Regreso a la normalidad aparente
Harry observaba a través de la ventana del tren la espesa niebla propia de un lúgubre pantano pero a inicios de septiembre cerniéndose sobre el espeso valle ocultando la superficie del estática lago Negro.
Mientras sus amigos Ron y Hermione estaban el compartimento contiguo succionándose las caras uno al otro él estaba solo sumido en sus pensamientos. Había pasado mucho ya de la batalla con Voldemort, o al menos eso parecía, mucho había cambiado ese año anterior y más en los últimos meses, todo era diferente. Había pasado el verano entre la madriguera y su nuevo hogar, la casa de los Black, situada en el número 12 en Grimmauld Place, aún así, no fue lo que él esperaba. El ha vivido ya buen un tiempo la casa de Sirius, en donde de tanto en tanto recibía a los padres de Tonks y al pequeño Teddy.
Ron y Hermione habían formalizado ante sus familias su relación y pasaban todas las tardes que podían juntos. Ron salía al callejón Diagon para ayudar a George en la tienda de artículos de broma. Cuando arribaban a casa Ron se iba a absorber los fluidos vitales de Hermione. Ginny había ido de intercambio a Beauxbatons para ser capitana de la selección francesa de Quidditch más joven y la primera extranjera en dirigir al equipo, entonces no estaría en casa hasta que después de la graduación.
Así que Harry y Hermione estudiaban durante el día para su tan esperado regreso a Hogwarts. Realmente ni Ron ni él imaginaban poder regresar, pero parecía que Hermione había acosado con cientos de cartas a la directora McGonagall innecesariamente. Por tanto ahora estaba de nuevo montado en el expreso de Hogwarts para así concluir su ciclo de educación mágica. Harry se sorprendió cuando al recibir el correo, recibieron las habituales tres cartas de Hogwarts y una carta personalizada de bienvenida por parte de McGonagall más un regalo atrasado de cumpleaños de parte de McGonagall y Hagrid. El regreso al colegio tomo por sorpresa a todos los Weasley, a Hermione y al propio Harry. Nadie en el mundo mágico recordaba algún caso en el que un desertor haya regresado a terminar la escuela y de pronto había cuatro casos, ellos y alguien que seguro salió corriendo a causa de la conmoción de el último año y el regreso de Lord Voldemort. Al menos podría completar sus estudios para ser auror como Dios manda y no tener que preocuparse por pensar que profesión mágica desempeñaría, pero Ron por su parte se había ya familiarizado con la idea de seguir en la tienda de George y se visualizaba como futuro codirector de Sortilegios Weasley. En realidad le aliviaba un poco regresar a su alma mater, a pesar de que Ron consideraba, que tal vez para ser auror solo tendría que presentarse en el ministerio y hablar con Kingsley, ya que según él, después de todo ahora era el niño que venció y cualquiera lo aceptaría sin recomendaciones o constancia de estudios. Él, por su parte, creía que al haber encarado a la muerte tantas veces y conocer los peligros de la profesión, podría ser útil en algo en el departamento de aurores aunque seguía prefiriendo regresar a Hogwarts o busca alguna otra opción. Pero ambos habían olvidado lo decidida que era Hermione cuando se trataba de los estudios.
También le venía bien a Harry hacer algo más productivo pues por las tardes en la Madriguera se perdía en los jardines; o se pasaba horas ordenando los trastos muggles del señor Weasley por tamaño o índice de peligro. De vez en cuando aportaba ideas a George para nuevos artículos, al menos se sentía útil en esos momentos, pero se volvía un tanto incomodo cuando Fred salía a relucir en las conversaciones de su hermano. Era deprimente ver al George que solo hacía bromas y ponía de buen humor a todos excepto a su madre y a Percy, estar tan serio, sumido en sus pensamientos y con ojos vidriosos de tanto en tanto. Sin duda alguna George fue uno de los más afectados por el deceso de Fred. Según observaba Harry, él y la señora Weasley eran los que peor lo sobrellevaban.
La señora Weasley corría a diario de abajo a arriba limpiando toda la casa ella sola y a la forma muggle, ya que Ginny no estaba. Todos intuían que era su manera de olvidar el dolor de perder a Fred. Ron le dijo que había mejorado mucho, ya que en las primeras semanas ella se encerraba a llorar en su cuarto por horas. Para Harry era un consuelo estar de vuelta en Hogwarts, ya que la culpa que los Weasley le hacían sentir involuntariamente, solo era reemplazada por la fría e indiferente soledad de las habitaciones de la memorial casa de los Black, donde se veía sólo para dormir, ya que él ambiente poco hogareño y el sentimiento de tristeza que la casa emitía hacían que Harry quisiera salir corriendo de allí.
El carrito de golosinas pasó por el pasillo, con un montón de jóvenes persiguiéndolo, Harry sintió entonces un gruñido de estomago y decidió comprarse un par de ranas de chocolate o quizá una varita de regaliz.
Al ver la fila pensó que tardaría una eternidad en llegar así que esperó un par de minutos hasta que una voz dijo su nombre a pocos metros de él.
Harry descubrió un rostro familiar con las mejillas encendidas de vergüenza ante su mirada. Era Romilda Vane una niña de tercero que le dio algunos problemas a él y a Ron en sexto año. Pronto el chisme de que el gran Harry Potter estaba en el tren se había corrido, ya todos volteaban a mirarle. "Otro año más." Pensó, pero luego reflexionó que no había estado en Hogwarts desde hacía varios meses y su ausencia en el ciclo pasado, salvó por la noche de su encuentro con Voldemort. Después de eso no había salido de la madriguera y la casa Black salvo para ir a King's Cross, pero sólo en el mundo mágico sabían de que él "El niño que vivió" fue el encargado de terminar con la existencia del señor oscuro.
Después de esperar un buen rato, esquivando marejadas de alumnos y conseguir sus golosinas regreso a su compartimento, que ya no estaba solo. Una figura estaba sentada observando el paisaje. Harry reconoció perfectamente a aquella de rosto anguloso, cabello platinado y ojos grises. Hubiese podido rehuir a la presencia de Draco Malfoy y buscar un nuevo compartimento en el tren, pero había dejado sus cosas dentro y no las iba a dejar con él. Así que corrió la puerta de entrada lo más silenciosamente posible, pero aun así el rubio volteó de inmediato.
- ¡Potter! No sabía que estuvieras de regreso a Hogwarts. –La voz de Malfoy sonaba extrañamente alegre y condescendiente ante la presencia de Harry.
- Ni yo.
- Debí de haberlo supuesto, otro año más con San Potter. – Dijo Draco tras el comentario de Harry, volviendo a su acostumbrado tono mordazmente venenoso. El debía ser el cuarto caso de readmisión. Es increíble que aún sus papás siguieran conservando sus influencias a tal grado.
- Realmente no tengo ganas de pelear contigo. Sólo bajaré mis cosas y me iré.
- Lo dudo, el tren está lleno; además por el jaleo que armaste allá afuera puedo suponer que la noticia de que el gran Harry Potter ha regresado a Hogwarts se ha regado.
- ¿Y eso por que debería preocuparme? –Comentó incómodo Harry.
- ¿En serio no sabes? ¿Qué has vivido en una burbuja estos últimos meses?, todo el mundo desea saber qué pasó con su gran héroe. Después de la batalla contra Quien-tú-sabes desapareciste. La prensa enloquece por tener una entrevista tuya. – Comentó con envidia y desdén. –Es la primera vez que te ven de regreso y te van a acosar hasta el cansancio. Si pones un pié fuera del compartimento morirás asfixiado por una multitud de estúpidas niñas y adolescentes para pedirte un autógrafo o tocarte aunque sea un pelín. – Malfoy tenía razón, ya lo había pensado cuando lo vieron en la fila del carrito de golosinas. Harry se sentó de malagana. Era extraño que Malfoy le hubiese dicho aquello, era casi como ser amable-
- ¿Desde cuando te preocupas por mí? – Dijo Harry un tanto contrariado por la sola idea.
- ¿Yo? ¿Preocupado por ti? ¡Ay por favor! – Soltó cruelmente el comentario. – Solo quiero evitar el alboroto.
- Si lo que digas. –Dijo sin ganas Harry, lo había dicho en serio, no deseaba discutir.
- ¿Qué intentas decir con eso? –Dijo Malfoy extrañado por la respuesta de Harry, hubiera esperado una contestación más agresiva. Era raro ganarle a Potter tan fácil.
Harry volteó de nuevo hacia la ventanilla del compartimento, por mucho que le desagradara la idea, tenía que soportar lo que resta del viaje con Malfoy. Así que optaría por ignorar cualquier comentario de su parte.
Fue un viaja bastante incómodo, pues la sola presencia de su eterno rival hacía que se le revolvieran las tripas a ambos. Pero la muda tregua que habían mantenido ambos al ignorarse mutuamente mantenía sosegado el ambiente. No obstante ambos se mantenían en posición defensiva, dispuestos a usar hasta sus varitas si era necesario.
Cuando ya empezaba a caer la noche y Harry vislumbró a lo lejos las luces del castillo ya iluminado se pusieron sus uniformes y se aletargaron en sus lugares hasta bajar del tren.
Cuando bajaron a tomar sus carruajes se reunió con sus amigos.
- ¿Qué tal el viaje Harry? – Comentó Hermione apenada.
- He tenido mejores y peores. – Trató de ser diplomático al mostrar su descontento.
- Lo lamento. – Dijo la chica aún más apenada.
- No hay porque disculparse.
- ¿Harry, no te guardaste algún bocadillo del carrito? – Dijo Ron con glotonería.
- No, no creo.
- Es una lástima. Cuando salí a comprar algunas ranas de chocolate estaba el pasillo inusualmente lleno. Parecía que estaban viendo algún fenómeno todos los alumnos del colegio.
- Es lo más lindo que me has dicho Ron. –Dijo Harry algo molesto.
- Hay Harry no sabíamos que eras tú. – Dijo tratando de excusar a Ron, que de repente se había tornado su piel casi igual al intenso rojo de su cabello, pero Harry estaba acostumbrado a la falta de tacto de éste.
Jamás otra ceremonia de la selección de casas se había parecido tanto a su primer día en Hogwarts. Todos los alumnos volteaban hacia el grupo de los tres héroes del mundo mágico, en especial al joven de cabello negro azabache con gafas y una cicatriz en forma de rayo. Algunos los escrutaban descaradamente y otros solo volteaban discretamente a echar una ojeada, incluso los de primer año solo despegaban la vista de Harry cuando les tocaba subir al banquillo donde el sombrero seleccionador les asignaba su casa. No fue hasta que la profesora Sinistra, la nueva subdirectora terminó la selección y la profesora McGonagall tomó la palabra que todo el mundo retomó la compostura y dejaron de mirar a los tres Gryffindor.
- Bienvenidos al Colegio Hogwarts De Magia y Hechicería, soy la profesora Minerva McGonagall, su nueva directora. Es un placer que regresen a este recinto y más después de los sucesos acontecidos durante el curso pasado. – Algunas miraditas volvieron de nuevo hacia Harry. – Como cada año se les recuerda que por seguridad ningún alumno debe adentrarse al Bosque Prohibido bajo ninguna circunstancia.
- Y nosotros que cada año terminamos allí adentro – Susurro Ron para sus amigos.
- Damos también la bienvenida a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, el Profesor Hubert Arrow. - se levantó de su asiento un hombre alto de porte serio, que vestía una sencilla pero elegante capa de viaje negra y observaba atento al alumnado. – Sin más por el momento, que comience el banquete.
Dicho esto, en las cuatro mesas aparecieron los cientos de manjares que los recibían cada año. Poco a poco los alumnos acabaron con la comida y acabado el banquete se dirigieron a sus respectivas salas comunes.
