD del dispositivo, menos latidos le parecían. "en situación normal, el corazón debe dar un promedio de 80 pulsaciones". Fue lo que se repitió a si mismo.

El minuto pasó en un santiamén y le sorprendió la cantidad de latidos, 48. Su pulso era demasiado bajo, eso no hiso más que asustarlo aún más. Seguía sudando frio, se revolvía el cabello y caminaba de un lado para otro. En cualquier momento su corazón podía detenerse y morir.

Pero dos cálidos brazos lo sostuvieron desde atrás y le rodearon. Al instante todas aquellas preocupaciones se disiparon, el ritmo de su corazón se aceleró de pronto a 117 pulsos por minuto y aquello le regresó a la calma.

- no sé qué fue lo que hallaste en el bosque, pero ya pasó. Olvídalo, ahora estoy yo aquí.

Dipper comenzó a derramar lágrimas, Mabel lo guio hasta su cama y lo acostó frente a ella. Sus cuerpos seguían estando demasiado cerca.

- Duerme tranquilo, Dipper. Yo estoy aquí para defenderte.

Él la miró a los ojos y ella a él. De pronto, a Mabel, Dipper le pareció una persona distinta y sus labios se acercaron a los suyos. "¿que estoy haciendo?" y fingiendo los redirigió a la frente de Dipper y lo besó.

- Que descanses, Dipper.

- Gracias, Mabel. No sé qué haría sin ti.

Y todo el cansancio del cuerpo de Dipper tomó el control, apagando todos sus sistemas y arrastrándolo hasta un sueño profundo. Mabel cruzó su pierna derecha sobre el cuerpo de Dipper y lo acercó aún más, en un despistado movimiento notó el bulto que formaba su órgano reproductor, no fue capaz de explicar porque aquel roce le pedía ser repetido y volvió a untar sus caderas sobre aquel bulto. Era simplemente un placer nunca antes experimentado.

Mabel deslizó sus delicados dedos sobre la ropa de Dipper hasta que consiguió extraer el pene de su hermano y, aunque no lo podía ver, las imágenes de cuando lo bañaba hacia unos minutos antes inundaron su mente.

Lo cogió con toda su mano, y aunque le parecía algo pequeño, no dejaba de sentir una fascinación enorme por aquel mismo. Aquella piel era asombrosamente suave, en comparación con el resto de su cuerpo, era como tocar una perla. Continuó sobándolo y meneándolo hasta que finalmente el pequeño apéndice flácido comenzó a ganar algo de cuerpo y dureza.

"¡Dipper está erecto! ¡Dipper está dormido y erecto a la vez!"

Entonces ella hiso a un lado sus pantis y en un santiamén tenía el pene de Dipper sobando la rosadita y tiernísima vagina de Mabel. Aquel placer era el mayor de todos; era mejor que mirar la televisión durante un fin de semana entero, era mejor que comer helado hasta el hartazgo, era mucho mejor que simplemente estar a un lado de Dipper sin tocarlo.

Aquel placer se convirtió en una obsesión dentro de la cabeza de Mabel, antes de que siquiera pudiera prevenirlo, el latigazo de un placer incluso mayor le atizó por toda la columna hasta que llegó a su cerebro y su vientre se retorcía como si quisiera expulsar sus entrañas por la vagina.

"increíble".

De pronto se dio cuenta de que su cuerpo estaba ardiendo, su cara se sentía caliente y aspiraba aire por la boca como si fuera un perro acalorado, antes de aquello su cuerpo entero dejó de existir y solo era su vagina y el pene calientito de Dipper, ahora se enteró de que aquel placer la transportaba a un sitio, que si bien no era el cielo, era lo más parecido a él.

Mabel cayó rendida y el sueño de Morfeo la poseyó hasta dejarla dormida.

A la mañana siguiente, ella misma se sorprendió hasta los límites de la sorpresa cuando descubrió que no había soltado el pene de su hermano y estaban medio desnudos bajo las frazadas. Con la misma habilidad mostrada anoche, ella volvió a subir sus pantis hasta su cadera y encerró el salvaje pene de Dipper bajo sus trusas.

Al ponerse de pie, Mabel sintió una leve incomodidad en la entrepierna y corrió al baño para averiguar de qué se trataba. Encontró una mancha seca de un polvillo arenoso de color blanco en las inmediaciones de los labios mayores y sobre sus piernas también.

"¿Qué es esto?" se preguntó de inmediato, pero como no sabía absolutamente nada de aquello simplemente se sacudió aquel polvillo que se había adherido a su piel y se lavó con una toalla húmeda. Luego se miró al espejo y notó que su sonrisa era aún más brillante que de costumbre, sus ojos brillaban aperlados y su cabello era un desastre.

"una chica no puede estar bien arreglada todo el tiempo" pensó, luego continuo. "pero no es excusa para no ser bonita".

Mientras paseaba la toalla húmeda sobre su piel, volvió a sentir aquella sensación dentro de sus entrañas. Lentamente comenzó a utilizar sus dedos como sustituto del pene de Dipper, imaginó una escena como la de anoche y por un momento la esencia de Dipper se fundió con la suya y en un santiamén volvió a sentir aquel rayo de placer que le partía a la mitad y que reptaba por su columna.

Luego observó su mano manchada de un líquido claro y espeso, le dio una olisqueada y un aroma parecido a orines y otras sustancias que no pudo reconocer inundó sus fosas nasales. Era la primera vez que olía aquello, aun así, pensó, ese placer era mil veces mejor si usaba el pene de su hermano para subir al cielo.