LA MAGIA DEL AMOR
Capítulo 1: Encuentro
Caminaba por aquellos senderos del frondoso bosque con dirección a su hogar, si es que a eso podía llamarle hogar, era una cabaña vacía y fría donde iba únicamente a dormir ya que la mayoría del día se la pasaba recorriendo aquel bosque el cual había sido testigo de su soledad por años, convirtiéndose sin proponérselo en su guardián, lo conocía tanto que aun en la oscuridad podía andar en el sin tropezar o chocar con los árboles y piedras, se podría decir que con sus años vividos en el exilio había ayudado a mejorar más sus poderes mágicos, desarrollando su habilidad para sentir el espíritu de cada planta, cada árbol, cada criatura no por nada era unos de los magos más reconocidos y poderosos del mundo de la antigua orden de sabios siendo así sabedor de las tradiciones del sol y la luna a su corta edad, mago que cometió un error fatal al dejarse dominar por los celos y el despecho en su novato corazón.
Trataba no pensar mucho en ello pero este día había sido realmente difícil, desde que despertó con el levantar del sol no había dejado de pensar en la causa de su agonía y soledad, ya que por alguna extraña razón tanto el bosque como él se sentían inquietos, su lazo con la naturaleza se había hecho tan fuerte que era capaz de reconocer y transmitir sentimientos en ella, sentía que algo iba a cambiar para bien pero no sabía que, por eso se quedó hasta la puesta del sol en aquella montaña de meditación, un mago cree en las señales divinas y en la sabiduría de la naturaleza por eso espero pacientemente pero al ver que la inquietud no desparecía decidió recorrer el bosque en camino a su cabaña, ya estaba por llegar cuando una extraña opresión en su pecho lo hizo caminar en otra dirección.
Entre más caminaba la opresión en su pecho incrementaba al igual que su ansiedad, poco a poco fue vislumbrando un rayo de luz que a pesar de ser débil se podría apreciar los matices de colores entre azul y dorado, al estar más cerca se dio cuenta de que era una muchacha de cabello azulado, rasgos finos pero eso no importo por que al ver en su hombro izquierdo se dio cuenta que de ahí venia la luz, no una luz cualquiera si no la luz de su otra parte.
Al ver esto el mago solo pudo susurrar – al fin te encontré -
