Bueno... malas noticias para las que están pendiente de los fics del UCM: esa musa está en coma, y no he logrado sacarla de ese estado T.T
Sin embargo, como mi querida amiga Misao-CG ha revivido a sus musas y está continuando su espectacular saga de Saint Seiya, me he convertido en su lectora de prueba y eso me ha inspirado algunas pequeñas historias ambientadas en su universo. Si les gusta Saint Seiya los invito cordialmente a revisar su perfil (encontrarán el enlace en mi perfil junto al orden de lectura de sus fics).
Este fic se ubica temporalmente 20 años antes del manga/animé, 22 años antes del inicio de la Saga de fic de Misao.
Disclaimer: No soy dueña de ninguno de los personajes de Saint Seiya, estos pertenecen a Kurumada y sólo los uso para entretenimiento personal... al escribir fics, porque ni si quiera puedo usarlos para entretenimiento personal, si entienden lo que digo :1313:
Tampoco me pertenecen los personajes de Misao, pero ella me los presta :D
FUTURO
Suspiró cansado, mientras se acomodaba mejor en el viejo pero cómodo sofá de su estudio. Finalmente, luego un par de semanas que fácilmente podría clasificar como las peores vividas en los últimos 100 años, podía sentarse tranquilamente para analizar lo que se venía a futuro.
Pero, sin importar cómo se acomodase, aun sentía como si cargara con todo el peso del mundo en sus hombros.
¿En qué momento todo lo (tan cuidadosamente) construido se había derrumbado?
Sólo un par de semanas atrás el Santuario se mantenía no sólo en relativa paz y tranquilidad, sino también con una creciente expectación ante el inminente nacimiento del futuro aprendiz de Aries.
Era sorprendente como todo podía arruinarse en tan poco tiempo.
La muerte de Axl había pegado duro en el Santuario. Entre el evidente temor que todos tenían por su vida cuando comenzó a cortejar a la amazona dorada de Aries, y la simpatía que generaban sus calmos modales, se había ganado los corazones de todos en el lugar. En especial luego de ver el efecto que su mera existencia tenía en el carácter de Lümi.
Lümi, su joven, hermosa e impulsiva aprendiza. Ni siquiera su mejor amiga, Juliana de Cáncer, se había atrevido a darle la noticia de la muerte del hombre que amaba. Incluso él había temido (y con justa razón) su reacción cuando fue a hablar con ella.
Le tomó toda la ayuda de Juliana, junto a una buena dosis de tranquilizantes para mantenerla calmada. Aún le sorprendía que pudieran mantenerla lo suficientemente tranquila para aguantar un par de semanas hasta que finalmente, con todo el estrés acumulado, se adelantara su parto.
Oh, Lümi. Cuan injusta había sido el destino con ella. Y cuanto dolor había traído su muerte.
Había escuchado los rumores que corrían en el Santuario. Desde los guardias hasta los santos dorados existentes hablaban de cómo Juliana se había encargado del desgraciado doctor que había atendido el parto de su aprendiza y que había provocado su muerte. Y aunque era un tema que sabía que debía zanjar y solucionar, se permitió por un momento el secreto placer de saber que la tragedia provocada por un irracional odio hacia su raza había sido vengada.
Un sutil movimiento entre sus brazos lo sacó de sus recuerdos. Acomodó mejor su carga mientras pensaba en lo que se venía en su futuro.
- No te preocupes, Mu - le dijo al ahora despierto bebé en sus brazos, quien lo miraba fijamente con los ojos de su padre. - Todo estará bien. Yo cuidaré de ti, y verás que todo irá mejor de ahora en adelante...
