Titulo: Antes y después de ti
Fandom: Axis Powers Hetalia
Claim: Inglaterra/Fem!USA, Japón/fem!USA
Desafío: Ninguno
Reto: Ninguno
Clasificación: M
Advertencias: Semi AU, Gender bender, romance hetero, humor, insinuaciones de sexo y lemon desde el cap 2
Palabras: 1912
Disclaimer: Axis Powers Hetalia no me pertenece, es de Hidekazu Himaruya. Hago esto por mera diversión.
Resumen: El cumpleaños de América siempre había causado sentimientos encontrados para uno. Y la perdición para el otro. UK/Fem!USA, Japón/fem!USA
Notas Adicionales: Quería hacer algo especial para el cumple de USA. Pero... la verdad es que esto es solo la parte censurada de lo que creé LOL Sinceramente no creo que vaya a subir el resto.
I
Algún lugar de Estados Unidos, época colonial.
Era una pequeña niña que servía el té a su hermano mayor en una mesita pequeña. Inglaterra y el peluche en forma de conejo eran los únicos que acompañaban la hora del té que le había sido inculcada y, tal como se esperaba de una señorita de la casa de Inglaterra, se esmeraba en hacerlo bien. Vertió el contenido temblando en la taza de su hermano mayor. Él le sonrió y la aprobó con la mirada. La pequeña niña que era en ese entonces había sonreído. Inglaterra tuvo suficiente corazón para no decirle que otra vez había confundido la sal con el azúcar y siguió bebiendo como si nada.
Entonces, haciendo una reverencia, la pequeña América se sentó frente a él vistiendo el nuevo vestido blanco que le había traído, puro como ella. América miró a Inglaterra y su mirada fue tan intensa que él dejó sin rechistar la taza otra vez en su lugar.
— ¿Qué tienes, América? —le preguntó a su colonia con una sonrisa en los labios. Él nunca imaginó lo que ella tenía que preguntarle.
— ¿Cuándo vas a tomar mi primera vez, Inglaterra? —preguntó con completa normalidad sin saber lo que estaba diciendo. La sonrisa de Inglaterra fue reemplazada rápidamente por la incredulidad.
— ¿Qué idio…? —Dejó el insulto en el aire al recordar que estaba en presencia de una dama. No tenía por qué preguntar, la respuesta era tan obvia que se abofeteó mentalmente por formularla—. ¿Quién te dijo eso?
—Es lo que dicen algunas personas en mi casa—continuó hablando como si nada—. Ellos dicen que vas a tomar hasta la última parte de mí.
«Idiotas, bastardos, mal nacidos…» los maldecía mentalmente por decir esas patrañas delante de esa inocente niña. Podía ser muchas cosas, pero no un enfermo al que hubiera que encerrar. Y quería demasiado a esa niña como para intentar lastimarla.
— ¿Estás bien? —América movió su cabeza hacia un lado con gracia, provocándole un sentimiento de ternura impropio del deseo.
—Sí, sí—mintió, llevándose la mano tras la nuca y cerrando un ojo. Como sea, parecía que ella no se había dado cuenta de nada, así que lo mejor era seguir fingiendo que todo estaba bien—. América ¿le preguntaste al Señor Conejo si quería más té?
Ella se llevó ambas manos a la boca ante la sorpresa.
— ¡Había olvidado al Señor Conejo! ¿En verdad crees que quiera más?
—Sí, ¿por qué no? —Ella tomó nuevamente la tetera para verter lo último que quedaba del té dentro de la taza de la inanimada criatura.
Inglaterra lo sentía por el pobre animalucho de felpa, pero él no iba a morir por algo así. Él por el contrario sí.
XOX
Hogar de Estados Unidos, madrugada del 4 de Julio de un año reciente
Estados Unidos de América se afianzó aún más al brazo que estaba sujetando, escondiendo su cabeza tras ese agarre. La habitación estaba a oscuras. La única luz provenía de la televisión que emitía esa espantosa película de terror. Tembló cuando vio al asesino acercarse a la rubia con escote que ingenuamente se paseaba por la casa sin saber que su final estaba próximo. Cuando el criminal enmascarado salió de la nada con un cuchillo alzado, ella gritó tanto que parecía que fuera ella misma la muchacha de la película.
— ¡Es horrible! Oh my God! ¡No! ¡Corre, está tras de ti! —no paraba de decir. Japón tuvo que hacer un esfuerzo para no impedir que ella casi le arrancara el brazo con ese fuerte agarre. Y no salir huyendo cada vez que ella se acercaba demasiado a él tanto que era capaz de sentir su calidez y el aroma de su dulce piel. Él no podía negar lo hermosa y deslumbrante que era y por su propio bien tenía que permanecer alejado de su lado.
Pero no podía. Cada vez que intentaba aislarse hacia el extremo del sofá, ella lo seguía como si fuera un movimiento natural. América se ajustaba a su cuerpo perfectamente, siempre encontrando un lugar de él en el que apoyar su cabeza. Ella no era débil, nunca había necesitado de él a excepción de esos momentos. Cada día comprenderla le era más difícil.
La película había terminado y todo lo que quedaba era la pantalla con los créditos ascendiendo y el tembloroso cuerpo de América acurrucado en el sofá, muy cerca de él, abrazando un cojín. Japón se apresuró como impulsado por un resorte a buscar el interruptor de la luz y encenderla.
—América-san… si le dan miedo estas cosas ¿por qué las ve entonces? —Ella estaba recuperando la compostura tras el susto. Se llevó una mano al corazón para sentirlo latir apresurado bajo la piel. Todavía estaba asustada—. Usted será débil en el futuro si le teme a estas cosas.
Él no tenía miedo, por supuesto. El horror japonés era mucho más espeluznante que el americano. Y ni siquiera se sentía ni un poco asustado. América lo veía como una criatura extraña ¿cómo no asustarse por algo así? Ella tenía mucho miedo, pero era la heroína y las heroínas no huían ante el peligro. Por eso necesitaba a Japón: era el compañero ideal para ayudarla a afrontar sus miedos ante esas horribles películas que hacían en su país.
—Lo siento, Japón—Bajó la cabeza. Se sentía una idiota por actuar como una niñita y no como la maravillosa heroína que era. Levantó la vista hacia un insensible Japón que la veía disculparse. Usó la mirada de cachorro en él sabiendo que no podía resistirse a su encanto y dulzura—. La próxima vez no voy a asustarme, ¿ok?
Llevaba varias veces diciéndole lo mismo y en lugar de mejorar parecía que cada vez terminaba por asustarse más. Al final no le había quedado otra alternativa que ir hasta su casa cada fin de semana solo para ayudarla a superar su miedo. Aún se preguntaba por qué seguía ahí insistiendo con un caso imposible y sin remedio.
Solo que esta vez era diferente. Buscó el reloj de pared y como temió ya habían pasado las doce de la noche. Hoy era el cumpleaños de América. Suspiró y dejó la sala en la que ambos se estaban. A América le dio algo cuando vio que se iba y no supo por qué razón su corazón volvió a latir cuando lo vio regresar con una caja envuelta en papel de regalo con un listón con los colores de Estados Unidos.
—Feliz día de la independencia, América-san. —Trató de desviar la mirada de sus ojos cuando sintió que las mejillas le ardían al simple contacto de sus manos al momento en que le entregó el obsequio—. Es un pequeño presente insignificante, usted merece algo mucho más grande—Actuó tal como lo haría en su casa. La timidez y la humildad eran virtudes de Japón. Por supuesto el regalo no era tan insignificante como le había dicho, pero creía que ella merecía cada yen que había pagado por él—. Feliz cumpleaños…—terminó de decir. Su lengua ya no se podía mover mientras la observaba.
— ¡Oh! ¡Yes! Tú sabes que me merezco el mundo entero…—Y una vez más, ella tenía que arruinarlo todo con su risa de mírame-que-soy-superior-a-ti. Desenvolvió el obsequio tratando de ser cuidadosa porque sabía que Japón se había esmerado en ese detalle también. Él sí reparaba en cosas así. Pero su mano fue tan impaciente que acabó por esparcir los trozos de papel por el suelo. Ahora que podía ver la caja, chilló de la emoción al ver de qué se trataba—. ¡Es una cámara!
Japón sonrió complacido de que a ella le gustara tanto que no demoró ni un segundo en sacarla de su empaque una vez supo qué era. Tomó la cámara entre sus manos y sin darse cuenta, había hecho su primera foto. Lo había fotografiado a él mientras estaba ausente contemplando su felicidad. Un nuevo rubor cubrió sus mejillas cuando se dio cuenta de que ella lo estaba mirando fijamente.
—Gracias, Japón—le sonrió. Esa sonrisa caló en su corazón profundamente y se avergonzó. Pudo respirar más tranquilo cuando ella comenzó a experimentar con los botones de la cámara digital—. Es muy completa.
—Está hecha con la nueva tecnología lograda en mi país—explicó hecho un manojo de nervios y sujetando sus manos adelante para intentar ocultarlo. No quería sonar presumido ni hacerle entender algo como insinuando que no conocía las funciones básicas de una cámara.
—No hago tan buenas tomas como tú—Estiró la cámara hacia él. Él levantó la vista hacia ella—. Tómame una foto, please.
Él cogió la cámara entre sus manos y la enfocó hacia ella. Por alguna razón las manos no le temblaban cuando fotografiaba algo interesante o hermoso, pero lo hacían un poco cuando ella era el motivo. Trató de hacer una buena toma y la fotografió. Ella lucía más que hermosa hasta con el cabello despeinado tras los movimientos que hizo durante la película. Le alcanzó la cámara tan pronto vio que el resultado había sido más que perfecto. Ella sonrió al recibirlo.
— ¡Tú si sabes capturar mi mejor ángulo!—Contempló con una enorme sonrisa la foto que le había hecho—. ¡No puedo creerlo! Tengo una cámara…—Japón se quedó como una estatua frente a ella sin moverse. Entonces ella continuó con una calma que le impactó—. Podríamos grabar porno con una cámara así.
— ¿Q-qué dice, América-san? —Retrocedió un paso al oír lo que había dicho. Tenía la cara roja y comenzó a ponerse tan nervioso que tembló. Ella lo observó con una sonrisa de oreja a oreja. Una sonrisa perversa.
— ¡Vamos! Admite que lo pensaste cuando la compraste—lo acorraló con sus palabras.
—Se equivoca, América-san ¡esa clase de pensamiento nunca pasó por mi mente! —intentó explicarle. Bueno, tenía que admitir que remotamente la idea había hecho asomo en su cabeza, pero solo eso. Nunca pensó en llevarlo a cabo. A lo sumo había asumido que ella le mandaría un par de fotos calientes a su email con las que podría sentirse inspirado. Solo eso. En ninguna parte se había visto a él participando activamente.
— ¡Como sea, iré a darme un baño y luego nos meteremos a la cama para empezar a grabar!—Ella nunca aceptaba opiniones contrarias a la suya. Y él no pudo hacer nada. Se quedó solo a un costado del sofá mientras la veía marcharse en dirección al baño.
Y luego ella volvió con un oscuro semblante asomándose por el umbral de la puerta. Japón no pudo creer que hace solo un instante había sonreído tan socarronamente.
— Uh ¿Japón?
— ¿Sí?
— ¿Te meterías al baño conmigo? —Él intentó correr tan rápido como sus piernas le permitieran, pero ella lo sujetó fuertemente por la muñeca—. Por favor, Japón, tengo miedo. El psicópata de la película mató a la protagonista cuando estaba en la ducha—Lo miró con ojos de perrito a punto de ser ahorcado. Japón estaba considerando seriamente amputarse la mano con tal de huir de ahí—. Te necesito, Japón…
Al final Japón no tuvo otra opción más que aceptar sin mirarla porque un aura deprimente lo rodeaba. Se giró hacia ella justo cuando la toalla que cubría su desnudez había cedido por no estar bien atada y cayó al suelo cuando ella lo tomó de la mano impidiéndole correr. Tuvo una vista de ensueño del territorio americano y casi le dio un infarto. En ese momento supo que América iba a ser su perdición.
