Hetalia, World Series… /Venezuela. Alfred/Ana María.

By: Aexis Martínez. Enjoy!

Eternamente tú.

Capítulo 1

Lágrimas.

-Llora cuanto quieras, puedes gritar si lo necesitas Ana.

-Aunque si no me entregaste a mí tu Amor, no deberías entregarle a él tus lágrimas. –Decía un molesto Vicente, mientras abrazaba a Venezuela, aparentándola en su regazo sentados en la esquina de una pared de la sala de su casa-

-Que arrechera haberme enamorado de un Gringo tan Hijo de Puta. -Decía entre sollozos Ana María-

-Si no fuera por ti, justo ahora estaría aguantando las lágrimas de tanto tragarme la rabia en el salón, gracias Vicente.

-No me agradezcas, sabes que siempre estaré aquí para ti. Es una lástima verte llorar, yo jamás te haría derramar lágrimas de Rabia o Tristeza de tus Bellos ojos Esmeralda.

-Vicente, te agradezco todo lo que me ofreces, y me encantaría poder corresponder tus sentimientos, pero el pajuo de mi corazón a pesar de todo lo que me ha hecho y me sigue haciendo lo escogió a él. Te Quiero mucho Chente, pero solo puedo aceptarte como mi Amigo… Perdón.

-No me importa si al menos estoy cerca de ti.

Mucho antes de eso…

Se acercaba el Cumpleaños de la Venezolana, por lo que Yin quién era ahora la mejor amiga que tenía, se propuso hacerle una fiesta sorpresa con la ayuda de Iván… mientras ella se encargaba de los preparativos, le dejo al Ruso la tarea de elaborar la lista de invitados, obviamente la China decidió hacer una tarjeta para su cuñada por cortesía, pues sabía que su Novio no la invitaría.

Luego de que todo estuviera listo, China le encargo a Cuba el traer a Venezuela, no le costaría nada, ya que Ana lo consideraba su mejor amigo, casi un hermano, cosa que hacia retorcerse al pobre cubano, sin embargo aceptó la tarea.

Después de Cumplir su tarea, diciéndole a Venezuela que se arreglara como para un Miss Universo, porque la llevaría a bailar a un sitio especial por su cumpleaños, llegaron al lugar y el moreno vestido de manera muy elegante le indico el camino colocando el brazo de la mulata sobre el suyo, para recibir la sorpresa de muchas Naciones reunidas para celebrar con ella su dicha, que se convertiría poco tiempo después en una rabia infernal.

Estaban allí, sus Hermanos, sus pocos amigos, y otros pocos más por cortesía como para que pudiera socializar algo por el bien de su nación. Estaba agradecida con la asiática, que resulto ser bastante inteligente para conseguir oportunidades de hacer buenas relaciones diplomáticas.

El americano que se creía héroe también se encontraba allí, molestando a Alice, como cosa rara y además conversando con Francis. En una mesa, se encontraba sentada la Bielorrusa, de la cual Iván se mantenía lo más alejado posible, parecía un chicle, no se separaba de la China ni un segundo, pero ella no estaba molesta, al contrario Yin se veía bastante feliz.

Le gustaba el ambiente, mientras ella se distraía entre bailar y hablar, por otro lado…

-Alice te ves rara en pantalones de vestir.

-Oh shut up Alfred!

-Te ves hermosa Mon amour, tanto que podría pedirte matrimonio por las buenas esta vez.

-¿También tu Francis?, ya dejen de molestar.

-Oye Alfred, ¿qué se siente que las dos mujeres que tanto te gustan estén en el mismo sitio?

-¡Jaja! ¿Qué se siente ser el molestado ahora hermanito?

-No es gracioso Francia. Y gracias por la ironía Inglaterra.

-No quería que te molestaras Alfred, solo que no quisiera estar en tu lugar si tuviera que elegir entre dos peligrosas bellezas.

-En eso tienes razón, con ellas no te serviría ser el héroe América.

-Pueden gustarme las dos, but in my heart there's place for only one.

-Apuesto que no aceptarías un reto de héroe.

-¡Por su puesto, yo soy hero idiota!

-¿Francis que tramas?, ¡No juegues!

-Tranquila Moidmoiselle, Alfred solo tiene que besar a quien no puede ocupar su corazón.

-¡Cualquiera de las dos podría matarlo!, ¡No lo hagas Alfred!

-Alice ya estoy grande para que me digan que hacer. Acepto. –Dijo mirando al francés fijamente con rabia en sus ojos, quería quitarse al molesto Francis de encima de una vez, pensaba poder hacerlo sin que Venezuela se diera cuenta para no arruinarle la fiesta-

-Perfect! Jones. Do what you want!. Pero te recuerdo, Ana María Bolívar no es mujer que olvida, y le cuesta perdonar. Y Natalia podría clavarte un cuchillo en tu garganta de héroe. You know what i am talking about! Me voy, no quiero ser testigo de otra idiotez tuya Alfred.

-Tranquila Mon Felle Belle, Venezuela esta demasiado feliz y Natalia Demasiado deprimida viendo a su hermano con Yin como para hacer algo. –Le dijo a Mujer de lentes rojos que daba la espalda para irse, quien volteo para decir una ultima frase dirigida al Americano antes de retirarse con su esposo portugués al otro lado del salón-

-Solo espero que ella no se de cuenta, y si lo hace, espero que te perdone. –Lo dijo en tono triste mirando a quien aun consideraba su hermanito-

Alfred sabía perfectamente lo que Alice quiso decir con sus palabras, ella era la única que sabía realmente la dirección de sus sentimientos, los de Alfred Jones, como persona, no como héroe. Pero aun así la presión aplicada por el francés seguía aumentando, tenía que liberarse de él. Y luego de eso, se iría sin ser notado.

Se acercó a la bielorrusa, que estaba sentada una mesa de manteles con la combinación de los colores de la bandera venezolana.

-Bela puedo…

-Que quieres Bastardo, no me llames bela, soy Belaruss para ti.

-Natalia, necesito hablar contigo, ¿podemos salir un momento al recibidor?

-No puedo mi hermano me… -Fue interrumpida por el rubio que tomo su brazo decidido a llevarla con él-

-Tu hermano esta ocupado, vamos. –Dijo serio halándola por un brazo-

Al llegar al recibidor, El chico con Texas en su cara, no le dio chance a chica de los cuchillos ni si quiera de chistar, y le dio un beso en los labios.

Mientras tanto…

Venezuela estaba disfrutando de su fiesta, al llegar se había dado cuenta que entre los invitados, se encontraba su Odiado pero Amado Alfredo, tan guapo como pudo ponerse, recordó que en un tiempo en que llegaron a ser mas que naciones con relaciones diplomáticas muy buenas, ella le había prometido a U.S.A enseñarle a bailar, así que decidió olvidar sus rencores por un día y buscarlo.

-Pero si estabas aquí hace un momento… ¿A dónde pudo haber llevado su pie izquierdo y torcido ese catire egocéntrico?

-¡Ah!, ¿Francis, no has visto a Alfred? –Le preguntó al francés, que por estar de espaldas no se percató de que era Venezuela quien preguntaba.

-Ammm si, esta en el recibidor con Bel… -Fue interrumpido por la venezolana que le contestó en su idioma.

-Merci Monsieur. –Le dijo a rubio de cabello largo que le dijo algo a lo que no prestó atención.

-¡Anne! ¡Espera! –Dijo alarmadamente tarde el francés, pues ella iba de camino al recibidor al que unos segundos antes el oji azul había arrastrado a la hermana del ruso.

Cuando iba tras ella, se le atravesó Vicente.

-¿Has visto a Venezuela? Catalina la está buscando.

-¡Cuba ve tras ella!, ¡No dejes que llegue al recibidor!

-¿¡Qué pasa!

-¡Solo ve tras ella!

Venezuela llego al recibidor, solo para que toda su alegría se fuera a la mierda. Ver a quien estaba pensando perdonar y volver a comenzar, pues "su superior había dicho que el superior de América era un buen tipo". Si su superior, pero él, después de esto y lo pasado seguía siendo el mismo maldito arrogante, egocéntrico de siempre. La mirada que había considerado sinceramente llena de ilusión y el broche del cabello en forma de orquídea forjada en oro que le entregó como regalo de cumpleaños con un beso en la mejilla al principio de las fiesta, todo se fue por el caño.

El héroe estaba besando a otra mujer que no era ella, era un mentiroso, sus "Aun te Amo" después de las reuniones de naciones a los que fingía no hacer caso, eran basura. Se le llenaron los ojos de lágrimas, se sintió derrumbada, pero levantó su cabeza, si no había dejado que las guerras acabaran con ella, mucho menos iba a permitir que el Amor por un hombre lo hiciera, menos uno por el que no vale la pena llorar. Luego de ver la escena, se dio vuelta y dispuso a regresar como si nada hubiera pasado, cuando después de haber caminado unos pasos que encontró a Vicente bastante agitado.

-¿Mari, está todo bien? –Preguntó tomando por debajo de las muñecas a Ana-

Ana apretó las mangas del traje de Vicente cabizbaja, sabía que podría mentirle a todos menos a Vicente, pues él ya tenía tiempo conociéndola y amándola.

Levantó su cabeza, y le dijo con los ojos llenos de lágrimas.

-Vicente sácame de aquí, no dejes que me vean así… no hoy…

-Mi carro esta por la parte de atrás del salón, espérame allí, yo iré un momento a decirle a Yin que nos vamos, no quiero que se preocupe si no te ve.

-Gracias chente.

-Pero luego me contarás que te pasó.

-¿Me escucharás?

-Haré y seré lo que me pidas, si puedo serte útil.

En el recibidor…

Se escuchó el sonido de una fuerte cachetada.

-¡Ahora si quieres morir bastardo idiota!

-No… solo quería confirmar si la superas, y ya veo que no, mi lentes siguen en el mismo sitio.

-¿De qué hablas imbécil?, me voy no perderé el tiempo contigo, te dejaré vivir sólo porque mi hermano acaba de pasar por fin solo.

Luego de esto, Alfred salió sin que nadie más notara su ausencia. Al subirse a su coche, recordó la escena en el recibidor, y comenzó a maldecirse a si mismo y a llorar amargamente sosteniendo entre sus manos un broche de cabello dorado en forma de orquídea, lo escuchó caer al suelo mientras besaba a Natalia. Al mirar de reojo pudo ver a la Venezolana caminando hacia un hombre, Cuba, y soltó a la Bielorrusa para recibir una cachetada que le dolio menos de lo que le dolió saber que la mujer de su vida lo había visto cometiendo otro error estúpido del que se arrepentiría el resto de su vida como el resto de los errores pasados.

-Alice, debí hacerte caso. –Decía para sí- (¿¡Ahora se lamenta!).

Al llegar al coche, Vicente llevo a Ana a su casa.

-¿Quieres que te deje sola un rato? Iré a traerte un té de manzanilla…

-Vicente… quédate. –Dijo con la voz entre cortada por las ganas de llorar.

-No te vayas, por favor abrazame, dime que no soy una estúpida por llorar por alguien como él. –Le dijo lanzándose a los brazos de Vicente, empujándolo a la esquina de la sala y dejándose caer de rodillas al suelo, cosa que Cuba no permitió, dejándose caer con ella para que no se lastimara y callera sentada sobre sus piernas.

Una vez allí, el moreno la abrazó fuerte, se sentía feliz porque podía consolarla, mientras Ana María apretaba con sus puños el traje en la espalda del cubano.

-¿Me contarás que fue lo que sucedió?

-Sí…

La venezolana le contó todo lo que había visto, y suspiro…

-Eres una estúpida, no deberías llorar por él, no entiendo como puedes confiarte después de todo lo que ha pasado, pero al fin y al cabo se veía venir, pero yo sigo aquí…

Y volvemos al principio.