¡Feliz Inicio de Año! Y con el motivo de ello, iniciaré el 2014 con un sensual fic USMéx. Why? Why not? (?).
La verdad, después de mucho tiempo de no poder escribir nada, hoy a las 2:30 de la mañana, cuando me disponía seriamente a dormir puesto a que me iba (lo hice) a levantar temprano llego la idea, y no me dejó descansar hasta sacarla de mi mente... y bueno, aquí el producto de mi insomnio hasta las 5:40 a.m.
Es (como lo dice el titulo) el reto de 30 días con tu OTP (el normalito y cursi, no el hardo (?) ) así que, comencemos!
Disclaimer: Hetalia no es mio, ninguno de sus personajes, ni siquiera el OC. Lo único que es de mi autoria es la redacción.
Advertencia: AU, algo Junjou Romantesco(?), Tanto USA y México son niños.
Enjoy please!
1.-
~*Tomados de la mano*~
Lo miraba de reojo, aquella expresión sonriente que parecía tatuada en su rostro le era interesante.
No podía negar lo obvio, le gustaba, lo suficiente para avergonzarse de sí mismo, porque ¿Quién se fija en un chico a esa edad? Lo normal y cien por ciento natural, según sus ideas, era el que le gustara una niña, una de esas personas de coletas y faldas escolares, que sonreían y olían bien. En cambio había ido a prestarle atención al más ruidoso de la clase, a aquel rubio de ojos azules que con esfuerzos podía pronunciar un español aceptable. El chico que se creía un héroe y que por pelearse con los de sexto siempre tenía problemas. Aquel niño que jugaba al Robín Hood escolar, que gritaba en nombre de la libertad y que aparte era su vecino norteamericano.
Pedro López, con solo 9 años, sentía algo diferente al dos años mayor Alfred F. Jones; le caía mal, pero no se comparaba con el odio jarocho que sentía por otros chicos, se ponía nervioso al hablar con él pero sabía bien que ese tipo era de los pocos que le entendía y cuando su tutor le preguntaba sobre la persona que le gustaba, inmediatamente pensaba en Alfred.
A los 9 años parecía que solo él estaba preocupado por esas situaciones, sus compañeros preferían intercambiar estampas de jugadores de futbol y las niñas iban por los de 5to o 6to año, así que lo único que le quedaba era tragarse sus ideas y seguir con la vida de un chiquillo de 4to.
Sin embargo, el camino de regreso a casa se hacía más complicado para el moreno de ojos castaños a lado del rubio. Puesto a que ambos eran vecinos y Alfred tenía 11 años, Antonio, el tutor legal de Pedro y Arthur, el de Alfred, habían hecho prometer que ambos llegarían juntos de la escuela, el único que accedió sin ningún problema fue el dueño de los ojos azules.
Aquella era una tarde nublada y fría, Alfred jugaba con su aliento mientras el mexicano lo miraba de reojo, esperando en el camellón que pudieran pasar la avenida, Pedro metió la nariz abajo de la bufanda mientras veía como pasaba uno a uno de los coches, Alfred observo a todos lados poco antes de que la avenida se disipara y ambos cruzaran.
El rubio solía irle relatando las aventuras que normalmente lo hacían estar en dirección, pero aquella tarde de invierno estaba especialmente en silencio. Mejor para el moreno, así podría ir en paz. Andando por el camino lleno de árboles que los llevaba al siguiente camino que los haría subir y entrar en su calle.
–Brr~–soltó el mayor al entrar en contacto con el viento fresco del camino– hoy está peor que ayer ¿no crees?
El más bajo salió de su ensimismamiento al escucharle hablar, mientras caminaba un poco rápido para no quedar atrás.
–ahm sí, es invierno ¿qué esperas?– mas no recibió ningún tipo de respuesta de parte del rubio quien parecía estar en su propio mundo, uno más envolvente al que pertenecía. Pedro soltó un suspiro caminando al ritmo de su vecino.
–You know...when the people likes other– comenzó a decir en ingles, con el propósito de que el otro no le entendiera– they hold hands, and I want, really want hold your left hand.
– ¿De qué me estás hablando, cabrón? Si me la estas mentando te juro que te rompo la cara ahorita–dijo molesto el de cabello azabache, por no poder entenderle– te voy a hablar en náhuatl a ver si te gusta
–No...Lo que te quería decir es que–soltó una risa estridente y nerviosa, una risa muy típica de él– bueno, siento que me voy a congelar. Y... olvide los guantes
–Bueno entonces mete las manos en las bolsas de tu pantalón –le dijo sin entender nada de lo que el más alto quería hacerle ver –además no seas chillón, ya casi llegamos y...
– ¡Quiero que me tomes de la mano!–interrumpió al moreno, haciéndolo saltar un poco por la impresión, las mejillas del de piel blanca estaban rosas, tal vez por el frio.
–No pos ahora si estas congelado del cerebro–el más pequeño se había sonrojado y camino rápido, pasando de lado del gringo y sujetándolo de la muñeca–apúrate que Antonio luego se pone loco de que no llego temprano.
Alfred resbalo la mano hacia la contraria, tomándola fuertemente mientras se ponía a la altura del otro al caminar, sonriendo de oreja a oreja, como solía hacerlo frecuentemente.
Los dedos blancos se entrelazaron con la manita morena, el mexicano escondía el rostro dentro de la bufanda y Alfred le contaba sus aventuras, más enérgico que de costumbre. Aquella acción solo logro confundir al de azabache cabello, mientras que el otro se sentía triunfante de poder tomar la mano del niño que le llamaba la atención.
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