Alice. (cursiva=pensaminentos, normal=relato y negrita=charlas a la lejanía)
Ya era un hermoso 1 de marzo de 1902, me levanté de la cama como cualquier otro día de mi vida de adolescente pero en realidad me levanté pensando que este día iba a ser en verdad genial! ¿Por que? Bueno, simplemente porque es mi cumpleaños, lo que indica que todos deben hacer lo que yo pida sin chistar (como normalmente harían) porque hoy soy la reina de mi casa!
Esto no mata de la emoción a mi hermana pequeña, Ann, porque está acostumbrada a ser el centro de atención. De todas maneras lo va a superar dentro de poco. Llamémoslo intuición si se quiere, aunque tengo la sensación de que podría ser algo mas. No lo se todavía.
Bajé emocionada las escaleras hasta la cocina y, como lo presentía, ahí estaban mamá y papá, al lado de un enorme y delicioso pastel color rosa con pequeñísimas florecitas que formaban las palabras "felices 15 preciosa"
Lo adoraba con locura! Eran los mejores padres que podría haber pedido…Lástima que solo les importaran bastante las apariencias en esta sociedad que tiene muy poco o nada de benévola en cuanto al aspecto de todo y de todos. Pero es un precio mínimo a soportar a cambio de tan hermosa vida en mi pequeña pero aireada y elegante casa en Biloxi, Mississippi
Bueno mi día está comenzando genial, solo una cosa esta empezando a opacarlo. No me estoy sintiendo muy bien hoy. Toda la semana me ha estado doliendo la parte baja del abdomen y de repente tuve muchas ganas de cortarle el cuello a mi hermana cuando descubrí que había usado una de mis faldas y me la devolvió toda arrugada
- Ann, ¿estás loca? - le grité. - ¿ Que has hecho con mi falda de punto cruz? ¡Está toda arrugada!
- Lo siento Al, la cogí ayer por la tarde y como no estabas para preguntarte, la cogí prestada para mi paseo de los martes. Gracias, por cierto.
- ¿GRACIAS? ¿GRACIAS? ¿Pero es que se te ha ido la cabeza? - le seguí gritando, pero es que no lo podía evitar. - Mira en que condiciones me la devuelves! - me acerque a ella con las manos temblorosas de pura impotencia y casi la estampo contra la pared de una cachetada, pero reaccioné a tiempo y me alejé de ella lentamente…que raro, yo no soy asi…
Esos recuerdos me ponían muy nerviosa. No sabía que me estaba pasando, pero me aterraba contárselo a mis padres. Eran bastante duros cuando se lo proponían y aun recordaba lo que pasó con mi prima Mary.
A la pobre la descubrieron besándose con un muchacho vecino, muy guapo por cierto, en el porche de nuestra casa la vez que vino a pasarse unas vacaciones con nosotros. Se pasó una semana entera encerrada en el cuarto, sin salir para nada y comiendo solo una vez al dia. Hubiera sido menos tiempo si nadie la hubiera visto, pero esa arpía de la señora Meison no tardó mucho en esparcir la noticia de la "rapidita" de mi prima por todo el vecindario.
Sea como sea, de mi boca no se iban a enterar de nada. Por mí seguiría aguantando este dolor. No quería que pensaran que había hecho alguna cosa y me castigaran a mi también. Así que decidir aguantar el dolor y me senté a la mesa para comer mi pastel.
- Hola preciosa - saludo papá - FELIZ CUMPLEÑOS! - dijeron al unísono.
- Hola papa, gracias! Y a ti mama por este hermoso pastel! Esta vez realmente te luciste!
- Gracias querida. - dijo, dedicándome una de sus hermosas sonrisa. - Empieza a desayunar. En un momento bajará Ann para acompañarnos.
- Si... es solo que necesito ir al baño, con la emoción de bajar no me he aseado como dios manda. Disculpadme.
Al principio no me moví, pero al ver que mis ojitos y pucheritos surtían efecto salí disparada al baño.
Me dolía muchísimo el abdomen. Eran como puntadas de dolor y por más que apretara mi mano sobre la zona del dolor, no se iban.
Cuando entre en el baño y maje mis braguitas, solté un grito de espanto. Al momento, mama vino corriendo por las escaleras hasta la puerta del baño y tocó muy nerviosa unos golpecitos que débilmente escuchaba
- Alice, hija, ¿que pasa? - dijo a través de la puerta. - ¿Puedo pasar?
- Ssi… si.. mamá. Pa- pasa - tartamudeé. Al momento, mi madre estaba conmigo en el cuarto de baño. - Es que no se qué es esto! - exclamé, con cara de pánico, señalando el liquido pegajoso y de un intenso color rojo que había manchado mi ropa interior - Esto no me había pasado nunca. Tengo miedo, mama!
- Ay mi niña - dijo mamá con una cara de complacencia. - ¿pero que le pasa por la cabeza a mi madre? no hace nada. Solo me mira y sonríe. Como si sangrar fuera algo bueno.
- Eso, Alice, significa que ya eres una mujer.
Y así comenzó una desagradable charla que duró muy poco, gracias a dios, y básicamente decía que estaba lista para tener hijos. Y por supuesto que mi malestar y esta desagradable prueba de mi feminidad aparecería cada mes hasta que fuera mayor, más o menos por esta fecha.
Genial. Mi cumpleaños se arruinó por completo. Había planeado una gran fiesta y ahora seguro no podría llevarla a cabo, pues me estaba desangrando y sufriendo unos dolores horribles que, lejos de menguar, cada vez eran más intensos.
Cuando ya estuve un poco más calmada, mamá me enseñó a limpiarme y como sobrellevarlo de ahora en adelante, tarea nada fácil. Y dijo que iba a tranquilizar a papá mientras yo terminaba con lo mío.
Estaba terminando de asearme cuando, de repente y salido de ningún lado, sentí que me quedaba ciega y sorda. No podía escuchar nada ni ver ni la más mínima gota de luz, a pesar de que estaba frente le las luces del espejo. En una milésima de segundo apareció una imagen ante mis ojos. Una imagen muy extraña, en un tono de color distinto al de la realidad. Como tranparente, en el que me veía a mi misma con el hermoso vestido que planeaba comprar más tarde, para la fiesta de mi cumpleaños a la noche, bailando y riendo con mis amigas y todos mis familiares vestidos también muy elegantemente para la ocasión. En ese momento acabó el sueño. - Pero no ha podido ser un sueño. Ni siquiera estoy dormida. - Cuando al fin pude volver a la realidad comprobé que todavía estaba plantada frente al espejo de mi baño ,en mi casa.
Me lleve un susto de muerte cuando Ann abrió de golpe la puerta diciendo que necesitaba usar el baño. Salí de allí a toda prisa, tratando de olvidar lo que fuera que acababa de ver y me dirigí a la cocina nuevamente.
- Así que mi pequeña ya es toda una mujer. - dijo mi padre en cuanto entré en la cocina, orgulloso, aunque al momento, una triste sonrisa adornó sus labios cuando dijo - pero sí parece ayer que te enseñamos a caminar…
- Vamos Charles, sabes que eso fue hace bastante tiempo ya - dijo mamá, aunque en sus ojos pude ver la misma mirada melancólica que papá.
- Venga! - exclamé, intentando alegrar el momento. - La verdad es que no se cómo es esto realmente, pero sigo siendo yo! La misma Alice de siempre, que os querrá siempre. Pase lo que pase. - dije con una sonrisa en la cara. Al momento, mis padres correspondieron a mi sonrisa, lo que me tranquilizó bastante, la verdad.
- Bueno, termina tu desayuno que tenemos que ir por tu vestido - dijo mamá.
Me tense en ese momento y sentí como me ponía blanca como un papel recordando lo que acababa de pasarme en el baño.
- ¿Estás bien, Alice? - pregunto mamá, dándose cuenta de mi estado.
- Si, si. No es nada. No te preocupes. Estos dolores se pasaran dentro de poco - mentí. Por lo menos, esto de los dolores cubriá el pánico que tengo por el "otro suceso" del baño. O tal vez a todas les ocurra. Mmm…no me animo a decir nada por el momento.
Salí de la cocina con calma, porque mi adolorido vientre no me permitía mayor rapidez en mis movimientos, y subí a mi habitación. Me vestí para ir a la cuidad, con unos pantalones un tanto ajustados, ya que esto calmaba un poco el dolor, unas botas tipo bucaneros negras de cuero brillante, una camisa blanca no muy ceñida al cuerpo pero muy elegante y un chaleco haciendo juego con los pantalones, del mismo color canela pero con los bordes adornados con tramos de terciopelo más oscuros.
Cuando terminé, bajé para encontrarme con mamá y papá. Él solo nos llevaría en el coche hasta la ciudad y vendría a recogernos más tarde, ya que el sábado no trabajaba en la oficina, por ser el jefe, también se tomaba la mayoría de los sábados para descansar en casa.
Al llegar al centro de la cuidad, nos despedimos de papá y nos bajamos del coche para emprender el camino a la tienda de doña Sergovia, quien había diseñado y hecho mi vestido a medida para esa noche. Unos metros antes de llegar a la tienda, nos topamos con los Johnson. Bueno, al menos dos de sus integrantes, el hijo menor Peter, quien es guapísimo con su gran porte y altura y sus grandes y brillantes ojos azules como el cielo, y su madre Loraine, quienes eran muy amigos de la familia.
- Vaya, Alice! Estás preciosa! Y eso que aun no llevas tu vestido puesto - dijo Peter mirándome de arriba abajo y logrando que me sonrojara, lo cual no me sucedía a menudo.
- Peter, no seas grosero! !- lo reprendió su madre - primero se saluda, luego se hace un cumplido, y el cumplido nunca es tan atrevido !- le dijo suavemente al oído mientras lo pellizcaba disimuladamente en el brazo.
- No se preocupe, señora johnson. - dije con una cordial sonrisa - Les hemos pillado por sorpresa. Seguro que Peter lo ha dicho sin querer- dije, intentando que no fuera muy dura con Peter, aunque él sí que me ponía nerviosa.
Sentía como si Peter me estuviera desnudando con la mirada cada vez que me miraba, y seguramente es lo que hacia, porque el menor de los Johnson era joven, aunque un poco mayor que yo. Tenía sus buenos 21 años y no perdía el tiempo con cuanta dama se le cruzaba por delante, claro que nadie sabía de estas cosas excepto unos pocos que nos enterábamos de todo y chismorreábamos al respecto.
Después de charlar animadamente un momento con madre e hijo, terminé recordándoles la fiesta de mi cumpleaños. No sé porque me interesaba tanto que Peter me viera con mi hermoso vestido nuevo. Nos despedimos todos muy educadamente y cuando Peter poso sus labios en mi mejilla, me susurro al oído.
- Adiós preciosa. Nos veremos en la fiesta. - Ay Dios mío. ¿Que me está pasando, que hasta me tiemblan las manos con solo oirle decir eso?
- Adiós - dije sin que apenas me saliera la voz, en cuanto me guiñó disimuladamente el ojo y se me quedo mirando de nuevo de esa tan incómoda manera.
Llegamos a la tienda y nos trajeron mi vestido. Era lo más hermoso que jamás había visto. Era color rosa pastel perla, con finísimos detalles de hilo dorado en todos sus bordes, de strapless y sin mangas bien ceñido al cuerpo con un par de guantes inmaculadamente blancos para usarlos a tono, largo hasta mis tobillos y con una pequeña pero llamativa cola en la parte de atrás, que arrastraba por el suelo solo unos centímetros detrás de mi. Me miré en el espejo, complacida, al igual que mi madre, aunque yo creía que a papá le iba a dar un ataque cuando me viera. Confié en que mamá se las apañaría para calmarlo.
Cuando llegamos a casa y después de ver un entretenido episodio entre mis padres con promesas, prohibiciones y caras de reproche entre ellos, mi padre aceptó mi hermoso vestido, continuamos con los preparativos para mi cumpleaños, que no eran pocos…
A pesar de ser la cumpleañera estaba decidida a que todo, absolutamente todo se viera perfecto esta noche, ya había terminado de pulir todos los adornos de plata y había ayudado a mamá con la limpieza en general, el patio estaba ya barrido y regado, también había terminado de regar y podar prolijamente las rosas y fresias del jardín, todo se veía hermoso y verde, colgué muchas guirnaldas blancas y rosa perla (como mi vestido) por todas las cosas y caían de una manera despreocupada y sutil dejando que la suave brisa las acariciara, dándole al espacioso jardín un aspecto formal pero alegre y muy bien cuidado en todos los detalles, mi padre termino de colocar las bellas mesas que ordenamos traer para nuestros comensales y con Ann las vestimos elegantemente con colores a tono de mi vestido y la decoración en general, colocamos también todos los ya lavados y pulidos cubiertos con toda la bajilla de cerámica nueva que mamá compro especialmente para este gran evento… Todo marchaba a la perfección excepto por una sola cara que no estaba a tono con la felicidad casi tangible de este día…Ann.
Qué te pasa pequeña?- le dije medio triste, ella no era de estarse tan callada.
Es que me siento mal…
Por qué? Hoy es un día hermoso no te parece?
Si…pero nadie me ha preguntado sobre mi presentación que di hoy ayer en la escuela…
Es cierto Anny he sido muy desconsiderada, como fue todo? Se que lo preparaste durante una semana!
Bien gracias!- ya empezaba a cambiarle un poquito la cara- y la maestra me felicito! Y dijo que estaba más que complacida con mi trabajo-
Ya ves? Eso es genial pequeña! Ya sabía yo que te iba a ir de maravilla!- le dije con mi mejor sonrisa, ella era más pequeña que yo y en este, más que en cualquiera de mis otros cumpleaños, se había sentido desplazada-.
Ya sintiéndome mejor porque Anny estaba más contenta me retire a mi cuarto para comenzar con mis preparativos personales para la fiesta que tendría lugar dentro de unas pocas horas…
