Otra vez se veía atrapada por esa brisa tan llevadera, todos los aromas se mezclaban en la misma, y le provocaba una irremediable sonrisa al sentir el perfume de las flores bañadas ya por el rocío. No sabía cuanto tiempo hacía que estaba ahí, desde hace mucho ya, que esa era su costumbre favorita, pasar horas interminables en aquél lugar, no se sorprendió al ver como el sol comenzaba a asomarse, matizando de naranja cada lugar que su luz alcanzara. Entrecerró los ojos y miró al frente, las estrellas se habían escondido nuevamente hacía largo rato, el calor de los rayos solares comenzó a acariciar su cuerpo, se sentía bien con aquella sensación de calor que estos le provocaban, como si de caricias se tratasen, recorrían todo su cuerpo. Le recordaban a ella, LA recordaba a ella, siempre lo hacía. Ese lugar estaba impregnado de su esencia y ella lo sabía. Por eso amaba pasar cada momento que tenía en aquel espacio abierto, y lleno de naturaleza – Sonrió de lado- era irónico pensar que ese lugar fuera el favorito de aquella persona, siendo que siempre demostraba que no se llevaba bien con los espacios verdes y que tampoco eran de su agrado, que siempre que podía evitaba contacto con la naturaleza, debido que siempre se encargaba de remarcar que había nacido para vivir entre el bullicio, luces brillantes y voces intermitentes que le regalaban las grandes ciudades. En fin, solo ella sabía la verdad, que aquella chica solo fingía para los demás, que era su manera de demostrar que podía con todo lo que la rodeara, sus defensas para un mundo lleno de complicaciones, malestares y baches incontables. Recordó la noche en que ambas se relajaron y pudieron al fin hablar de cómo se sentían, de porque siempre chocaban con el solo hecho de hablarse, de mirarse.

Ella estaba sentada en el techo de la casa en donde transcurría su última fiesta de instituto, habían llegado al final del año y terminado el mismo con las mejores calificaciones, pudiendo así calificar para varias universidades, aunque eso era lo que menos le interesaba en ese momento, este año había cambiado del todo, ya no sentía necesidad de poder, mucho menos de lastimar a nadie, solo quería sentirse bien, terminar de conocerse y llegar a ser lo más feliz que pudiera, pero el año pasó rápido y aún habiendo hecho el intento había un vacío, una molestia generada por el malestar que le provocaba no saber como llenar ese hueco que no le permitía alcanzar su completo bienestar. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no notó como una persona de cuerpo pequeño se sentó a su lado

- Prometo no hablar, solo quiero escapar al bullicio de allí abajo – habló la morena de manera simple, concisa y rápida – queriendo dejarle en claro que no iba a molestarla.

Y así fue, solo se limitó a mirar el cielo desde ese lugar, las estrellas brillaban de manera especial, como si al asomarse la joven morena a ese lugar estas le diesen la bienvenida. Para la ojiverde esto no pasó desapercibido y giró su rostro para encontrarse con el perfil de la morena, ese último año sus facciones habían cambiado ligeramente, su rostro aniñado se había transformado en el de una joven mujer. La morena al notar le intensa mirada, solo sonrío y atinó a levantarse.

- No fue mi intención molestarte, me marcho no te preocupes por mi presencia – antes de que pudiera siquiera dar siquiera un paso la mano de la ojiverde la detuvo, esta había alcanzado a tomar el borde de su pollera.

- Quédate, no me molesta tu compañía, mucho menos me incomoda – solo quería que se quedara, algo en su mente hizo clic cuando notó a la morena cerca de ella, y ese malestar que la agobiaba había amainado desde su aparición.

- Como ordene señorita – sonrió de medio lado y volvió a tomar asiento junto a ella. Un cómodo silencio se autoproclamo dueño de la situación.
La morena no pudo evitar que una sonrisa se instalara en su rostro, ella había notado la desaparición de la rubia desde que la misma se había escabullido de la fiesta, quiso ir tras ella, quería acercársele y aún sin saber que decirle se decidió a seguirla, cuando llegó al techo, la vio completamente embelesada por las estrellas. Y eso le encantó, la rubia parecía inmersa en ese cielo.

- Lo logré – rompió el silencio la pequeña – voy a estudiar en Nueva York, la academia de artes dramáticas que la señorita Pillsbury me recomendó. Hace un par de horas recibí la notificación – no sabia el porque de lo que dijo, pero solo quería dejarlo salir por alguna razón esa noticia no la había alegrado tanto como esperaba.

- Te felicito, sabía yo que para ti no había imposibles – y era cierto siempre lo supo, sabia bien que aquella chica podría lograr lo que quisiese, y fue eso lo que la llevo a tratarla mal tanto tiempo porque sabia que la morena llegaría lejos mientras ella se quedaba atorada en un estúpido pueblo, ese ultimo año lo había asumido al fin, y a pesar de haberlo aceptado no le molestó para nada saber que Rachel si lo logró, es más un sentimiento de felicidad floreció en ella.

- Gracias, de verdad, pero ¿sabes? Yo creo que los imposibles no existen para nadie, y mucho menos para ti – dijo esto ultimo clavando su mirada en los ojos de la rubia.

- Agradezco tus palabras pero no sabes de lo que hablas, pertenezco aquí, y nunca voy a salir de aquí – dijo sin apartar la mirada de la morena – me a tomado su tiempo y lo asumí como corresponde – deja escapar un suspiro.

- No te das una idea de lo equivocada que estás Quinn Fabray – sonríe de lleno – y puedo demostrártelo. Vamos – extendió su mano y la rubia la tomó sin decir nada.

Lo que le dijo la morena y la determinación que tenia no le permitieron siquiera negarse. Salieron de la fiesta por la puerta trasera, y caminaron un corto trayecto hasta el auto de la morena, recorrieron un trayecto corto, que las llevaba fuera del pueblo. No habrán sido más de 20 minutos, ninguna se dirigió la palabra, el silencio que allí reinaba era cómodo, fiel acompañante de ambas. Rachel detuvo el auto junto a una arboleda, bajaron del auto, y Quinn no pudo evitar su sorpresa al ver la magnitud de tales árboles.

- Son Secuoyas – explico con una sonrisa divertida en los labios, que surcó su rostro luego de ver como la rubia los admiraba con la boca abierta.

- Son… Inmensos e imponentes – no podía salir de su asombro – no sabía que pudiese haber árboles tan grandes – confesó sonrojándose.

- Y estos son pequeños comparados con las Secuoyas Rojas, el más grande del mundo es de esa especie y se llama Hyperion, uno de mis sueños más secretos es viajar a California, al Parque Nacional Redwood y conocer en persona la magnitud de aquel gigante – se sorprendió a si misma cuando terminó de hablar, le acababa de confesar a Quinn Fabray uno de sus sueños más profundos, sin siquiera darse cuenta de lo estaba haciendo.
La rubia lo notó y para no incomodar aún más a la joven de pequeña estatura, después de tal confesión, exclamó - Wow si que sabes sobre estos… Ehm ¿secuoyas? – pregunto con cuidado ya que no sabía bien como pronunciarlo, ni quería parecer ignorante ante la morena que asintió con una sonrisa al ver como a ojiverde dudaba al tratar de pronunciarlo – ya sabía yo que soñabas a lo grande Rachel, y esto me lo demuestra, Nueva York y ahora esto, no dejas de sorprenderme – dijo esto último terminado con un claro sonrojo en su rostro.

Rachel lo notó y su corazón dio un vuelco, realmente no caía en aquella situación, sólo había seguido a la rubia para poder estar junto a ella un momento, y de un momento a otro se encontraban allí en su lugar secreto, contándole uno de sus secretos más importantes.

- Ven, todavía no llegamos donde quería llevarte – y tomando la mano de Quinn nuevamente como cuando estaban en el techo la dirigió entre los árboles a un claro que se encontraba a unos metros de allí. Al llegar, Quinn miró alrededor y notó como la luz de la luna bañaba aquél pequeño lugar abarrotado de plantas y flores de diferentes tonos y aromas. El lugar era precioso y transmitía una paz increíble. Como si tan solo inspirar el aire dulce de que había allí te transportara al lugar mas recóndito de tu mente, donde nadie llega y solo uno mismo tiene permitido entrar.

- ¿Qué te parece? – la voz de la morena la descoloco por un momento, sacándola de su ensoñación.

- Dos palabras. Increíble y… ¿Mágico? – termino diciendo sin saber muy bien porque había elegido esas palabras.

- Concuerdo totalmente – sonrió de manera dulce – ven – volvió a tomar su mano y caminaron hacia un tronco enorme, el cual Quinn supuso debía pertenecer a uno de esos enormes árboles que las rodeaban – mira como lo hago y sígueme – explico la morena, que apoyando sus pies en algunas raíces y afirmando bien sus manos en la corteza del tronco subió sin problemas.

- Lo tengo – exclamó la rubia – además y sin ánimos de ofender, lo juro, si tu puedes con esa estatura yo no debería tener problemas – finalizo regalándole una sonrisa a la morena y subiendo de manera elegante junto a ella.

- No hay ofensa alguna – devolviéndole la sonrisa, se acostó sobre la superficie del tronco.

- Este lugar es precioso, no sabía que hubiera un lugar así cerca de Ohio – comentó tomando lugar junto a la morena, desde el momento que ella apareció en el techo, no pudo evitar notar como la incomodidad que sentía, y mucho menos notar como su corazón se aceleraba cuando Rachel le sonreía o la tomaba de la mano..

No entendía nada de lo que pasaba, porque le pidió a la morena que le hiciera compañía, ni porque ella le contaba que estaba por cumplir su sueño, y que había otro igual de importante para ella como el primero, que esta le dijera que no había imposibles para ella, pero menos que nada porque la siguió siquiera sin preguntar nada. Pensó tal vez que seria la última vez que la veía y que por eso, y para compensar el daño que le había hecho lo mejor seria dejarse llevar por única vez por la morena, además que la misma le provocaba una sensación placentera y agradable.

- Aquí fue donde me determine que mi sueño seria triunfar mas allá de todo – la joven de pequeña estatura la saco de sus pensamientos – lo descubrí un día de pequeña cuando en unos de los campamentos de fin de semana que hacíamos con mis padres salí a recorrer y sin prestarle atención a las advertencias de ellos sobre no alejarme, llegue aquí – sonrío divertida al recordar aquellas mini vacaciones que hacían – no sabía donde estaba, pero había quedado maravillada apenas echarle un vistazo al lugar, luego de unos minutos me deje llevar por la brisa, me tire al pasto y me quede dormida, ignorando por completo que mis papis estuvieran buscándome, al despertar el aroma de las flores me cautivó e inundo mis sentidos increíblemente, tanto que pareciera que seguía soñando. Sentí una gran necesidad de cantar, y así lo hice, cerré mis ojos y me imaginé frente a una gran audiencia, cantaba con el corazón, como nunca antes lo había hecho, transmitiendo todos mis sentimientos a mi voz, sólo quería que esas personas que estaban ahí en ese momento sintieran lo mismo que yo, esa paz y esa felicidad efímeras que me transmitió este lugar. Al terminar de cantar, abrí los ojos y noté que estaba llorando, sólo pensaba que quería estar en aquel escenario, que aquella ilusión que vino a mi se hiciera realidad con tanta fuerza, que noté como en mi corazón tanto como en mi mente esa determinación que siempre me faltaba tomaba una fuerza única y se adueñaba de mi – confesó mirando a la rubia, que la miraba expectante, escuchando con atención cada una de las palabras de la pequeña morena.

- Eres realmente increíble Rachel, siempre lo supe y por eso mismo creía que te odiaba, siempre te ví tan decidida, tan inquebrantable, me provocaba impotencia verte con tanta determinación, ver como a pesar de todas las mierdas que te hacía vivir, de las palabras llenas de rabia y odio que te decía seguías firme, no flaqueabas, eso me ponía peor, a tal punto de sentir un vacío en mi pecho que solo aumentaba al tratarte mal, no sabía ya que hacer y por eso después de las nacionales, después de cortarme el cabello y pasar las vacaciones de verano con mi madre, y afianzar nuestro vínculo noté que ya no quería sentir ese vacío, solo quería estar tranquila, y disfrutar del ultimo año que me quedaba de instituto, ser feliz, hacer lo que me más me gustaba, retomé mis clases de piano, y tomé un curso de fotografía, y aunque los disfruté a pleno, todavía sentía ese malestar, que extrañamente se fue desde el momento que noté tu presencia junto a mí sobre aquel tejado – confeso al fin, se sintió raro pero no mal, nunca había sido tan sincera en su vida, pero el que la diva le contara sus secretos la incentivo a hacerlo y con gusto, sentía una tranquilidad y confianza nunca antes vista.

- ¿Y después de esto sigues creyendo que tienes imposibles? ¿Qué perteneces a este pequeño pueblo? Lamento discernir contigo Quinn pero después de esto, no haces más que confirmar lo que te había dicho, no perteneces aquí, estás echa para brillar, eres sin duda alguna una mujer con un futuro brillante – exclamó con una sonrisa marca Rachel Berry.

- No soy como tú Rachel, yo no tengo tu determinación, sé bien cual es mi lugar, desde hace tiempo, y no hay manera que eso cambie, y ya no me importa lo asumo y no me molesta – respondió mirando al cielo con una sonrisa triste.

- No quiero ser densa, y sé bien que lo soy pero dame una oportunidad para demostrarlo, por algo te traje hasta aquí – pidió de manera dulce, apoyando su mano sobre el hombro de la rubia, haciendo que esta la mire directamente a los ojos.

- Por más hermoso que este lugar sea no cambia mi forma de ver mi futuro – dijo con un dejo de tristeza la ojiverde – no pierdas tu tiempo Rachel, lo agradezco pero las cosas son como son, no hay forma de cambiarlas – le dijo sin apartar su vista de los ojos marrones de la pequeña.

- El solo estar aquí conmigo hace que todo esto no sea una perdida de tiempo – dijo rápidamente, la rubia se sorprendió ante esas palabras pero no le molestaron, más bien le agradaron bastante – así que por favor solo escucha lo que te digo y hazlo y luego me dices si sigues pensando igual ¿ok?

- Ok – soltando un largo suspiro.

- Cierra los ojos y recuéstate, si quieres puedes hacerlo sobre mi hombro – la rubia hizo lo que la morena ordenaba.

- Si que te gusta dar órdenes – dijo la rubia – listo, ¿y ahora?

- Siente la brisa, dejate llevar por ella, siente como te acaricia el rostro, dejate llenar por el aroma de las flores, del espacio que nos rodea – Rachel le susurraba mientras admiraba el rostro tranquilo y tan perfecto de la ojiverde.

Así lo hizo, no dijo nada solo se quedo así por varios minutos, pensando, soñando, notando como todo a su alrededor le regalaba una paz y claridad que nunca antes había tenido. Recordaba cuando era pequeña, sus primeras clases de piano, su felicidad la primera vez que tocaba frente a sus padres, cuando compuso por primera vez una melodía, el día que su madre la llevo a una exposición de arte y vio las fotografías que la harían enamorarse de la fotografía, luego la emoción de comprarse su primer cámara con sus propios ahorros. Esas pasiones de las que nadie sabía y ahora hacía solo unos minutos le confesó a la morena. Le era claro, siempre lo tuvo ahí pero le era imposible verlo, lo tenía frente a ella pero por alguna razón lo ignoraba, tanto tiempo perdido creyendo que no había nada para ella, y en solo una noche, en unas horas la morena le demostraba lo contrario. Comenzó a llorar, se sentía bien, feliz al fin pero aun así las lágrimas surcaban su rostro.

- Ahora lo ves ¿cierto? No hay imposibles, no para ti – sonrió mirándola con una ternura y cariño profundos.

- Años creyendo que solo tenia un futuro triste y sin vida, y apareces tu una noche sin mas y me dices que me vas a demostrar que no hay imposibles, tomas mi mano y me guías a un lugar como ningún otro, sin comparación alguna y lo logras no se como pero lo lograste. Y encima llenas ese vacío que siento durante años, y calmas ese malestar en mi pecho que parecía atado a mí como una maldición… No lo entiendo, simplemente no lo entiendo, pero tampoco quiero hacerlo. Solo una cosa me queda clara, que mi futuro está más allá de aquí y…tú estás en él… - se sorprendió por sus propias palabras, que lejos de asustarla le provocaban una muy agradable sensación.

Rachel se sorprendió ante las palabras de la rubia, que la tomaron no solo de sorpresa sino que le hicieron acelerar su corazón.

- Tú…Yo, digo ¿Cómo? ¿A que te refieres? – pregunto sin poder ocultar la emoción en su voz.

- Ahora no, pero ya lo sabrás – dijo la rubia con una sonrisa enorme – quiero seguir disfrutando de este lugar un rato más – se acomodó mejor al lado de la morena, obligándola a que esta la abrace por los hombros con el brazo en el cual la rubia estaba recostada.

Se miraron profundamente por un tiempo, y la rubia no pudo evitar notar mirar los labios de Rachel, un solo pensamiento corría por su mente, un ilógico, descabellado e inesperado deseo. Que ignoró difícilmente, ya que no quería arruinar lo mucho que había avanzado esa noche con la morena. Y dejándose bañar por la luz de la luna cerró los ojos y dejó que el sueño se hiciera presente en ella.
Rachel notó como la rubia se debatía internamente, por lo mismo que ella, y se alegro de que fuera ella quien rompiera el contacto visual porque sino iba a cometer una locura, y viendo el rostro de la rubia, que ya se había dormido dejó un beso en su frente, y sonrió feliz, porque nuevamente ese lugar le había hecho ver que era lo que más quería ese momento…

Sonreía feliz esos recuerdos la llenaban de una felicidad inimaginable, esa noche ella pudo ser completamente sincera, y descubrir porque se sentía tan vacía y mal, pudo soltarse y ser ella, sin miedos, sin trabas, ser ella por completo, la verdadera Quinn Fabray.
Miró la hora y notó que ya eran las 7:30 a.m. Rachel llegaría al aeropuerto a las 8:45. Le había prometido ir a buscarla y si seguía allí no llegaría. Hecho un ultimo vistazo a ese hermoso lugar y se dirigió hacia los enormes árboles para poder, apresurarse en ir a buscar a la morena.


En fin esta no es la primer historia que escribo, pero pese a la insistencia ( extorsión ) de alguien que quiero mucho va a ser la primera que publique :)
No se si dejarla como One-Shot o seguirla, eso lo vere luego, espero que lo disfruten. Cualquier duda que tengan no duden en preguntarme.
Ehm a mi me encanta la naturaleza por eso el escenario que plantié aca esta lleno de árboles,flores etc.
La secuoya es uno de los árboles más grandes que existe, y es hermoso. Si quieren verlo pidanme y les paso link por MP sino busquenlo por Google que seguro aparece :)