Capítulo 1: Recuerdos del pasado

De repente, un perro Jack Russell terrier apareció en medio de la oscuridad. Harry, que hasta hacía un momento había estado meditando sentado en el suelo de un callejón, se dio cuenta de que era el patronus de su amigo Ron. No era muy normal en él que enviara mensajes a través de su patronus, puesto que aún le era un poco difícil de realizar, así que Harry supuso que sería de algún tema de gran importancia. Y no se equivocaba.

Por fin los hemos encontrado. Sabemos donde están. Se encuentran en un bosque cerca de un lago que hay en Escocia. Voldemort está con ellos. Voy a avisar al equipo de los aurores del ministerio. Encárgate tú de avisar a los de la Orden del Fénix y al Ejército de Dumbledore. Me parece que esta vez daremos con ellos.

No necesitó que le dijeran nada más. Con paso ligero, llegó a una esquina y desapareció de un callejón de Londres para luego aparecer delante de la casa de Grimmauld Place.

*FLAIX BACK*

Se sentía muy raro. Sabía que el momento había llegado, lo podía notar en su interior. Y pese a que estaba muy nervioso y también algo asustado, todo se tenía que decir, no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

Desde que el profesor Dumbledore había muerto a manos de Severus Snape, Harry se había derrumbado. Primero habían muerto sus padres, más tarde, cuando empezaba a considerar a su padrino medio hermano grande medio padre, Sirius se fue para siempre. Y finalmente, lo que muchos, incluyéndolo a él, tomaban como imposible, acabó pasando. Albus Dumbledore, el gran mago, el mejor, puede, de esa generación, había muerto.

Y eso que Harry le había dicho muchas veces al profesor Dumbledore que no confiara en Snape, que siempre había estado de parte de Voldemort. Pero él no, él siempre diciendo que tenía puesta su total confianza en el profesor de pociones. Puede que fuese por este motivo por el cual había muerto, él mismo había permitido que se diera a la luz su propia debilidad: el haber dado siempre una segunda oportunidad a la gente, incluso aunque hubieran hecho cosas terribles.

A Albus eso le daba igual. Mientras que la otra persona mostrara su arrepentimiento, a él ya le valía.

Y fue entonces, cuando Harry lo decidió. Perseguiría y mataría a Snape, aunque tuviera que ir hasta los confines del mundo, aunque tuviera que atravesar mares y océanos, daría con él.

Y luego podría por fin vengarse de su odioso profesor, y no sólo por la muerte, sino que por todo lo que le había hecho sufrir durante sus años en Hogwarts.

Pero a medida que avanzaba por su camino, dudas y más dudas acechaban en su cabeza. ¿Por qué Dumbledore había tenido la necesidad de suplicar? ¿Acaso Albus haría algo así? Su mirada, esa mirada que tenía cuando tenía su vista fija en Snape, ese brillo inusual, misterioso en los ojos… Definitivamente esa no era una mirada de de suplicio para que lo dejara con vida, no. Más bien parecía suplicar que lo matara. Y esa era una cosa que a Harry no le entraba en su cabeza. ¿Se lo habría imaginado?

Esa era otra razón por la cual tenía que ir a por él. Antes de matarlo, pero, quería saber toda la verdad, necesitaba saberla, toda la verdad. Porque aunque Harry no podía afirmar si Snape era bueno o malo, estaba convencido de que él sabía mucho más de lo que aparentaba.

Y allí se dirigía Harry, en busca de respuestas para sus preguntas. Y en caso de que su profesor estuviese de parte de Voldemort, no duraría en matarle ni un segundo.

Estuvo buscando durante días, muchos días, y, cuando empezaba a pensar que nunca lo encontraría, ese día precisamente fue cuando Snape se le presentó delante.

Nada más verse mutuamente, se adentraron en un gran duelo. Se veía a venir que Snape ganaría, puesto que en cuanto técnica y teoría se refería su nivel estaba muy por encima, pero las ganas que le ponía Harry al luchar hacían que sus fuerzas se igualaran. Toda la rabia que sentía dentro de él explotó. Le fue imposible contenerse.

Finalmente, cuando ya casi ni le quedaban fuerzas para seguir, Harry terminó por cansarse, y, agotado, se dejó caer de rodillas sobre la hierba.

Snape se le acercó y le susurró unas palabras que Harry pudo entender perfectamente:

- Harry, me creas o no, yo nunca te he querido hacer daño, nunca fue mi intención matar a Dumbledore (n/a: Aunque estoy segura de que lo hubiera querido muchas veces =P), y soy inocente, siempre he estado de vuestra parte, de tu parte, pero Albus me obligó a fingir delante de todos vosotros. Es cierto que una vez fui mortífago, eso nunca te lo negaré, pero también es cierto que tenía un buen motivo para pasarme a vuestro lado, lo juro, motivo que puede que te cuente cuando vea que estés preparado para asumir y cuando psicológicamente no te encuentre en el estado lamentable en el que ahora mismo estás. Y bueno… yo… Perdóname…

Harry alzó la cabeza lentamente, mas él ya había desaparecido del lugar. Se quedó muy confuso en el suelo, hasta que al cabo de un rato se levantó un poco vacilando del suelo. Si antes estaba confuso, ni hablar de ahora. Y encima, para acabarlo de adobar, ese Snoopy había desaparecido delante de sus narices sin ni siquiera haberle dado la oportunidad de hablar.

Después de esa derrota, se dirigió a su casa para contarles a Hermione y a Ron que lo había vuelto a ver. Esa noche, mientras se estaba cambiando de ropa, un sobre le cayó de su túnica. Se agachó para cogerlo, y desde el mismo instante en que miró la letra, supo que era de Snape. La habría reconocido en cualquier lugar, y eso era gracias al libro de pociones que tuvo que usar el año pasado.

Así pues, antes de irse a dormir, se dispuso a abrir ese sobre. Contenía una carta y una botella con un líquido plateado en ella, que por alguna extraña razón, a Harry le sonaba extremadamente familiar, pero que al mismo tiempo no podía recordar qué era. Primero leyó la carta.

Sé perfectamente que esto te va a resultar muy anormal, y más proviniendo de mi, pero me gustaría que hicieses un esfuerzo por leer esto, como yo he hecho escribiéndolo, y que además le prestaras un poco de atención, puesto que es muy importante. Sobretodo, Harry, primero asegúrate de que estás sólo leyéndolo, no me gustaría que esa sabelotodo y su novio el pelirrojo se enteraran de esto. Por favor, estoy seguro de que a tu madre le hubiese gustado que lo leyeras.

Esto a Harry le pareció muy extraño. ¿Su madre? ¿Qué tenía que ver su madre con esto? Sumido por la curiosidad, siguió leyendo la carta.

Bien, ni yo sé por dónde empezar. Pero ya que tengo que empezar, mejor será que lo haga por el principio, ¿no? Bueno, pues allá voy.

Todo empezó cuando yo tenía 9 años. Entonces vivía en un pueblo muggle con mis padres. Hubo un momento en el que ellos empezaron a pelearse, hasta tal día que me cansé de la situación que se estaba viviendo en casa, y por las tardes siempre me iba por ahí. Un día, cuando me dirigía a un parque que había por aquellos entonces, vi a dos niñas con sus padres salir de su casa, parecía que se iban de vacaciones. Una de ellas era morena, con los ojos negros y con un peculiar cuello largo. La otra era pelirroja, con unos grandes y brillantes ojos verdes. Oí que su padre la llamaba desde el coche para que entrara, se llamaba Lily. Desde el primer momento en que la vi, supe que me había enamorado de ella. Fue un sentimiento inmediato. Sé qué es lo que estás pensando, y no te equivocas, la niña de la que me enamoré era Lilian Evans, tu madre. Con el paso del tiempo, me atreví a hablarle, y muy pronto nos hicimos muy buen amigos. Lily no era como las demás chicas, yo la veía como un ángel caído del cielo, realmente era preciosa.

Teníamos tanta amistad, que hasta tal punto que yo le conté mi pequeño secreto: que era mago. Y me sorprendió mucho su actitud. Me empezó a preguntar qué era exactamente lo que podía hacer un mago. Yo le hablé de algunos hechizos, y ella sonrió. Entonces ella me contó que a veces, en situaciones de enfado, o por la noche, cuando se asustaba, realizaba cosas extrañas, aunque nunca supo con exactitud qué era lo que había pasado. Y así fue como descubrí que tu madre era una bruja.

Recuerdo el día de su onceavo cumpleaños. Nunca la había visto tan feliz. Me vino a ver todo contenta y me dijo que había recibido una carta de Hogwarts diciendo que la admitían en el colegio. Yo me alegré mucho por ella. Yo también había recibido la mía, y eso significaba que los dos iríamos allí, juntos.

En nuestro primer día de curso, los dos estábamos muy nerviosos. Yo, que sabía más del tema, la tranquilicé, diciéndole que no pasaba nada, que yo estaba con ella y no iba a dejar que nada ni nadie le hiciese daño, que no había por qué preocuparse. Pero aquel día cometí un error demasiado grande; le dije que me parecía que ella acabaría en Slytherin, y me equivoqué, acabó en Gryffindor, con esos Potter y Black que tanto nos habían molestado en el tren. Nunca olvidaré cuánta tristeza llenaba su expresión cuando fue elegida para esa casa. Ella quería estar conmigo.

Durante nuestros años en Hogwarts, más o menos ya sabes qué pasó. Tu padre y Black (aunque a veces también participaban Lupin y Pettigrew), se metían conmigo constantemente y Lily siempre estaba allí para defenderme. ¡Sentía tanta rabia por tu padre! ¡Y encima él intentaba conquistar a Lily! A mi eso me sacaba de quicio. Yo era el que la quería, yo, el que había estado más tiempo junto a ella, protegiéndola de cualquier daño… ¡y ahora venía ese inútil que decía que le gustaba! ¿Lo entiendes, no, por qué le tenía tanta manía a tu padre, ahora? Pero la diferencia entre él y yo es que mi amor era un amor sincero, no como el de Potter, que para llamar su atención tenía que montar espectáculos delante de ella, ¡y encima usándome a mi como conejillo de indias! Jamás se lo he perdonado, y dudo mucho que lo haga algún día.

Total, que al final de todo, yo empecé a darle pena a Lily, y ella cada vez se sentía más y más atraída por tu padre, aunque no lo quisiera admitir.

Acabamos séptimo, y al cabo de poco tiempo, tus padres se casaban. Fue para mí el peor día de mi vida. Se había acabado, Potter había ganado, y lo peor de todo es que aunque ella se hubiese casado, la seguía queriendo. Eso me dolió mucho. Empecé a llorar amargamente, y no puede parar hasta que mis ojos se secaron. De verdad que aún sigo sin entender cómo pudo la situación llegar a tal extremo. Pero ahí estaba yo, llevando la situación valientemente, como podía.

Quedé atrapado en una sombra, y sólo encontré una solución para salir de ella, y esa era uniéndome a los mortífagos. Y lo haría por ella.

Un día, mientras andaba por Hosmeade, fui a entrar a las tres escobas, cuando oí media profecía de la profesora Trelawney. Como muy bien sabes, me echaron, pero eso no impidió que contara todo lo que había oído al señor oscuro.

No sabría decir qué es lo que me sentó peor, si que James me la había quitado, o que el señor oscuro creía que el bebé de la profecía que tenía que nacer en julio restaba en el vientre de Lily. Lo cierto es que fue un golpe muy duro, demasiado.

Harry se acomodó mejor en la cama. Una lágrima le resbaló por la cara. No podía creerlo. Snape, él… Armándose de valor, suspiró y prosiguió su lectura.

No sé si esto lo sabrás, a lo mejor te lo explicó Dumbledore, pero el señor oscuro le dio la oportunidad de vivir a tu madre porque yo se lo imploré. Me costó mucho convencerle, no entendía muy bien mis motivos. Pero acabó saliendo todo al revés. El señor oscuro le pidió a tu madre que se apartara, que ella no tenía que morir. Pero tu madre no le hizo caso, prefirió morir junto a su difunto marido, y al no apartarse, él la mató.

Harry notó que cuando la carta había sido escrita, Snape había llorado, porque había trozos que parecían haberse mojado. Y él también lo estaba. No podía parar. Haber leído esto le había provocado un sentimiento dentro de su corazón que pocas veces le había provocado. Se puso a pensar en sus padres, en que él habría tenido una infancia mucho más feliz que la que tuvo que soportar con sus horribles tíos. Los echaba mucho de menos.

Inmediatamente, cuando me enteré de lo ocurrido, fui en busca de Dumbledore. Me presenté en su oficina el día después de tu nacimiento, y le supliqué que me perdonara. Le dije toda la verdad, que yo amaba a Lily, que ahora había muerto, que ya no me quedaba nada. Le pregunté si conocía algún hechizo para hacer que volviera a la vida, cualquier cosa, pero pese a mi insistencia, me contestó que nada se podía hacer ya. Entonces él me preguntó si había estado enamorado de ella desde siempre, y mi única respuesta fue "siempre". Para demostrarlo, conjuré mi patronus delante de él. Desde que soy capaz de realizarlo nunca ha cambiado su forma. Para tu información, es una cierva. Así pudo comprobar que decía la verdad. Me perdonó, es más, me recibió con los brazos abiertos. Como el señor oscuro desapareció, y no tenía a donde ir, Dumbledore me ofreció una plaza como profesor de pociones, y, ya de paso, me preguntó si me interesaría encargarme de ti cuando vinieses a la escuela. Al principio me alegré bastante, puesto que me dijo que habías heredado sus hermosos ojos, pero la sensación de bienestar no duró casi nada; el odio y desprecio que sentía hacia tu padre pudo conmigo, y me negué rotundamente. No sé cómo llegó a convencerme, la cuestión es que cuando salí de su oficina ya me había comprometido a espiar para la Orden del Fénix, vigilarte cuando vinieses. No directamente, claro, ya que levantaría sospechas, y como has podido comprobar, durante todos estos años jamás me he dirigido a ti como si fuese tu tutor, ni mucho menos. Nada más faltaría. Aún si hubieses heredado algo más que sus ojos, pero sino…

Durante estos años he estado espiando para Dumbledore. Si te soy sincero, creía que no iba a durar mucho, puesto que el señor oscuro sabe mucho acerca de la legeremancia, pero vistos los resultados, se podría decir que he salido bastante victorioso, ¿no Potter?

Sobre lo del último curso, sólo decirte que Dumbledore ya sabía acerca de la misión que tenía Draco durante el verano. Todo el curso he estado guiándolo y intentando ayudarlo, tal como me lo había pedido Albus, porque representa que Draco no sabía que nosotros sabíamos su "secreto".

La muerte de Albus estaba planeada desde el mismo instante en que se puso el anillo de los Gaunt en el dedo índice. Si no hubiese sido por mí, el profesor hubiese muerto al cabo de pocas horas. Gracias a mí, pude hacer que viviese por unos meses más, pero le advertí que como máximo tenía de vida 1 año. Él solamente me sonrió, y me dijo que cuando llegase el momento lo tendría que matar.

Su muerte fue planeada entre nosotros dos, y lo que viste en la torre, cuando él me suplicó, no era porque quería salvarse, sino porque me estaba dando la señal, esa señal que necesitaba yo para poder matarle. Y así sucedió.

Bien, una vez explicado todo esto, vayamos al grano.

Durante el último curso, y tras mi insistencia hacia Dumbledore, el viejo me mostró y confió la verdad acerca de Voldemort. Me contó lo de los horcruxes, cuáles y cuántos eran, los que ya habíais destruido… Seguramente, mientras estés leyendo esta carta, yo me encontraré en algún lugar intentando averiguar acerca de ellos, averiguar dónde se encuentran, y lo más importante de todo: destruirlos.

Mi propuesta es sencilla Potter. Si quieres que nos unamos y juntos hagamos que Voldemort vuelva a ser mortal, reúnete conmigo el sábado 7 de agosto a las 10 de la mañana en el parque que hay junto a tu antiguo barrio.

Tienes que admitir que no puedes afrontarlo sólo, necesitas aliados, y supongo que me toca a mí hacer esa faena.

Si cuando lleguen las 10 y media no estás, me marcharé, pero entonces habrás perdido una maravillosa oportunidad. Tú eliges.

PD: La sustancia plateada son recuerdos de lo que te he explicado en la carta. Para verlos necesitas un pensadero. Si empezamos a trabajar juntos, te dejaré el mío para que los puedas ver, ¿de acuerdo?

SS.

Parecía que los ojos se le fueran a salir de las órbitas. Se había quedado sin palabras, completamente en blanco. Su corazón latía fuertemente, Su cabeza iba a mil mientras intentaba poner sus ideas en orden. No podía pensar con claridad. No podía creer lo que había leído, aunque parecía ser todo cierto, o por lo menos ahora las cosas cuadraban.

Por su cabeza pasaban rápidamente diferentes escenas sobre Snape: Snape intentando impedir que Harry cayera de la escoba, Snape diciéndole en segundo a Dumbledore que el trío habían aparecido en el momento y lugar equivocado, Snape defendiéndolos de Remus cuando se había transformado en hobre-lobo, Snape diciéndole a Umbridge que no le quedaba más veritaserum para Harry, Hagrid contándole la escena del bosque entre Dumbledore y Snape, Dumbledore diciendo que confiaba en él…

Entre éstas y más escenas, Harry se mareó y se tumbó en la cama. Unos instantes después se adentraba en un sueño profundo.

Abrió los ojos de golpe. Desayunó, se duchó y se vistió. Tenía mucha prisa. Esa mañana se había dormido, y debía acudir a una cita. Bajó las escaleras, cogió su rayo de fuego y se dirigió a toda prisa hacia el parque.

- Las 09:59, voy a llegar a tiempo, falta muy poco trozo- dijo en voz alta-. Mira, me parece que ya le veo. Como no, va vestido de negro. Hay cosas que nunca cambiarán- agregó divertido.

Inclinó suavemente su escoba hasta aterrizar.

- Vaya Potter, veo que te has decidido. ¿De verdad estás tan desesperado como para acudir a mí?

- Primera, no estoy por tonterías. Segunda, ¿no me podrías llamar Harry? Detesto cuando la gente me llama Potter. Y tercera, por si no lo sabías, Ron y Hermione también acerca de los horcruxes, así que no te hagas el importante Severus, ¿entendido?

- ¿Severus? Bueno, lo que sea. Como veo que precisamente no estás para bromas, vayamos al grano. He localizado el lugar exacto donde se encuentra la copa de Hufflepuff. Está en el antiguo orfanato de Voldemort, en el despacho de la directora.

- ¿Disculpa? ¿Tan fácil te ha sido?

- Que tú siempre empieces buscando por los lugares más raros y yo por los fáciles es tu problema. Pues sí Potter, así de sencillo…

- Grrrrrrrr, ¡que me llames Harry, Severus!- chilló Harry

Snape, por lo contrario, hizo caso omiso de él y siguió con lo suyo.

- …y eso que es el primer sitio donde busco.- añadió de forma burleta.

- Entendido, tú ganas. Reconozco que eres mucho más listo y en cuestión de magia considero que eres un buen mago.

- ¡Ja! ¿Acaso lo dudabas?- risa maléfica- Esto es el colmo.

- Vaaleee, dejémoslo ya. Y bien, ¿cuándo iremos?

- Ahora mismo si quieres.

- Pero, he dejado a Ron y a Herms durmiendo, y ni siquiera les he avisado de que salía. Si luego no me encuentran…

- No nos vamos a entretener mucho, ya lo verás, será pan comido.- guiñó el ojo a Harry.

- De acuerdo- dijo el ojiverde- Entonces… esto… ¿compañeros hasta el final?

- Compañeros hasta el final… Harry.

- Has cambiado Severus.

Estamos en guerra, todo el mundo cambia aunque no nos demos cuenta.

Ambos sonrieron y entrelazaron las manos dándose a entender que estaban juntos en este camino, para lo bueno y también para lo malo.

*FIN FLAIX BACK*

Estaban a mediados de marzo. Harry no había asistido este año a Hogwarts, ni tampoco sus dos mejores amigos, Hermione y Ron. Junto Snape, y también con apoyo de personas como Remus, o Kingsley, el nuevo ministro de magia, habían podido destruir todos los horcruxes. Les había costado lo suyo, pero finalmente lo habían logrado satisfactoriamente. Ya sólo faltaba destruir la séptima alma. El alma que aún persistía en el interior de Voldemort. El más difícil de los retos, más incluso que haber destruido sus horcruxes: el combate que marcaría el destino del mundo.

Así que ahora siempre estaban alerta a cualquier indicio o pista de su situación.

Y por fin habían tenido noticias de él, gracias a su amigo Ron, que le había enviado el patronus para avisarle.

Volvió a sonreír, esta vez ampliamente. Subió de dos en dos las escaleras que conducían al antiguo cuarto de Regulus, ahora ocupado por Severus, puesto que estaba decorado todo de verde, y a él se le hacía más cómodo dormir allí.

- Venga Sev, despierta, tengo algo muy importante que contarte. Empieza la acción. Vamos, ¡levanta!

- Harry, por Dios, si son las 12 del mediodía, déjame dormir un poco más.

- También me gustaría a mí, que me he pasado la noche sin dormir, pero traigo buenas noticias. Ron me ha avisado de que creen saber dónde está Voldemort.

- ¿¡Cómo!? ¡¿¡¡Y se puede saber por qué no me lo habías dicho antes!!?!- le gritó Snape levantándose se golpe.

- Es lo que iba a hacer, pero como estabas medio dormido… - le contestó el otro.

- ¿Dónde se encuentra?

- Ron me ha dicho que en un lago de Escocia- respondió Harry

- Bien, y supongo que tu amigo Ronald te habrá dicho exactamente en qué lago de los que hay en Escocia está, ¿no? Porque que yo sepa, Escocia está lleno de ellos.- se sentó en una silla y empezó a escribir en un diario.

- Pues… a decir verdad… no- murmuró Harry

- Da igual, no te preocupes, ya me encargo yo de averiguarlo.- dijo Snape.

- Es que hay algo que no entiendo, si me lo podrías aclarar en serio que me harías un enorme favor…- Snape miró a Harry con una ceja enarcada.

- Dime Harry…- respondió Severus.

- Verás, te digo que parece ser que por fin- dijo enfatizando las dos últimas palabras-, después de tanto tiempo esperando, tenemos una pista muy importante sobre Voldemort, ¿no es así? Pues a decir verdad, no entiendo como te digo algo que es sumamente importante, y tu reacción es sentarte en una silla y escribir cuando hace un instante estabas medio loco en cuanto te lo he dicho…

- Harry, me parece que mi reacción es algo normal. Sabes que me gusta mucho escribir.- aclaró sonriéndole.

- Sí, lo sé, pero me parece que ahora no es el momento más indicado para escribir. No sé Sev, sólo opino. Porque te digo una cosa, yo me voy ya, y si no quieres venir, respetaré tu decisión, pero yo tengo que ir, y lo sabes Severus. Venga va… Déjalo y vámonos por favor…- añadió con mucho nerviosismo el niño elegido.

- Ya voy, chico, sólo espera un momento…- acabó de apuntar una oración más, cerró el diario, cogió su capa y se quedó mirando fijamente los relucientes ojos esmeraldas de Harry.- Sabes perfectamente que me gusta apuntar en mi diario los diferentes acontecimientos que nos pasan. Además, no puedes rogarme que no escriba, llevo escribiendo este diario desde mi primer curso en Hogwarts. Deberías entenderme, es algo muy personal para mí, y realmente este diario- dijo señalándolo- es todo un tesoro para mí.

Su compañero suspiró.

- Está bien, pero ahora vámonos.

Harry salió a toda pastilla de la habitación, seguido de muy cerca por Snape, giraron un pasadizo y a la esquina chocó con una muchacha de melena castaña y ojos marrones.

- ¡Harry!

- ¡Hermione!

- Vaya, yo… lo siento Harry, no me di cuenta de que estabas, iba tan concentrada en el libro…

- No te preocupes, Herms- le dedicó una gran sonrisa.

- Harry, Snape, ¿dónde ibais tan deprisa?- preguntó- ¿Ha pasado algo?- añadió temiéndose lo peor.

- Bueno, sabemos dónde está Voldemort, y ahora íbamos a por él- le explicó el ojiverde- Más te vale que te quedes, no quería que sufrieras daño- añadió, viendo la cara que ponía su amiga.

- De eso nada. Yo voy con vosotros, y nada de lo que digáis os va a servir de mucho, ¿entendido?- dijo con determinación.

- Hermione, no es el momento para discutir. Me sabe mal, de verdad, pero no puedo exponer la vida de mi mejor amiga en peligro. Se trata de Voldemort, Herms. Esto no es un juego.

- Claro, y tú puedes ir, ¿no? Snape aún, porque él es mayor- dijo dirigiéndole una mirada divertida a su antiguo profesor- pero que yo sepa, tú y yo somos de la misma edad, así que si tú vas yo también, ¿te ha quedado claro? No me he pasado los últimos meses encerrada en esta casa estudiando hechizos que podrían sernos útiles por nada, ¿sabes?

- Como quieras, sólo te pido que si en algún momento te sientes desorientada, o estás herida, o yo qué sé, lo que sea, quiero que regreses de inmediato aquí. ¿Lo harás? Piensa que es por tu propio bien.

- Harry, me alegra saber que te preocupas por mi seguridad, pero creo que te estás preocupando demasiado. En mi opinión, y en la de Ron también, creo que lo que te pasa es que quieres acabar con él, y lo quieres hacer sólo. Pero incluso los héroes alguna vez necesitan ayuda. No es malo pedirla, Harry. Y te recuerdo que cuentas con mucha gente para hacerlo.

- Lo sé, lo sé, y no es que esté negando toda vuestra ayuda, pero sinceramente no sabría qué hacer si a alguno de vosotros os pasara algo,… no podría soportarlo. Os tengo mucho cariño Hermione, os quiero demasiado, ya lo sabéis. Simplemente no podría soportar la idea.

Ella sonrió, y la acarició una mejilla.

- Si permanecemos juntos, los tres, nada ni nadie nos va a derrotar, ¿me oyes? Podemos hacerlo Harry, sé que podemos, estoy convencida de ello.

Harry, que se había apoyado un momento en la pared, se puso de pie.

- De acuerdo pues, ¡a por ellos!

- Esperad un momento chicos- dijo Snape- Harry, ¿sabes qué significa esto?

- Por supuesto que sí Sev, significa que por fin voy a vengarme de todo lo que me ha hecho sufrir esa serpiente.- le respondió éste.

- Sí, en parte, pero también significa que puede que no pases de esta noche. ¿Seguro que quieres ir? ¿No te lo quieres pensar mejor?

- Severus, después de todo lo que hemos pasado, ¿piensas que en el último momento voy a rendirme? No, hemos llegado demasiado lejos ya, y voy a continuar. Además, está escrito, lo dice la profecía. Lo que tenga que pasar, pasará. Sé lo que significa, y soy consciente de ello, pero quiero acabar con este mal, y si para hacerlo tengo que morir, que así sea.

A Hermione se le empañaron los ojos, y Snape simplemente le dijo:

- Hace un año nunca se me hubiera ocurrido pensar que eras de esta forma, Potter. Lo que acabas de decir refleja el cómo eres, y demuestra que has madurado y que ya no eres ese niñato que me sacaba de las casillas al pensar que te conocía. Sólo puedo decir que estoy sumamente orgulloso de ti. Has enfrentado con responsabilidad esta situación desde el primer instante. Has conseguido que el señor oscuro vuelva a ser mortal. Te has afrontado un sin número de peligros. Y, todo y saber que puede que te dirijas a la muerte, lo asumes, sabes que esto podría pasar, y sigues queriendo ir. Has demostrado durante todo este tiempo tu infinita valentía. Ahora sé que estaba equivocado, y lo que veía en ti era sólo el reflejo de tu padre, y te pareces mucho a tu madre…

- Gracias Severus- le agradeció el chico.

- Esto… Mejor será que nos demos prisa- Hermione se puso su capa de viaje- Ya he avisado yo a los del ED.

- Sí será mejor…- dijo Harry, ausente en sus propios pensamientos.

- Bien, salgamos de la casa, apareceremos todos juntos, yo os llevo.

Los tres salieron, se cogieron de las manos y desaparecieron de allí, embarcándose en un peligroso viaje del que a lo mejor no habría regreso alguno. Pese a eso, los tres tenían la mente bien clara, y un objetivo en común: atrapar a tantos mortífagos como les fuese posible, y, a ser posible, derrotar al malvado Lord Voldemort que tanto daño había causado.